Desde que nació Lu es muy flaca, como yo también lo fui de niña, y está muy debajo del peso esperado para su edad según la tabla sobre peso guía de pediatría. Yo además de llevarla a los controles adicionales que me pide su pediatra, podría angustiarme y poner la comida en el centro de la escena de nuestra vida, pero prefiero seguir como mi idea pikleriana de "ni una cuchara más de la que ella acepta".
Las tablas son simplemente tablas, pero mi hija es la mejor fuente de información sobre ella misma y para darse cuenta que esta bien alcanza con verla dormir, caminar, jugar y sobre todo reirse a carcajadas.
Evidentemente hoy, la energía que consume es la suficiente que necesita para descubrir el mundo. Yo creo que ella sabe que el día que necesite más lo hará saber y vendrá una sabrosa cucharada adicional de la comida hecha con amor.
Ni yo, ni los médicos podemos saber mejor que ella que es lo que necesita de energía y lo que menos quiero es robarle su instinto sobre aquello que necesita… Aunque a veces me asusto y sufro, debo dejarme guiar por mi intuisión. Por las carcajadas divinas que nos brinda, tiene una energía maravillosa para vivir.