MOLESKINE ® LITERARIO

Notas al vuelo en cuaderno Moleskine® .

Providence reseñada

12.21.2009
Juan Francisco Ferré. Fuente: espaiadelibres

carátula de la novela. Fuente: anagrama


La novela Finalista del Premio Herralde de Novela 2009, Providence, del español Francisco Ferré (miembro de la generación Nocilla, antologador, junto al peruano Julio Ortega, de una antologia afterpop titulada Mutantes)ha sido reseñada por Ernesto Ayala-Dip para "Babelia". Y si el entusiasmo con que reseñó la novela ganadora del premio en el mismo suplemento, La vida antes de marzo, fue más bien medido, la entrega hacia el Finalista ha sido total. "Finalista Mayor" lo llama. "Novela con mayúscula" y la compara con lo mejor Pynchon. Y hasta pide empate en el Primer Lugar. Eso se llama entusiasmo:

[...] leo Providence, finalista (¿y por qué no ganadora junto con la de Gutiérrez Aragón?) del Premio Herralde y tengo la sensación de haber leído una novela mayor, independientemente de que se comparta o no su soporte ideológico, una moral o no-ideología en sentido nietzscheano. No creo que se satisfaga la curiosidad de los lectores intentando resumir una trama tan milimétricamente fragmentada, con el espíritu que alienta toda una corriente narrativa actual, entre los cuales no es ajeno Fernández Mallo o los análisis literario-mediáticos de un Eloy Fernández Porta. Puede adelantarse que ésta es la historia de un cineasta español llamado Álex Franco. Es autor de una película que obtuvo alguna que otra crítica benevolente en Cannes, pero no la de un crítico de EL PAÍS. Ahora está en Providence, la ciudad en la que nació el maestro del terror H. P. Lovecraft. Antes ató un fáustico acuerdo con una mujer en Marraquech. En Estados Unidos se disparan todas las tramas posibles e imposibles con tal de que Álex Franco termine sus días como va a terminar. Esto lo sabremos en un genial diálogo entre dos mujeres en un ascensor, una secuencia que es imposible concebirla si no se tiene el talento narrativo que demuestra tener Ferré. Providence es una novela poliédrica. Voces directas e indirectas plasman la locura y la tenebrosidad de un mundo (pos-11-S) irrespirable, paranoico e irrealmente real. Juan Francisco Ferré ha diseñado un artefacto que desmitifica la nueva racionalidad virtual. Con una lengua literaria ágil: a la vez maliciosa, y llena de esa helada ironía que desplegaba el gran Nabokov. Novela de la totalidad en torno a una alienación de nuevo cuño, infinitamente más letal que la que pudo imaginar el mismísimo Marx. Providence tiene ese aire de posmodernidad lúcida que hallamos en V y El arco iris de la gravedad, de Thomas Pynchon. El nihilismo constructivo que ofrece la novela con mayúscula.


Por cierto, no se pierdan el blog de Juan Francisco Ferré "La vuelta al mundo" Ahí, más que agradecido, Ferré no teme en aprovechar el enlace con "Babelia" para aclarar cuentas con Ayala-Dip por la lectura de sus otros libros. ¡Qué buena! Lo quiere todo. me hizo recordar esa anécdota de Manuel Scorza, a quien invitaron a un Congreso Lirterario en Argentina, donde según él Losada le debía derechos, y cuando le preguntaron en la inauguración: "¿Qué mensaje trae el Perú a este Congreso?" Scorza contestó: "No he traído un mensaje, he traído una cuenta". Bueno, así se las pone claras Ferré a Ayala-Dip:

Desde las páginas de Babelia, J. E. Ayala-Dip, un crítico reacio por razones inexplicables a otras propuestas mías, se rinde ante la ambición de la novela y la ensalza [...] (Es un error, sin embargo, que Ayala-Dip se empeñe en ver La fiesta del asno como una obra "fallida", con tal de no rectificar un juicio anterior, y no sepa ver por qué una novela como ésa, a su manera carnavalesca, ya anticipaba, como otras obras anteriores que ignora, los elogiados logros de Providence. Se ve que el tema etarra obnubila algunas conciencias hasta grados impensables. No obstante, el marco conceptual y la referencia a Pynchon bastan para disculparle.)

Etiquetas: , , ,

El ombligo de Verdú

12.18.2009
ombligocentrismo. Fuente: jorge blog

No he leído a Vicente Verdú. Sé de él que comparte un blog conmigo en el colectivo El Boomeran(g), que ha publicado en la editorial Anagrama y que, incluso, ha ganado el Premio de Ensayo de esta editorial. Tampoco había leído este texto suyo titulado "Reglas para la superviviencia de la novela", publicado en el 2007 y que encuentro reproducido hace un mes en el blog "Apostillas Literarias". Debido a que Verdú ha ganado el exigente premio de Ensayo de la editorial Anagrama, y dado que justamente es en esa editorial donde lo ha ganado, por lo que sospecho que conoce su catálogo de autores latinoamericanos, no me explico de dónde ha salido la soberana tontería (o gilipollez, para que me entiendan) que sostiene al inicio de su artículo:


Que los últimos cinco premios Herralde de novela hayan recaído sin cesar sobre escritores latinoamericanos no debe considerarse un simple azar. La novela que todavía se premia responde al molde tradicional y este producto no se cultiva con la debida dignidad sino en la periferia del sistema. Sucede de la misma manera que con las películas de autor, que, si antes procedían de Italia, Francia o Alemania, ahora brotan en Irán, Irak, China, India, Argentina o Senegal, puesto que el cine de autor como la novela de argumento son productos que caducaron en territorios de la Metrópoli mucho antes de iniciarse el siglo XXI.


No puedo estar más de acuerdo con él en el resto de su artículo, donde propone que "es torpe seguir como si no existiera publicidad, correo electrónico, chats, cine, YouTube, MySpace o la blogosfera". En lo que no estoy de acuerdo es que, justamente, los autores latinoamericanos que ha publicado Anagrama -algunos de ellos ganadores del Herralde justamente- son una prueba de que en las "periferia de la Metrópoli", como él llama a los países latinoamericanos, el lenguaje literario es versátil, se diversifica, se rebela contra los moldes clásicos (hasta el punto que un crítico español apellidado García Posada en el ABCD literario suele llamar a los escritores latinoamericano de Anagrama como "la rebelión de los indios" o algo así por su "experimentalismo"). Basta nombrar a autores como Roberto Bolaño, Ricardo Piglia, César Aira, Margo Glantz, Daniel Sada, Mario Bellatin, Alan Pauls, Rodrigo Rey Rosas, Antonio José Ponte o Alejandro Zambra, por decir algunos nombres solo de Anagrama, para encontrar ejemplos de que lo que Verdú llama "la supervivencia de la novela" existe en estas "periferias". Y si le aumentamos a esa lista nombres no anagramáticos, como los de Manuel Puig, Mario Levrero, Diamela Eltit, Soler Frost, Daniel Link, Fogwill, Chejfec, Jeftanovic, Fresán, Fuguet, Prochazka y un largo etc. para simplemente sonreír ante esa desafortunada frase colonialista de Verdú. ¿Cuántos nombres de españoles puede poner en el otro fiel de la balanza Verdú? Sin embargo, justo, de lo que se trata es de no poner dos platos de balanza, América Latina vs. España. Se trata de ver ambos mundos como un contínuo. ¿Podrá ser algún día así? Insisto, solo por no quedarme sin respuesta ¿Qué es lo que pudo llevarlo a decir eso? ¿Y lo sostendrá aún después de dos años de haberlo escrito? Me estaba preguntando esto hasta que leí la columna de Juan Palomo en su blog en El Cultural y me topé con un párrafo [el subrayado es mío] que podría explicar muy bien el origen del exabrupto de Verdú:

Yo también creo, como Ignacio Echevarría, que en España no hay debate intelectual, que la mayor parte de los escritores de nuestro país andan, desde hace años ya, perezosos ante la disensión y acomodados en el ahí-me-las-den-todas. Muchos lo echamos de menos. Una cosa es que hayan desaparecido las ideologías y otra bien distinta es que nadie proponga en voz alta y con pensamiento articulado alternativas para salir de la mediocridad moral, cívica y política en la que nos encontramos. ¿Alguna discrepancia literaria? Tampoco. Todo el mundo conforme. Pero, ¿dónde están los escritores, los pensadores, esos creadores de mundos insatisfechos? ¿Qué dicen? Nada, no dicen nada porque no miran más allá de su ombligo y, a mucho tirar, sólo alcanzan a ver las listas de los libros más vendidos. ¿Hemos de conformarnos sólo con los titiriteros de la ceja? ¡Qué triste!

Lo mismo digo. ¡Qué triste!

Etiquetas: , ,

Gutiérrez Aragón reseñado

carátula de la novela. fuente: anagrama

Manuel Gutiérrez Aragón, ganador del reciente Premio Herralde de novela con La vida antes de marzo, ha sido reseñado por Ricardo Senabre en "El Cultural". A decir verdad, no lo sentí tan entusiasmado. Igual, me da curiosidad leer la novela. Dice la reseña:

La vida antes de marzo narra el encuentro de dos “extraños en un tren” -valga aquí el intertexto cinematográfico- que, en el año 2024, recorre incesantemente con dos mil vagones el trayecto entre Lisboa y Bagdad. Martín y ángel se cuentan sus respectivas historias, en principio muy diferentes pero que acaban convergiendo en una inesperada anag- nórisis que los sitúa, además, de modo involuntario, en los preparativos del atentado terrorista de la estación de Atocha, lo que explica el título de la novela [...] No puede negarse originalidad al planteamiento del relato, y la evocación de los adolescentes Martín y ángel está narrada con buena prosa y rasgos certeros: la vida oculta del veterinario, sólo entrevista desde la perspectiva del hijo, la atracción de éste por ásal, algunos detalles elusivos de su relación con Genia, ángel y sus recuerdos de la matanza del cerdo, así como los primeros pasos del personaje en Fuenlabrada, mezclan con habilidad informaciones y sugerencias y revelan un buen pulso narrativo. Acaso la mayor debilidad de la historia reside en los caminos, un tanto forzados, que llevan a los dos personajes a coincidir con el mismo grupo que prepara el atentado y a la reaparición de ásal como testigo de cargo. También, por qué no decirlo, en la adhesión implícita del autor a la que podríamos llamar “historia oficial” del atentado, que, como es sabido, resulta hoy un tanto brumosa -no sabemos si las dudas se habrán disipado en 2024, fecha de la historia narrada-y mantiene todavía en el aire multitud de signos de interrogación y que tal vez aconsejaban en este caso dejar algunos datos más en penumbra. Sea como fuere, Gutiérrez Aragón ha solventado airosamente esta primera incursión en la literatura narrativa.

Actualización 21/12.- Con más generosidad (la considera "muy lograda"), pero también sin mucho entusiasmo, J. Ernesto Ayala-Dip reseña en el último Babelia La vida antes de marzo:
La novela, como indica su título, aborda acontecimientos anteriores al fatídico marzo, pero nos es narrada en 2024. Un tren de varios kilómetros circunda Europa, atraviesa el continente sin parar y pasa por Lisboa, Sevilla y Bagdad, entre tantas ciudades: nadie puede apearse de él sin un artilugio que se adosa a los vagones y por el cual los pasajeros descienden. En ese tren futurista coinciden Martín y Ángel. Los dos son de Asturias. Los dos tienen una historia que contar. Primero narra uno y luego el otro. Martín es el de la voz ronca y grave, y Ángel, el de la cara de bronce: así los llama el narrador omnisciente, con ese apelativo de reminiscencias homéricas. Martín cuenta su vida en el campo asturiano, describe los paseos con su padre veterinario, sus andanzas amorosas clandestinas, las del padre. Luego vienen el encuentro casual con una chica marroquí, unos partidos de fútbol, unos rezos mirando a la Meca, mezclado todo ello con el sufrimiento de su madre que ya conoce la traición del veterinario. Después tenemos el relato de Ángel, una historia simétrica de amores secretos, musulmanes cada vez más airados, encargos sospechosos pero nunca tanto como para avizorar la tragedia que se avecina, excursiones a minas abandonadas, pesadas mochilas que van y vienen. Con una prosa dúctil, viva, la ironía bien dosificada, La vida antes de marzo es una novela muy lograda. Tenía Gutiérrez Aragón una materia difícil que transformar en literatura. Erradas vidas, tocadas con raros momentos de felicidad e incrustadas fatalmente en el meollo del fanatismo contemporáneo.

Etiquetas: , , ,

Manuel Gutiérrez Aragón, Premio Herralde

11.03.2009
Manuel Gutiérrez de Aragón en Barcelona. Foto: Gianlucca Battista. Fuente: el país

A eso se le llama hoyo en uno. La primera novela que escribe el cineasta español Manuel Gutiérrez de Aragón y resulta ganadora del XXVII Premio Herralde con la novela La vida antes de marzo. El cineasta de 68 años, que el año pasado abandonó el cine según confesó, se estrena así en su carrera literaria con un premio y con muchas ganas de seguir escribiendo. Ya anunció el título y el tema de su próxima novela Virtud y fortuna. Así nomás es. Los cineastas tienen un ritmo de producción distinto a los escritores, de hecho. En fin, este año el premio ha sido distinto. Solo tres novelas quedaron como semifinalistas, y las tres españolas. Con el premio a Manuel Gutiérrez de Aragón, y el Finalista al también español Juan Francisco Ferré (con la novela Providence) el premio Herralde vuelve a manos de los escritores españoles (en el 2002 lo ganó Vila Matas y luego puros latinoamericanos) después de varios años de triunfos latinoamericanos. ¿Ya se aburrieron de nosotros? No es raro, todos los ciclos duran siete años. Nos vemos en el 2015. Dice El País:

La vida antes de marzo, que publicará en breve Anagrama, narra el encuentro de un joven asturiano con la trama islamista meses antes del atentado del 11 de marzo, "la mayor tragedia colectiva que hemos vivido en España". Gutiérrez Aragón explica que el libro no es una novela en torno al 11-M, ya que sólo aparece en el fondo de la historia y muy al final del libro. "Lo que más me interesaba es el choque con el mundo islámico, que está tan alejado de nuestra cultura, el encuentro entre ese joven asturiano, no tan inocente, con una trama que no entienden muchos". Amigos y conocidos le habían recomendado y animado en muchas ocasiones a ponerse a escribir novelas, pero él siempre lo tuvo claro: o cine o literatura. "Los dos procesos creativos no son compatibles. Mientras duermes, cuando paseas, cuando desayunas, toda tu energía está dedicada a una cosa. Ahora toda mi capacidad de imaginación y creación se ha ido a la escritura", explica el autor de tantos guiones. "Un guión no es nada hasta que se hace la película. La creación está completa con la novela, sin depender de nadie más". Fue el propio autor quien se puso en contacto con la editorial Anagrama para publicar su trabajo, pese a que tenía ofertas más sustanciosas. "Pensé que si yo en mi vida privada leo siempre los libros de Anagrama es en esa editorial donde querría ver editada mi novela".

Eso sí, en La Vanguardia leí una broma que me dolió en el alma. Dicen que cuando se enteró de que era el ganador del Herralde, Gutiérrez de Aragón le dijo a Jorge Herralde: "Ahora tendré que aguantar lo que dicen todos de los premios literarios: que la obra buena era la finalista y no la ganadora" Y Herralde, sin asomo de duda (repito: sin asomo de duda) declaró: "¡Eso es en el Planeta, no aquí!" Touché. Definitivamente, pese a lo que me dijo la bruja, este no es mi mes.

Etiquetas: , , , ,

Un lugar llamado oreja de perro en "El Espectador"

9.18.2009
Terraza. Ilustración: Luz Letts.

Agradezco mucho a "El Espectador" de Colombia y al crítico literario Juan David Correa Ulloa, quien publica ahí una reseña a mi novela Un lugar llamado Oreja de perro. Una novela a veces triste y a veces aburrida como la vida misma, dice Correa con acierto (creo yo). La reseña se titula "El duelo" y la coloco íntegramente en el post:


Un duelo


Un periodista debe cubrir un informe de la Comisión de la Verdad, en un pueblo olvidado del Perú de la era de Alejandro Toledo, cuando se destaparon los crímenes cometidos por Fujimori y compañía. Lo importante de Un lugar llamado Oreja de Perro, de Iván Thays, escritor peruano y brillante comentarista desde su blog Moleskine Literario, no es, sin embargo, esa escueta trama. No es el Perú de los crímenes en contra de los civiles. Ni siquiera es el Perú rural, olvidado, despreciado por su pequeña oligarquía. No es eso. Lo significativo de esta novela es una sensación que queda flotando después de leerla. ¿Cómo se enfrenta uno a la muerte? ¿Cómo se encara la partida de un hijo? ¿Cómo se afronta la pérdida? Esa, me parece, es la gran virtud de una novela corta, de apenas 212 páginas, en la cual asistimos al largo monólogo de un hombre que quiere escribirle una carta a su esposa, para despedirse de ella, tras la muerte de Paulo, su pequeño hijo de cuatro años. En esa imposibilidad, la de escribir esa misiva, está el asunto mismo de la novela: en un hombre enfrentado a su pensamiento, a su aburrimiento, a esa vida de todos los días en la cual, así nos resistamos, también nos abandona nuestra mujer, se nos muere un hijo o perdemos la tranquilidad de una vida aparentemente resuelta. Thays, como si fuera un diario de viaje, ha logrado escribir esa rutina en Oreja de Perro. Allí no pasa mucho. En ese pueblo olvidado, digo. En cambio, en la reflexión del protagonista, en sus devaneos amorosos con una chola de nombre Jazmín y una pituca de nombre Maru; en los recuerdos que se van borrando con el correr de las horas; en la imposibilidad misma de afincar todo en la memoria (que es lo que, finalmente, hace la literatura), está lo valioso de la novela. También lo está en su escritura, decididamente seca, desprovista de adornos. Y eso, creo yo, no es poco. Aunque a veces se cierren los ojos y uno crea que nada va para ninguna parte, al final todo cobra sentido. Como en los buenos libros, esta novela comienza a funcionar en el lector después de haber cerrado la última página, cuando se da cuenta de cómo sí es posible contar la pérdida y el dolor.

Etiquetas: , , , , , ,

Entrevista en El Observador (Uruguay)

4.23.2009
Caminando en Bogotá, cuando aún tenía el pelo largo. Foto: Daniel Mordzinski

El periodista uruguayo Daniel Viglione me hizo una generosa entrevista para el suplemento cultural de El Observador. La entrevista apareció este sábado 11 de abril bajo el título "Cuando el dolor se vive a secas". Coloco en la sección de notas la entrevisa completa, sin las ediciones posteriores de Daniel (ediciones periodísticas que no distorsionan el sentido de mis respuestas, aclaro). Dejo aquí algunas de las preguntas y respuestas:

¿Cómo surgió la necesidad de contar una historia tan traumática como fue la del terrorismo de Estado que vivió Perú en la década de 1980?
En realidad, lo que yo quería contar no era la historia del terrorismo sino la del dolor de un hombre que pierde a su hijo. Ese es el núcleo central, la ausencia del hijo, el dolor por la pérdida, el dolor a secas. Pero en algún momento de la escritura descubrí que el dolor de aquel hombre puede ser compartido –aunque solo simbólicamente- con el colectivo. Que un dolor es inmenso pero no único, que hay otros que sufren y podemos aprender de ese otro sufrimiento y no solo del nuestro.

¿Pero por qué entonces decidió situar la novela en el final del gobierno de Toledo y los hechos son narrados justamente en el sitio más golpeado por el terrorismo que hubo en su país? ¿Necesitó de esa distancia para logra acercase más a ese dolor colectivo e individual?
Uno de los temas fundamentales de la novela es el papel que ocupa la memoria a la hora de superar el dolor. Partiendo de esa base surgen varias preguntas: ¿La memoria debe ser superada, obviada, para poder superar el dolor? ¿O, por el contrario, deberíamos enfrentarnos a ese dolor con la memoria intacta y si es posible aumentada con los testimonios del pasado que no hemos querido conocer? El primer paso para superar el dolor es enfrentarnos a nuestra memoria. Por eso, el personaje hace el recuento de su doloroso pasado mientras que el país entero, a través de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación lo hace del suyo. Por eso ubiqué la historia en ese momento mismo, el del pasado recobrado y proyectado en el presente. Situé además la historia en una zona tan convulsa porque me pareció importante que el narrador, limeño y de la burguesía, se enfrente radicalmente a un territorio que le es ajeno por completo, incomprensible, pero cuya persistencia es en sí misma (como el epígrafe de Nooteboom al inicio de la novela lo pide) un recordatorio de que el dolor existe y es real.

Más allá de qué lugar ocupa la memoria para superar el dolor, la misma está presente en el libro desde dos miradas muy distintas. Por un lado, como elemento que ayuda a reconstruir el presente, y por otro lado, como obsesión, como miedo, como si perderla fuera un salto al vacío o la irrealidad. ¿Cómo explicas esas dos miradas?
Bueno, para contestarte eso tendría que volver a contar la novela. Esos dos lados están presentes en cada capítulo, en toda la novela, casi diría en cada escena. El narrador parte con la necesidad de olvidar, envidiando a un amnésico que entrevistó para su revista. Y luego, llega a la conclusión que lo único que lo hará libre, que conseguirá ayudarlo a superar la pérdida y el duelo, es contar con la memoria como un intérprete de emociones, de las suyas y las ajenas. La memoria no como espía (la frase de la profesora de chino al amnésico al principio de la novela) sino como una maestra. Una maestra muy dolorosa y nada concesiva, eso sí.

¿No piensa usted que todavía hay algunos sectores de la sociedad peruana que no están preparados para esta novela o preferirían no leerla?
Creo que hay sectores de la sociedad peruana, especialmente intelectual de izquierda, que no están preparados para leer una novela donde un peruano limeño de clase adinerada se contraste con el mundo andino y que acepte que no lo comprende, aunque comparte algo con él como es la pérdida de los seres amados. En el Perú, solo se puede escribir desde la “mala conciencia”, desde la culpa por no haber sido capaces de entender el horror en el momento mismo cuando ocurría. Pero creo que es importante saber por qué no fuimos capaces de entenderlo, qué estaba pasando en la vida de cada uno de nosotros en ese instante mismo y saber reconocer, además, que en un país tan dividido como el nuestro es imposible esperar una reconciliación auténtica si no sabemos reconocer que el dolor propio es tan importante y significativo como el ajeno. No se trata de abrazarnos entre todos y hacer la ficción que nos entendemos ahora sí. Eso es imposible, inverosímil. Lo que podemos hacer es vivir cada uno en su esfera y tratar de compartir los espacios comunes con dignidad, solidaridad y respeto.

¿Por qué si el protagonista es un periodista de prestigio le cuesta tanto comunicarse con los otros?
El narrador de mi novela es un autista. Es incapaz de expresar lo que siente. El dolor de la pérdida del hijo y el abandono de su esposa lo ha silenciado. Pero en realidad desde antes, desde mucho antes de esas pérdidas, él era un autista incapaz de conectarse seriamente con los demás, aunque tenía una sensibilidad afinada como oreja de perro. Escribir esa carta es una imposibilidad para él, al menos mientras no tenga un aprendizaje de toda su experiencia. Y cuando aprende, escribir la carta es lo de menos porque el objetivo ya está cumplido. Quizá por eso mismo es peiodista, un observador que busca la objetividad en los hechos sin comprometerse en ellos.

¿Sirven libros como Un lugar llamado Oreja de Perro para sanear viejas heridas o para mantener viva la memoria?
Creo que mi novela fue, en primer lugar, un intento de salvarme a mí. Una expiación personal. No creo que existan libros que pueden sanear viejas heridas, porque no creo que las heridas deban ser saneadas ni superadas. Yo creo en las cicatrices. Me gustan los vestigios, las ruinas (de eso trata mi novela El viaje interior). Creo en los museos del dolor. Creo en los lugares de encuentro. Creo que las heridas están ahí para hacernos recordar lo que somos, lo que hemos vivido y que hemos llegado a este mundo para aprender, no para ser felices inconscientemente.

Etiquetas: , , , , , , ,

Eduardo Lago en francés (y yo también)

4.08.2009
Enrique Vila Matas, André Gabastou (traductor), Eduardo Lago y Claire Julliard. Foto: Ricardo Sumalavia

Ricardo Sumalavia es un estupendo amigo, un gran escritor, un atento corresponsal desde Burdeos, pero es un pésimo fotógrafo. Eso es un hecho. De todos modos, coloco aquí esta oscura foto tomada por Ricardo para celebrar esta reunión de buenos amigos: Enrique Vila Matas presentando el libro de Eduardo Lago, Llámame Brooklyn, traducido al francés por la delicada editorial Stock (aquella que hace varios años publicó la novela de Mario Bellatin Salón de belleza y la llevó hasta ser finalista del Medicis a mejor novela extranjera). La reunión se llevó a cabo en el contexto de la Escale du Livre de Bordeaux.

Por cierto, también a mí me editarán en francés. Un lugar llamado Oreja de perro ha sido contratada por Gallimard. Con eso, esa novela tan triste y que emocionalmente me costó tanto escribir, ha sido cobijada por las dos editoriales más prestigiosas en su respectivo idioma. Nada mal ¿verdad? Ojalá tenga oportunidad de presentarla en Burdeos junto a Ricardo, y también en París por supuesto. Curioso: el año pasado fui a París del brazo de una ex-novia. Al regresar, pensé que difícilmente volvería alguna vez a esa ciudad donde fui tan ilusoriamente feliz. Sin embargo, el destino me ha dado otra oportunidad al enviarme a Francia del brazo de mi novela. La vida nunca es bella ni fea sino original, dijo Italo Svevo. Hace meses jamás iba a imaginarme que terminaría diciendo (definitivamente no como Humphrey Bogart en Casablanca sino como Woody Allen en Hollywood Ending): "Thank God the French exist".

Etiquetas: , , , , , , , , , ,

Un lugar llamado Oreja de perro en ADN Cultura

4.07.2009
Mi libro en Venecia. Foto: Ana Pellicer.

Mi estupenda amiga Ana Pellicer ha tenido un bellísimo y cabalístico gesto con mi novela: después de leerla en un romántico viaje en tren por Italia, la dejó en el borde de Venecia, donde empieza el mar, lejos de los turistas y cerca del puerto. Aprovecho la foto que me envía para agradecer a Felipe Fernández, de ADN Cultura, por la reseña que ha escrito sobre Un lugar llamado Oreja de perro:
(...) El inicio de Un lugar llamado Oreja de Perro (Finalista del Premio Herralde de Novela) parece anunciar un argumento centrado en la violencia política de aquellos años, pero el texto pronto se desvía en otras direcciones. Su autor, el peruano Iván Thays, acomoda al protagonista y narrador de la historia como un punto de fuga en el cual convergen los diferentes episodios que componen la estructura de la obra. Al hombre de prensa le atrae el concepto de la maldad como esencia del ser humano, más que el de la verdad buscada por la comisión encargada de investigar los crímenes cometidos en la zona. También parece obsesionado por el caso de una persona que perdió la memoria y la posibilidad de considerar la amnesia como una liberación. Sin embargo, estos temas quedan a la deriva y no reciben un desarrollo concreto. Dos hechos han sacudido el mundo afectivo del periodista y configuran su estado mental cuando llega a Oreja de Perro: la muerte de Paulo, su hijo de cuatro años, y una crisis en su matrimonio que sugiere una ruptura definitiva. Hay una larguísima carta de su esposa Mónica que debe contestar, en la cual supuestamente le dice por qué lo ha abandonado. (...) Thays cuenta las cosas con solvencia. La primera persona le da aire y libertad de movimiento para discurrir a tientas, sin ajustarse a una orientación precisa. El uso reiterado del punto y aparte ordena las oraciones en flujos espaciados, como si quisiera remarcarse que la aparente falta de trabazón en la trama intenta reflejar la pausada indiferencia en las reflexiones del protagonista (al que por alguna razón no se le da un nombre). Las intervenciones de Scamarone, el bufonesco fotógrafo que lo acompaña, funcionan como un medido contrapunto cómico. La escritura gana solidez y la visión se vuelve más nítida en los fragmentos dedicados a la evocación de la muerte de Paulo. Mediante un tono sencillo y despojado se logra transmitir la inmensidad de una pérdida que no requiere de estridencias sentimentales. El mismo recurso ennoblece los meritorios pasajes en los cuales Jazmín relata sus vanos intentos por localizar y rescatar a su madre, detenida por las fuerzas de seguridad. Los capítulos destinados a construir el personaje de Mónica, en cambio, no alcanzan la misma eficacia literaria. La novela transcurre en un par de días. El regreso del periodista a Lima deja varios enigmas pendientes y un final, tal vez demasiado abierto, que el lector debe cerrar con su propia imaginación.

La nota completa pueden leerla en la sección de notas.

Etiquetas: , , , , ,

Caravana de reseñas internacionales

2.18.2009
Adriana Lisboa se da un tiempo para pasear y sostener para la foto mi novela. ¡Gracias, Adriana y Daniel! Foto: Daniel Mordzinski.

Hace una semana, la editorial Impimenta me mandó su catálogo de novedades que se abría con la siguiente frase lapidaria (y más para mí, dado el tema de mi novela), de Truman Capote: "Acabar un libro es como sacar un niño fuera y pegarle un tiro". No se puede competir con una frase así de contundente. De inmediato descubrí que, como mi narrador, debía enterrar a ese hijo abaleado llamado Un lugar llamado Oreja de perro y seguir adelante con la próxima víctima. Por otra parte, y siempre bajo la influencia de lo que acabo de leer de Capote, útimamente siento tantos ladridos de perros alrededor mío que me he dado cuenta de que la caravana ya se echó a andar. Y debo apresurarme si quiero seguir a su ritmo, no puedo quedarme detenido en Oreja de perro. Por eso, me entusiasma cada vez menos poner reseñas de mi libro. Pero lo haré, en estricto orden de fechas, para cumplir con los lectores que aún tienen interés en leerlas. Pero intentaré no hacer ningún comentario más, más allá de los elogios o de las críticas. Me limitaré, como me enseñó a hacerlo del indigente blog "Luz de Limbo", a subrayar las partes importantes -buenas o malas- para que se enteren de que los estoy manipulando. Antes de pasar a las reseñas, agradezco infinitamente a la guapísima escritora brasileña Adriana Lisboa (compañera de B39) y a mi hermano Daniel Mordzinski por el regalo de esa foto hermosísima que ilustra mi blog. Una imagen vale más que mil palabras de amistad.

Esta reseña es del 18 de diciembre del 2008, apareció en El Heraldo de Aragón, diario de Zaragoza, y está firmada por Julio José Ordovás:
Un lugar llamado Oreja de perro (finalista del Premio Herralde de Novela, Angrama, 2008, 212 pp) es mucho más fácil de digerir [que Casi nunca de Daniel Sada], lo que no quiere decir que sea menos sustanciosa. Iván Thays ha escrito una novela del siglo XXI, mientras que la novela de Sada es un producto muy siglo XX, cargado de humor pero inflado de retórica. La novela de Iván Thays está escrita con tiralíneas y, aunque promete mucho más de lo que al final ofrece, sus personajes están realmente vivos y cuando se muerden, se acarician y follan, muerden, acarician y follan de verdad. No son marionetas que se ensartan al ritmo impuesto por el piano del estilo.Quizá Un lugar llamado Oreja de perro no funcione como novela social, pero tampoco creo que fuera ese el principal propósito de Iván Thays. La podredumbre andina y la corrupción de Perú de Fujimori y Toledo forman parte de la escenografía, remota y violenta para una historia de amor que acaba con una carta de despedida y una carta en blanco. Scamarone, el fotógrafo que acompaña al “mareado” (por el soroche y por las hostias que le ha dado la vida”) periodista encargado de cubrir una visita política de Toledo que no llegará a efectuarse, es un personaje memorable, que recuerda en su cinismo al Louis Renault de Casablanca. Y no es el único personaje memorable. Casi nunca es una novela perfecta. Un lugar llamado Oreja de perro no. Pero al que procuraré no perder de vista es a Iván Thays.

La siguiente reseña, la más positiva y extensa de todas, es de la sección cultural de Diario de Terrasa. Está firmada por el reconocido J.A. Aguado y se publicó el 31 de diciembre del 2008, mientras yo estaba rumbeando en Colombia:

Hoy apareció otra vez la noticia del hombre que perdió la memoria luego de matar en un accidente a su esposa y su hijo” Así comienza la novela más interesante de las publicadas últimamente por la casa de Jorge Herralde. Se trata de una novela al servicio del periodismo de investigación, finalista del prestigioso Premio Heralde 2008, titulada “Un lugar llamado Oreja de perro” (Anarama), una aventura narrativa que supuso una “expiación personal” para el autor y en la que cruza reflexiones del protagonista, un periodista destinado a una destruida ciudad andina, con los acontecimientos en Perú a raíz del gobierno de Fujimori. Más allá de Vargas Llosa y Bryce Echenique hay vida en Perú y se llama Iván Thays (Lima 1968) (...) La prosa de esta novela es directa. De alguien que sabe su oficio y no se pierde por sendas equivocadas, sino que nos hace pensar en fotografías, recortes de periódicos, cartas, vídeos de documentales televisivos, testimonios. (...) El mundo entrañable de los recuerdos y los laberintos de la memoria sostienen este magnífico ejemplo de arquitectura verbal. El narrador se nos muestra como un periodista en caída libre que acepta el encargo del periódico para olvidar la muerte de dos seres queridos en su vida. Acepta visitar los Andes peruanos, un lugar llamado Oreja de perro, golpeado por el terrorismo en los años ochenta y donde los militares han sido causantes de violaciones a los derechos humano. El escritor convierte el lugar en una zona de reconciliación nacional, en una metáfora de la violencia de la pérdida, de la descomposición social y personal: “Llegué a la conclusión de que lo peor que podría pasarnos es acostumbrarnos a la muerte, a la impunidad, al horror, al Mal” (...) Como los perros con hambre desentierran cadáveres para saciar su necesidad de alimentarse, así el lector desentierra la tristeza que recorre las doscientas y pico páginas de esta novela que conmueve doblemente. Por un lado, el drama humano de un colectivo y otro el ejemplo particular de un periodista, un oficio que exige a quienes lo practican comportarse como un observador imparcial de la realidad, aunque todos sabemos que la objetividad pura no existe, sí una cierta actitud no participante en lo que se cuenta. Uno puede vivir para olvidar su pasado como ser individual y como miembro de una colectividad quieres recordar para no olvidar. En semejantes paradojas de la existencia se mueve esta gran novela.


En los blogs de "El Mercurio", en Chile, apareció una reseña firmada por Rodrigo Pinto el 24 de enero de 2009. Me gusta especialmente que haya empezado con buen tino refiriéndose a un cuento mío, "Primer Encuentro con Tomás", que, en efecto, es el germen de esta novela. pPinto considera que el lenguaje lacónico de mi novela es una decisión errada:
Iván Thays (Lima, 1966) figura en las tres antologías importantes de cuentos latinoamericanos publicadas entre 1997 y 2008. Ello muestra la temprana repercusión continental de su obra, que, sin embargo, es de muy difícil acceso fuera del Perú. De manera que la aparición de su tercera novela en una editorial española permite, por fin, apreciar algo más que las muestras incluidas en las mencionadas antologías; y, sin embargo, hay que partir por una de ellas. El cuento “Primer encuentro con Tomás” pone en escena a dos escritores en Venecia: el narrador, fracasado y asediado por los fantasmas de la derrota, la ruina de su familia al otro lado del océano y, sobre todo, la prematura muerte de su hijo Paulo, y Tomás, el exitoso, el hombre de mundo, que juzga con dureza la obra del narrador: “Tampoco Lima la entendiste. Mira, Sendero estaba ahí, la sangre, la tragedia... y tú escribiendo sobre ti mismo, el infinito regodeo del yo”. La cita viene a cuento porque es tentador aplicar ese juicio, sin más, a la novela de Thays. Sendero está ahí: el libro está escrito sobre el gran fondo de la tragedia que vivió el Perú en los ochenta y los noventa, cuando senderistas y militares se turnaban para masacrar a las mismas poblaciones atrapadas en una guerra que no entendían. De hecho, cuando mejor funciona la novela, cuando parece por fin levantar vuelo, es en el momento en que el narrador deja que una de las protagonistas, Jazmín, cuente la historia de la desaparición de su madre. Pero el libro tiene otro derrotero: la estadía del protagonista y del resto de los personajes en Oreja de Perro, un caserío perdido en la sierra que fue teatro de la violencia y la represión, es, a su vez, el fondo en que se inscribe la tragedia personal del narrador, que ha perdido a un hijo −llamado Paulo− y se ha separado de su mujer. Es decir, lo que un crítico mordaz podría llamar “el infinito regodeo del yo”, porque no hay un intento serio de vincular ambos dolores, de poner en línea ambas tragedias, de lograr que la pérdida individual (y tan terrible como la muerte de un niño) abra la caja de resonancia de la tragedia colectiva, de las muertes arbitrarias, del ensañamiento de la tortura. El tono monocorde del relato abusa ya no del punto seguido, sino del punto aparte, y parece apostar a que el registro de nimiedades se constituya en la crónica de una pasada por los infiernos. Pero lograr ese efecto es muy difícil con párrafos como “escucho una voz que anuncia las condiciones del tiempo en Lima, que nos advierte que no debemos levantarnos de nuestros asientos cuando hayamos tocado tierra y que esperemos a estar detenidos antes de abrir los compartimientos sobre nuestras cabezas”. Aparte: “Empieza el descenso hacia Lima”. Hay que suponer que la pobreza del estilo y del lenguaje son deliberadas, puesto que Thays al menos tiene oficio como escritor y se tomó ocho años para escribir la novela, y hay que concluir que fueron decisiones erradas.

Una nueva reseña apareció el 31 de enero de 2009, en el diario "La Voz de Galicia" y está firmada por Toni Silva. Lleva como simpático título "David Lynch en el Perú".
Iván Thays (Lima, 1968) es un osado. Ha vivido una sequía de novela –que no literaria- de ocho años desde que publicara La disciplina de la vanidad. Después de esa etapa de cambios vitales (matrimonio, paternidad, divorcio) Thays regresa al mundo editorial con Un lugar llamado Oreja de perro donde dibuja de forma paralela dos historias completamente ajenas entre sí: la transición de Toledo a Alan García en el Gobierno de Perú, con el terrorismo de Sendero Luminoso de fondo, y el viaje interior de un periodista desplazado a un pueblo peruano para cubrir un acontecimiento político (...) No es el mayor valor de la novela, pero Thays no puede negar tintes autobiográficos en el personaje principal (experiencia televisiva, hijo muerto-alejado) “Yo estaba en ese momento en una etapa muy oscura de mi vida en los que veía muchas películas de David Lynch, entonces dije: “Voy a hacer que Oreja de perro sea una ciudad de David Lynch” señaló Thays. Y lo consigue. Por la dureza de los que allí viven, por la esperpéntica aparición del gobernante, por la rudeza y la inconexa relación de los personajes. El reportero parece vivir en una bruma de la que no quiere despertar “Como en una película de David Lynch, tú no llegas a saber si lo que está pasando es un sueño, una pesadilla exteriorizada o si es una realidad” Conocido por su blog Moleskine Literario, así como por su programa de entrevistas a escritores, Thays ha regresado con contundencia al estante de las novelas. Esta le ha valido el ser finalista del Premio Herralde, un certificado muy valioso para los escritores sudamericanos.

Finalmente, en la "Revista de Libros" editada en España, en este número de febrero del 2009, aparece una nueva reseña generosa de Martín Schifino sobre la novela. Ahí se me vincula con el "realismo minimalista" junto a autores de mi generación que admiro, como el de Rodrigo Rey Rosas y Alejandro Zambra.
En la literatura latinoamericana, tan celebrada por las expansiones del realismo mágico, hay una corriente menos caudalosa pero igualmente interesante que podría llamarse realismo minimalista. Realismo porque se aboca a situaciones concretas y contemporáneas; minimalista porque las observa de manera elusiva e indirecta, casi alegórica, recurriendo a estilos verbales de una descarnada lucidez. El gran innovador de esa tradición es Rodrigo Rey Rosa (Guatemala), pero recientemente escritores como Eusebio Rosero (Colombia), Daniel Sada (México) y Alejandro Zambra (Chile) han contado historias sencillas que nos llevan a intuir complejas realidades sociopolíticas. Aunque situada en las antípodas del alegato, esta literatura se distancia prudentemente de la autonomía fantástica. Libre de moralina, es una literatura moral. Lo mismo puede decirse de la de Iván Thays (Lima, 1968), cuentista, novelista, profesor universitario, presentador de televisión y flamante finalista del premio Herralde de novela. Un lugar llamado Oreja de perro transcurre en el Perú de nuestros días, donde se repiten las dinámicas más básicas del deseo y la desdicha. El narrador sin nombre, el ex corresponsal de guerra y ahora periodista televisivo, llega al pueblo andino para cubrir un “intento populista” del presidente de turno: establecer una Comisión de la Verdad. Oreja de Perro, donde hay fosas clandestinas, fue muy golpeado por el terrorismo de los años ochenta, y conmemorando la tragedia, el gobierno busca erigirlo en un símbolo de la reconciliación. La memoria, personal o social, es uno de los ejes temáticos del libro. Abundan las simetrías. Uno de los habitantes del pueblo no recuerda nada desde el accidente automovilístico en el que murieron su esposa e hijo [sic] .El narrador, mientras tanto, querría olvidar la muerte del suyo y el derrumbe de su matrimonio. Un tercer personaje, Jazmín, esconde una relación violenta con un militar, al tiempo que planea una venganza. Mediante tópicos conocidos pero finamente calibrados, Iván Thays arma un relato cuasipolicial en el que un observador de fuera presencia las taras de una sociedad, y en el proceso, se redime a sí mismo. La escritura es frugal pero fibrosa, los personajes reconocibles, la trama hondamente satisfactoria.


Actualización 20/02.- Hoy apareció una nota en la sección Cultura de "Las Últimas noticias" en Santiago de Chile, que no es nada positiva sino más bien en la onda de Javier Ágreda. La autora es Patricia Espinosa y el título de su nota lo explica todo: "Un pituco al borde de la repugnancia" [como no puedo copiar ni imprimir la nota, deberé transcribirla de la pantalla. Eso lo haré mañana]

Etiquetas: , , , , , , , , ,

DANIEL SADA por Mordzinski

1.12.2009
Daniel Sada. Foto: Daniel Mordzinski

Daniel Mordzinski está en México para un proyecto que implica fotografiar a una gran cantidad de escritores mexicanos, acompañado de su partner favorito, el "muji" Gastón García. Desde allá me manda Daniel esta fotografía de Daniel Sada, ganador del último premio Herralde de novela, con Casi nunca, novela que fue elegida por la crítica de El Cultural de "El Mundo" como una de las diez mejores novelas del año (en una lista donde sólo hay otras dos novelas latinoamericanas, la de Cabrera Infante y la de Carlos Fuentes). Dice la síntesis:
Galardonada con el premio Herralde de este año, Casi nunca es bastante más que una novela sobre la revolución agraria mexicana del último medio siglo, pues en ella tienen esencial importancia el sexo y el dinero. Sin morbo y con mucho humor, Daniel Sada (Mexicali, México, 1953) resulta, en palabras de J. Marco (11-XII, 2008), "un maestro en el análisis psicológico de la evolución de los personajes y en la descripción de situaciones". Un relato espléndido, en el que "el mundo rural no se describe en forma idílica, sino con un amargo sentido de la ironía, mientras la represión sexual constituye el auténtico motor de la acción".

Etiquetas: , , , , ,

Se vienen los Anagrama´s boys

1.06.2009
Carátula de la novela de Tryno Maldonado. Fuente: anagrama

Y ya que estamos hablando de novedades del primer trimestre, les comento que en la página web de Anagrama ya anunciaron la aparición de ese trío de escritores inéditos y menores de 30 años, que quedaron como semi-finalistas del premio Herralde, pero cuya calidad es tan notable que se publicarán (por primera vez en la historia del premio, creo) los tres. Dice la nota:

En «Narrativas hispánicas» aparecen tres títulos que llegan a las últimas deliberaciones del Premio Herralde, otorgado el pasado noviembre (en el que resultó ganador Casi nunca del mexicano Daniel Sada y finalista Un lugar llamado Oreja de Perro del peruano Iván Thays), tres novelas de autores treintañeros casi desconocidos que el jurado valoró muy favorablemente: Bajo este sol tremendo del argentino Carlos Busqued, Temporada de caza para el león negro del mexicano Tryno Maldonado y Asuntos propios del español José Morella. Confiamos en que la crítica y los lectores compartan nuestra muy positiva valoración.

Vamos a ver qué tal este trío, a lo cubano, como el de Matamoros. Lo que sí es un hecho es que con un ganador tan notable como Sada, y con estos tres jóvenes turcos arremetiendo con todo, me da la sensación de que este año el puesto de Finalista estuvo más peleado que el de Primer lugar. ¡Uf!

Etiquetas: , , , , , ,

Reseña en El Cultural de Un lugar llamado Oreja de perro

12.19.2008
Reseña en El Cultural. Fuente: moleskine

Un amigo escritor (que no es peruano, por cierto) me decía que, aunque saliesen mil críticas positivas de sus libros en medios de enorme prestigio y hecha por críticos atendibles, bastaba que un periódico perdido de por ahí publique una reseña mala, escrita quizá por un anónimo cualquiera y con pésima redacción, para gritar que fue un error publicar ese libro y sentirse pésimo. Me sucede algo similar. Cuando recibo críticas duras o simplemente frías, o con moderado entusiasmo, me parece que tienen que ver conmigo incluso si son obviamente prejuiciosas o absurdas. Pero cuando leo algo sumamente elogioso, me parece que están hablando de otra persona. Leo ahora la crítica de Ernesto Calabuig en El Cultural de "El Mundo" y me quedo mudo, preguntándome: ¿Quién será ese Iván Thays del que están hablando? Me gustaría leer su libro. Copio la más que generosa reseña aquí:
A diferencia del año pasado con el inefable Antonio Ortuño, ha tenido este año el premio Herralde un finalista no sólo digno, sino extraordinario, en la figura de Iván Thays (Lima, 1968), autor, con razón, respetado y admirado por sus compatriotas Mario Vargas Llosa o Alonso Cueto. Muy buena tiene que haber resultado a ojos del jurado la novela ganadora (del mexicano Daniel Sada) para imponerse a la rotundidad literaria de una obra tan brillante, lúcida y conmovedora como este Un lugar llamado Oreja de Perro. En ella se cuenta la historia de un reportero de revista (con un “glorioso” pasado de presentador televisivo) que recibe el encargo de trasladarse junto con su fotógrafo Scamarone a las irrespirables alturas de un poblado deprimido del Perú para cubrir allí la información de una visita del presidente Toledo (ya en horas bajas) en el marco de su “programa social” y de una Comisión de la Verdad sobre la vulneración sistemática de los Derechos Humanos que tuvo lugar desde los años ochenta. Una obsesión preside el libro y la mente del protagonista: el mal y la crueldad de la que los hombres son capaces, pero también un deseo, un lema, una rebelión: la no aceptación de que el horror y el dolor se instalen entre nosotros como datos consabidos o leves costumbres soportables. Desde el albergue de esa aldea opresiva situada a más de tres mil metros de altitud, tomada por policías y militares que inspiran más miedo que seguridad (son precisamente los verdugos de esos “cholos”), la delegación de periodistas aguarda al gobernante que no acaba de llegar. El tiempo de esa espera dará para que, mediante una entonada evocación, comprendamos que ésta es realmente la historia de dos pérdidas, no sólo la padecida por aquella población, sino otra mucho más personal e íntima, irreparable, insuperable en la vida del protagonista: su hijo Paulo, que –como se detalla en un conmovedor relato– murió de repente con sólo cuatro años. Sabremos también, desde esas altitudes inhumanas, que su actual mujer, Mónica, la madre de aquel niño, está en trance de separarse de él, e incluso tal vez ya lo haya abandonado. Y de ahí, al descubrimiento de la vulnerabilidad personal y a una magistral disección de la culpa y de la memoria como “espía” implacable y despiadada. La culpa que uno se arrastra en adelante hasta desfigurarnos y volverlo todo vano.


Un texto, en definitiva, detallado e intenso, lleno de dramatismo pero también salpicado de pasajes de humor. Construido con la prosa madura y segura de un narrador sólido, que sabe atender a los registros del habla y apuntar al núcleo de las cosas hasta estremecernos. Novela terrible, sí. Y en la misma medida hermosa.


Obviamente, para los anónimos que pululan por ahí, Ernesto Calabuig debe ser algo así como mi padre disfrazado, un jugador de winning eleven bajo seudónimo, mi amante o alguien a quien le he pasado dinero. La verdad es que no tengo el gusto de conocerlo y eso es lo único que no me sorprende de toda la reseña: en literatura, los más grandes regalos se reciben siempre de aquellos que uno no conoce. Y eso lo sabemos todos los escritores del mundo. En todo caso, le agradezco mucho sus palabras y espero realmente que mi libro esté a la altura de ellas.

Alejandro Zambra me comentó la vez pasada que Alvaro Enrigue siempre repite el lema del Atlás de Guadalajara: "¡Con el Atlas, aunque gane!" Ese será también mi lema a partir de ahora.

Etiquetas: , , , ,

HOY PRESENTACION

12.15.2008
Calendario subrayado. Fuente: moleskine

A los lectores de Moleskine Literario que están en Lima, les recuerdo y los vuelvo a invitar a la presentación de mi novela Un lugar llamado Oreja de perro, editada por Anagrama e impresa en el Perú por la distribuidora Océano. Se ha corrido la voz de que solo se puede entrar con invitación, lo que es absolutamente falso. De hecho, se han repartido poquísimas invitaciones (a mí con las justas me llegó una) así que casi todos irán sin ella, no hay excusa, vayan nomás. Es hoy, lunes 15 de Diciembre, a las 6:00 pm en Pescados Capitales (cuadra 13 de la avenida La Mar, en Miraflores). Hablarán Alonso Cueto y Edwin Chávez.

Habrá vino de honor y música de Ricardo Montaner.

Etiquetas: , , , , , , , ,

Entrevistado por Max Palacios

De espaldas. Iván Thays, o sea yo, rumbo a Polvos Azules en realidad. Foto: Javier Zapata

Max Palacios me ha entrevistado brevemente, por email, para su blog Amores Bizarros, a manera de anticipo de la presentación de hoy. Copio algunas preguntas y respuestas, que le agradezco mucho porque me ayudan a aclarar algunas cuestiones e ideas erróneas que circulan por los blogs sobre mi libro.

¿Cuál fue el primer libro que recuerdas entre tus manos y qué sensación te causó?
Bueno, recuerdo muchos libros de cuentos infantiles, en especial de Hans Christian Andersen, pues era el nombre de mi colegio y me intrigaba. Pero el primer libro que realmente recuerdo en mis manos es del cura franciscano Francis Finn, en realidad una saga de libros sobre alumnos de un colegio. Cada novela estaba dedicada a un alumno, y las historias se entrecruzaban. Inspirado por ella, estando en tercero de media, escribna novela llamada Diego Swann sobre un supuesto alumno de esa escuela. Lo más extraó es que terminé esa novela y hasta le hice una carátula.

¿Tienes hábitos y costumbres a la hora de escribir? ¿Cuáles son tus horarios?
Antes de escribir: Hacer un soundtrack del libro que estoy escribiendo, ver muchas películas que me recuerdan a la novela, tomar muchas notas. Mientras escribo: comer uvas frías. Y no hay horario, desde luego, siendo un hombre de tres trabajos al día y con un hijo que cae de improviso en mi casa los días de semana el fijarme un horario es una utopía que no me puedo permitir, o me volvería loco.

¿Cómio nació el proyecto de novelar sobre la época de la violencia interna en el país?, ¿fue algo planificado o las cosas se fueron dando a través del tiempo?
Yo no he intentado novelar la violencia interna del país. Ese tema está en la obra como parte de un contexto, como la Guerra de Troya es parte de la Iliada. Pero la Iliada trata sobre un hombre-dios, loco e iracundo, que está enamorado de su mejor amigo y que se venga de un buen hombre porque no puede vengarse contra los dioses. Y mi novela trata sobre un hombre nomás que pierde a un hijo y a una mujer.

Desde Las fotografías de Francis Farmer hasta Un lugar llamado Oreja de Perro, podemos hablar de una evoloción que va desde una suerte de falta de referente peruano en tus textos hasta tocar un tema bastante crudo y descarnado como el de la violencia terrorista, ¿qué debemos esperar en tus próximos libros los lectores peruanos?
Bueno, al menos mis protagonistas femeninas ya tienen nombres más reales. Y ya no pienso volver a esa prosa casi poética de mis primeras novelas. "El sol, algo que suele suceder (...)" Ya nunca más escribiré así. Lo que pueden esperar es la novela nueva que terminé asi el mismo día que supe que fui finalista del Herralde. Y creo que es lo mejor que he escrito en mi vida, aunque no sabría si mi opinión al respecto signifique o valga algo en realidad.


Y para que se den una idea de cuál es el mood que se vive en los blogs peruanos (aquella auténtica "región ocultamente furibunda" que Javier Marías ni sospecha que existe) en este momento sobre mi novela, les dejo el comment que ha dejado pasar el blog "anónimo" que administra un premiado escritor peruano de mi generación:

¿Un escritor llamado Oreja de Perro? ¿O un Perro que escribe con las orejas?

Yo diría que se trata de una Perra dispuesta a que se la metan hasta por las Orejas con tal de ser reconocido como escritor.


Guau, guau.

Etiquetas: , , , , ,

Sada reseñado

12.11.2008
Carátula de la novela. Fuente: anagrama

El cultural del diario "El Mundo" trae en su edición de hoy una reseña elogiosa al libro Casi nunca, de Daniel Sada, ganador del premio Herralde 2008. La reseña le pertene a Joaquín Marco y en ella, luego de un breve recuento de la importante obra anterior del autor, dice:

(...) los temas fundamentales de Casi nunca son el sexo y el dinero. Con referencias sexuales se abre y cierra la novela. De hecho, el protagonista conoce a una prostituta en uno de los burdeles, Mireya. Acude casi a diario a visitarla, lo que habrá de permitirle abordar las relaciones entre ella y sus amigas y la regidora del antro. Será la muchacha quien verá en el agrónomo al hombre que ha de redimirle de su oficio e integrarla en una vida digna que ella prefiere en los EE.UU. Demetrio le promete amor y hasta una casa y huye con ella, pero la abandona en el tren y vuelve con su tía Zulema. Ésta y su madre Telma se habían confabulado para buscarle una novia adecuada en Sacramento: Renata Melgarejo, de cuyos ojos verdes había quedado prendido en una boda.

Luego de anunciar que "Sada resulta un maestro en el análisis psicológico de la evolución de los personajes y en la descripción de situaciones", Joaquín Marco dice:

El mundo rural no se describe en forma idílica, sino con un amargo sentido de la ironía. La represión sexual constituye el auténtico motor de la acción. La participación popular en los sucesos trasmutan el ruralismo en amable sonrisa, como sucede durante los largos preparativos materiales de la boda, en la ridícula – y admitida– petición de mano, en el acompañamiento de los novios hasta el hotel de Piedras Negras, donde, por fin, se consumará el matrimonio. El novelista ha sabido engarzar a la perfección episodios que hubieran podido entenderse como aislados. De hecho, incluido el onanismo y las ensoñaciones sexuales del protagonista, todo viene a conducir a una satisfacción que concluye en un final: “Puro alivio”. Pero Daniel Sada, salvo en páginas aisladas, evita con un cazurro sentido del humor cualquier posible morbosidad.

Etiquetas: , , , ,

Sada, premio Herralde

11.03.2008
Daniel Sada, Jorge Herralde y este blogger en Barcelona. Fuente: Moleskine

Daniel Sada, el famoso escritor mexicano autor de la extraordinaria y mítica novela absoluta Porque parece mentira la verdad nunca se sabe, editada en Tusquets, resultó ganador del Premio Herralde de novela con la novela Casi nunca, una tragicomedia que ha según el editor Jorge Herralde es de un erotismo y un sentido del humor salvaje. "No paré de reírme a carcajadas mientras la leía" confesó ante los peridistas en el Hotel Los Condes de Barcelona donde se leyó el acta del jurado.
Y en cuanto a este blogger, bueno pues, logré terminar una novela después de 8 años de dudas y he tenido la suerte y el honor de quedar finalista del premio más prestigiosodel idioma y acompañar a un autor notable como Daniel Sada en el "podio" este año. Mi novela se presentó como El hombre invisible pero en realidad se llama Un lugar llamado Oreja de Perro. Pensaba transcribir las palabras que dije en la ceremonia, para que se enteren de qué va la novela, pero en este fucking hotel cobran 2 euros cada 10 minutos de internet. A mi regreso a Lima les cuento. En todo caso, me queda solo agradecerles a todos los que durante estos 8 años me decían "Vamos, Iván, termina la novela de una maldita vez" y yo decía: "tal vez sí, tal vez no". A todos esos amigos les dedico esta novelita y por favor, ¡no me pidan más libros hasta dentro de 8 años! (mentira, ya tengo una novela nueva jeje). Ahora me voy a gastar mis euros de adelanto en La Central. Un placer y ya festejaremos.
PD: querido Alvaro Enrigue, en realidad no soy yo. Te lo juro.

Etiquetas: , , , , , ,

Shortlist del premio Herralde

10.29.2008
Martín Kohan, el último ganador, espera ceder su trono o banca a su sucesor este lunes. Fuente: lanación

La otra nota interesante que me envía el departamento de prensa de Anagrama es la shortlist del premio Herralde de novela, cuya XXVI edición falla este lunes 3 de noviembre. De 244 originales quedaron solo 10 en disputa. Lo realmente notable esta vez es que, entre esas 10 hay tres novelas de autores peruanos (¿una muestra más de la buena salud de la literatura peruana?), venciendo en candidatos a todas las demás nacionalidades. Uno de ellos es la ya conocida Patricia de Souza, y los otros dos son seudónimos. La shortlist incluye la siguientes novelas:

Vidas en mil pedazos, de Alter (pseudónimo), España
Bajo este sol tremendo, de Carlos Busqued, Argentina
Seg-76, de Robert Capa (pseudónimo), Argentina
Ruinas familiares, de Luis Fernando Charry, Colombia
Casi nunca, de G.D. Fanance (pseudónimo), México
Temporada de caza para el león negro, de Tryno Maldonado, México
Asuntos propios, de José Morella, España
El hombre invisible, de Suraki Rathan (pseudónimo), Perú
Petrarca para viajeros, de Jan Sidlecky (pseudónimo), Perú
Tristán, de Patricia de Souza, Perú

Ya en ediciones anteriores varios escritores peruanos llegaron a estar incluidos en la shortlist del premio Herralde, como Ricardo Sumalavia, Santiago Roncagliolo y Julio Ortega (que yo recuerde). La única autora que consiguió quedar como Finalista del Premio fue Teresa Ruiz Rosas en 1994 (un año raro, por cierto, donde hubo dos ganadores y dos finalistas) con El copista. Y los peruanos que consiguieron ganar el premio fueron Jaime Bayly con La noche es virgen y Alonso Cueto con La hora azul.

También vale la pena subrayar la enorme presencia latinoamericana que tiene el premio Herralde, considerado por muchos como el más prestigioso de España. En los últimos años, sus ganadores han sido siempre latinoamericanos y entre ellos han aparecido autores notables como Sergio Pitol (el primer latinoamericano en ganarlo), Roberto Bolaño, Alan Pauls y Juan Villoro. El último ganador es Martín Kohan, argentino, y su Finalista es Antonio Ortuño, mexicano. ¿Será este un nuevo año latinoamericano para el Herralde?

Etiquetas: , , , , ,

El presente de Alan Pauls

4.23.2008
Alan Pauls en Madrid. Fuente: publico.es


Hace poco leí un comentario, en una columna de rumores literarios de Argentina, que una editora se había quedado tan prendada del look de Alan Pauls que dijo: "Es el único escritor argentino al que le perdono todo, hasta el pasado " No es El Pasado (la novela ganadora del Herralde) sino el presente de Alan Pauls lo que será investigado en la Universidad Complutense a partir del jueves 24 de abril.

Un lector español de Moleskine Literario, Martín Glikson, me pide que difunda la noticia de un homenaje al escritor argentino en dicha Universidad al que asistirán, además del autor, Jorge Alemán, Rodrigo Fresán, Luis Antonio de Villena, Javier Santillán, Julio Trujillo. Lo hago con gusto porque creo que es una excelente oportunidad de ser testigo en persona no del look "informal y malgré", necesariamente, sino del talento de un escritor excepcional como es Alan Pauls.

Para ver el programa, pulse aquí.

Etiquetas: , , , , , ,

Los Herralde 2007

12.25.2007
Martín Kohan y Antonio Ortuño en Barcelona. Foto: Marcel Li Sáenz. Fuente: elpaís

En el suplemento "Babelia" J. Ernesto Ayala-Dip hace un par de reseñas a los dos premios Herralde de novela 2007: al ganador Ciencias morales, de Martín Kohan, y al finalista Recursos humanos de Antonio Ortuño.

Dice sobre Kohan: "(...) la historia de Kohan transcurre durante los días que duró la guerra de las Malvinas. Sus protagonistas son el jefe de celadores del colegio que Cané idílicamente describió y una inocente celadora que un día se descubre a sí misma hurgando en su propio lado desconocido. La metáfora de la Argentina de los desaparecidos queda plasmada inequívocamente en la descripción de la patriotera y militarizada disciplina colegial. En esas legendarias paredes, menos pedagógicas que marciales a que la abocaron las autoridades del centro durante el periodo de la sangrienta dictadura, se nos dibujan unas escenas de abyección indecibles. Hay dos cuestiones que no quisiera soslayar: los trámites eufemísticos de algunas descripciones que subrayan la censura conceptual del régimen y el logro casi hiperrealista de algunas escenas. A veces, como ocurre con Martín Kohan (y otros, como Damián Tabarovsky si insinuamos una generación nueva de narradores argentinos), la inventiva es un raro talento que también afecta, además de a los argumentos, al arte de la composición y al manejo de los tonos idóneos de la ficción".


Y sobre Ortuño escribe: "Uno de los preceptos estrella del ideario estético del movimiento Crack rezaba con meridiana exigencia que para ser literatura auténticamente latinoamericana ésta no debe escribir literatura latinoamericana. Hay una manera de entender el tono narrativo, la secuencia descriptiva, la materia filosa del humor de Recursos humanos, del escritor mexicano Antonio Ortuño (Guadalajara, 1976), que lo aleja con determinación del esquema narrativo con el que se suele identificar en términos generales la narrativa de los latinoamericanos. Ni barroquismo edulcorado ni agresividad atávica ni realismo mágico selvático o urbano. La violencia verbal, filosófica, que tiñe las páginas de esta estimulante novela se inscribe en la tradición de virulencia conceptual de un Cioran, de un Céline, incluso de un Martin Amis, escritor por el que Antonio Ortuño declaró alguna vez sentir afinidades literarias. Siguiendo al Crack, Antonio Ortuño es de esta manera auténticamente latinoamericano."

Etiquetas: , , , , , , , ,

Una pregunta a Martín Kohan

12.16.2007
Martín Kohan. Foto: Sandra Cartasso. Fuente: radar libros

Ahora mismo voy por la mitad de la novela de Martín Kohan. Más que a La ciudad y los perros, el tono me recuerda a Jakob Von Gunten de Robert Walser, que también sucede en un claustro. En el Radar Libros de "Página12" entrevistan a Kohan y de ahí extraigo una pregunta. Más preguntas en esta dirección.

Antes de ponerte a escribir, ¿te ocupaste de investigar cómo se modificó durante la dictadura el régimen disciplinario en las escuelas?

—No. Yo no investigo nunca. Y una cosa que no dejo de preguntarme es por qué no encuentro la motivación para hacerlo. Cuando yo estaba escribiendo Los cautivos, la novela sobre Echeverría, sabía que la casa en la que él se había refugiado en la Estancia Los Talas se conservaba, e incluso que podía visitársela, porque me lo habían dicho. Pero no fui a Los Talas y no vi la casa hasta después de haber terminado la novela. Y eso quizá tiene que ver con que aunque yo trabaje con personajes reales, como Echeverría o San Martín, o con la pelea Firpo-Dempsey, que fue un episodio real, para mí el hecho de no investigar es un requerimiento para concentrarme en las capas de significación que reposan sobre ellos. Nunca me interesan como hechos reales o personajes reales, sino en la medida en que empiezan a emanar algún sentido. A mí me importa mucho qué significa que Firpo haya tirado a Dempsey del cuadrilátero, y que después haya perdido la pelea, porque para mí ahí hay algo del orden de la argentinidad. Y ahí es donde reside mi principal motivación literaria. Los datos concretos casi siempre son inventados o equivocados en mis textos, y no me preocupa que así sea, siempre y cuando capte bien una significación o la sensibilidad de un mito. Me interesaba captar la verdad de que el Colegio Nacional de Buenos Aires se imagine a sí mismo como un concentrado de la Argentina. Una patria en miniatura.

Etiquetas: , , , , ,