Falta muy poco para que Juan y Lu cumplan un año, y durante estos últimos meses estuve haciendo el paralelo interior de cuando estaba embarazada, cuando la panza me pesaba, cuando estaba asustada por la presión alta, cuando iba al sanatorio muy seguido porque tenía mareos, una acidez que me carcomía y olvidos momentáneos que me preocuparon mucho. Después sabría que todas estas manifestaciones eran resultado de una preeclampsia que obligo a realizar la cesárea en la semana 36. El 18 de mayo a las 19:00.
Llegué muy asustada a la maternidad, días antes en una de las consulta por dolor de cabeza constante, una médica imprudente había leído mal un estudio y me había sugerido la posibilidad de accidente cerebral en el parto, algo que yo no creía en absoluto y me había confirmado un neurólogo de renombre, pero el miedo estaba en algún lugar.
La cesárea fue divina, al menos yo la sentí así!. El obstetra Ariel Masquef es una persona muy especial, el clima fue alegre y lo mejor, los dos nacieron fuertes, divinos, con poco peso pero sanos… Juan nacio fuerte y Lu chiquita pero llorando! Mis mellizos nacieron con dos minutos de diferencia y en el dia que ellos habian elegido para nacer (luego notaron que habia empezado con el trabajo de parto). En la sala de parto, los vi por primera vez juntos en una cunita y me parecieron una bendicion! Siento que los abrace con la mirada y esa imagen me quedara para siempre conmigo!
Fue tan emocionante, no lo sentí doloroso y me repuse pronto, a la mañana siguiente senti que corrí -no fue tan asi claramente- para ver a mis bebés a neonatología y alzarlos todo lo que pudiese. Estoy segura que el parto natural debe ser una maravilla, pero yo celebro el nacimiento de mis hijos así tal como fue. No le cambiaria nada. Ellos vinieron como pudieron o quisieron y yo los recibí de la misma manera, todos dimos lo mejor de nosotros. Finalmente, lo importante es que nos encontramos ahí los cuatro de una manera diferente y desde entonces nada pero nada es, fue, ni será igual…