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Y silencio...

lunes, 13 de junio de 2016












"Un día cualquiera en aguas del Mediterráneo" (El País, 9 de junio de 2016)













"Los países europeos han dado a África solo el 4% de lo prometido" (El País, 8 de junio de 2016)

Seguimos siendo espectadores impasibles. Cada uno a lo suyo, atolondrados, distraídos. Cuando no es la Liga, es la Eurocopa, el "Brexit"... 

Quisiera ver como prioridad de todos los partidos políticos el cabal cumplimiento de los derechos humanos; quisiera ver y escuchar un gran clamor en las redes sociales; quisiera ver el propósito de aumentar de inmediato las ayudas de cooperación, "recortadas" hasta desaparecer, para asegurar una vida digna en sus lugares de origen; quisiera que figurara en todos los programas de todos los partidos exigir el "desarme para el desarrollo" porque no me canso de repetir que es intolerable que cada día mueran de hambre miles de personas, la mayoría niñas y niños de uno a cinco años de edad, cuando se invierten en gastos militares y armas más de 3.000 millones de dólares (bastaría con un 25% de esta cantidad para asegurar la alimentación, el agua y los servicios de salud); me gustaría ver a las comunidades científica, universitaria, artística, cultural e intelectual en suma, liderando la movilización para que estas fotografías dejaran de conmovernos y avergonzarnos... 

¡Clamor popular! "Nosotros, los pueblos" no podemos seguir tolerando lo intolerable.

¿A quién pertenece África?

jueves, 30 de septiembre de 2010

Hace años (en 1996 aproximadamente) hice esta pregunta, como Director General de la UNESCO, en el curso de una reunión sobre desarrollo en África.

Uno de los presentes había indicado las dificultades que se oponían, por la corrupción, al correcto uso de las ayudas recibidas.

En mi intervención, dije que podía ser cierto en algunos casos y que eran bien conocidos algunos corruptos. Pero añadí que me preocupaban mucho más los corruptores. La cuestión importante es saber quiénes son los propietarios reales y a quienes benefician de verdad los inmensos recursos naturales (oro, diamantes, petróleo, gas, bauxita, coltán, uranio) de África.

No ha cesado la explotación. Unas cuantas empresas multinacionales siguen teniendo en sus manos las fuentes de energía y la riqueza mineral del continente. ¡Otros compran tierras directamente!

La impunidad que existe en el espacio supranacional es total, porque los G-7, G-8 y G-20 no han podido sustituir, quieran reconocerlo o no, a las Naciones Unidas.

Los grandes barcos-tanques de petróleo no cumplen con las disposiciones adecuadas para garantizar que el transporte se efectúa en las debidas condiciones. Y el medio ambiente no se tiene en cuenta, especialmente en la explotación de las minas de oro…

Hace poco leíamos información sobre las minas de uranio de Arlit, en Níger, que surten de mineral a las centrales nucleares francesas, donde la rama magrebí de Al Qaeda secuestró a cinco técnicos franceses de la empresa Areva, una “multinacional estratégica”. El mismo día, en el Golfo de Guinea, secuestraron a dos rehenes más en el campo petrolero de Taddox, filial del grupo chino Sinopec, al que presta servicios marítimos la compañía francesa Bourbon…

Hagamos recuento. Hagamos el mapa real de a quiénes pertenece África en realidad. Descubriremos muchas claves para solucionar los desafíos a los que se enfrenta este continente tan puesto a prueba. Tendremos que cambiar radicalmente. Tendremos que sustituir explotación por cooperación; una economía de especulación y guerra por una economía de desarrollo global sostenible; una gobernación por la plutocracia por una gobernación por unas Naciones Unidas remozadas.

¿Corruptos? ¿Y los corruptores?
¿A quién pertenece África? (¿Y el mundo?)

El poder (financiero, militar, político, tecnológico, mediático) se halla en muy pocas manos. Progresivamente en menos. Pero “los pueblos” no tardarán en movilizarse. No tardarán en expresarse con voz alta, firme. Estamos en los aledaños de una nueva era.

Día Internacional de África

martes, 25 de mayo de 2010

Estamos en deuda, desde hace siglos, pero sobre todo desde que, en la década de los ochenta, los países ricos tomaron las riendas de la gobernación mundial y se olvidaron de las promesas de ayuda y cooperación internacional…

Cambiaron la ayuda por préstamos concedidos en condiciones draconianas.

Cambiaron la cooperación por la explotación.

Cambiaron un sistema multilateral por un sistema plutocrático (G7, G8…).

Cambiaron los principios democráticos por las leyes del mercado.

Cambiaron un proyecto de desarrollo global por una economía de especulación y de guerra.

Los corruptores acusaron a los corruptos quienes, como es lógico, no merecían ser subvencionados!

Ha llegado el momento de “Nosotros, los pueblos…”, de la sociedad civil que ya no permanecerá en silencio.

Ha llegado el momento de las ONGs y de las instituciones del Sistema de las Naciones Unidas, las manos y las voces juntas, reduciendo grietas y restañando heridas.

Ha llegado el momento de la escucha de África: hacer lo que la sabiduría inmensa de África nos diga que necesita.

Ha llegado el momento de exigir a Europa que cesen las actividades de las multinacionales que esquilman caladeros, explotan de forma indebida y sin compensaciones el coltan en la zona de los kivi, del Congo, la bauxita en Guinea-Conakry … o el oro con procedimientos extractivos que lesionan de forma gravísima el medio ambiente.

Ha llegado el momento de exigir a todos las grandes firmas de comunicación –grandes beneficios que irán a parar a muy pocas manos- que distribuyan generosamente en África los colosales “retornos mediáticos” del Mundial de Fútbol.

Sí: hoy, Día Internacional de África, es el momento de reiterar nuestro amor a este continente que tanto ha dado a cambio de tan poco. Y pedirles perdón. Y agradecer la sonrisa que, a pesar de todo, nos prodigan.

Ha llegado el momento de cumplir lo que escribí en la Isla de Goreé el mes de julio de 1992:

… Su última

mirada…

a aquella isla,

a aquella tierra

suya

que ahora navega

en olas de desamor

hacia ignoradas costas.

¡Cuánto

queremos hoy

esa última

mirada viajera

desenraizada

brutalmente

de su paisaje,

de su casa,

de sus riberas.

Fueron vendidos

al peso.

Debemos

pagar la deuda.

¡Mujer africana, mujer!

martes, 30 de marzo de 2010

"No habrá cultura de paz hasta que la mujer no tenga una mayor influencia en la toma de decisiones", me dijo el admirado Presidente Nelson Mandela en el curso de una inolvidable entrevista al atardecer en Pretoria.

Había hecho un estudio al respecto en la UNESCO y, en 1996, esta influencia no alcanzaba al 5%, es decir, el 95% de las decisiones eran adoptadas por hombres. No es de extrañar, por tanto, que a través los siglos haya prevalecido una cultura de fuerza e imposición en lugar de una cultura de diálogo, de respeto inherente a la vida, de aplazar siempre el uso de la violencia.

Ahora, con la evolución favorable de los últimos años especialmente, se acerca ya al 9%. En muy poco tiempo, con el 18-20%, habrá un cambio sustancial en la "cultura" de la sociedad, y la transición desde la fuerza a la palabra, a la conversación, a la conciliación, empezará a ser realmente posible.

Sí, en los albores de siglo y de milenio, puede producirse este acontecimiento importantísimo de la aparición de la mujer en los escenarios del poder, en los que no ha tenido más que una presencia fugaz y anecdótica, normalmente, a lo largo de la historia.

Estos días se ha celebrado en Valencia una gran reunión en favor de la participación de la mujer. Creo que es uno de los fenómenos, ya irreversibles, que deben llenarnos a todos de alegría y de esperanza. Me gusta repetir que ha sido precisamente en África donde he encontrado tanta sabiduría, tanta generosidad, tanto desprendimiento en personas, sobre todo mujeres, que deben cada día, desamparadas, sin las ayudas tantas veces prometidas, inventar cuando amanece cómo sobrellevar el día para llegar dignamente a la puesta del sol.

¡Si Europa cambiara saberes por sabiduría!, con estos pueblos africanos a los que tanto debemos, que tan poco rencor nos guardan a pesar de las turbias relaciones habidas con ellos, a pesar de la esclavitud, a pesar de las explotaciones que hoy mismo, mientras miramos a otro lado, estamos realizando en sus fantásticos recursos naturales.

"Todos los seres humanos iguales en dignidad", es el principio básico esencial, que debe aplicarse ahora, urgentemente, para el bien de todos, a todas las mujeres, a la mujer africana en particular.

En 1995, en Pekín, en la gran reunión con la que se celebraba el quincuagésimo aniversario de las Naciones Unidas, dedicada precisamente al papel angular de la mujer en el desarrollo, en la transición de una cultura de dominio y violencia a una cultura de conciliación y de paz, en lugar del discurso que debía pronunciar como Director General de la UNESCO, leí los versos siguientes:

Mujer,

traías una canción

nueva

en los labios.

Pero no te dimos

la palabra

aunque eres

la voz

de la mitad

de la tierra.

Mujer,

tus ojos

veían el mundo

de otro modo.

Pero no quisimos

conocer el contenido

y el calor

de tu mirada.

Mujer,

llevabas en tu piel

de todos los colores

la semilla

de mañana,

la luz

que podía iluminar

inéditos caminos,

rebeldes

pero pacíficos senderos,

mujer-puente

mujer-lazo

mujer-raíz y fruto

de amor

y de ternura.

Mujer,

tus manos tendidas

y tu regazo

son espacios inmensos

de amparo

y de consuelo.

Pero no hemos comprendido

la fuerza de tu abrazo

ni el grito

de tu silencio,

y andamos

sin brújula

ni alivio.

Mujer,

sin otro dueño

de cada uno

que sí mismo,

irás,

desde ahora

igual y libre,

compañera

de un mismo sueño

ya para siempre

compartido.