SILVIA IGLESIAS
mencionada por:
Raúl Artola
menciona a:
Jorge Spíndola
Raúl Artola
Juan Carlos Moisés
Marylena Cambarieri
María Eugenia López
bio/biblio:
poética:
CLIC PLOC CLAC
Occidente, tiene un complejo de virilidad. No se permite las formas literarias cortas, son “sin lectores”, serían acusados de afectación.
Lo corto también es visto como defecto. “Ser corto de palabras, ser tímido, ser corto de entendederas.”
Existen pocas formas breves en la modernidad, que es más bien charlatana, acechada por la idea de que se le impide hablar, donde hay una valoración de la abundancia verbal: qué bien habla, cuántas palabras usa. Se advierte un desprecio de la doxa por el que escribe “pequeños nadas”, la longitud de libros, filmes, conforman un criterio de calidad.
Por otro lado, las formas breves atraen el ojo sobre la página, la interrupción blanca descansa, distrae. Ejerce fascinación por su aireación. Vamos a ellas como algo que no nos aburrirá.
Hay mucho aire aquí en Patagonia, las gentes toman distancia unas de otras, las palabras, también. Un puñado de personas reunidas alrededor de una plaza, un puñado de palabras reunidas alrededor de un fuego, después, la nieve, la página toda blanca, la meseta que parece desértica y esconde mucha vida en su interior, así la página blanca también dice, respira. En la respiración hay vida.
Esa respiración genera un cierto vacío, no poder decir nada, distinto de no tener nada que decir. El vacío se toma sensualmente, como una respiración. Se produce una afirmación del vacío: desangustia del ahogo, fantasma del oxígeno, de la respiración eufórica, celebratoria. Extasis, vacío de palabras.
Para apreciarlo es necesario verlo escrito, con la interrupción de las líneas: pequeño bloque aireado de escritura, formando una “palabra” (y no un discurso articulado en oraciones).
Clic
Es la sorpresa de un gesto, ¡es eso! Clic. Algo que no habríamos pensado mirar en su tenuidad. De allí intenta nacer mi poesía. Se produce un clic, desencadena como único comentario ¡es eso!
(Este clic tiene una relación con el Zen, por el satori (=clic) y también por una noción zen: “nada en especial”. Es la visión“Tal como es”).
Este clic es antiinterpretativo: bloquea la interpretación. Su ser repele todo adjetivo. Este clic es la visión : “nada en especial”. “Tal como es”.
Así es como siento la necesidad de crear poemas en esta Patagonia: poniendo las cosas en su naturalidad, sin comentarlas. Una manera de desbaratar las ganas de interpretar, y de disertar seriamente sobre el sentido de las cosas. El poema designa, luego calla.
El clic, una especie de tintineo breve, único y cristalino que dice acabo de ser tocado por algo. Arte de la contingencia, de lo que llega, cae por casualidad. Arte del Encuentro. Cae sobre mí. Un incidente aparece. El coraje está en no explicar, pongo al desnudo su futilidad y la asumo.
Ploc
Existe en nuestra sociedad una resistencia a lo particular, tendencia a generalizar, a la abstracción, gusto por las leyes, lo reductible, de igualar los fenómenos en lugar de diferenciarlos al extremo. El espíritu humano, por su naturaleza, es llevado a las abstracciones y ve estable lo que está en continuo cambio.
El poema que intento, produce una intención. No una extensión. No hay despliegue, ni explicitación. Es pimpollo. Es una piedra en el agua pero no nos quedamos a ver las ondas, sino que recibimos el ruido, el ploc.
El referente siempre es algo particular. No se evoca una generalidad. En cada poema hay un elemento tangible, que puede ser tocado, palpado. El lenguaje hegemónico, las teorías académicas, las ideas morales, la retórica, están en las antípodas de la poesía que escribo hasta ahora. Refiero un mundo inmediato y microscópico.
Clac
Algo salta al lenguaje. Una especie de implosión. Una escritura de la percepción. Algo cae, eso es todo. Un incidente. Lo que apenas puede ser notado. Una suerte de grado cero de la notación, apenas lo que hay para poder escribir algo. (El imperio de los sentidos).
Siento un pudor ¿patagónico? Aunque mi cuerpo está presente sin que tenga que decir yo, pues siempre se trata de mi cuerpo.
El deseo casi no aparece señalado, no erótico. Si aparece, es una sutileza compleja, discreción, restricción de lo deseable, con cierta impersonalidad. Se da también ausencia casi del tema amoroso. Incompatibilidad entre el amor y el poema. El amor obliga a hablar masivamente de uno mismo.
Siempre me interesó trabajar en la suspensión del efecto, del énfasis, de la arrogancia.
Cada poema intenta ser un acto de discreción. Un mundo riguroso de lo indirecto, que puede llamarse también pudor. Un pudor que se elige, no inhabilita. No sólo con respecto al sexo, sino también con respecto a los compromisos del discurso, aquello de lo que se debe hablar porque es míticamente importante, bien visto, conforme, ritual. (alusiones bibliográficas, menciones de la cultura hegemónica…)
Trabajo también la suspensión, la extenuación de lo ideológico. No hay ninguna vibración de arrogancia, de valor, ni siquiera de religión. Sólo un asentimiento de lo que es. Una vía de la realidad, no de la verdad (=ideología, discurso). Poemas con la realidad descremada de su vibración ideológica. De su comentario. De su “sentido”.
Detenido al borde del efecto. Lo neutro (Blanchot). Una posición de casi ausencia, efecto de no efecto. Aparición de un incidente, de un pliegue menudo, una rasgadura insignificante sobre una gran superficie vacía. Des- afectada.
Habla de circunstantes más que de referentes. No está lo tético (tesis), se plantean entornos, circunstancias.
Creo ver en esto también el matiz patagónico: Los patagónicos tal como somos, sin artificio. Despojados a veces de maneras y protocolos.
Un texto sin adjetivos. Que habla con imágenes solamente sensibles, casi sin nexos consecutivos o adversativos, que son elementos abstractos. (asíndeton, parataxis, Condillac).
En un determinado momento viví el agotamiento del discurso político, la extenuación de la palabra académica y del lugar común en la literatura, y tuve la imperiosa necesidad de cercenar el lenguaje de amaneramientos y afectación tanto como me fuera posible.
Creo que el fin - y la naturaleza - del poema es imponerle silencio finalmente a todo metalenguaje. Y que se perciba el roce erótico entre una forma, una frase con su ascesis, ausencia de grasa y un referente. Una fruición inmediata de lo sensible y de la escritura, uno gozando por la otra, gracias a la frase.
Quiero decir, aspiro a un poema que surge con un “clic”, cae y hace “ploc” y al timbrar finalmente sus palabras, “clac”.
Poemas:
XXX
Cuando supe
que te había dado todo
sin que te des
por enterado
dejé caer mi corteza
como una cáscara seca
y seguí
a savia viva
XXII
A mi bisabuela
Quién te habló
mientras dormías
Isabel Peña
con qué espada
tejiste el océano
como una red
y saltaste
al último escalón
de la tierra
quién
si saltar así
era cosa de hombres
V
Cuando creo
que piso firme
la tierra
mueve
sus piernas
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