Me sorprende porque a veces a los adultos nos gusta hacerles preguntas obvias a los bebés de la edad de mis hijos. ¿Qué buscamos con esas preguntas?, ¿Saber cuanto saben?, ¿Pensamos que las preguntas evidentes son una forma de estimulación?, ¿Son algo así como un chequeo de lo que saben para luego felicitarlos? o esconden nuestra búsqueda por deleitarnos con las gracias infantiles?
He observado que cuando le preguntan a mi hija: ¿Donde está Lu? y ella no se ha escondido, no responde pareciendo poner en evidencia que la pregunta no aplica en ese momento. Yo creo que piensa algo así como: "Yo no me escondí, es obvio que acá estoy porque nos estamos mirando". Las veces que sucede esta situación, yo invito a su interlocutor a esconderse él o brindarle a Lu, la posibilidad de hacerlo para que el juego realmente tenga sentido. Entonces cuando finalmente se concreta, viene la respuesta motivadora de la pregunta y que todos esperaban:"ACA TA".
A mí no me gusta preguntarles demasiado cuestiones a mis hijos de su supuesto saber porque confío que para eso las herramientas más confiables son la observación y estar atenta a sus preguntas. A veces siento que demasiadas preguntas interrumpen su aprendizaje, su interés y lo predisponen por la gracia que causan con sus respuestas a agilizar ese mecanismo que seguir su propio interés.
Mi forma de estimulación es rodearlos de detalles, por eso preparé para mis hijos una mesa de comer llena de figuras, colores y formas, para utilizarla como plataforma de aprendizaje. El veo, veo es un juego disparador para mi, donde yo no hago preguntas sino que les presento imágenes que ellos descubren a su tiempo. El resultado es pasarme horas respondiendo sus propias preguntas: ¿Esto? Eso es un patito, ¿Esto? Esto es una sombrilla ¿Esto? y así sucesivamente. Puedo repetir incesantemente sobre una misma figura y lo que más disfruto es cuando son ellos mismos quien descubren objetos similares en otras imágenes.
Quiero ser yo quien está disponible a sus inquietudes y no que ellos aprendan que responder determinadas preguntas causan gracia a los adultos. No quiero entrenarlos en el arte de agradar sino que ellos puedan conectarse con sus sensaciones, emociones o deseos. Por eso si podrán verme preguntar ¿Querés más?, ¿Tenés sueño?, ¿Te molesta tu pañal sucio?. Quizás pueden parecer preguntas obvias las mías, pero persiguen la idea de que puedan conectarse con aquellos que les pasa.