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viernes, 8 de noviembre de 2013
El racionamiento
En el año 92, debido a la escasez se agua que se presentó en las hidroeléctricas de Colombia por un fenómeno climático, el gobierno se vio obligado a decretar un racionamiento de energía en el que se hacían cortes de luz de las cinco de la tarde a las nueve de la noche. Durante esas horas, las familias sustituimos el televisor por la radio y el silencio por el diálogo. Recuerdo con cariño el tiempo que pasaba escuchando las anécdotas de mis abuelos contándonos acerca del amor que los encontró. Aquel navío que atravesaba el río Magdalena al que mi abuelo se coló solo para ver a mi abuela, aquellos telegramas que se enviaban desde sus ciudades natales para sostener vivos los recuerdos, aquel bolero dedicado en la serenata que selló el enamoramiento. La paradoja no deja de sorprenderme. Volvió la luz y se apagaron las conversaciones.
viernes, 11 de octubre de 2013
Falcao y el destino
Años atrás, cuando aún conservaba el sueño de ser futbolista, llegué a un equipo de Bogotá llamado Fair Play. Allí jugaba un pequeño prodigio que hoy sigue conservando el récord de ser el jugador más joven en debutar en fútbol profesional (a los 15 años en segunda división). Ese prodigio era conocido como Radamel. Un año antes de eso, cuando yo hacía parte de las divisiones inferiores del equipo de mis amores, Millonarios, nos habíamos enfrentado a él y a su equipo, Fair Play, en una semifinal de la Liga de Bogotá. Recuerdo como si fuera ayer el gol que marqué y el 2-0 posterior que cerró la primera etapa a nuestro favor. Y recuerdo también la impresionante figura de Radamel emergiendo, renaciendo de las cenizas como el fénix, en un segundo tiempo de ensueño, en el que marcó tres goles y volteó el partido. Fair Play pasó a la final, nosotros quedamos en el camino y Radamel quedó en mi memoria para siempre. Un año después, como dije, jugué a su lado. Ese privilegio no se compara con nada. Él siguió el camino del fútbol para convertirse en el mejor 9 del mundo y yo tomé el rumbo que me marcó la publicidad. El destino hizo que mi más reciente campaña lo tuviera a él como protagonista y hoy, ese mismo destino, nos vuelve a encontrar. A mí, detrás de un televisor, con la admiración que me sigue despertando su impresionante talento y a él, como la estrella a la que todo un país le ruega un regreso al evento deportivo más importante del mundo. ¡Vamos, Radamel!
viernes, 20 de septiembre de 2013
Desaprender
Soy un convencido del desaprendizaje. Hace cinco años realicé el Taller de Microliteratura en la Escuela de Escritores y lo que aprendí no tiene nombre. Ahora reinicio otro taller, de Microrrelato en esta ocasión, con la maravillosa Isabel González como maestra y un gran grupo de compañeros que me acompañarán en el viaje. Les iré contando acerca de esta nueva aventura.
viernes, 6 de septiembre de 2013
Ángel Zapata
Más por menos es una antología de microrrelatos hispánicos editada por Sial Narrativa a cargo de Ángeles Encinar y Carmen Valcárcel. El libro, hasta el momento, me había parecido aceptable. A mi parecer, hay demasiados microrrelatos por autor y algunos, incluso, no resultan tan atractivos como para componer una buena antología. Sin embargo, al llegar a la página 259, sentí que la espera valió la pena. La grata sorpresa, entre el agrado y el deleite que fue encontrar textos de Julia Otxoa y Ángel Olgoso, fue el escritor madrileño Ángel Zapata. ¿Por qué? Porque sus textos rompen el molde de lo que conocía hasta ahora. Ahondan en un territorio donde la narrativa y la poética confluyen de una forma absolutamente natural. Y, sobre todo, porque la experiencia de leer a Zapata deriva en una experiencia, no exagero, surreal. Solo para que se hagan una idea:
Migraciones 3
Dime una cosa: ¿con qué abrochas un día a otro día? Para los esquimales —lo he leído en un libro— los días son tan frágiles como arpones de hielo. Los días, para mí, son cigüeñas de sal anidando a la orilla de un lago. Cuando eras niña, hablabas en secreto el idioma del frío. No me beses para que me calle. Respóndeme.
Migraciones 3
Dime una cosa: ¿con qué abrochas un día a otro día? Para los esquimales —lo he leído en un libro— los días son tan frágiles como arpones de hielo. Los días, para mí, son cigüeñas de sal anidando a la orilla de un lago. Cuando eras niña, hablabas en secreto el idioma del frío. No me beses para que me calle. Respóndeme.
viernes, 30 de agosto de 2013
De canciones eróticas
Siempre he pensado que la música es una fuente inagotable de inspiración cuando de historias se trata. Joaquín Sabina, un cantautor que sigo con fervor, escribió una que lo demuestra con creces. Peor para el sol es una de esas canciones que no me canso de escuchar por su altísimo contenido poético y su cercanía con el erotismo.
Aquí les dejo un framento y, de paso, un enlace para que escuchen la canción.
En mi casa no hay nada prohibido,
Pero no vayas a enamorarte,
Con el alba tendrás que marcharte para no volver,
Olvidando que me has conocido,
Que una vez estuviste en mi cama,
Hay caprichos de amor que una dama no debe tener.
Que la disfruten.
En mi casa no hay nada prohibido,
Pero no vayas a enamorarte,
Con el alba tendrás que marcharte para no volver,
Olvidando que me has conocido,
Que una vez estuviste en mi cama,
Hay caprichos de amor que una dama no debe tener.
Que la disfruten.
viernes, 28 de junio de 2013
Verse publicado
Cinco años después de la aventura diaria que me ha llevado escribir este blog, me parece pertinente la idea de confesar lo inconfesable. Mucho antes de dedicarme al microrrelato, escribí dos novelas. La primera se llamó Persecución y la segunda, La amargura de la libertad. Con solo recordar lo increíblemente obvios que resultan los títulos, ya podrán imaginarse el adefesio con el que podrían encontrarse si es que deciden leerlas. Pero bueno, qué le vamos a hacer… Era joven… El caso es que estas novelas fueron un capricho adolescente que, además de mal escritor, me hicieron editor y, para colmo, impresor. Repito, era joven…
Todo este preámbulo para traer a colación que la primera vez que me editaron fue, para qué vamos a negarlo, un espaldarazo que recibí con mucha alegría. Camilo Jiménez, editor colombiano al que admiro y respeto profundamente, tuvo la osadía de invitarme a publicar en uno de los números de El malpensante, una de las revistas culturales más representativas del país, y allí me vi, como quien se mira a un espejo y no puede creer lo que se refleja.
Un año después, Sergio Gaut vel Hartman; un gran escritor y editor argentino que se encuentra al frente de varios blogs dedicados al cuento, el microrrelato y el hiperbreve; me informó que quería uno de mis textos para la segunda versión de una serie conocida como Grageas, que edita Desde la gente en Buenos Aires. Incrédulo, le envié un par y en fue 2010 que tuve la alegría de ver uno de los cuentitos en un libro. En esta antología, que fue mi júbilo iniciático, también aparece mi entrañable amigo internacional Víctor Lorenzo.
Ya después vinieron las publicaciones en La Gaceta, el suplemento cultural de El País, el diario más importante de Cali; en Los comprimidos memorables del siglo XXI, que sirvió como libro conmemorativo del Congreso de Minificción que se celebró en Bogotá y donde también aparece mi otro gran amigo internacional Martín Gardella; en la antología de Art Gerust, que compiló la absurda cifra de 200 microrrelatos finalistas de su concurso de terror sobre Poe; en el libro de la Microbiblioteca, que sí me llenó de orgullo porque seleccionó los micros finalistas y ganadores del año 2011 del prestigioso Microconcurso y, por último, en un diario argentino de Santiago del Estero llamado El Liberal, que me publicó un texto navideño.
El tema de mi primer libro de microrrelatos ya es caso aparte, aunque dado a confesar, debo decir que su título ahora me parece terrible. Espero que del segundo, en caso de que se edite, no me haga arrepentir tres años después de su aparición.
Sea como sea, el tema es que la idea de que una editorial se interesara en lo que escribía siempre me pareció complicadísima, pero Rubén Blades tiene razón, por algo dice que la vida te da sorpresas, ya que, además de Manu Espada por De antología, un libro del que se ha hablado mucho en el mundo bloguero, más cuentitos tendrán padrinos. Uno de ellos es Carlos Paldao, que coordina una publicación para una organización académica de Nueva York conocida como ANLE, y el otro es el escritor catalán David Roas, que tiene un número de habitación que no se puede sacar de la cabeza y por eso me ha invitado a escribir sobre ella.
Yo no puedo estar más feliz, pero ya, no puedo decir más.
Todo este preámbulo para traer a colación que la primera vez que me editaron fue, para qué vamos a negarlo, un espaldarazo que recibí con mucha alegría. Camilo Jiménez, editor colombiano al que admiro y respeto profundamente, tuvo la osadía de invitarme a publicar en uno de los números de El malpensante, una de las revistas culturales más representativas del país, y allí me vi, como quien se mira a un espejo y no puede creer lo que se refleja.
Un año después, Sergio Gaut vel Hartman; un gran escritor y editor argentino que se encuentra al frente de varios blogs dedicados al cuento, el microrrelato y el hiperbreve; me informó que quería uno de mis textos para la segunda versión de una serie conocida como Grageas, que edita Desde la gente en Buenos Aires. Incrédulo, le envié un par y en fue 2010 que tuve la alegría de ver uno de los cuentitos en un libro. En esta antología, que fue mi júbilo iniciático, también aparece mi entrañable amigo internacional Víctor Lorenzo.
Ya después vinieron las publicaciones en La Gaceta, el suplemento cultural de El País, el diario más importante de Cali; en Los comprimidos memorables del siglo XXI, que sirvió como libro conmemorativo del Congreso de Minificción que se celebró en Bogotá y donde también aparece mi otro gran amigo internacional Martín Gardella; en la antología de Art Gerust, que compiló la absurda cifra de 200 microrrelatos finalistas de su concurso de terror sobre Poe; en el libro de la Microbiblioteca, que sí me llenó de orgullo porque seleccionó los micros finalistas y ganadores del año 2011 del prestigioso Microconcurso y, por último, en un diario argentino de Santiago del Estero llamado El Liberal, que me publicó un texto navideño.
El tema de mi primer libro de microrrelatos ya es caso aparte, aunque dado a confesar, debo decir que su título ahora me parece terrible. Espero que del segundo, en caso de que se edite, no me haga arrepentir tres años después de su aparición.
Sea como sea, el tema es que la idea de que una editorial se interesara en lo que escribía siempre me pareció complicadísima, pero Rubén Blades tiene razón, por algo dice que la vida te da sorpresas, ya que, además de Manu Espada por De antología, un libro del que se ha hablado mucho en el mundo bloguero, más cuentitos tendrán padrinos. Uno de ellos es Carlos Paldao, que coordina una publicación para una organización académica de Nueva York conocida como ANLE, y el otro es el escritor catalán David Roas, que tiene un número de habitación que no se puede sacar de la cabeza y por eso me ha invitado a escribir sobre ella.
Yo no puedo estar más feliz, pero ya, no puedo decir más.
viernes, 14 de junio de 2013
Fútbol y literatura
Muchos de ustedes saben que mi relación con el fútbol es muy estrecha. De niño, mi sueño era jugar en el equipo profesional de Millonarios y conseguir títulos. Sin embargo, el destino es azaroso y la vida me tenía preparados otros planes. Mi amor por el fútbol nunca amainó y el gusto por la literatura me llevó inevitablemente a coleccionar en mi biblioteca libros relacionados con ese deporte.
El primero de ellos fue un libro escrito por el periodista colombiano César Mauricio Velásquez en una obra dedicada a reconstruir los extraños hechos que condujeron a la muerte del defensa de la Selección Colombia, Andrés Escobar, a quien mataron por un autogol. Andrés Escobar en defensa de la vida se titula el libro que aún conservo en mi biblioteca, más por preservar el testimonio del nivel de locura y absurdo que habita en Colombia, que por su calidad literaria. Posteriormente, mi padre me obsequió De Pescaíto a la gloria, crónica del periodista costeño Fabio Poveda Máquez, en homenaje a la vida de ‘El Pibe’ Valderrama, un orgullo de futbolista 10 para los colombianos que continúa posicionándose como una referencia, a pesar de que su legado quedó atrás hace bastantes años ya.
En todo caso, hasta ese momento, no encontraba un nexo lo suficientemente poderoso entre el fútbol y la literatura. Eso, hasta que descubrí Los cuadernos de Valdano, una serie de textos donde el excampeón mundial del 86 recopila sus reflexiones futbolísticas acerca de su carrera y de figuras como Kempes, Maradona, Sedoorf, Ronaldo, Cruyff, Guardiola o Maldini y las mezcla con la de genios de la literatura, coincidencialmente muy cercanos al microrrelato, como Borges, Monterroso, Amado, Benedetti o Soriano. En ese momento, pensé que el matrimonio era posible. Y el amor se hizo más fuerte cuando tuve la fortuna de encontrar Cuentos de fútbol, un libro enteramente dedicado al vínculo entre ambas pasiones seleccionado por el mismo Valdano que contenía cuentos de escritores tan reconocidos como Bernardo Atxaga, Eduardo Galeano, Julio Ramón Ribeyro, Juan Villoro, Manuel Rivas, Roberto Fontanarrosa y Mario Benedetti, quien consiguió que su relato ''El césped'' se convirtiera en toda una revelación para mí.
Cuentos de fútbol derivó en una especie de espionaje hacia aquellos artistas, no solo escritores, que despertaban mi admiración y que, como yo, tenían un equipo de fútbol en su corazón. Así descubrí que el amor obseso de Fontanarrosa por Central, o de Serrat por el Barcelona o de Sabina por el Atleti resultaba muy similar al que yo le profeso a Millonarios.
Y ya que yo me confesé, me parece lógico que ustedes también lo hagan. ¿Cuál es el club de sus amores, al que le escribieron o le escribirían una historia? Compartan.
El primero de ellos fue un libro escrito por el periodista colombiano César Mauricio Velásquez en una obra dedicada a reconstruir los extraños hechos que condujeron a la muerte del defensa de la Selección Colombia, Andrés Escobar, a quien mataron por un autogol. Andrés Escobar en defensa de la vida se titula el libro que aún conservo en mi biblioteca, más por preservar el testimonio del nivel de locura y absurdo que habita en Colombia, que por su calidad literaria. Posteriormente, mi padre me obsequió De Pescaíto a la gloria, crónica del periodista costeño Fabio Poveda Máquez, en homenaje a la vida de ‘El Pibe’ Valderrama, un orgullo de futbolista 10 para los colombianos que continúa posicionándose como una referencia, a pesar de que su legado quedó atrás hace bastantes años ya.
Roberto Fontanarrosa con la camiseta de Rosario Central |
Y ya que yo me confesé, me parece lógico que ustedes también lo hagan. ¿Cuál es el club de sus amores, al que le escribieron o le escribirían una historia? Compartan.
viernes, 7 de junio de 2013
Las ciudades invisibles
Cuando lo leí por primera vez, no sabía a ciencia cierta que los textos de Ítalo Calvino podrían catalogarse entre lo que hoy ustedes y yo clasificamos como microrrelatos. Básicamente, fue un libro que me marcó, una de esas obras que sabía que, leyera lo que leyera después, jamás se me iba a olvidar. Las ciudades invisibles fue, incluso, el punto de partida, la inspiración más evidente de los microrrelatos que denominé como Zonas anónimas en Los cuentitos y de los cuales diecinueve están recogidos en mi primer libro. Esta entrada viene al caso, porque hace poco menos de un mes lo releí en su totalidad. Esta vez, la sensación fue distinta. Fue como recorrer lugares que había visitado antes, pero con una admiración manifiesta de la cual era imposible desligarme. Cada nueva ciudad me atrapó de nuevo, no solo por la idea concebida para ella, sino por la maestría con la el autor logró describirla, usando como excusa las anécdotas que Marco Polo le narraba a Kublai Kan. Las ciudades invisibles se ha convertido en mi libro imprescindible, el lugar al que me resulta inevitable volver, porque, quiéralo o no, siempre voy a querer evocar la literatura que Calvino logró en estas páginas. Es mi referente, pero también, mi polo a tierra. Es mi cumbre, pero también, mi tormento. Bendito seas, Calvino, por esta obra. Maldito seas, también, por dejar el listón tan, tan arriba.
viernes, 26 de abril de 2013
Los misterios de Lavalle
En el 2007 tuve la fortuna de viajar a Argentina. Durante cerca de un año viví en la ciudad de Buenos Aires, que me enamoró por su creatividad y portafolio cultural. Contrario a las otras ciudades de las que les he hablado anteriormente, en Bs As no fui un turista. Allí caminé las mismas calles que caminan los porteños, comí los platos que comen los argentinos e, incluso, llegué a burlarme de algunos extranjeros. Mi plan ideal era salir los fines de semana al microcentro y extasiarme con los teatros de la calle Corrientes. El caso es que nunca tuve dinero para entrar a una obra. Sin embargo, un día, caminando por ahí, crucé Corrientes y me encontré con un pasillo menos popular, pero definitivamente más afín a mi situación económica, Lavalle. Si Corrientes es el pasillo de los teatros, Lavalle es el de los cinemas. Fue un descubrimiento maravilloso, porque se convirtió en mi plan favorito. Y puedo dar fe de que en más de una ocasión, la película que elegía ver estaba exclusivamente proyectada para mí. La paradoja, sin embargo, es que a pesar de que disfrutaba mucho la soledad, durante ese viaje llegué a tal extremo que, con frecuencia, pensaba que la película que había elegido sería sobre mí, es decir, que era mi historia: yo, conociendo Buenos Aires, descubriendo los cinemas de Lavalle, entrando a las salas en solitario, descubriéndome en una película que narraba mi historia. Ese pensamiento derivó en un microrrelato que escribí años después y otros tantos antes de esta anécdota, al que llamé "Laberinto" y que está presente en mi libro.
viernes, 7 de diciembre de 2012
Día de las Velitas
Centro de Bogotá un 7 de diciembre |
viernes, 19 de octubre de 2012
Selección de microrrelatistas
Hace un par de semanas, Mónica Pano se contactó conmigo para realizar una encuesta que estaba realizando para Cuentos y Más, la excelente revista digital dedicada al microrrelato que dirige. Una de sus preguntas me proponía armar la selección ideal de escritores dedicados al género. Nada más seductor. A continuación, mi once ideal.
En el arco, como capitán, Augusto Monterroso.
Mi cuatro defensivo, debería contar con la solidez de Fernando Iwasaki, Jairo Aníbal Niño, Luisa Valenzuela y David Lagmanovich.
Me incliné por cuatro volantes creativos: Ángel Olgoso, Ítalo Calvino, Ana María Matute y Julio Torri.
Y la delantera, de lujo: Ana María Shua y Jorge Luis Borges.
El DT ideal, Edmundo Valadés y Clara Obligado, su cuerpo técnico en pleno.
¿Cuál sería su seleccionado ideal?
En el arco, como capitán, Augusto Monterroso.
Mi cuatro defensivo, debería contar con la solidez de Fernando Iwasaki, Jairo Aníbal Niño, Luisa Valenzuela y David Lagmanovich.
Me incliné por cuatro volantes creativos: Ángel Olgoso, Ítalo Calvino, Ana María Matute y Julio Torri.
Y la delantera, de lujo: Ana María Shua y Jorge Luis Borges.
El DT ideal, Edmundo Valadés y Clara Obligado, su cuerpo técnico en pleno.
¿Cuál sería su seleccionado ideal?
viernes, 12 de octubre de 2012
Anécdota sobre un futuro imaginario
Me atrae, me seduce poderosamente, la idea de crear una anécdota del futuro, de concebir una escena que aún no existe en otro lugar distinto al que ocupan mis preciados anhelos de familia.
Mi esposa y yo, al lado de nuestro primogénito, celebrando su primer cumpleaños. Los tres, en medio de la sala de nuestro hogar, el pastel con la vela del 1 en la cima y yo, evidentemente conmovido, tocando para mi hijo lo poco que aprendí de guitarra, cantándole al tiempo de los acordes que me propone esta canción.
viernes, 5 de octubre de 2012
Europa
Desde que supe que el VII Congreso Internacional de Microrrelato se celebraría en la mítica ciudad de Berlín, me hice el propósito de asistir. Justo hace dos años, cuando Bogotá fungió como sede, tuve la oportunidad de conocer a grandes del microrrelato hispanoamericano, con quienes entablé magníficas relaciones e intercambios literarios. Al principio, me di a a tarea de buscar una beca con el Ministerio de Cultura de Colombia, pero una carta que los organizadores me negaron truncó este proceso. Igual, mi propósito era asistir. Nada quería con más fuerzas.
¿Pero cómo viajar a Berlín y no darme la oportunidad de hacer un recorrido por las maravillas que ofrece Europa? Empecé las averiguaciones, busqué las fechas adecuadas, solicité las vacaciones, tracé el presupuesto. Al final, coincidir en Berlín los días 1, 2 y 3 de noviembre con un plan turístico adecuado era una utopía.
Al final, aunque no podré asistir al Congreso en Berlín, durante 20 días, al lado de mi esposa, partiré hacia una maratónica visita que inicia en París, pasa por Bruselas, Brujas, Amberes, La Haya, Ámsterdam, Colonia, Fránkfurt, Heidelberg, Lucerna, Zúrich, Innsbruck, Venecia, Padua, Florencia, Roma, Costa Azul, Barcelona y termina en Madrid.
Deséenme éxitos.
¿Pero cómo viajar a Berlín y no darme la oportunidad de hacer un recorrido por las maravillas que ofrece Europa? Empecé las averiguaciones, busqué las fechas adecuadas, solicité las vacaciones, tracé el presupuesto. Al final, coincidir en Berlín los días 1, 2 y 3 de noviembre con un plan turístico adecuado era una utopía.
Al final, aunque no podré asistir al Congreso en Berlín, durante 20 días, al lado de mi esposa, partiré hacia una maratónica visita que inicia en París, pasa por Bruselas, Brujas, Amberes, La Haya, Ámsterdam, Colonia, Fránkfurt, Heidelberg, Lucerna, Zúrich, Innsbruck, Venecia, Padua, Florencia, Roma, Costa Azul, Barcelona y termina en Madrid.
Deséenme éxitos.
viernes, 21 de septiembre de 2012
De los inicios de La Inter
Hace poco ya que La Inter cumplió sus dos años. Ustedes no imaginan la cantidad de correos que pasaron entre los que planteamos la iniciativa antes de que fuera lanzada. Sin embargo, para aquellos curiosos, quisiera mostrarles el primer logo que se propuso para la página e, incluso, un nombre que se quedó a mitad de camino. Ambas propuestas son producto del trabajo de Fernando Remitente, el verdadero (y primer) impulsor de la revista que hoy por hoy recibe un promedio de 30 mil visitas al mes. Después de tanto tiempo, debo confesar que verlas me produce un poco de nostalgia. ¿Qué dicen ustedes?
viernes, 14 de septiembre de 2012
El Sátrapa Trascendente
Ángel Olgoso |
Hace poco, en ese azar delicioso que me produce buscar nuevos libros en la Lerner, valiosísima librería con la que tenemos la suerte de contar los bogotanos, me encontré con La máquina de languidecer de Ángel Olgoso. La lectura me marcó. Ángel me demostró que no hay límites establecidos aún cuando la misión sea escribir textos tan breves. Su capacidad de imaginar y, sobre todo, su precisión, me dejaron boquiabiertos.
Fascinado por la lectura, emprendí la búsqueda para conseguir una entrevista con él para La Inter. Contrario a lo que nos suele suceder (a mí y a mis compañeros cuando contactamos un escritor), Ángel fue rapidísimo en sus respuestas. Aparte de su generosidad y amabilidad, debo decir que no solo accedió a la entrevista, sino que habló de un tema que llamó muchísimo mi atención cuando averiguaba sobre él: la Patafísica. Quiero dejarles la respuesta que me dio para esa entrevista en La Inter cuando le sugerí que nos contara de qué se trataba eso de ser un Sátrapa Trascendente. Estoy seguro de que cuando la lean, podrán hacerse una idea del encanto de personaje que tuve la fortuna de encontrar.
"Se trata de una dignidad patafísica. En 2007, tras diez años de dudas, pudor e inacción ante tal iniciativa, me decidí por fin a fundar el Institutum Pataphysicum Granatensis, organismo dependiente e independiente del Collège de Pataphysique francés, sociedad de investigaciones sabias e inútiles que difunde la Patafísica -ciencia creada por Alfred Jarry que estudia las excepciones y las soluciones imaginarias-, poseedora además de calendario propio, santoral laico, organigrama, innumerables cátedras, departamentos y subcomisiones, cargos de crípticos nombres grecolatinos y publicaciones internas de alto valor bibliográfico. Los Sátrapas del I.P.G. son cooptados -por iniciativa propia- si muestran un interés genuino hacia esta ciencia de lo particular, dándose por entendido que se trata siempre de seres creativos, con inquietudes intelectuales y artísticas. No están sometidos a ninguna regla, actúan patafísicamente con su sola presencia o incluso con su ausencia; sin embargo todos son miembros catalizadores, muy activos, también cuando se abstienen de toda actividad. Entre los Sátrapas Trascendentes que enriquecen el I.P.G. -unos 31 ya- se encuentran José María Merino y Umberto Eco. “Nada es extraño a la Patafísica puesto que en la vida todo son excepciones”, “A lo fácil por lo difícil” o “La existencia no es todo, es incluso lo mínimo”, son algunos de los postulados de esta disciplina arbitraria pero rigurosa. Su emblema, una espiral, representa el conocimiento perpetuo. Al ser la Patafísica la Suprema Instancia, más allá de la cual no hay nada, un eterno Presente -tanto en el sentido temporal como en el de regalo y feliz sorpresa-, no debe preocuparnos su futuro. Incluso si la humanidad desapareciera, la Patafísica proseguiría sola y al margen de cualquier participante".
Si quieren leer el resto de la entrevista, pueden acceder desde aquí.
viernes, 10 de agosto de 2012
Dedicatorias
Las dedicatorias son las palabras que vencen las barreras comerciales que están trazadas entre los autores y sus lectores. Así, al menos, lo interpreto yo. Quiero compartirles algunas con las que tengo la fortuna de contar entre mi biblioteca.
Ana Maria Shua en Temporada de fantasmas |
Fabián Vique en La vida misma y otras microficciones |
Guillermo Bustamante en Oficios de Noé |
Humberto Jarrín en Todo el mundo tiene su fábula |
Javier Perucho, desde México, en Dinosaurios de papel |
Lilian Elphic en Bellas de sangre contraria |
Manu Espada, desde España, en Zoom |
Mi amigo Martín Gardella en Instantáneas |
Nana Rodríguez en Efecto mariposa |
Pablo Gonz, desde Chile, en La saliva del tigre |
Raúl Brasca en Antología Personal |
Mi compañero y amigo, Rony Vásquez, cuando me regaló Plesiosaurio III |
Rubén Darío Otálvaro en Tempus Fugit |
La bellísima Violeta Rojo en Breve manual para reconocer minicuentos |
William Guillén Padilla, desde Perú, en Microcuentos |
viernes, 3 de agosto de 2012
'Gabo' y papá
Si se la compara con la de otros muchachos de mi edad, mi adolescencia fue más bien extraña. Mientras mis compañeros de colegio aprovechaban los sábados para asistir a las fiestas de moda para encontrarse con sus primeras borracheras, yo me quedaba en el segundo piso del apartamento de mi padre, donde, motivado por romper con el aburrimiento, me encontraba con mis primeras lecturas. Mi padre, confeso admirador de Daniel Samper Pizano y Gabriel García Márquez, cuenta con una impresionante biblioteca con secciones que se podrían clasificar en tres (es más amplia, en realidad, pero estas temáticas predominan): Clásicos de la Literatura Universal; libros dedicados a la religión, especialmente al Catolicismo y libros dedicados al estudio del castellano y la gramática española, asunto del que mi padre es especialista y referente en Hispanoamérica.
En ese cuarto silencioso, frío y sin televisor, me acostaba en un sofacama en el que me disponía a leer hasta que el sueño me vencía. Fascinado por la maestría de El coronel no tiene quien le escriba, me di a la tarea de leer todos los libros de ‘Gabo’, ya renombrado y famoso en esa época. Así, me encontré con La mala hora, Los funerales de la mama grande, Relato de un náufrago, Ojos de perro azul, La hojarasca (donde descubrí que Cien años de Soledad lo venía preparando desde hacía tiempo), La increíble y triste historia de la cándida Eréndida y su abuela desalmada, el monólogo teatral Diatriba de amor contra un hombre sentado, El general en su laberinto, El ahogado más hermoso del mundo, Crónica de una muerte anunciada, Noticia de un secuestro, La aventura de Miguel Litín clandestino en Chile, Doce cuentos peregrinos, Memoria de mis putas tristes, En este pueblo no hay ladrones y Vivir para contarla.
Hoy, después de tanto tiempo y de todas las lecturas paralelas que se derivan a partir de un autor, confieso El otoño del Patriarca me pareció un libro imposible, del que nunca pude pasar de las diez primeras páginas. Sin embargo, después de tantos años también, sigo considerando que Del amor y otros demonios es una de las mejores novelas escritas en nuestro idioma y que El amor en los tiempos del cólera, de las mejores de la Literatura Universal. Este último es mi libro favorito de todos los tiempos.
Esta anécdota viene al caso, tan solo para mencionar que con la biblioteca de mi padre no solo tuve la fortuna de conocer una parte de la obra de García Márquez, sino porque nunca tuve que pagar un centavo para leer los libros que hoy sigo considerando referentes de mi formación como lector. ¡Gracias, papá!
En ese cuarto silencioso, frío y sin televisor, me acostaba en un sofacama en el que me disponía a leer hasta que el sueño me vencía. Fascinado por la maestría de El coronel no tiene quien le escriba, me di a la tarea de leer todos los libros de ‘Gabo’, ya renombrado y famoso en esa época. Así, me encontré con La mala hora, Los funerales de la mama grande, Relato de un náufrago, Ojos de perro azul, La hojarasca (donde descubrí que Cien años de Soledad lo venía preparando desde hacía tiempo), La increíble y triste historia de la cándida Eréndida y su abuela desalmada, el monólogo teatral Diatriba de amor contra un hombre sentado, El general en su laberinto, El ahogado más hermoso del mundo, Crónica de una muerte anunciada, Noticia de un secuestro, La aventura de Miguel Litín clandestino en Chile, Doce cuentos peregrinos, Memoria de mis putas tristes, En este pueblo no hay ladrones y Vivir para contarla.
Hoy, después de tanto tiempo y de todas las lecturas paralelas que se derivan a partir de un autor, confieso El otoño del Patriarca me pareció un libro imposible, del que nunca pude pasar de las diez primeras páginas. Sin embargo, después de tantos años también, sigo considerando que Del amor y otros demonios es una de las mejores novelas escritas en nuestro idioma y que El amor en los tiempos del cólera, de las mejores de la Literatura Universal. Este último es mi libro favorito de todos los tiempos.
Esta anécdota viene al caso, tan solo para mencionar que con la biblioteca de mi padre no solo tuve la fortuna de conocer una parte de la obra de García Márquez, sino porque nunca tuve que pagar un centavo para leer los libros que hoy sigo considerando referentes de mi formación como lector. ¡Gracias, papá!
viernes, 27 de julio de 2012
El 'Loco' de La Nave
Hace poco menos de dos años, tuve la fortuna de que el VI Congreso Internacional de Minificción se celebrara en Bogotá, mi ciudad natal. Allí pude acercarme a muchos de los escritores y críticos que antes solo conocía por internet. En la foto, aparezco al lado de Fernando Valls. En su blog, La nave de los locos, he podido leer con deleite sus artículos y notas, donde no solo se dedica a escribir sobre microrrelato, sino acerca de literatura española y otras expresiones del arte.
Entre muchas otras lecturas, basta leer el prólogo que escribió para La máquina de languidecer de Ángel Olgoso y su nota Mi biblioteca de microrrelatos para la revista El Ciervo para entender por qué Valls es uno de los críticos y estudiosos de microrrelato más respetados del escenario actual.
El caso es que en un principio temí acercarme a él. Valls tiene fama de ser un crítico engreído con una larga lista de enemigos. Sin embargo, en medio de las conferencias y lecturas del Congreso, pude comprobar todo lo contrario. Fernando es un tipo muy divertido, con un humor negro finísimo, que te habla sin aspavientos de lo que sabe y de lo que cree. Creo que en eso radica su reputación: pocos alcanzan a leerlo entre líneas y resultan ofendidos. A mí, en medio de todo, me pasa algo similar. Quizá por eso simpatizo con su manera de ser. Generoso, admirador de Lagmanovich y Epple y deliciosamente sarcástico. Así recuerdo a Fernando, el hombre que se mueve al ritmo de vals, un paso en Barcelona, otro en Berlín.
viernes, 20 de julio de 2012
Nueva sección: Anecdotario
Hace 35 años, el periodista Glenn O'Brien entrevistó a Andy Warhol para la revista High Times. En su último número, la revista colombiana Bocas reprodujo la entrevista que leí por la fascinación que siempre me ha producido el genio de Warhol. En todo caso, debo decir que por más vigencia que tenga la entrevista o por más reconocimiento que haya recibido O'Brien por ella, sus preguntas me resultaron bastante insulsas. Incluso, hay un indudable tono de ironía en las respuestas de Warhol, que puedo interpretar como una burla ante la frivolidad del legendario periodista.
Sea como sea, la franqueza que siempre caracterizó al artista norteamericano, despertó en mí una idea que me venía rondando en la cabeza desde tiempo atrás.
Desde el año 2008, he venido reproduciendo en este blog de dos a tres historias por semana que han encontrado su expresión en el microrrelato. Y aunque enemigo de las etiquetas, me ha sido difícil alejarme de la manía de clasificar mis textos, como si se tratara de especies. No voy a mentir: visto así, el tema me parece repugnante.
Pero volvamos a lo nuestro. Independientemente de que O'Brien haya concentrado su entrevista en liviandades, Warhol deja ver algo incuestionable: siempre hizo lo que quiso. Su éxito radica en que se expresó como le dio la gana. Rompió con los paradigmas del arte y creó un movimiento, a pesar de que podría convertirse en blanco fácil de la crítica. Es quizá hacia donde me gustaría llevar este blog. La disciplina me ha llevado a escribir los lunes lo que bauticé como Microscópicas (textos mínimos, de una, dos o hasta tres líneas) y a alternar entre los miércoles y los viernes, lo que muchos conocen como Mínimas Inconexas, Breves Intertextuales y, ocasionalmente, Micros con nombre propio.
Durante la vida de este blog, ha pasado el tiempo, he hecho muchos amigos, he conocido más de lo que pensaba acerca del género y he tenido la fortuna de crear relaciones con referentes que le han dado una voz al microrrelato. Pero, porque hay un pero, debo decir que no siento la misma motivación que antes. No me interesa tanto buscar nuevos concursos, me resulta difícil no repetirme y atravieso por un momento en el que necesito una pausa.
Semejante antesala que algunos tomarán como justificación, para anunciar que los viernes (los lunes y miércoles seguiré publicando micros), como hoy, los emplearé para hacer algo que quizá no cumpla con un rigor literario, pero que sí estará enmarcado dentro del ámbito de la brevedad: escribiré anécdotas. Actuales, pasadas, basadas en recuerdos, traiciones de la memoria o excusas de la simpleza. Dicho esto, dejo claro que a partir de hoy me alejaré del formato actual y crearé de otra manera. Quizá no la que merecen los lectores, pero sí la que necesito en este momento y que, como Warhol, me da la gana escribir.
Sea como sea, la franqueza que siempre caracterizó al artista norteamericano, despertó en mí una idea que me venía rondando en la cabeza desde tiempo atrás.
Desde el año 2008, he venido reproduciendo en este blog de dos a tres historias por semana que han encontrado su expresión en el microrrelato. Y aunque enemigo de las etiquetas, me ha sido difícil alejarme de la manía de clasificar mis textos, como si se tratara de especies. No voy a mentir: visto así, el tema me parece repugnante.
Pero volvamos a lo nuestro. Independientemente de que O'Brien haya concentrado su entrevista en liviandades, Warhol deja ver algo incuestionable: siempre hizo lo que quiso. Su éxito radica en que se expresó como le dio la gana. Rompió con los paradigmas del arte y creó un movimiento, a pesar de que podría convertirse en blanco fácil de la crítica. Es quizá hacia donde me gustaría llevar este blog. La disciplina me ha llevado a escribir los lunes lo que bauticé como Microscópicas (textos mínimos, de una, dos o hasta tres líneas) y a alternar entre los miércoles y los viernes, lo que muchos conocen como Mínimas Inconexas, Breves Intertextuales y, ocasionalmente, Micros con nombre propio.
Durante la vida de este blog, ha pasado el tiempo, he hecho muchos amigos, he conocido más de lo que pensaba acerca del género y he tenido la fortuna de crear relaciones con referentes que le han dado una voz al microrrelato. Pero, porque hay un pero, debo decir que no siento la misma motivación que antes. No me interesa tanto buscar nuevos concursos, me resulta difícil no repetirme y atravieso por un momento en el que necesito una pausa.
Semejante antesala que algunos tomarán como justificación, para anunciar que los viernes (los lunes y miércoles seguiré publicando micros), como hoy, los emplearé para hacer algo que quizá no cumpla con un rigor literario, pero que sí estará enmarcado dentro del ámbito de la brevedad: escribiré anécdotas. Actuales, pasadas, basadas en recuerdos, traiciones de la memoria o excusas de la simpleza. Dicho esto, dejo claro que a partir de hoy me alejaré del formato actual y crearé de otra manera. Quizá no la que merecen los lectores, pero sí la que necesito en este momento y que, como Warhol, me da la gana escribir.
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