Thursday, July 14, 2011

De Cibernética y Seudo-cibernautas Urbanos (capítulo 10)

 
 
Décima entrega del micro-libro de Enricco Wizard:
Cómo olvidar Veracruz con sus palmeras 
(borrachas de Sol). Aquellas tardes sofocantes
e interminables, el malecón, el zapateado
en Boca del Río, el café de la parroquia,
las bolas de tamarindo en Paso del Toro,
el carnaval, las nieves de mamey y
los riquísimos elotes con chile y limón. 
Darwin dio certeramente en el clavo cuando
dijo que la vida dio comienzo en el mar.

Análisis, diseño, desarrollo e implementación
o
Patrañas, patrañas, patrañas y más patrañas

Algunas compañías suelen optar por diseñar el software en casa en vez de adquirir paquetes prefabricados para resolver sus necesidades de cómputo. Dichas compañías cuentan con un flamante equipo de ingenieros supuestamente capaces de resolver cualquier problema técnico y de modelar la operación hasta el punto en que ésta pueda ser automatizada por medio de un complejo sistema de cómputo. En esta ardua tarea participan empleados responsables de distintas áreas. Sobra decir que en la mayoría de los casos con diversos niveles culturales y profesionales, así como con intereses frecuentemente encontrados. Si a esto aunamos el que dichas tareas no nacen del deseo voluntarioso y espontáneo de participar en un proyecto, sino que más bien son delegadas por decreto quasi militar, no será difícil darnos cuenta de que nos hemos topado con una receta infalible para el fracaso. El director del proyecto en cuestión, un fulano de alto rango y con muchos años de servicio en la empresa y que sabe de programación lo mismo que yo sé de microcirugía del hipotálamo, girará una serie de instrucciones precisas con la misma soltura que un acróbata chino y echará a andar aquél monstruo de mil cabezas en un santiamén. En aquella complejidad, las posibilidades de acertar a la solución óptima se verán dramáticamente reducidas, tanto que resultaría harto más sencillo atinar a la combinación correcta del super lotto de Texas. Aún así, el proyecto avanzará por un sendero inescrutable y ya sin posibilidades de retorno. Después de haber gastado lo que jamás se soñó presupuestar y después de varias noches de insomnio y otras tantas vacaciones truncadas, todos estarán entonces convencidos de que la mejor alternativa de solución es comprar de una vez por todas el paquete aquél al que todo mundo lanzó maldiciones y críticas malintencionadas con argumentos desafiantes y a prueba de todo rigor científico. Habrá incluso más de un atrevido que en un arranque de inspiración ponga en tela de juicio la necesidad de modificar el procedimiento actual y solicite la cancelación inmediata del proyecto de desarrollo así como la anulación de la orden de compra. Hasta el más insensato sería un imbécil de no apoyar tan brillante iniciativa. Estando así las cosas todo mundo sentirá que le ha hecho un gran favor a la empresa al evitar la posible implementación de un sistema que hubiese costado una verdadera fortuna en consultores y adendos. Viéndolo del lado amable, la decisión de no hacer nada es posiblemente la más inteligente de las soluciones por la simple razón de que resulta una tarea humanamente imposible la de sincronizar a un grupo tan disímbolo de incapacitados mentales. La presión de la dirección puede ser tal que finalmente se decida por continuar con el desarrollo del programa sin escatimar en recursos. Al final se tendrá entonces un fabuloso sistema con la más alta tecnología disponible en el mercado, una combinación de dos o hasta tres paquetes comprados con pegostes de código fabricado en casa y una serie de procedimientos manuales altamente ineficientes pero funcionales al fin. Un sistema que sólo unos cuantos descorazonados utilizarán y que lo harán no tanto por gusto sino por complacer a sus superiores y al director de la empresa, precursor de la idea original, quien eventualmente los premiará por su empeño y tenacidad. Este último personaje estará plenamente convencido de que ha encontrado, sin habérselo propuesto siquiera, la piedra filosofal. Al final de la historia la empresa habrá triplicado su tamaño y salvado la bancarrota gracias a la pericia de su equipo de contadores, conocidos expertos en triquiñuelas fiscales, y lo más importante, todos tendrán empleo asegurado.

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