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miércoles, 21 de septiembre de 2011

Obsolescencia Cultural Programada


Las coordenadas de "El mapa y el territorio", última y magnífica novela, de Michel Houllebecq, son las mismas que las de sus predecesoras. Un personaje solitario, la muerte (por voluntad propia),  la enfermedad, la decrepitud del ser humano, la Francia en la que vive y la que cree que vendrá, el sexo (esta vez menos), la búsqueda de la verdad y el dinero. Como siempre, no teme a expresarse, no teme a hablar con su voz, no quiere agradar ni ser correcto, no pretende ser el nuero perfecto. Habla para adultos y no para adolescentes disminuidos.



Así como un fino fajador del peso Welter nos suelta combinaciones poderosas, uno-dos, de jab y de recto, al hígado y a la barbilla, golpes severos que no tumban pero si debilitan el paso, que hacen temblar las rodillas:

“Es curioso, podría creerse que la necesidad de expresarse, de dejar huella en el mundo, es una fuerza poderosa; y, sin embargo, por lo general, no basta. Lo que mejor funciona, lo que empuja la gente con la mayor violencia a superarse sigue siendo la pura y simple necesidad de dinero.”

“Ser artista, en su opinión, era ante todo ser alguien sometido. Sometido a mensajes misteriosos, imprevisibles, que a falta de algo mejor y en ausencia de toda creencia religiosa había de calificar de intuiciones.”



Pero Houllebecq tenía preparada una pequeña sorpresita, un giro, una bofetadita, Houllebecq se sitúa a si mismo como un personaje del libro. No el personaje principal, no la voz que nos narra la historia. Es un personaje importante pero secundario. Houllebecq se describe como un viejo extraño, borracho y bipolar, que alterna el éxtasis por los embutidos con la depresión profunda. Un tipo que da pena. Así, dice:

“Lo que más me gusta ahora es el final del mes de diciembre. Entonces me puedo poner el pijama, tomar mis somníferos y meterme en la cama con una botella de vino y un buen libro. Vivo así desde hace años. El sol sale a las nueve; bueno, entre que te lavas y te tomas un café es casi mediodía, me quedan cuatro horas de luz que aguantar, normalmente lo consigo sin grandes agobios. Pero en primavera es insoportable, las puestas de sol son interminables y espléndidas, es como una puta ópera, hay continuamente colores nuevos, resplandores nuevos, una vez intenté quedarme aquí toda la primavera y pensé que me moría, cada noche estaba al borde del suicidio con este crepúsculo que no termina nunca.”
Un imbécil que se cree su propio papel, como le hace ver otro personaje.

 Houllebecq siendo un "loco excéntrico"


Sin duda la Mejor novela (si, mejor que "Las partículas elementales" o "Ampliación del campo de batalla") de Houllebecq. Llena de una inteligencia propia de los tiempos, con reflexiones inquietantes, con verdades incómodas. Con preguntas razonables que No nos queremos hacer. ¿Cómo cuáles? dice, algún escéptico, pues como esta reflexión sobre la obsolescencia programada, sobre otro tipo de obsolescencia mucho más peligrosa y que pasa de puntillas, la obsolescencia cultural:

“También nosotros somos productos – continuo- productos culturales. Nosotros también llegaremos a la obsolescencia. El funcionamiento del mecanismo es idéntico, con la salvedad de que no existe, en general, mejora técnica o funcional evidente; solo subsiste la exigencia de novedad en estado puro.”

Damien Hirst, el rey de la cultura con obsolescencia programada


Y sobre el final, como sin querer, como ese te quiero que solo nos atrevemos a pronunciar en el último momento, en la puerta de embarque cuando ya todo es inevitable y ella se va lejos, en ese instante, morir matando se dice a si mismo el viejo borracho, el puto francés, y nos suelta, la que tal vez, pero solo tal vez, sea la clave:
“Y él pensaba en verdad que había sido, la mayoría del tiempo, un policía honorable, en todo caso un policía obstinado, y la obstinación es quizá en definitiva la única cualidad humana valiosa no solo en la profesión policial sino al menos en todas las que tienen que ver con el concepto de verdad.”

Todas las citas son de "El Mapa y el Territorio" de Editorial Anagrama.