Hay pocas cosas en la vida de una mujer que tanto nos
apasiona contar y al desafortunado
auditorio de turno tanto le aburre escuchar, y esa cosa es: el parto…el parto y la previa al parto y las
horas y días subsiguientes al parto también, ya que estamos.
En mi caso, no fue tanto el momento del parto sino la
previa, cuando unas horas antes y sin previo aviso, como corresponde, rompí
bolsa…o rompí aguas, como dicen en otros lares.
La cosa es que más que romper aguas, yo la producía y sacaba
de no se dónde, y podía haber surtido con ella a la mitad de los países de África
con escasez de la misma, al menos para que lavaran la vereda.
Tenía posible fecha para tener a mi hijo, para unas tres
semanas después de ese memorable día,
incluso me había hecho una ecografía por la tarde, y el médico me dijo,
está ubicado, pero …pufff le falta todavía, ehh! (menos mal doc, gracias por avisar)
Esa tarde hacía mucho calor, pero no se po cuá, yo estaba
emperrada en ir a comprar las cositas del bebe, ya que no tenia na de na y la
obstetra me había dicho, que debido a mi anemia, y a que era primeriza, podía
nacer antes…”yo que vos, ya tendría preparado el bolso”…así me dijo
Así que a pesar que me sentía rara, muy rara, pero ni por
las tapas lo atribuía a que podía ser ese el día del maravilloso nacimiento, insistí para ir a
comprar todo con mi mamá.
Ella feliz, vino conmigo, y entramos a cuanta tienda de
artículos de bebe encontramos y se despachó a gusto comprando y comprando cosas
preciosas, y yo cada vez sintiéndome más rara y soportando los 45° de calor que
hacía ese 11 de diciembre, la gente me hacía sentar en cada lugar que
entrábamos y me ofrecían agua… ellos SI intuían que hasta les podía tener un
parto de urgencia en el medio del local.
Salimos de la última tienda, y mientras íbamos caminando ya
rumbo a casa de mamá, sentí mojadas mis piernas…pero si bien hacía calor, mucho, también era mucha agua la que sentía caer y ahí me di cuenta, que ni era transpiración ni tampoco me había
hecho pis encima, sino que había roto bolsa…cuando le dije a mi mamá, cundió el
pánico, se puso loca, y yo, muy calmada, ya que en los peores momentos parece que a mi me viene la paz y el ommm, le dije… -tranquila, vamos a tomar un taxi.
El taxista se unió al pánico de mi mamá, y me decía asustado,
a qué hospital te llevo????? No, señor, vamos a mi casa …. Y muy tranquila, le di la
dirección y me acomodé en el asiento, para disfrutar las 10 cuadras que me
separaban de mi destino.
Cuando llegamos, ahí sí que empezó la comedia en cámara
rápida, ya que se unieron mi tía, mi primo y mi prima
que viven al lado, mi hermana que estaba ahí, el padre de mi hijo que fue
llamado de urgencia (él estaba empapelando el cuarto del bebé…qué bonitoooo!) y
ahí empezaron las idas y venidas…le pedí a mi prima, ante el espanto de todos, que me buscara el libro sobre embarazo, parto
y maternidad que estaba sobre la mesita de luz, y todos a los gritos diciendo
que había que llamar a la ambulancia que no era momento de ponerme a leer. MOMENTOOO!! Grité yo pero aún así, calmada…PRIMERO ME
TENGO QUE DUCHAR
Lo cual hice, sin antes pedir que alguien tuviera la
gentileza de ir a la farmacia a comprar un tarrito estéril, ya que había leído
en el libro que hay que llevar una muestra del líquido que andaba derramando.
Mientras tanto mi ex había llamado a la ambulancia, la cual llegó cuando yo ya
me estaba vistiendo, y tentada de risa porque me había puesto el vestido al
revés , aparte de tranquilidad, me vino una especie de pelotudez extrema y
parecía que había tomado unas cuantas cervezas.
Había subido una doctora, el
camillero, y hasta el chofer! Que sumados a la nutrida concurrencia que ya
había en casa, eso ya era una multitud caminando todos en fila india por el
estrecho pasillo, y con una sonrisa, me invitaron e insistieron para que me suba
a… no recuerdo si era una camilla, o una silla de ruedas…pero la cuestión
es que yo quería bajar caminando hasta
la ambulancia con mi vaporoso vestidito de embarazada (mentira, era de algodón duro, parecía Laura Ingalls, y era horrible, pero el único
que tenía) , y raudamente arrancaron, lo que no me acuerdo tampoco es si habían
puesto la sirena.
El trabajo de parto lo voy a
obviar, ya q es maso como todos los demás, con más o menos inconvenientes, pero
lo lindo vino después…
Mi ex había preguntado a los
médicos y/o enfermeros si me faltaba mucho, o tenía tiempo para ir a tomar
algo, y le dijeron que fuera tranquilo que aún faltaba bastante… pero así como
el médico de la ecografía, le pifiaron y
fiero, ya que no mucho tiempo después decidieron que ya estaba a punto de
comenzar la función.
Entré a la sala de parto y yo muy
tranquila me acomodé en la camilla, sí señores, yo solita, porque cuando
esperaba que alguien tipo George Cloney en ER EMERGENCIAS MEDICAS, gentilmente
me cargara en brazos y me subiera a la misma, dos enfermeras me miraron risueñas
y me dijeron, daleee nena , vos solita, que vas a tener un bebe no
una operación del corazón!
De pronto se llenó de gente, y
ahí empezamos, pero lo que a mí me preocupaba era que no estaba el padre! “ Ya
viene ya viene” me decían…pero nada, y
yo miraba entretanto para la puerta, y hacía lo que me decían, ya que ni clases
pre-parto había tenido!! Pero algo me acordaba de lo que había leído en el librito que tenía en la mesita de luz!!
De pronto veo que viene alguien
corriendo, todo disfrazado de cirujano y
ahí reconocí los bellos ojos de mi ex! Se puso detrás de mí, y me dijo – mi amooorrr (si, en esa época me
decía “mi amor”) ya estoy acá ¡ ya llegué!!
Yo en esos momentos ya estaba
dele respirar, pujar, respirar , pujar, y en una de esas inhalaciones
profundas…abrí los ojos muy pero muy
grandes y sin parar de pujar y respirar (como podía) di vuelta la cabeza , lo miré desencajada y le
grité: quéeee comisteeeeeSSSSS!!!!” (Si, con muchas eses)
Se escuchó una risita bajo el
barbijo, mezclada con un vaho a cebolla insufrible…y escucho que me dice: …-me comí
“una porcioncita” de fugazzetta con queso, es que me dijeron que faltaba mucho
y me moría de hambre!!
-Vos te comiste una fugazzetta
entera! Ma’ qué porcioncita! Sentí que
necesitaba oxígeno, pero miré para adelante y seguí preocupada solamente por el trabajo más importante de mi vida, y creo que el mejor momento para cualquier parturienta es cuando escuchamos el: - ” vamooos vamoooos que ahí viene!! “
Y escuchar el llanto de mi hijo, me hizo olvidar la pizza, la cebolla y el mundo entero…