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jueves, 19 de febrero de 2009

Jugando al escondite


Aquel día continuó mi paseo por los alrededores de mi casa, casi al atardecer y acompañada todo el rato por ese ya decadente sol , que aquella tarde tenía ganas de jugar conmigo.
Cada vez que intentaba hacerle una foto, cual niño jugando a "no estoy", cuando se tapa los ojos con sus manitas, el sol intentaba engañarme.
Se escondía entre las ramas más gruesas de un desnudo pero majestuoso árbol, pero yo lo veía…



Tras un grupo de orgullosos y estirados palmitos, pero sus rayos escapaban por encima o, por debajo, dependiendo de mi posición…







De nuevo lo intentó tras una frondosa y hermosa palmera, pero sus palmas agitadas por el viento tampoco lograron despistarme…


Y por fin, llegando a casa, me animaba testarudo a seguir con el juego tratando de nuevo de desaparecer de mi vista tras los edificios de enfrente, pero yo fui más rápida y antes de que se escondiera del todo pude fotografiarlo de nuevo…

lunes, 27 de octubre de 2008

A un olmo seco



Después de leer el último post de Carlos, me quedé pensando en que todo esto me era familiar.
Alguien sintió lo mismo que tú sientes hoy, y lo explicó con palabras duras, como duro es el sentir que Machado describe en su poema, el mismo que leí entre las líneas del particular homenaje a su “olmo centenario” de Carlos.
Quiero compartirlo con todos, puesto que desde que leí el post, este olmo suyo, se ha convertido en otro de mis retazos, junto con este poema que siempre me encantó:
Encontré la página buscando la poesía que, en parte, se había borrado de mi mente, aunque antaño la recitara entera de memoria…




Se habla de Antonio Machado y su mujer Leonor.



Es Mayo de 1912, y han pasado ya varios meses desde la vuelta de Antonio y Leonor a Soria, desde París, de donde han traido la enfermedad de la hemoptisis como acompañante. Han luchado con todas sus fuerzas para curar el terrible mal, alquilando una casita en el paseo del Mirón para buscar el aire puro de Soria, como antídoto fundamental. Pero nada mejora la situación de la enferma, ni siquiera el mayor de los afectos que le dedica en cada minuto Antonio Machado. Un día pensando en esto el poeta se para a observar, seguramente en el paseo de San Saturio, un olmo centenario que está afectado por la enfermedad de la grafiosis y que acabará indudablemente con su vida. Esto le sirve de inspiración al poeta para crear el bellísimo poema "A un olmo seco", en el que encuentra un paralelo con la lamentable salud de su mujer, Leonor Izquierdo.

A un olmo seco
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.

¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero!
Un musgo amarillentole mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.

No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.

Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.

Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador,
y el carpinterote convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta, al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino y,
tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera,
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera también,
hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
( Antonio Machado)

miércoles, 27 de agosto de 2008

El árbol del Arco Iris

Foto tomada de la Web

El pincel y los colores eran secundarios esta vez.

Los trazos indefinidos guiaban mi mano y, no como hubiese sido de esperar, mi mano guiando cada trazo.

En mi mente una única y clara idea: Pintar un árbol.

Sí, hoy me levanté con esa obsesión. Había soñado con un árbol con el tronco de colores, después no uno, sino varios y, luego, todo un bosque.

Cuando los pinceles y pigmentos estuvieron preparados, ya no hubo marcha atrás. Mi árbol con tronco “arco iris” estaba en marcha, sin posible duda, sin posible enmienda…

Trazo tras trazo se plasmó su forma en el papel, pero también su esencia, sus colores…

Follaje verde, pero tronco Arco Iris; corazón de árbol, pero disfraz de arlequín…
¿Arcoiris? Lo llamaré así, “Árbol del Arcoiris” o lo que es lo mismo “Rainbow Tree”

Hace un rato teclee el nombre de “mi árbol” en internet para buscar alguna foto con la que acompañar mi post y, cuál no sería la sorpresa al descubrir que EXISTE! Es una especie de Eucaliptus, Eucaliptus Deglupta y efectivamente su tronco tiene los colores del Arco Iris.

No sé qué deciros, de veras, me quedé sin palabras…
Aquí os dejo un enlace por si quereis ver más fotos como esta que os he dejado aquí, de esta maravilla de la naturaleza:

http://eucalyptusdeglupta.com/trees1.htm