Vuelvo a estos lares, esta vez no voy a prometer que sea para quedarme - ya lo incumplí demasiadas veces en el pasado - pero sí quería hablaros de la que ha sido mi primera lectura de este 2017, una novela con una cubierta de esas que me llaman mucho la atención y una contraportada la mar de interesante que cumple la mayor parte de lo que prometía. Hoy quiero hablaros de Monasterio, de una autora que era desconocida para mí, pero que está considerada como la reina francesa del crimen Andrea H. Japp. Ya os adelanto que me ha gustado, y que no descarto repetir con ella.
Contraportada.
1288, Alejandría, Egipto. Un mercader se hace con la pesada alforja de
un viajero agonizante. Ignora que acaba de firmar su sentencia de muerte
y que jamás conocerá el secreto que contiene esa alforja: cuando
intenta venderla a un intermediario del conde Aimery de Mortagne, muere
degollado.
1307. Abadía de las monjas claretianas. Plaissance de
Champlois debe hacer frente al cabildo de la orden, encabezado por la
gran priora Hucdeline de Valézan, protegida por su hermano monseñor
Jean, un oscuro servidor de los intereses de Roma. Una joven monja,
Angélica, ha sido descubierta estrangulada. Sin duda, porque se parecía
mucho a una de sus hermanas, Marie- Gillette de Andremont, que huyó a
España después del asesinato de su amante. Pero sólo es la primera
muerte de las muchas que se van a suceder en la abadía. Y a pesar de los
veinte años transcurridos entre ambos sucesos, éstos parecen estar
secretamente conectados.
Mi opinión personal.
En términos generales, la novela me ha gustado. La trama me ha resultado atrayente y bien llevada, con un inicio potente, lo que ha contribuido a que quisiera seguir leyendo. Lo que parecía ser una tranquila abadía resulta ser un auténtico avispero en el que Plaissence debe hacer valer su autoridad como abadesa a pesar de su corta edad (apenas 15 años). Su elección por la anterior abadesa y su calidad de ahijada espiritual de Clemente V, el Papa de turno, ha despertado más de una envidia en aquel grupo de mujeres.
Ese precario equilibrio se tambalea con la imposición de acoger a medio centenar de leprosos de una malatería cercana, y salta en pedazos con el hallazgo del e que la abadía tiene derecho a administrar justicia, Plaissance no tarda en percatarse de que no es capaz de gestionar sola esta situación. Se ve obligada a pedir ayuda a Aimery de Mortagne, momento en el que se iniciará una investigación en la que nos aguardan varias sorpresas.
Nos encontramos ante una obra muy coral, cuyas páginas están pobladas por una larga serie de personajes con mayor o menor peso específico en la trama. Hay sobre todo uno que brilla con luz propia, y ese es la propia abadesa: No nos costará meternos en su piel, al principio vive en una especie de cuento de hadas totalmente ficticio del que saldrá en parte con la llegada de los leprosos a la abadía pero que se vendrá completamente abajo con el inicio de los crímenes. De la mano de Aimery conoceremos, a la par que la propia joven, muchos datos sobre la política internacional de esa época en la que reyes, Papas y templarios urdían una trama de amistades y rivalidades difícil de entender. Gracias a él asistiremos, entre otras a la caída de San Juan de Acre o la rivalidad entre Felipe el Hermoso de Francia con Bonifacio VIII (que no finalizó ni siquiera con la muerte del último).
Como ya he contado en redes sociales esta novela tiene fallos tontos, provocados sin duda por una mala traducción. En los diálogos se utiliza de manera indistinta el tratamiento de tú, de usted y de vos y no lo hace mal, pues depende de qué personajes estén hablando y el rango social de cada uno de ellos, pero en varias ocasiones mezcla varios de estos tratamientos en una sola frase; comienza hablando de vos y acaba con el usted, lo que provoca una falta de concordancia entre sujeto y verbo que resulta especialmente molesta. Una pena, pues llega a estropear una novela que por otro lado es bastante recomendable.
Ya acabo, y quiero hacerlo recomendando la lectura de esta novela. A pesar de los errores de traducción, la historia me ha gustado y hay algunos personajes dignos de mención que yo creo os harán disfrutar de un buen rato de lectura.
Nos encontramos ante una obra muy coral, cuyas páginas están pobladas por una larga serie de personajes con mayor o menor peso específico en la trama. Hay sobre todo uno que brilla con luz propia, y ese es la propia abadesa: No nos costará meternos en su piel, al principio vive en una especie de cuento de hadas totalmente ficticio del que saldrá en parte con la llegada de los leprosos a la abadía pero que se vendrá completamente abajo con el inicio de los crímenes. De la mano de Aimery conoceremos, a la par que la propia joven, muchos datos sobre la política internacional de esa época en la que reyes, Papas y templarios urdían una trama de amistades y rivalidades difícil de entender. Gracias a él asistiremos, entre otras a la caída de San Juan de Acre o la rivalidad entre Felipe el Hermoso de Francia con Bonifacio VIII (que no finalizó ni siquiera con la muerte del último).
Como ya he contado en redes sociales esta novela tiene fallos tontos, provocados sin duda por una mala traducción. En los diálogos se utiliza de manera indistinta el tratamiento de tú, de usted y de vos y no lo hace mal, pues depende de qué personajes estén hablando y el rango social de cada uno de ellos, pero en varias ocasiones mezcla varios de estos tratamientos en una sola frase; comienza hablando de vos y acaba con el usted, lo que provoca una falta de concordancia entre sujeto y verbo que resulta especialmente molesta. Una pena, pues llega a estropear una novela que por otro lado es bastante recomendable.
Ya acabo, y quiero hacerlo recomendando la lectura de esta novela. A pesar de los errores de traducción, la historia me ha gustado y hay algunos personajes dignos de mención que yo creo os harán disfrutar de un buen rato de lectura.