Poco más de un
mes ha transcurrido desde que os contaba que a mí las historias relacionadas de
cualquier modo con el descubrimiento y la conquista de América no me resultan
atractivas y es que el Nuevo Mundo me da una pereza máxima. Pero siempre hay
buenos motivos para saltarse las reglas que cada uno se autoimpone y en esta
ocasión la novela venía firmada por un autor que hace justo tres años me
conquistó con otra lectura que, en principio, nada tenía que ver con mis gustos
habituales. Ese autor es José Luis Gil Soto y esa novela fue Madera de savia azul y hoy estoy encantada de hablaros de Lágrimas de oro.
Mi opinión
2019. El robo de
un collar de origen inca en una iglesia de Conquista de la Sierra, un pequeño
pueblo de Extremadura cercano a Trujillo, pone a trabajar a la teniente Rebeca
Parma, del Grupo de Patrimonio histórico de la Guardia Civil, y su equipo para
encontrar al responsable. Por otro lado, otra línea argumental que se extiende
desde 1524 hasta 1533 nos acerca a la conquista del Imperio Inca alternando
capítulos en los que conoceremos tanto el punto de vista español como el inca.
Una acertada
combinación de géneros permite que el robo de un collar, en este caso ficticio,
se convierta en el hilo conductor que nos permitirá viajar desde el siglo XXI
hasta el XVI, haciendo que tres líneas argumentales totalmente
independientes en un principio vayan convergiendo capítulo tras capítulo hasta
fundirse en una sola. Siempre que con una lectura viajo entre pasado y presente
hay una parte que se convierte en mi favorita y en esta ocasión, a pesar de mis
reticencias sobre el Nuevo Mundo, no puedo negaros que ha sido el controvertido
episodio de la conquista el que me ha cautivado de principio a fin.
Las penurias de
Pizarro y todos aquellos que lo acompañaron, solo soportadas por su tesón y la
ilusión de encontrar grandes riquezas; la terrible guerra civil que enfrentaba
en aquellos momentos a Atahualpa y Huáscar; y el acercamiento al pensamiento y
sentir del pueblo inca, especialmente a través de Quispe Sisa y Cuxirimay, dos grandes
e inolvidables personajes femeninos, encierran entre las páginas de Lágrimas de
oro la que sin duda alguna ha debido ser una ardua y larga labor de
documentación que queda perfectamente integrada en la narración. No necesita Gil
Soto darnos lecciones de Historia para regalarnos una novela cautivadoramente
didáctica sin perder un ápice de la diversión y el entretenimiento que al menos
yo busco siempre en mis lecturas.
Me ha gustado
especialmente cómo de la forma más aséptica posible el autor intenta, y
consigue, trasladar al lector los sentimientos de ambos pueblos en un
episodio histórico tan polémico como el que aborda y es que es fácil en
ocasiones, cuando echamos la vista atrás y miramos nuestra historia, caer en
revisionismos absurdos si no nos ponemos, o al menos lo intentamos, en la
situación y en la mentalidad de cinco siglos atrás. No cabe duda de que el
autor consigue llevarnos hasta aquel momento y hasta aquel lugar y de ese modo
el lector se pone en la piel de aquellos que, además de ansias de poder y
riquezas, eso es innegable, tenían también el absoluto convencimiento de estar llevando
la palabra del verdadero Dios.
Poco os cuento como
veis de la búsqueda del collar robado y es que, aun siendo una línea argumental
interesante, para mí eran capítulos que quería que pasaran lo más rápido
posible y así poder volver al pasado y a la conquista. Y rápido pasan y no solo
porque ocupen menos espacio, sino porque se trata de una parte que si bien en
su inicio navega con velocidad de crucero poco a poco va adquiriendo más ritmo
hasta alcanzar el paso de un thriller con una tensión creciente mientras nos
adentramos en el turbio mundo del mercado negro de obras de arte.
En definitiva, Lágrimas
de oro es una fantástica novela que, manejando distinto hilos temporales y
espaciales, combina con acierto el género histórico y el policíaco. La
conquista del Imperio Inca es, en manos de José Luis Gil Soto, un apasionante
relato que enseña tanto como entretiene. Termino la reseña pensando con
qué volverá a sorprenderme un autor que parece empeñado en conquistarme con
libros que yo creo que no son para mí.