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lunes, 17 de marzo de 2014
El centro del universo
El centro del universo se encuentra ubicado en el ombligo. Y dado que todo ser humano nace con uno, ese centro universal no es solo uno, ni diez, sino millones. Nace un bebé, nace un centro del universo. Y aunque su forma cambia, su tamaño no varía igual. Esto ha revolucionado por completo el aspecto científico y, por supuesto, el turístico que ofrecía viajar al centro de la porción universal en módicas cuotas anuales. Ahora son los amantes, cómplices de la desnudez, quienes frecuentan con ahínco el punto más poblado de la Tierra.
lunes, 10 de junio de 2013
Mantuquenia
Se equivoca, señor, este no es el lugar que usted busca. Ese pueblo está mucho más allá y un poco más acá de lo que parece. Está en la frontera y a la vez en el limbo. Bastante lejos, por cierto, aquí no más a un par de calles. Allá y aquí. Buen viaje.
viernes, 29 de junio de 2012
Sequía
Hace tiempo que este pueblo está en sequía. Ya no solo los maizales parecen pergaminos, sino que cada vez más perros aparecen desmayados durante el día, acurrucados en medio de las sombras. Los niños agotaron las últimas gotas que le quedaban a la fuente y ahora deambulan sobre los caminos empedrados, rogando entre las tiendas por un poco de agua. Los negocios quiebran y la gente empieza a morir.
En medio de la crisis, anoche soñé que llovía. Cuando desperté, descubrí que también había sucedido en el pueblo. Todos se regocijaban por el retorno del agua y las matronas se agolparon a las puertas de la iglesia para rezar por un aguacero más. Sin embargo, después de varias semanas, no volvimos a ver ni el asomo de una llovizna.
“Que me despierten antes de la inundación”, le dije a mi madre. Creo que no me entendió.
En medio de la crisis, anoche soñé que llovía. Cuando desperté, descubrí que también había sucedido en el pueblo. Todos se regocijaban por el retorno del agua y las matronas se agolparon a las puertas de la iglesia para rezar por un aguacero más. Sin embargo, después de varias semanas, no volvimos a ver ni el asomo de una llovizna.
“Que me despierten antes de la inundación”, le dije a mi madre. Creo que no me entendió.
miércoles, 27 de junio de 2012
El pueblo que se tragó la tierra
La historia del pueblo que se tragó la tierra es esa. Precisamente, que se lo tragó la tierra. En todo caso, a riesgo de hacer apología a la redundancia, no es necesario entrar en mayores detalles. Quizá, valdría la pena hablar de don Genaro, activo miembro de la biblioteca municipal, a quien preguntarle cualquier duda relacionada con la historia, resultaba fascinante. Tal vez, de la señora Cotrino, querendona anciana que acababa de completar su madrinazgo número veintinueve. O, por qué no, mencionar al alcalde Gabriel, quien en medio del adefesio político de este país, siempre se caracterizó por su integridad y su interés en el bienestar comunitario. Personajes —cómo no— hay muchos, pero lo que hizo inolvidable a ese pueblo, lo que contribuyó en realidad a hacerlo un lugar de visita obligada, fue el suceso de la madrugada del 23 de agosto de 1984. Así, sin más, se lo tragó la tierra.
miércoles, 1 de febrero de 2012
De por qué a la entrada de un pueblo en ruinas se encuentra un kilómetro de zapatos
Vuelvo. En señal de respeto ante los caídos, me quito los zapatos y los dejo a la entrada, justo antes de pisar el suelo bañado por la tragedia. Después de tantos años, regreso a este pueblo del que ya solo quedan escombros. Mientras camino, trato de reconocer los lugares que me vieron crecer, pero nada me resulta familiar. La desolación del lugar me indica que la lava del volcán que se desbordó aquella noche no solo arrasó con los lugares, sino también con los recuerdos. Lo único que me guía son los epitafios, clavados sobre la lava seca, justo encima de las viviendas que ahora se clasifican como desaparecidas. Sobre las inscripciones solo se encuentra tallado el apellido de la familia, como si los nombres de pila bautismal también se hubieran esfumado esa noche de cuarto creciente. Cada apellido me evoca algo: el olor al pan fresco de la casa de los Muñoz, los partidos de fútbol en el solar de los Amézquita, la inusual belleza de primogénita en la ventana de los Ibarra, los juegos de cumpleaños a las escondidas en el patio de los Restrepo.
Al fin llego a la que era mi casa. Debo estar parado sobre los huesos de mis padres y mis hermanos, sepultados en fracciones de segundo por la furia de un volcán que nunca avisó. Me hinco y cierro los ojos. Lloro en silencio. Cuando me levanto, siento una brisa húmeda sobre mi rostro, pista inequívoca de que los fantasmas, que aún gritan de dolor, se alegran de ver a un conocido. Es hora de partir. Aunque no detallo mis huellas, sé que los vestigios de mis pies descalzos sobre la escoria son un grito de esperanza para las víctimas de este lugar: el saber que uno de cientos de miles sobrevivió a la cólera de la naturaleza esa fatídica noche. No recojo mis zapatos. Los dejo ahí. Es mi manera de decirle al destino que pude escapar de su fatalidad.
Al fin llego a la que era mi casa. Debo estar parado sobre los huesos de mis padres y mis hermanos, sepultados en fracciones de segundo por la furia de un volcán que nunca avisó. Me hinco y cierro los ojos. Lloro en silencio. Cuando me levanto, siento una brisa húmeda sobre mi rostro, pista inequívoca de que los fantasmas, que aún gritan de dolor, se alegran de ver a un conocido. Es hora de partir. Aunque no detallo mis huellas, sé que los vestigios de mis pies descalzos sobre la escoria son un grito de esperanza para las víctimas de este lugar: el saber que uno de cientos de miles sobrevivió a la cólera de la naturaleza esa fatídica noche. No recojo mis zapatos. Los dejo ahí. Es mi manera de decirle al destino que pude escapar de su fatalidad.
miércoles, 21 de diciembre de 2011
Rarezas de la reflexión II
Las aguas del río Nolbarán reflejan el estado del alma. Si un hombre de corazón noble, a pesar de no tener la apariencia más afortunada, se acercara, el río reflejaría un atractivo caballero, digno de emparentar con la realeza. Hasta allí, han llegado cientos de feligreses que creen purgadas sus faltas para ver qué tan atractivos pueden llegar a ser gracias a los efectos del perdón. Sin embargo, ante ese nuevo y desquiciado propósito, los reflejos del río tienen nuevos denominadores comunes: claras visiones de monstruos, engendros y brujas.
miércoles, 4 de agosto de 2010
Amor Caribe
El Mar Caribe se enamoró de Lía desde la primera vez que ella eligió sus costas para descansar. Cuando llegaba la muchacha, subía la marea como manifestando su alegría de verla. Un día apareció en la playa con un apuesto moreno, a quien amó a plena vista del atardecer. El mar enfureció y enceguecido por los celos lanzó una ola descomunal que arrastró a los amantes hacia los arrecifes. Luego les envió sus rompientes más terribles y los llevó a las profundidades donde terminaron siendo cena de tiburones. Desde ese día el turismo en el Caribe ha disminuido dramáticamente. Los entendidos dicen que dejó de ser el destino de antes y que, por una razón inexplicable, perdió su tradicional alegría tropical.
lunes, 12 de julio de 2010
Terelí
—¡Hola, amigo!
—Buenos días, señor, bienvenido a Terelí.
—Gracias, amigo. Es usted muy amable. ¡Cómo estaban todos de equivocados!
—Discúlpeme, señor, ¿por qué lo dice?
—Habladurías, amigo… Dicen que es un pueblo tenebroso…
—¿Tenebroso? ¿Eso dicen de Terelí?
—Sí, pero desde que llegué he visto todo lo contrario. Aquí todos son muy cordiales y no veo nada de lo que tanto dicen…
—Discúlpeme ser tan insistente, ¿pero a qué es lo que tanto dicen?
—Ah, no me haga caso, amigo, chismes de la gente. Dicen que a este pueblo sólo llegan los muertos…
—¿Muertos? Ah, bueno, si es por eso, no tiene de qué preocuparse.
—Eso veo, amigo, eso veo…
—Con respecto a eso tienen toda la razón.
—Buenos días, señor, bienvenido a Terelí.
—Gracias, amigo. Es usted muy amable. ¡Cómo estaban todos de equivocados!
—Discúlpeme, señor, ¿por qué lo dice?
—Habladurías, amigo… Dicen que es un pueblo tenebroso…
—¿Tenebroso? ¿Eso dicen de Terelí?
—Sí, pero desde que llegué he visto todo lo contrario. Aquí todos son muy cordiales y no veo nada de lo que tanto dicen…
—Discúlpeme ser tan insistente, ¿pero a qué es lo que tanto dicen?
—Ah, no me haga caso, amigo, chismes de la gente. Dicen que a este pueblo sólo llegan los muertos…
—¿Muertos? Ah, bueno, si es por eso, no tiene de qué preocuparse.
—Eso veo, amigo, eso veo…
—Con respecto a eso tienen toda la razón.
miércoles, 23 de junio de 2010
Justicia
Pues en de pronto usté no cree, ¿no? Pero yo sí le digo una cosa, pueblo así de justo como este no va a encontrar. Eso no es sino que vaya donde usté quiera y verá que le hablo la purita verdá. Aquí ladrón que encontramos es cristiano que vai parar a manos nuestras. No le niego que a veces somos un tricitito violentos, pero usté sabe que con las ratas no se puede jugar. Hay que ajusticialos como es o si no siguen haciendo de las suyas. Aquí en Chipiribí no hay necesidá de que traigan policía porque las cosas funcionan de otra forma. Fíjese, ahí no más el otro día agarramos un guambitico lo más chiquitico dizque robándole las naranjas a doña Josefina. Ahí se armó la grande, patrón. Lo llevamos a la plaza y le dimos piedra ventiá. Luego el marido de la Josefina lo encendió a puño. Nadien hizo nada. Sólo la mamá que estaba ahí no más se ofreció en lugar de su guámbito, pero hasta ella sabía que nada iba a evitar que le enviaran el chinito a mejor vida. Se puso a chillar, claro, pero eso sí quién la manda a no educar la prole. ¿Esos que vienen ahí? Son los hermanos Montero, patrón, los encargados de agarrar a los pillos. ¡Compadres, vengan no más los relaciono! ¿Qué pasa? ¿Qué hacen, compadres? ¿A dónde me llevan? ¿Qué pasa, pendejos? ¡Suéltenme, vergajos! ¡Suéltenme!
miércoles, 12 de mayo de 2010
Profundidad
Hace mucho tiempo, la ribera de Petrelia era uno de los lugares de mayor proyección turística en el mundo. Para ir, se debía reservar con varios meses de anterioridad y no había un solo día en el año que no estuviera colmado de gente. Su apogeo, en todo caso, era más que lógico: la persona que se sumergía en sus mares y nadaba hasta el fondo de ellos podía encontrar una idea. Los turistas entraban una y otra vez y sacaban ideas originales que luego usaban en su vida personal, profesional o artística. Como era de esperarse, fue un éxito comercial apabullante. Con el paso de los años, sin embargo, el número de ideas que quedaba en el fondo de los mares de Petrelia fue disminuyendo y, del mismo modo, el de visitantes. Lo que todos desconocen es que en un nivel todavía inexplorado, el mar se extiende millones de millones de kilómetros con ideas que habitan intocadas en sus profundidades.
miércoles, 21 de abril de 2010
Cambio climático
A unos cuantos kilómetros de las colinas de Túmperda se encontraba el pueblo de Dalimá. Hubiera sido un municipio como cualquier otro si no fuera por la particularidad de uno de sus habitantes: Rubén Vinicio, un hombre con la increíble capacidad de modificar el clima de su pueblo según su estado de ánimo. Cuando estaba feliz, el cielo estaba completamente despejado y el sol brillaba como diamante, pero en sus días más difíciles, el aire se tornaba denso, pesado y grisáceo. Si estaba tranquilo, reinaba un ambiente armonioso donde los gorriones cantaban, pero si, en cambio, sentía angustia, los chubascos aparecían con amagos inminentes de lluvia. Lo que último que se supo de Rubén fue que la mujer que amaba lo dejó por otro y huyó del pueblo con él. Días después, Dalimá fue sepultado por un diluvio.
miércoles, 17 de marzo de 2010
Babilenia
Entre Babilenia y sus nativos hay un conflicto permanente. Cada vez que los babilenios duermen, el pueblo se levanta, desprende sus estructuras del piso y huye de sus aldeanos en búsqueda de mejores habitantes. Las razones del lugar para irse son muchas: está cansado de la superpoblación debido a la falta de planificación, no soporta a las solteronas que denigran de su arquitectura y no aguanta más que las obras de reparación siempre queden a medio armar por las sospechosas contrataciones del alcalde. Ante el problema, los habitantes han ideado un plan para que el lugar no escape contratando un vigilante con el propósito de que les avise a los ciudadanos cada vez que el pueblo huye y así puedan seguirlo a donde vaya. Después de varias fugas fallidas, Babilenia ha comprendido que está condenado a ser habitado por personas que, según él, no lo merecen, pero que, al menos, nunca lo dejarán solo.
miércoles, 10 de marzo de 2010
La isla de la fe
A 28 grados, 46 minutos y 9 segundos latitud sureste se encuentra Tupac Aidé, una isla que sólo aparece esporádicamente, tal cual como lo hacen las ballenas cuando se sienten seguras de salir a la superficie. La mayoría del tiempo se encuentra sumergida en el agua. Sólo cuando una persona desterrada de las pasiones materiales en una búsqueda exclusivamente espiritual se acerca hacia ella, Tupac Aidé emerge del océano mostrando sus playas níveas, vegetaciones exóticas y maravillas tropicales. Millones de viajeros se han dado a la tarea de visitarla, pero para su sorpresa, la caprichosa isla se queda enterrada en el océano, negándose a mostrar todo aquello que la hace irrepetible. Nadie, en millones de siglos, la ha visto aún.
miércoles, 17 de febrero de 2010
Caídos
En Iryda no existe ley de gravedad. Las calles, las avenidas y las edificaciones están sostenidas en el cielo, suspendidas como un salto interminable. Cuando una persona debe dirigirse de un lugar a otro, lo hace planeando, extendiendo sus manos como alas y recibiendo aire fresco en el rostro. Y cuando necesita recorrer grandes distancias, toma unos buses volantes que hacen recorridos específicos, diarios y puntuales. La gente estudia, trabaja y se divierte como en cualquier otro lugar, con la única y magnífica diferencia de que lo hace volando. Sin embargo, Iryda castiga de manera irremediable a los habitantes que traicionan la pureza de su pueblo. Si alguien llega a mentir, sin intermediario alguno y sin importar el nivel de engaño, Iryda destierra al que falta a su palabra y lo hace descender sin contemplaciones. Los que caen llegan a la Tierra.
miércoles, 10 de febrero de 2010
Discordia
Existe un punto en la Tierra; mínimo, irrepetible y exacto; con una característica increíble: quien llega hasta allí y se para sobre él durante siete minutos con los ojos cerrados y bajo la más absoluta concentración tendrá revelados todos los misterios del universo. Desde el más elemental hasta el más complejo y debatible. Encabezada por representantes del G8, se ha enviado la Answer Mission, una genial expedición comandada por expertos científicos con el único objetivo de hallar el punto escondido. La buena noticia es que lo han encontrado. La mala, que la lucha por poseerlo ha desatado la Tercera Guerra Mundial.
miércoles, 20 de enero de 2010
Dolasia
Alejado del bullicio mundano, existía un lugar magnífico y espléndido. De sus colinas se desplegaban cascadas que dejaban a su paso millones de plantas creciendo al ritmo que imponía la naturaleza. Ni una sola nube se asomaba sobre su cielo y por eso el firmamento se divisaba nítido, como en ningún otro lugar en el mundo. La armonía entre el lugar y sus habitantes era increíblemente inspiradora. Los leopardos conversaban durante largas horas con los geranios, así como los manatíes se entretenían con las estrellas de mar. De sus árboles crecían limarios, guayales, plenutes y anoros, todos frutos enormes, exquisitos y desconocidos. En Dolasia las aves volaban en círculos, como reconociendo que no había un mejor lugar adónde migrar. Su aire era el más fresco y curativo de la Tierra y sus manantiales eran tan puros que brillaban como diamantes. De día se sentía un delicioso olor a vainilla y en la noche era fácil percibir el aroma a chocolate. Un día llegó el hombre.
lunes, 26 de octubre de 2009
Captura
Cuando Teresa Maltus compró su cámara, nunca imaginó las consecuencias que producirían sus fotografías. Cada vez que obturaba, la persona, el lugar o la cosa que cubría el campo de imagen desaparecía instantáneamente, como si, por un efecto mágico, quedara archivado en el aparato. La primera vez que le sucedió pensó que tan sólo era una ilusión óptica. Pero al ver el monumento nacional sin el busto del prócer, y al niño caminando sin torso, y al firmamento con un cuadrado transparente en el medio, se dio cuenta de que no era un mero espejismo. Entonces, desesperada por el caos provocado, obturó a diestra y siniestra haciendo desaparecer todo lo que la rodeaba. Y allí quedó, con su cámara llena de unos recuerdos que no se atrevía a contemplar, llorando en medio de un infinito desierto traslúcido.
lunes, 12 de octubre de 2009
Misterio de carreteras
—¡Discúlpeme, señor! —grita una mujer asomándose por la ventana de su carro mientras lo va orillando—. Estoy buscando el pueblito ese donde la gente no tiene nombre…
—Claro, mi doña —replica un viejo acercándose para escucharla—. ¿Qué quiere saber?
—Todo… —sentencia ansiosa la mujer.
—Pues todo, todo, no lo sé —interrumpe el viejo—. Pero le puedo decir lo que he oído.
—Por favor…
—Imagínese que allá la gente se llama por lo que hace. El alcalde actual, por ejemplo, es ‘el alcalde que es hijo del senador’ para diferenciarlo del anterior. El mejor panadero es ‘el de la panadería de la tercera calle a la izquierda desde la plaza’, diferente al de la competencia, que es ‘el señor de la panadería barata’. ¿Me entiende?
—¿Y todos se llaman así? —pregunta incrédula.
—Claro, mi doña —interrumpe el viejo—. No es tan difícil como parece…
—Eso tengo que verlo —dice sonriendo la mujer—. ¿Cómo llego?
—¿Como que cómo llega?
—Sí, señor —dice ofuscada—. ¿Cómo llego hasta allá?
—Usted es igual que el resto —replica molesto el viejo—. ¿Cómo quiere llegar a un pueblo si ni siquiera sabe cómo se llama?
—¿Y cómo se llama?
—¿Qué cosa, mi doña?
—El pueblo ese…
—Ese tampoco tiene nombre.
—Claro, mi doña —replica un viejo acercándose para escucharla—. ¿Qué quiere saber?
—Todo… —sentencia ansiosa la mujer.
—Pues todo, todo, no lo sé —interrumpe el viejo—. Pero le puedo decir lo que he oído.
—Por favor…
—Imagínese que allá la gente se llama por lo que hace. El alcalde actual, por ejemplo, es ‘el alcalde que es hijo del senador’ para diferenciarlo del anterior. El mejor panadero es ‘el de la panadería de la tercera calle a la izquierda desde la plaza’, diferente al de la competencia, que es ‘el señor de la panadería barata’. ¿Me entiende?
—¿Y todos se llaman así? —pregunta incrédula.
—Claro, mi doña —interrumpe el viejo—. No es tan difícil como parece…
—Eso tengo que verlo —dice sonriendo la mujer—. ¿Cómo llego?
—¿Como que cómo llega?
—Sí, señor —dice ofuscada—. ¿Cómo llego hasta allá?
—Usted es igual que el resto —replica molesto el viejo—. ¿Cómo quiere llegar a un pueblo si ni siquiera sabe cómo se llama?
—¿Y cómo se llama?
—¿Qué cosa, mi doña?
—El pueblo ese…
—Ese tampoco tiene nombre.
lunes, 24 de agosto de 2009
Revés
Hay un planeta en el que todo funciona al revés. No sólo el día es de noche, sino que el reloj corre en sentido contrario de tal modo que se nace viejo y se muere joven. Con respecto a la vida animal, la cadena alimenticia está completamente truncada así que fácilmente se puede ver a una oveja saciándose con la carne de un lobo. En la vida laboral, son los empleados los que mandan sobre sus jefes y los que aquí ocupan cargos de baja relevancia para las compañías, allá se desempeñan en las más altas esferas profesionales. Así mismo, cuanto más se come, más se adelgaza y, curiosamente, cuanto más se ejercita una persona, más débil se vuelve. Hoy un habitante de Revés ha llegado a la Tierra, pero se ha ido muy pronto. Dijo que sería imposible vivir en semejante caos.
lunes, 10 de agosto de 2009
El piano de Furanji
Era bien sabido que cada noche el Conde de Furanji conocía una nueva amante. Su belleza, su dinero y su poder eran razones suficientes para que las mujeres se derritieran en sus sábanas. Lo curioso era que cuando la pasión ardía en la habitación del Conde, su piano, sin intérprete alguno, empezaba a evocar solo una melodía que encendía el calor de los amantes. Las teclas se tocaban de manera independiente y, aunque nadie ejecutaba las notas, los sonidos estaban cargados de una enorme melancolía, de una pasión incontenible, de una tristeza particular. Solitario, el piano trataba de atraer una pareja con su música, como buscando el amor que le sobraba a su dueño.
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