Ni dirás en voz alta las palabras más ordinarias que en la Real Academia Española figuren, ni permitirás que la sangre suba a tu rostro consiguiendo con ello un aspecto violáceo poco agradable para el ojo ajeno, y lo que es peor, para el ojo propio. Te irás del sitio en el que te dejó esperándolo con la cabeza en alto; nada de agacharla y mirar al suelo. No te encaminarás a tu casa para deprimirte a gusto o para llamar a tu mejor amiga y contarle detalladamente la cita que podría haber ocurrido y que nunca ocurrió. O te meterás en un cine, o te tomarás unas cervezas en algún bar de tu agrado, o darás un buen paseo por algún sitio de la ciudad que te guste.
Bajo ningún punto de vista:
1- Comprarás una pizza XXL, un menú súper-híper familiar de fast food, o te detendrás en una panadería y pagarás el sueldo del personal que allí trabaje con tu compra.
2- Irás corriendo a tu casa por si quien no apareció te llama para darte una explicación.
3- Le permitirás a tus pensamientos autoestimaporelsuelo que entren en tu mente.
4- Practicarás puerting* en tu domicilio.
* Puerting: deporte unipersonal que se caracteriza por la apertura reiterada de la puerta de la heladera/nevera. La finalidad es introducir en el cuerpo aquello que dentro del electrodoméstico se encuentre. El jugador utiliza sus extremidades superiores y su aparato digestivo para practicarlo. No se requiere entrenamiento previo.
Qué ganarás: no pesar 2 o 3 kilos más cuando te recuperes del plantón.
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Si te critica al volante
Cuando empiece con su eterna monserga de que no metiste el cambio/la marcha que correspondía, o que no vas por el carril por el que deberías ir, o que quien te dio el registro/carnet de conducir sin ningún lugar a dudas estaría ebrio; tres palabras tiene la autora para ti: no te inmutarás. Dejarás que se despache a gusto. Mientras, lo escucharás, tragarás grandes cantidades de saliva y esperarás (la autora te recuerda lo que te ha dicho en otra ocasión: con ese ingrediente llamado paciencia resolverás muchas cosas). Una vez que estés en el medio de la General Paz/M-30 le dirás que escuchas un ruido muy raro en el coche. Te detendrás en la banquina/el arcén y, como eres quien conduce, le pedirás que baje para ver a qué es debido. Cuando tenga los dos pies fuera del vehículo arrancarás. Esbozarás una amplia sonrisa y mirarás su cara de desconcierto por el espejo retrovisor. Si llueve; mejor. Si graniza; mucho mejor. Si nieva y hay una ventisca huracanada proveniente del noroeste; inmejorable. No volverás a buscarlo. No te permitirás pensar en resfriados ni en posibles insultos.
La autora te advierte: deberás estar preparada pues se enojará, puede que no te hable durante varios días, y hay grandes posibilidades de que te pida el dinero que le costó el taxi.
Qué ganarás: ni abrirá la boca para respirar cuando el coche esté bajo tus manos la próxima vez.
La autora te advierte: deberás estar preparada pues se enojará, puede que no te hable durante varios días, y hay grandes posibilidades de que te pida el dinero que le costó el taxi.
Qué ganarás: ni abrirá la boca para respirar cuando el coche esté bajo tus manos la próxima vez.
Si se olvida de tu cumpleaños
Ni te pondrás morada de bronca ni imprecarás usando para tal fin las peores palabras que encuentres en el diccionario de la Real Academia Española. Te tomarás un té de tilo o alguna tisana para la furia. A medida que pasen las horas de tu feliz día y notes que tu príncipe sigue sin acordarse, tu ira incrementará. Entonces respirarás profundo, o te tomarás otra tisana, como veas. Pero en ningún momento perderás la compostura. Grabarás a fuego en tu materia gris: los gritos suelen ir acompañados de gesticulaciones. Las gesticulaciones suelen ir acompañadas de diferentes expresiones faciales. Las expresiones faciales son las madres de todas las arrugas. En resumen: a mayor pérdida de compostura, mayor cantidad de arrugas en tu rostro. Y tú no quieres arrugas, lo que quieres es vendetta. Y para ello lo único que necesitas es paciencia (con este ingrediente se soluciona todo, tú confía en la autora). Llegará ese domingo a la tarde en el que jueguen Boca-River/Barza-Real Madrid. Puede que el clásico se juegue a los pocos días de tu cumpleaños, puede que luego de meses, pero la autora te promete: llegar, llegará. Cuando esto suceda, en el minuto número 7 del primer tiempo te meterás en la cocina. No será para prepararle un tentempié o para agarrar una cerveza helada que llevarle al salón donde mira su amado fútbol; tampoco será para fregar los platos sucios del mediodía; será para que enchufes todos los electrodomésticos que en tu cocina encuentres. Si no llegaran a ser suficientes, enchufarás también el secador de pelo, el lavarropas, la estufa de cuarzo, el ventilador de techo, la depiladora y la aspiradora.
Qué ganarás: harás saltar los tapones.
Qué ganarás: harás saltar los tapones.
Si te dice que tu culinaria no es tan buena como la de su madre
Ni harás un curso de cocina
tailandesa, ni buscarás recetas en internet que puedan ser de su
agrado, ni llamarás a tu suegra para que te diga cómo es que su
comida es lo más y la tuya lo menos, ni llorarás a escondidas. Te
pondrás tu delantal predilecto, abrirás la heladera/nevera y, en
base a los alimentos que en la misma encuentres, cocinarás. Le
pondrás buena voluntad, esmero y amor a tu plato. Lo decorarás con
ramitas de perejil o patitos esculpidos en manzana, lo que prefieras.
Y se lo servirás con una amplia sonrisa. Acompañarás tu plato con un buen
cabarnet sauvignon. Echarás en su copa de
vino una treintena de gotas de laxante o un buen chorro de algún diurético.
Qué ganarás: de ahora en más apreciará tus salchichas hervidas como nadie.
Qué ganarás: de ahora en más apreciará tus salchichas hervidas como nadie.
Si no se deja seducir
Si te pones el portaligas/liguero, los stilettos/tacones y el disfraz de mucama/chacha y él te dice que tiene que ver el fútbol, la autora te pide: erradicarás todos los pensamientos autoestimaporelsuelo que acudan a tu mente en el acto. El problema no eres tú, sino ¡el fútbol y él! Te quedarás con tu trajecito, tus zapatitos y tu ropita interior sexy puesta. Y esperarás noventa minutos (a menos que haya prórroga, entonces esperarás ciento veinte minutos. A menos que luego de la prórroga vayan a penales, entonces esperarás alrededor de ciento treinta y pico minutos). Cuando los veintidós sudorosos dejen de correr y de darse pataditas, tu príncipe volverá al mundo en el que estás tú. Entonces, pasarás ingenua con tu atuendo por adelante de él para recoger las botellas vacías de cerveza y el plato sin una miga de maníes/cacahuates. La autora te asegura que cuando te vea, y ahora sí que te verá, sus manos serán atraídas por tu atuendo como un imán. Tú procederás con las siguientes palabras: «noventa (ciento viente o ciento treinta y pico) minutos atrás te habría hecho de todo, justo HOY me SIENTO con ganas de ENTREGARTE lo que me PIDAS (nota de la autora: enfatizarás las palabras en mayúsculas)». Aquí callarás y disfrutarás viendo su cara expectante. Si en este momento de expectación se te cae algún líquido sobre tu traje de mucama/chacha y tienes que limpiarte el escote mucho mejor. Y concluirás: «¡es una pena! Hace exactamente siete minutos me indispuse/vino la regla».
Qué ganarás: la próxima vez estará disponible para ti aunque aparezcas disfrazada de vaca embarazada con sarampión.
Qué ganarás: la próxima vez estará disponible para ti aunque aparezcas disfrazada de vaca embarazada con sarampión.
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