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sábado, 18 de diciembre de 2021

SABADO 18 DICI 2021 -- Carta de María Guadalupe Cuenca a su esposo Mariano Moreno -- KSP -- 19.17

Carta de María Guadalupe Cuenca a su esposo Mariano Moreno, 29 de julio de 1811

“Mi amado Moreno, dueño de mi corazón: me alegraré que estés bueno, gordo, buen mozo, y divertido, pero no con ninguna mujer, porque entonces ya no tendré yo el lugar que debo en tu corazón por tantos motivos; con fecha de 26 de éste te escribo, pero con todo lo vuelvo a hacer por no perder ocasión de darte el gusto de saber de tu familia, y tener yo el consuelo de escribirte ya que no te veo; me parece que ya con ésta llevo escritas trece o catorce cartas, la primera fue por mano de Larrea, la segunda por mano de un inglés que se fue, otras por la de Doña Mercedes Lasala, que me manda avisar siempre que hay proporción, otras por mano de don Alejandro, el inglés viejo que te visitaba, otras por la del inglés que vive en lo de tu abuela; tu madre se las entrega, ten el cuidado de recogerlas, en todas te aviso novedades; a Larrea le han embargado todos sus bienes, con pretexto de que debía de derechos ciento y tantos mil pesos, han hecho mil picardías, han querido que Campana sea depositario de todo, ha llegado al extremo que han mandado orden a los pueblos de arriba para que los apoderados de Larrea entreguen a las cajas todo cuanto pertenezca a Larrea, y el pobre sigue desterrado en San Juan. El mes pasado se embarcó para Norteamérica el hijo de Saavedra, con Aguirre, de diputados a pedir armas; corre muy vivo que los portugueses han declarado la guerra a Buenos Aires; la expedición de la otra banda tiene cercado a Montevideo y tiran a la plaza muchas granadas, y por vengarse han venido los marinos a bombear; desde el 15 a la noche no se mueven de Martín Chico, esperamos todas las noches que siga el bombeo, se sabe, por dos franceses desertores, que traen mil y tantas bombas; con las cartas ten mucho cuidado no las abran éstos, mándalas todas a mí bajo la cubierta de algún inglés de tu satisfacción, nadie mejor que yo las entregará seguras, porque tus pocos amigos el que está libre está por caer, todo el empeño de estos hombres es sacarte reo, las prisiones del 6 de abril, fueron con ese fin, todas las declaraciones que han tomado han sido para eso, lo sé por boca de una persona que no conviene por ahora decirte quién es, tomá tus medidas, según va esto, pronto seremos portugueses y no podrás volver, por lo que será mejor me mandes buscar; no dejes de escribirme todo lo que te pasa, ábreme tu corazón como a tu mujer e interesada en todas tus cosas; basta de guardar secretos a mí, cumple con tus obligaciones de cristiano, no te olvides de mí, ve modo de que nos veamos pronto allá o aquí, porque sin vos no puedo vivir; tengo pronto los ciento cincuenta para el censo, que se cumplió el 27 y aún no me han cobrado, he enterrado los treinta y ocho, que he recibido de tres meses que hace que está alquilado el cuarto; los sesenta que me pagó Giménez, doce de las sillas de paja viejas, las botellas de sidra, otros doce y lo demás que he ahorrado de mi mesada; no me falta nada gracias a Dios y Dios te dé cuanto deseas y a mí me vuelva a mi Moreno que es lo único que quiero y debo desear.[…] Micaela sigue acompañándome y siempre me llevo en buena armonía con todas, vienen todas las noches, y los días de fiesta me traigo a Mariquita y Anita a comer, tu madre no viene sino tal cual día por no dejar sola su casa, la Marcela siempre me quiere lo mismo a mí y a mi hijo. Todo esto te aviso para tu consuelo y que sepas que no me han dejado, pero nada es capaz de distraerme un punto de vos, en vos solo, después de Dios, esta todo mi pensamiento, sola la esperanza y los deseos de volverte a ver me tienen viva, si me amas de veras, por vos mismo puedes sacar lo que cuesta esta nuestra separación, y si no te parece al que te diga, que me es más sensible a mí que a vos, porque siempre he conocido que yo te amo más, que vos a mí, perdóname, mi querido Moreno, si te ofendo con esta palabra, no tengo más que decirte, recibe memoria de todas, y dáselas a Manuel; tu hijo está estudiando a ayudar misa, procura que nos veamos pero me parece que aquí no puede ser, porque cada día va peor, hazme llevar; adiós, mi Moreno, no te olvides de mí, tu mujer María Guadalupe Moreno.Mi madre y Panchita te mandan memorias y me lloran mil pobrezas, que les han rematado la casa y es tal pobreza en que están que ni cama en qué dormir tienen, por todos lados tengo aflicciones, Dios me dé paciencia”.

Deleis, Mónica y otros. “Cartas que hicieron Historia”. Buenos Aires, Aguilar, 2001.


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En la primera carta del 14 de marzo de 1811, diez días después del fallecimiento del prócer, Guadalupe le escribía:

"Mi querido y estimado dueño de mi corazón, me alegrare que lo pases bien y que al recibo de esta estés ya en tu gran casa con comodidad y que Dios te dé acierto en tus empresas; tu hijo y toda tu familia quedan buenos, pero yo con muchas fluctuaciones y el dolor en las costillas que no se me quita y cada vez va a más; estoy en cura, me asiste Argerich, se me aumentan mis males al verme sin vos y de pensar morirme sin verte y sin tu amable compañía, todo me fastidia, todo me entristece, las bromas de Micaela me enternecen porque tengo el corazón más pa llorar que pa reír, y así mi querido Moreno, si no te perjudicas procura venirte lo más pronto que puedas o si no haceme llevar porque sin vos no puedo vivir, la casa me parece sin gente, no tengo gusto para nada de considerar que estés enfermo o triste sin tener tu mujer y tu hijo que te consuelen y participen de tus disgustos; ¿o quizás ya habrás encontrado alguna inglesa que ocupe mi lugar? no hagas eso Moreno, cuando te tiente alguna inglesa acordate que tenes una mujer fiel a quien ofendes después de Dios……".

En la segunda carta, del 20 de abril de 2011, la esposa de Moreno escribía:

"Mi amado Moreno de mi corazón: me alegraré que lo pases bien en compañía de Manuel (hermano de Moreno), nosotras quedamos buenas y nuestro Marianito un poco mejorado, gracias a Dios… ay, Moreno de mi vida, qué trabajo me cuesta el vivir sin vos, todo lo que hago me parece mal hecho, hasta ahora mis pocas salidas se reducen a lo de tu madre… todo me parece triste, … van a hacer tres meses que te fuiste pero ya me parecen tres años;… veo que cada día se asegura más Saavedra en el mando… Solo Dios sabe la impresión y pesadumbre tan grande que me ha causado tu separación porque aun cuando me prevenías que pudiera ofrecérsete algún viaje, me parecía que nunca había de llegar este caso; al principio me pareció sueño y ahora me parece la misma muerte y la hubiera sufrido gustosa con tal de que no te vayas… En la plaza principal están levantando una Pirámide (en referencia a la Piramide de Mayo que se construyó como festejo del primer año de la revolución de mayo)… el cuarto lo he alquilado en doce pesos porque han bajado los alquileres y no hay quien dé más. … Del pobre Castelli hablan incendios, que ha robado, que es borracho, que hace injusticias…".

Sin respuesta alguna, la pobre viuda seguía escribiéndole a Moreno en su cuarta carta del 9 de mayo de 1811:

"Mi amado Moreno de mi corazón, me alegraré que estés bueno, toda la familia queda buena, pero yo penando siempre con los dientes, y el dolor en las costillas, que unos días más, otros menos, me mortifica mucho, y algunas veces me hace desconfiar de volverte a ver; esta memoria me deja sin sentidos, de pensar morirme, desamparada de mi Moreno, del único consuelo que tengo, del único padre, y del marido más querido de su mujer… yo no aspiro más que a estar a tu lado, servirte, cuidarte, y quererte cada día más de lo mucho que te quiero, toda mi felicidad se funda en que vivas; y yo a tu lado, y así, día y noche, te encomiendo a Dios, para que te dé muchos años de vida, y nos veamos pronto; no me consuela otra cosa más que cuando me acuerdo las promesas que me hiciste los últimos días antes de tu salida, de no olvidarte de mí, de tratar de volver pronto, de quererme siempre, de serme fiel, porque a la hora que empieces a querer a alguna inglesa adiós Mariquita, ya no será ella la que ocupe ni un instante tu corazón, y yo estaré llorando como estoy, y sufriendo tu separación que me parece la muerte, expuesta a la cólera de nuestros enemigos, y vos divertido, y encantado, con tu inglesa; … ya hace tres meses 17 días que te fuistes, por Dios Moreno escribime a menudo y date un lugarcito para leer mis cartas, aunque disparatadas, y no las tires sin leerlas, acordate de tu Mariquita que te quiere más que a sí misma y sobre todo lo que hay en el mundo; nuestro Marianito está muy mejor del empeine que tenía en la cabeza … los médicos Argerich y Capdevila decían que tenía lombrices … tu madre, aunque viene todas las noches, no le gusta que pasen días sin ir Mariano a su casa … cuando estaré a tu lado, ay mi Moreno de mi corazón, no tengo vida sin vos, se fue mi alma y este cuerpo sin alma no puede vivir y si quieres que viva venite pronto, o mandame llevar. El cuarto lo alquilé a un inglés para almacén y había sido ladrón, lo prendieron a los ocho días, y me han venido a tomar declaración….".

“Mi querido Moreno de mi corazón”, escribía Guadalupe
“Mi querido Moreno de mi corazón”, escribía Guadalupe

El 9 de junio de 1811, en una nueva misiva, escribía Guadalupe Cuenca:

"…se cumplen cuatro meses, dieciocho días, de tu salida, y todavía no tengo el consuelo de recibir carta tuya; unos ratos le pido a Dios paciencia para esperar tus cartas y tu vuelta, otros ya me parece que me has olvidado…desahogo mi corazón con llorar; no tengo más desquite que mis lágrimas, pero después de atormentarme con estos pensamientos, te pido perdón, y me acuerdo lo que siempre me decías que siendo yo buena con vos lo habías de ser conmigo: sí, mi amado Moreno, sí lo soy y lo seré hasta mi muerte, pero mi querido Moreno si ves que tu comisión es para largo tiempo mándame llevar … nuestro Mariano sigue en la escuela, sabe de memoria poco menos de la mitad del catecismo, anoche se echó a llorar, le pregunté de qué lloraba, y me dice, ay, mi madre, dónde estará mi padre… El Paraguay ya se ha unido con nosotros, lo han tomado preso a Velasco y otros, y piden a Belgrano porque es precisa su persona para dirigirlos en el Paraguay…".

El 21 de junio la viuda de Moreno volvía a dirigirse a su amado por medio de una nueva carta, de la cual también transcribo parte de su contenido:

"Mi querido Moreno de mi corazón: … ya te puedes hacer cargo cómo estaré sin saber de vos en tantos meses que cada uno me parece un año, cada día te extraño más, todas las noches sueño con vos, ah, mi querido Moreno, cuántas veces sueño que te tengo abrazado pero luego me despierto y me hallo sola en mi triste cama, la riego con mis lágrimas, de verme sola, y que no solo no te tengo a mi lado sino que no sé si te volveré a ver, y quién sabe si mientras esta ausencia no nos moriremos alguno de los dos, pero en caso de que llegue la hora sea a mí Dios mío, y no a mi Moreno, pero Dios no lo permita que muramos sin volvernos a ver… ".

El "vía crucis" de Guadalupe se reflejó también en esta última carta del 29 de julio de 1811

"Mi amado Moreno, dueño de mi corazón: me alegraré que estés bueno, gordo, buen mozo, y divertido, pero no con ninguna mujer … no dejes de escribirme todo lo que te pasa, ábreme tu corazón como a tu mujer e interesada en todas tus cosas; basta de guardar secretos a mí, cumple con tus obligaciones de cristiano, no te olvides de mí, ve modo de que nos veamos pronto allá o aquí, porque sin vos no puedo vivir; … en vos solo, después de Dios, está todo mi pensamiento, … y si no te parece mal que te diga, que me es más sensible a mi que a vos, porque siempre he conocido que yo te amo más, que vos a mi, perdóname, mi querido Moreno, si te ofendo con esta palabra, no tengo más que decirte, recibe memoria de todas, y dáselas a Manuel; tu hijo está estudiando a ayudar misa, procura que nos veamos pero me parece que aquí no puede ser, porque cada día va peor, hazme llevar; adiós, mi Moreno, no te olvides de mi, tu mujer María Guadalupe Moreno… Dios me dé paciencia".

En el mes de agosto de ese año, Manuel Moreno, hermano del prócer, avisó a su cuñada que Mariano había fallecido en alta mar. La noticia la desmoronó, pero al menos le sirvió para entender por qué su amado esposo no contestaba sus cartas.

Guadalupe sobrevivió al difunto cónyuge cuarenta y tres años, falleciendo el 1 de septiembre de 1854, cuando la Argentina ya había ingresado en su etapa de organización nacional al amparo de la Constitución sancionada en 1853. "Marianito" Moreno, mientras tanto, siguió la carrera militar y se fue del país durante la época de Rosas.


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Carta de María Guadalupe Cuenca a Mariano Moreno del 20 de abril de 1811

«Mi amado Moreno de mi corazón: me alegraré que lo pases bien en compañía de Manuel. Nosotras quedamos buenas y nuestro Marianito un poco mejorado, gracias a Dios. Te escribí con fecha de 10 o 11 de éste, pero con todo vuelvo a escribirte porque no tengo día más bien empleado que el día que paso escribiéndote y quisiera tener talento y expresiones para poderte decir cuánto siente mi corazón, ay, Moreno de mi vida, qué trabajo me cuesta vivir sin vos, todo lo que hago me parece mal hecho, hasta ahora mis pocas salidas se reducen a lo de tu madre; no he pagado visita ninguna, las gentes, la casa, todo me parece triste, no tengo gusto para nada. Van a hacer tres meses de que te fuiste pero ya me parecen tres años; estas cosas que acaban de suceder con los vocales, me es un puñal en el corazón, porque veo que cada día se asegura más Saavedra en el mando, y tu partido se tira a cortar de raíz, pero te queda el de Dios, pues obrando por la razón y con la virtud no puede desampararnos Dios; no ceso de encomendarte para que te conserve en su Gracia y nos vuelva a unir cuanto antes porque ya vos me conoces que no soy gente sino estando a tu lado; sólo Dios sabe la impresión y pesadumbre tan grande que me ha causado tu separación porque aun cuando me prevenías que pudiera ofrecérsete algún viaje, me parecía que nunca había de llegar este caso; al principio me pareció sueño y ahora me parece la misma muerte y la hubiera sufrido gustosa con tal de que no te vayas. (…)”

Carta de María Guadalupe Cuenca a Mariano Moreno del 21 de junio de 1811

«Mi querido Moreno de mi corazón: me alegraré que ésta te halle con perfecta salud como mi amor lo desea. Nosotras quedamos buenas, a Dios gracias, pero con la pesadumbre de no saber de vos en cinco meses que se cumplen mañana. Ya te puedes hacer cargo cómo estaré sin saber de vos en tantos meses que cada uno me parece un año, cada día te extraño más. Todas las noches sueño con vos, ah, mi querido Moreno. Cuántas veces sueño que te tengo abrazado pero luego me despierto y me hallo sola en mi triste cama, la riego con mis lágrimas, de verme sola, y que no sólo no te tengo a mi lado sino que no sé si te volveré a ver, y quién sabe si mientras esta ausencia no nos moriremos  alguno de los dos, pero en caso de que llegue la hora sea a mí Dios mío, y no a mi Moreno, pero Dios no lo permita que muramos sin volvernos a ver. (…) María Guadalupe Moreno.”

Margarita Weild y José María Paz

Un amor que creció en la más completa adversidad fue el de José María Paz y la hija de su hermana menor, Margarita Weild. Paz le llevaba unos 23 años a su sobrina. La prisión, en la que cayó el líder unitario luego de que su caballo fuera boleado por una partida federal en 1831, no impidió que el amor se desarrollara, alentado por Tuburcia Haedo, madre de Paz y abuela de Margarita. Abuela y nieta lograron después de casi tres años de golpear puertas visitar a Paz en la cárcel de Santa Fe.

No era precisamente un sitio alentador para el romance. Desde la celda que ocupaba Paz se escuchaban los gritos provenientes de las torturas que se realizaban un piso más abajo. Pero el amor se impuso y a fines de marzo de 1835, se casaron en el calabozo de la prisión. Margarita compartiría aquella celda con su flamante marido. Pero pocos meses después, Paz fue trasladado a Luján y hacia allí lo siguió Margarita para instalarse otra vez en la cárcel junto a su marido. Ahí, tras las rejas, nacerían tres de sus hijos –aunque una de ellas moriría a poco de nacer-, y vivirían hasta abril de 1939, cuando Paz fue dejado en libertad, aunque teniendo por prisión la ciudad de Buenos Aires.

Sabemos que Margarita había puesto una condición antes de aceptar el casamiento: que Paz abandonara las luchas políticas. Sabemos también que el jefe unitario nunca cumplió su promesa. Así lo recordaba el general muchos años después: “Es éste el único punto en que durante su vida me manifestó una tenaz oposición, y tanto más fundada cuanto que al aceptar mi proposición de matrimonio, algunos años antes, me había exigido la promesa de renunciar a una carrera que había envuelto en desgracias a toda la familia”.

En 1840 Paz decidió fugarse de Buenos Aires para emprender la lucha contra el gobierno de Rosas. La fuerte oposición de su mujer no logró disuadirlo, y comenzaría para la pareja una vida de viajes, separaciones y penurias. “Mucho tuve que luchar para vencer la resistencia de mi esposa, si puede llamarse vencimiento a una forzada conformidad (…) Todo lo desoí por correr nuevos peligros y hacer algunos más ingratos”, recordaba Paz tiempo después. Sin embargo, Margarita lo acompañó hasta el final de sus días, siempre en contra de las decisiones de su marido. Murió en 1848 en la pobreza en Río de Janeiro, adonde había seguido a su marido en su exilio, trece días después de dar a luz a su último hijo.

Así escribía José María Paz a su mujer varios años antes manifestándole su eterno amor y pidiéndole que realizara los mayores sacrificios:

Carta de José María a Margarita del 20 de agosto de 1840

Fuente: José María Paz, Memorias póstumas, Tomo I, Buenos Aires, Editorial Hyspamerican, 1988.

«Tu llanto penetra mi corazón, no te separas un momento de mi memoria. Tu inquietud es el mayor de mis pesares. Te he dicho y repito que vivo para vos y no te olvido un momento. Te tengo sobre mi corazón. Me parecen siglos los dos meses que estoy ausente. Más que nunca me sois querida. Háblame, pues, derrama sobre mi corazón el consuelo y la alegría. Cuenta con mi eterno amor.”

Carta de José María Paz a Margarita del 6 de octubre de 1844

Fuente: Lucía Gálvez, Historias de amor de la historia argentina, Buenos Aires, Punto de Lectura, 2007, pág. 187.

«Considero lo penoso que es mover la familia, considero las incomodidades del viaje, considero en fin, las que ya han sufrido, y mi corazón se acongoja al ver la necesidad en que me veo de exigirles nuevos sacrificios. Mi amargura es todavía más viva cuando pienso que no podemos saber aún cuándo podremos hallarnos en nuestra patria. Si la vida es un viaje que hacemos los pobres humanos sobre esta tierra de lágrimas, nadie con más piedad que nosotros lo puede decir y probar. Desde que uní tu suerte a la mía, no podemos decir que hemos gozando un día de reposo. En nuestro país todos han sido trabajos; y en el extranjero, intranquilidad y la más cruel incertidumbre. (…) Espero confiadamente que no quedará sin premio esa virtuosa resolución y que veré algún día mi familia rodeándome en el seno de la quietud y de la dicha.”

Fuente: www.elhistoriador.com.ar

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Miguel Cané
Miguel Cané (1892).jpg

Escudo de la Ciudad de Buenos Aires.png
7.º intendente de Buenos Aires
7 de noviembre de 1892-7 de junio de 1893
PredecesorJuan José Montes de Oca
SucesorFederico Pinedo (padre)

Coat of arms of Argentina.svg
Ministro del Interior de la Nación Argentina
27 de junio de 1893-5 de julio de 18931
PresidenteLuis Sáenz Peña
VicepresidenteJosé Evaristo Uriburu
PredecesorWenceslao Escalante
SucesorLucio Vicente López

Coat of arms of Argentina.svg
Diputado de la Nación Argentina
por Buenos Aires
1898-1904

Coat of arms of Argentina.svg
Ministro de Relaciones Exteriores de la Nación Argentina
7 de junio de 1893-27 de junio de 1893
PresidenteLuis Sáenz Peña
PredecesorAmancio Alcorta
SucesorNorberto Quirno Costa

Información personal
Nacimiento27 de enero de 1851
Bandera de Uruguay MontevideoUruguay
Fallecimiento5 de septiembre de 1905
54 años)
Bandera de Argentina Buenos AiresArgentina
SepulturaCementerio de la Recoleta Ver y modificar los datos en Wikidata
NacionalidadArgentina y uruguaya
Educación
Educado en
Información profesional
OcupaciónPeriodistaescritor
Obras notablesJuvenilia Ver y modificar los datos en Wikidata
Partido políticoPartido Autonomista Nacional

Miguel Cané (Montevideo27 de enero de 1851 – Buenos Aires5 de septiembre de 1905) fue un escritor y político argentino, una de las plumas más representativas de la Generación del 80 de la Literatura argentina. Ocupó el cargo de Intendente de la ciudad de Buenos Aires, como también muchos otros cargos públicos: fue embajador, docente universitario y director-encargado de varias oficinas públicas.

Vida y obra[editar]

Fue hijo de Miguel Toribio Cané Andrade y Eufemia Casares Morales, ambos porteños, y nació en Montevideo en 1851, durante la expatriación de su familia. A los dos años de edad llegó a Buenos Aires con su familia, poco después de la caída de Juan Manuel de Rosas.

Entre 1863 y 1868 cursó su bachillerato en el Colegio Nacional de Buenos Aires (ubicado en lo que actualmente es el paseo histórico de la "Manzana de las Luces"), en la época en que era un internado de varones, durante la dirección del canónigo Eusebio Agüero y como alumno del profesor francés Amadeo Jacques. Las experiencias vividas en este colegio fueron narradas en Juvenilia (1884), el más recordado de sus libros.

Se inició en el periodismo tempranamente en el diario La Tribuna, de sus primos los Varela, y luego en El Nacional, redactado por Domingo Faustino Sarmiento y Vélez Sársfield.

En 1870, Miguel Cané viajó a Europa junto a la familia de su primo Rufino Varela. Desde el Viejo Continente, fue corresponsal de la Guerra franco-prusiana. En esos artículos, que fueron publicados fundamentalmente en La Tribuna, es posible apreciar también otra faceta periodística del autor: la de crítico musical. 2

El 27 de septiembre de 1875 se casó con María Sara Belaústegui Cueto, con quien tuvo dos hijos, Miguel Ramón y Sara Cané Belaústegui.

Se graduó de abogado en la Universidad de Buenos Aires en 1878. Fue diputado provincial y nacional, director de Correos y diplomático ante Colombia y Venezuela. De su paso por la capital colombiana a finales del Siglo XIX y al ser partícipe de la intensa actividad cultural e intelectual de la misma en esos años, quedó la famosa frase de que "Bogotá es la Atenas suramericana", con la que aún se conoce a esa urbe cafetera. Como resultado de estas experiencias fuera del país, escribió En viaje (1884).

Fue intendente de la ciudad de Buenos Aires entre 1892 y 1893, ministro de Relaciones Exteriores y del Interior y diplomático argentino en París. En el año 1894 fue presidente del Jockey Club de Buenos Aires. En 1898 ocupó una banca en el Senado, donde impulsó a pedido de la Unión Industrial Argentina la Ley de Residencia (1902).

Falleció en Buenos Aires en 1905.

Obras publicadas[editar]

Además de una prolífica y agotadora actividad en periódicos de tirada popular en la época, actividad por la que se lo puede clasificar como periodista, ha publicado:

De literatura.

  • 1877 Ensayos.
  • 1882 Juvenilia. (la edición crítica por Américo Castro, de 1900, para descargar, la edición con un prólogo de Horacio Ramos Mejía, de 1919 editado por La Cultura Argentina, para descargar)
  • 1884 En viaje (1881-1882) (descargar)
  • 1885 Charlas literarias (descargar)
  • 1900 Traducción de "Enrique IV"
  • 1901 Notas e impresiones (la edición de 1918 de La Cultura Argentina con una introducción de Ernesto Quesada, para descargar)
  • 1903 Prosa ligera. (la edición de 1916 de La Cultura Argentina junto con Juvenilia, con un prólogo de Horacio Ramos Mejía, para descargar, la edición de 1919, con una introducción de Martín García Mérou, para [1]).
  • 1905 Notas de viaje sobre Venezuela y Colombia

Ha escrito la introducción de:

  • José Sixto Álvarez (Fray Mocho). Cuentos de Fray Mocho, con una introducción de Miguel Cané (editado en 1920 por La Cultura Argentina, descargar)
  • José Sixto Álvarez (Fray Mocho). Cuadros de la Ciudad, con prólogo de Miguel Cané e ilustraciones de Giménez, Cro y otros. (editado en 1920 por La Cultura Argentina, descargar)

Textos no literarios:

  • 1870-71. En mi primer viaje (1870-1871) [Corresponsalía escrita por Cané en su juventud para el periódico La Tribuna y publicada en libro en 2021].
  • 1899. Expulsión de extranjeros (apuntes) (descargar)
  • Roque Sáenz Peña. 1905. Derecho público americano: escritos y discursos, con una introducción del Doctor Miguel Cané. (descargar)

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San Antonio, también conocido como Antón Abad (251-356), fue un monje egipcio famoso, sobre todo, por soportar las delirantes tentaciones a las que lo sometió el mismísimo Satanás durante su vida ascética en el desierto.

La historia de San Antonio

Cuando Antón Abad cumplió los veinte años, vendió todas sus propiedades y empezó a llevar una vida de ermitaño. Con el paso del tiempo, esta tendencia se acentuó hasta tal punto de abandonarlo todo e internarse en el desierto de Egipto. Allí, en medio de la más absoluta soledad, fue tentado por el mismísimo Diablo. ¿Y en qué consistieron tales tentaciones? Pues fueron de lo más variopintas (solo hay que ver las representaciones artísticas que se han hecho de ellas), pero siempre aludiendo a tentaciones universales:  lujuria, poder y riqueza.

Otros hechos sorprendentes y rocambolescos en la vida de este santo fueron los milagros que hizo con los animales, siendo le más destacable cuando una jabalina se le acercó con sus cachorros ciegos y el bueno de Antonio, ante el suplicante animal, curó la vista de su prole. Cuenta la historia, que desde aquel momento la madre jabalí lo acompañó a todas partes, e incluso lo defendió del ataque de más de un animal salvaje.

Todos estos hechos, lo han convertido en un símbolo de la piedad cristiana, y en una personificación de los valores de austeridad y humildad.

Como suele ser habitual en las personas declaradas santas por la Iglesia, los hechos de su vida corroborables históricamente, se entremezclan con otros de carácter legendario, donde no queda sino confiar en la fe, para darles credibilidad. Para bien o para mal, la mayor parte de lo que conocemos sobre la agitada vida de San Antonio, se lo debemos a otro beato, San Anastasio, a través de su obra «Vida de San Antonio«.

…Pero el demonio empezó a traerle temibles tentaciones. Le presentaba en la mente todo el gran bien que él podría haber hecho si en vez de repartir sus riquezas a los pobres las hubiera conservado para extender la religión. Y le mostraba lo antipática y fea que sería su futura vida de monje ermitaño. Trataba de que se sintiera descontento de la vocación a la cual Dios lo había llamado. Como no lograba desanimarlo, entonces el demonio le trajo las más desesperantes tentaciones contra la pureza. Le presentaba en la imaginación toda clase de imágenes impuras…
San Anastasio: Vida de San Antonio

Interpretación de las tentaciones de San Antonio

Esta historia se suele esgrimir como símbolo de la resistencia cristiana a todo lo vil y corrupto de este mundo, aunque si me permitís el atrevimiento, también podría tratarse de una parábola acerca de las virtudes de llevar una vida equilibrada, pues ello predispone a mantener la cordura e incluso a alcanzar la felicidad. Después de todo, San Antonio encontró en la soledad al Demonio y sus tentaciones (y por ende, tal vez también, dio con la locura). Halló, por tanto, la desdicha en esa soledad con la que pretendía ser digno de Dios. Y, desde luego, una vida alejada de los hombres, no es en absoluto una vida plena y equilibrada.

Las tentaciones de San Antonio en el mundo del Arte

Creencias e interpretaciones al margen, en el mundo del arte, especialmente en la pintura, la figura de San Antonio ha sido representada de forma tan sublime como abundante, por autores de la talla de Dalí, Miguel Ángel, El Bosco o Max Ernst, por nombrar tan solo a unos pocos. Aquí os dejo una selección de obras de arte sobre las Tentaciones de San Antonio.




Lovis Corinth: Las tentaciones de San Antonio (1908).



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