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Una "Amistad" en Sudamérica

Publicado por Umma1 julio 15, 2010 Etiquetas: , , 8 comentarios


A las peripecias del barco negrero “Amistad”, las conocimos de la mano de Steven Spielberg.
En América del Sur, tuvimos nuestra propia “Amistad”. Me enteré de la historia, gracias a un dato de Alyxandria, que lo había leído en una novela “histórica”. Según su autor, una mujer había comandado el amotinamiento… Ese escritor sostenía que había leído el documento que validaba sus dichos, en el AGN(1). Para mí fabulaba, porque un suceso semejante, el de una “capitana negra del mar”, no se escaparía a otros historiadores, así que lo rastree.
Si bien no hubo mujer alguna, se trató de un acto que vale la pena recordar.


El 10 de diciembre de 1800, Ignacio de Santiago Rotalde, importante vecino del Perú, se despertó recordando que su “San Juan Nepomuceno de Lima”, estaría zarpando de Montevideo. Estaba orgulloso de su barco, y aunque el trayecto al Callao suponía un largo viaje envolviendo toda la América del Sur, confiaba en que el capitán Anselmo Ollague lo llevaría sin contratiempos. En sus ojos brillaban los filones de oro y de plata que el término del viaje le reportarían.
Transportaba un cargamento variopinto: ropas, sebo, cera, alquitrán, aceites y 70 “negros” de diferentes naciones, aunque la mayoría eran moros del Senegal.
El propietario se equivocaba, no volvería a ver a su portentosa nave.
La noticia de su destino, la dio a conocer la “Gazeta de Filadelfia(2) , que reprodujo lo que la tripulación de un barco senegalés le contara a los vecinos del puerto de Salem.

Según este periódico el viaje del San Juan Nepomuceno, había corrido una suerte inesperada. Desde luego, ésta no vino de la mano del sebo, sino de la de esos “negros”, “que aunque muchos de ellos estaban sentenciados por delitos varios, gozaban de libertad de movimientos en el barco, por lo que los traficantes no los custodiaban”. (ya sabemos todos como miente la prensa)

La proa llevaba ya una semana partiendo los mares en dirección al sur.
Los esclavos, que todo lo habían perdido menos la esperanza, dieron vuelta la taba.
A la una de la tarde del 17 de diciembre, aprovechando que la tripulación dormía la siesta, el esclavo Antonio, mozo despierto de 30 años que había sido carpintero de buque, elegido “comandante en jefe “ por sus compañeros, dirigió el amotinamiento.
Según el periódico, “Hirieron en el pescuezo al Capitán”, y mataron a cuatro oficiales. Antonio explicó al resto de los embarcados que no los dañarían, ellos solamente pretendían su libertad, propusieron a los marineros que navegaran rumbo a Senegal, que nada temían que temer, sus vidas serían respetadas y se les trataría bien.

No albergaba el ánimo de los esos hombres la venganza, porque al día siguiente cuando toparon con un pequeño barco español que se dirigía a Lima, transportaron a él al Capitán Ollague, al escribano y a otros 24 marinos. Reteniendo a Joseph Petre, para que condujese el navió.

El viaje fue penoso.
Nunca conoceremos todas las peripecias sufridas. Un viaje entre Canarias y Montevideo llevaba 61 días de navegación, sin embargo, ellos navegaron durante 5 meses, luchando contra los vientos y el escorbuto que se llevó a 24 de los amotinados. Al cabo de ese tiempo, tocaron “San Nicolás” en las Islas Verdes, para aprovisionarse. Desembarcaron al oficial y a otros 20 españoles a fin de que buscaran ayuda entre los suyos. Petre convenció a Antonio para que bajara con él. La traición estaba tendida.

Las autoridades de la isla, hicieron un plan de ataque para capturar al barco que había quedado a tiro de cañón de la fortaleza.
Apenas empezado el fuego, otro esclavo tomó el mando de Antonio. Se trataba de un hombre valiente y tozudo al que Antonio había designado como segundo al mando: el senegalés Lara.

Este hombre hizo picar el cable y huyeron al mar. A los 12 días llegaron a la rada de Senegal, entraron con bandera española, y saludaron al castillo con 11 cañonazos que fueron respondidos.

El jefe Lara, bajó a tierra con todos sus compañeros que habían sobrevivido, entregó el barco al gobernador, y pidió la libertad.

El San Juan Nepomuceno era una nave de más de mil toneladas, trasportaba 30 piezas de artillería de calibre de a 12, se lo remató públicamente con toda su carga, según disposición de aquel gobierno, con beneficio a su propietario. A la tripulación española se le otorgó permiso para ir a donde quisiere.

A todo hombre de bien, le gustaría pensar que Lara y sus compañeros se internaron en sus tierras, reencontraron familia, y vivieron de acuerdo a sus determinaciones.

El periódico no les dedica un párrafo… O sí, todo está dicho, aunque a nosotros nos cueste comprender… “Se lo remató públicamente con toda su carga”.

Si el decidido Lara y los suyos conservaron la vida, regresaron a América a cumplir el trágico sino de la esclavitud.

(1) AGN . Archivo General de la Nación
(2) La especie que en nuestra ciudad fue recogida por el Telégrafo Mercantil el 16 de diciembre de 1801

Oleo: El prestamista y su Mujer de Quentin Metsys


Todo aquello que es interesante pasa en la sombra.
Uno no sabe nada de la verdadera historia de los hombres.
(Carlo Ginzburg, El queso y los gusanos)



(Este post va en respuesta al último de Alyxandria)
La historia está amasada por hombres y mujeres.
Claro, que de los que sembraron el trigo, lo cosecharon, lo molieron, y sacaron el pan humeante, de esos, apenas hay mención.
Mientras una investiga, en una anotación al margen, en un registro eclesiástico, en un juicio, se filtran con empecinamiento, como avisando

- “Ey, yo recorrí tu mismo camino, sentí tus mismas emociones, estuve aquí”-.

Esos son los que más me interesan a la hora de reconstruir un momento. Siento un respeto reverencial por ellos, porque sé que si hay una verdad en la historia, ella pesó sobre sus hombros.
De entre los millones que nos precedieron, sólo se recuerdan unos pocos nombres.
Más allá, nada…
Y en ese pozo sin fondo de la desmemoria, se ahogaron tanto los nombres de ellos como los de ellas. De modo que si son pocas las registradas, más que a una cuestión de género se debe a una razón de clase social.
Las mujeres que pasaron a la historia (a las páginas de los libros, se comprende), lo hicieron por las mismas causas que los hombres: por rozar el poder, por ejercerlo o por socavarlo…
Algunas de esas mujeres fueron verdaderamente pérfidas.
"Malas, Malísimas",creo que se llama el libro de Gudiño Kieffer. Y se queda corto con las perversas que trae del fondo de los tiempos.
Otras no fueron sádicas, sino imprudentes y sus acciones terminaron en verdaderos cataclismos, para muestra basta con Marina, quien en su afán de retaliación tendió la mano a Cortés para despeñar a América .
Las más fueron simplemente personas, que es lo que somos las mujeres, igualito que los hombres.
Creo que nosotras tuvimos un papel tan central en la historia, que en cierto momento, nos volvimos muy inoportunas. Tanto molestamos que decidieron borrarnos del mapa. Al menos a las más resistentes, a las que custodiaban el saber antiguo, a las que oponían al poder del clero, el viejo discurso del paganismo, que contaba con miles de adeptos silenciosos.
Y ahí metieron la pata. Basta leer las actas del Santo Oficio, porque quemando los cuerpos, volviendo cenizas a las que estaban vivas, guardaron su memoria.

La historia, al final de cuentas es femenina.


Invito a mis amigos a leer a las villanas de Alyxandria

Borda paciente el historiador

Publicado por Umma1 junio 18, 2010 Etiquetas: , , 14 comentarios


La mañana se me fue perfilando una biografía, que hubiera preferido contar con su tinte de pasión y puntilla.


Algunas veces las historias deberian independizarse del hecho, y permanecer en la leyenda que invita a soñar, mientras la historia es una dura matemática de significados.

Con motivo de la conmemoración de los 200 años de los primeros intentos de emancipación de los pueblos americanos que han dado lugar a múltiples eventos, este grupo de amigas y escritoras, ha decidido homenajear a las que no escucha que se nombren en los discursos oficiales. Aquellas mujeres, que ni un paso atrás ni uno adelante, sino que juntos, codo a codo con sus maridos, sus amantes, hijos, hermanos, o por convicción, ayudaron a que años después se consiguiera la ansiada independencia. O como dicen los que saben: Sin las mujeres, América nunca hubiera alcanzado su libertad.
Cuando el último de sus camaradas en las Guerras de la Independencia murió, el recuerdo de María Remedios, se perdió, salvo para unos pocos historiadores.

Es verdad, que ella no esperaría otra cosa, cuando sus contemporáneos habían sido tan ingratos.

Concluidos sus servicios, no se la considero digna de entrar a la historia a esa negra testaruda, temeraria, que se jugaba el pellejo con alegría si de defender sus ideales se trataba.
Es que la historiografía argentina no fue pródiga a la hora de reconocer a las mujeres que ayudaron a construir la patria, salvo que se tratara de damas aristocráticas. María Remedios, por el contrario, era pobre, pero tan imbuida por las ideas de mayo, que al mes del pronunciamiento, ya se había apuntado en el Ejército del Norte al que arrastró a hijos y marido.
Combatió en las batallas de Desaguadero, Tucumán, Salta, Vilcapugio y en Ayohuma donde fue herida de bala y cayó prisionera de los realistas. Presa y enferma organizó la fuga de varios oficiales patriotas, pero fue descubierta y castigada.
Por nueve días la azotaron públicamente. Remedios no se rindió, huyó para continuar combatiendo.
Cuando terminó la guerra tenía grado de Capitana y estaba sola en el mundo, todos los suyos habían muerto en las acciones.
Cuenta Carlos Ibarguren, que años después de la Independencia, una anciana encorvada, desdentada, frecuentaba los atrios de San Francisco, Santo Domingo y San Ignacio. Se la veía también en la Plaza de la Victoria ofreciendo pastelitos o tortas fritas, o en ocasiones mendigando por el amor de Dios.
Llegaba de lejos, de la zona donde comenzaban las quintas, por donde tenía un rancho; para asegurarse las sobras de los conventos de las que se alimentaba.
Sin saber porqué, la llamaban “la capitana” y cuando la anciana mostraba sus brazos zurcidos por cicatrices, y contaba que las había recibido en la guerra por la Independencia los que la oían sentían compasión por su senectud y locura.
Así trascurrían inviernos y veranos, hasta que cierto día el general Viamonte, que había sido compañero de armas de Remedios, topó con la anciana.
- Pero si es “la capitana”, “la madre de la Patria”, la misma que nos acompañó al Alto Perú- Se dijo.
La mendiga le contó cuantas veces había golpeado a su puerta en busca de socorro y, como en cada ocasión la habían espantado por pordiosera.
Viamonte, como diputado, solicitó para ella, en septiembre del 27, una pensión por sus servicios en la guerra emancipadora.
El 11 de octubre la Comisión de Peticiones dijo haber “examinado la solicitud de doña María Remedios del Valle por los importantes servicios rendidos a la Patria, pues no tiene absolutamente de que subsistir”. Consideraban la justicia del reclamo pero tenían temas más importantes que atender.
En julio de 1828, Viamonte consiguió que la legislatura volviera a tratar la petición. Algunos diputados objetaron. Entonces tomó la palabra:

Yo conocí a esta mujer en el Alto Perú y la conozco aquí; ella pide ahora limosna… Esta mujer es realmente una benemérita. Ella ha seguido al Ejército de la Patria desde el año 1810, no hay acción en la que no se haya encontrado en el Perú. Era conocida desde el primer general hasta el último oficial en todo el ejército. Ella es bien digna de ser atendida porque presenta su cuerpo lleno de heridas de balas y lleno además de cicatrices de azotes recibidos de los españoles enemigos, y no se la debe dejar pedir limosna como lo hace

Movido por las palabras de Viamonte, el diputado Silveyra exclamó: “Esta infeliz es una heroína, y si no fuera por su condición de humilde, se habría hecho célebre en todo el mundo
Pese a los alegatos, la diputación se enfrascó en una discusión bizantina: la pensión debía pagarla La Nación o la Provincia?
Indignado, Tomás de Anchorena intervino:

Yo me hallaba de secretario del general Belgrano cuando esta mujer estaba en el ejército, y no había acción en la que ella pudiera tomar parte que no la tomase, y en unos términos que podía ponerse en competencia con el soldado más valiente; era la admiración del General, de los oficiales y de todos cuantos acompañaban al ejército. Ella en medio de ese valor tenía una virtud a toda prueba y presentaré un hecho que la manifiesta: El General Belgrano, creo que ha sido el general más riguroso, no permitió que siguiese ninguna mujer al ejercito; y esta María Remedios del Valle era la única que tenía facultad para seguirlo”….” Ella era el paño de lágrimas, sin el menor interés de jefes y oficiales. Yo los he oído a todos a voz pública, hacer elogios de esta mujer por esa oficiosidad y caridad con que cuidaba a los hombres en la desgracia y miseria en que quedaban después de una acción de guerra: sin piernas unos, y otros sin brazos, sin tener auxilios ni recursos para remediar sus dolencias. De esta clase era esta mujer. Sino me engaño el General Belgrano le dio el título de Capitán del Ejército. No tengo presente si fue en el Tucumán o en Salta, que después de esa sangrienta acción en que entre muertos y heridos quedaron 700 hombres sobre el campo, oí al mismo Belgrano ponderar la oficiosidad y el esmero de esta mujer en asistir a todos los heridos que ella podía socorrer… Una mujer tan singular como esta entre nosotros debe ser el objeto de la admiración de cada ciudadano, y a donde quiera que vaya debía ser recibida en brazos y auxiliada con preferencia a una general; porque véase cuanto se realza el mérito de esta mujer en su misma clase respecto a otra superior, porque precisamente esta misma calidad es la que más la recomienda
La sala conmovida le concedió el sueldo correspondiente al grado de Capitán de Infantería.
Remedios jamás cobró su pensión, ya que el ejecutivo sepultó el expediente.
“Entre tanto se donaba al gobernador Dorrego la suma de cien mil pesos en señal de gratitud por los importantes y distinguidos servicios que acababa de prestar a la República (la paz con el Brasil), donativo que fue aceptado por el gobernador, como prueba de la generosidad con que el gran pueblo de Buenos Aires está siempre dispuesto a recompensar aún los más pequeños servicios de sus hijos.”
María Remedios murió en 1847 en la indigencia y el olvido.
Cuando el presidente del Consejo de Educación, Dr. Octavio Pico, leyó el artículo de Ibarguren, se sintió tan conmovido, dió a una calle el nombre de la invencible guerrera.


Podés leer los trabajos sobre mujeres en el bicentenario en:

http://lamiradadeuntero.blogspot.com
http://abril7.blogspot.com/



Ayer, Laura Ojeda, me entrevistó por radio, interesada en el tema amoroso de Mariquita Sánchez de Thompson.
Personaje interesante, es verdad, por el coraje con que condujo su existencia.

Pero lo suculento, lo verdaderamente interesante de la cuestión, fue que ella abrió su programa con una reflexión sobre la postura que los argentinos estamos tomando frente al bicentenario. Según parece, somos incapaces de despegarnos del aquí y del ahora, y, celebrar su significación histórica.

En una entrevista, anterior a la mía, se habló de los festejos de 1910, sin mencionar, que más allá del oropel, esa celebración no fue homogénea, como tampoco lo será esta, ni la de los 300, ni de los 400 años.

Los argentinos de entonces, se enfrentaron a la conmemoración parados exactamente sobre sus realidades.

Un sector de la población festejó el ruido, la llegada de los visitantes del exterior, la publicidad política. Y otro, el sector obrero, protestó por la enorme crisis que venía sufriendo. Sus manifestaciones fueron reprimidas, se cerraron los diarios socialistas y anarquistas. Pagaron con sangre, cárcel y deportaciones, pretender que el mundo conociera la “Ley de Residencia de 1902”, entre otras injusticias.

Así, que luego de hablar sobre los amores y desencuentros, creí oportuno, comentar este tópico. Para que no nos creamos que el pensamiento y las acciones deben ser monolíticos, ni para un lado, ni para el otro.

Es imposible creer que la ciudadanía, pueda enfrentarse a un hecho político, tan trascendental como la Revolución de Mayo, el primer paso hacia nuestra emancipación, libre de ideología.

Basta de ingenuidades, ¿En que se basa la suposición de un festejo nacional, independiente de las determinaciones económicas que afectan a cada ciudadano?

¿Será el mismo bicentenario, el que encuentre al argentino del privilegio, ese que va a aprovechar el fin de semana largo para hacer turismo por algunos de nuestros hermosos paisajes, que para aquél otro que no sabrá con que tapar el hambre de sus hijos?

El señor que encuadra en ese 30% que mamó y mamá del injusto reparto del PBI,(que tiene la veleta fija), mientras disfruta de una trucha, recordará al Belgrano que se despojó de todos sus bienes, a favor de la lucha independentista?
¿Celebrará al San Martín que confiscó las joyas de las damas mendocinas, para auxiliar al ejército emancipador a cruzar los Andes?

Y si llueve y hace frío, los miles de argentinos que viven a la intemperie, sobre los dinteles de la Biblioteca del Congreso, bajo las recovas a metros de la Casa Rosada, en los parques y plazas, tendrán la posibilidad de meditar sobre la prédica Morenista?

Podrán los jubilados asistir a un acto y descansar sus años frente a un cafecito, como ha sido nuestra tradición desde que tenemos memoria, o estarán contando sus paupérrimos haberes, con los mal comen y mal viven.

Nuestros pueblos indígenas, arrinconados, hambreados, enfermos, olvidados, desesperados por lo que se permite hacer con el medio ambiente del cual depende su subsistencia; ¿Sentirán el 25 como el porteño medio?

Es más… ¿los argentinos, conocemos el pensamiento de aquellos héroes? Sabemos exactamente que se conmemora? Porque estoy harta de oír que es el bicentenario de nuestra independencia…

¡Dios!

Igual a los cartelitos que se pegan en las panaderías, diciendo que el 25 de mayo es el día el pastelito…

Los hechos del pasado se recuerdan por la permanencia de sus efectos. Belgrano, Castelli, San Martín, Bolivar, Sucre, lucharon por nuestra libertad.

Seamos libres, entonces, a la hora de recordar y de tomar conciencia.


¡Vivan aquellos hombres de hace 200 años, que dejaron comodidades y vanidades a un lado!
!Hagámonos cargo de su legado de soberanía!

Geishas

Publicado por Umma1 febrero 17, 2009 Etiquetas: , , , , 20 comentarios

¿Saben que significa el término Geisha?: Persona que vive de su arte.


Nos dice poco, porque está recubiertas de misterio. Pero, como es una institución a punto de extinción, los velos se levantan.

El proceso de creación de una geisha comenzaba cuando las llamadas “madres”, recorrían las aldeas comprando niñas menores de 8 años a los campesinos pobres. De esas, algunas alcanzaban la meta y otras quedaban como sirvientas.

Hacia los 15 años, las llevaban a casas de té, para ser mostradas a hombres adinerados que las desfloraran y las mantuvieran a su disposición sexual, pagando por ello una suerte de dote, que cubría todos los gastos que la educación de la “víctima” había ocasionado, el monto variaba entre los 100mil y 500mil dólares.

Hay que recordar que los gastos de una geisha eran altísimos. Por ejemplo, un kimono, a valor actual, se pagaba unos 20.000 dólares y se necesitan contar con no menos de 20. Pese a esta fastuosidad, habían sido prisioneras de un entrenamiento feroz y no gozaban de independencia alguna.

Para colmo, estas mujeres dedicadas a hacer gratas las horas muertas de caballeros acaudalados, debían borrar de sí mismas, toda característica original. La consigna era la sumisión a un molde de sublimación femenina, donde se alienaban por completo.

Huelga decir que no concedían favores sexuales, toda la relación se daba en el plano de la seducción, donde los varones casados con mujeres que les habían adjudicado sus padres, se daban el lujo de elegir una de su agrado.


Hay un detalle curioso en la historia de esta institución: en un principio todos los actores de Kabuki (teatro japonés) eran mujeres, que luego de las funciones eran visitadas sexualmente, por los espectadores.

En esos tiempos todas las geishas eran hombres. Su función consistía en ir excitando a los caballeros para el encuentro con las actrices.Ahora, ¿Porqué las geishas eran varones? Se suponía que nadie podía entender mejor lo que deseaba y encendía a un hombre, que otro hombre.

Curioso, ¿no?

En el siglo XVII, hubo un cambio en la moral que invirtió las cosas: todos los actores de kabuki fueron a partir de entonces hombres, y todas las geishas mujeres. Y estas primeras artesanas de la satisfacción masculina, aprendieron su arte, de los viejos maestros varones.

En la actualidad sólo quedan unas cuantas en Tokio y Kyoto, que pasan de los 40 años. Además de ejercer su “arte”, practican profesiones liberales y viven en sus propias casas. Ellas aún animan reuniones en casas de té, usando juegos sensuales de gran ingenuidad a los ojos de un occidental, pero que tiene un costo millonario. Una cena para cinco ronda los 10.000 dólares.


Para contar con una mujer silenciosa y obediente, amigos, hay que sacar cuentas… por ahí, conviene una parlanchina...





Fines de 1980, comienzos de 1990

Cuando mi hijo era chiquito, casualmente, frecuenté mucho esa esquina. Mi madre tenía la manía de regalarle, cada día, un juguete, a su único nieto, con la excusa que para mimar están los abuelos. En el barrio de San Cristóbal se reunían las jugueterías mayoristas, que ofrecían mejor precio y variedad.

Para esos chiches cotidianos, nos habíamos hecho clientas fijas de la que funcionaba en el amplio y hermoso local de Matheu y constitución. Una casa de 900 con ventanales inmensos por ambas calles, alfeizares generosos, donde mi niño se sentaba a jugar con las bolitas de los paraísos que adornaban las veredas.

Estoy segura que más que por otra cosa, se había convertido en nuestra favorita por su buen ambiente. Paredes pastel, vendedores de excelente humor y esa luz indescriptible que se derramaba sobre los objetos y los chicos.

Fue por una coincidencia, años después, persiguiendo la obsesión del “Civico y La Moreira” (1), que di con el legajo policial que me reveló el destino primero del local que albergaba la juguetería.

Quedé tan impactada como si el destino de esas paredes me perteneciera. Quizás por el tremendo cambio, quizás por la rapidez con que se pierde la memoria o por esa sucesión que pasa sin improntas, o porque, en definitiva, donde estaba la noche había entrado el sol.

La tragedia y epopeya, no habían dejado rastros, será que los fantasmas de aquellos que no pudieron ser buenos, se habían enternecido entre trencitos y muñecas.

Las torvas miradas del ayer trocadas en los límpidos ojos de los chicos.
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(1) El cívico y La Moreira, fueron dos personajes del ambiente de avería y del tango primitivo.
Que vivieron, supuestamente, en el Barrio de San Cristobal.
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Pasó tanto tiempo entre una entrega y otra, que posiblemente ya no recuerden el comienzo. Así que si desean leer la anécdota completa, pinchen aqui.
Le pido mil disculpas a Fernando, para quien estuvo dedidacada esta historia, por las ausencias, tan prolongadas.


Dibujo: Roberto Selles, para Revista Galaxia Porteña.
© Roberto Selles - © Galaxia Porteña.
Queda prohibida su reproducción



(Continuación)

A primeros del 1900

En la esquina de Matheu y Constitución, supo haber allá por el 900 un café de ajenjo y avería, donde los desesperados se achuraban feo. Por sus enormes ventanales no se mostraba, sino se escondía, el ambiente rancio, el humo del tabaco negro, los acordes picaditos del tango primitivo, los hombres flacos con chambergo requintado.

Cada noche, el brillo de los cuchillos, se apagaba carne adentro, salpicando con sangre la del muerto anterior, porque ahí no se andaban con chiquitas, supo ser uno de los peores tabernáculos del arrabal.

Al finado lo sacaban para afuera sin disimulos, total la cana (1) respetaba la protección del doctor del comité (2). El vigilante de turno, esperaba para hacer sonar el pito de alarma, que tensaba la noche de los laburantes (3) como un aullido avisando que otro se iba pa l´infierno. Había que hacer tiempo para que el autor del fato piantara (4) a seguro.

Qué negra debía ser la noche y el día entre aquellas paredes donde se estrellaban los posibles.



(1) Cana: en lunfardo “policía”
(2) El doctor de comité, era el caudillo político del barrio, perteneciente por lo general al partido conservador. Usaba a los matones para su rédito político, ofreciéndole a cambio de su servicio, la protección de sus influencias. Todo un sistema feudal.
(3) Laburante: en lunfardo “trabajador”.
(4) Piantar: en lunfardo “irse”.



(continuará)
PD: Extraño mucho leerlos, a fines de semana el trabajo me dejará retornar a la rutina. Los quiero.


Oleo: Geno Lazarov -Bulgaria


Esta historia está dedicada a Fgiucich, que con imaginación y belleza, suele volver una vez y otra a estos particulares personajes, del ayer.

1era parte -Orígenes-

El barrio de San Cristóbal (1), fue en su prehistoria cuna de hombres de avería (2) , unos de verdad, otros de leyenda, porque sabido es que en estas cosas de los orígenes, hay más deseos de epopeya que hechos. Y para muestra, basta con Borges, que re fundó Buenos Aires a la medida de sus fantasmas.

Junto a ellos, también asomadas a la muerte, las esclavas blancas (3) , carne de burdeles, en las que los varones desahogaban sus urgencias y ahondaban sus soledades.

Caminar en aquellas noches del 1900, sobre los adoquines desparejos, bajo los faroles rojos de los prostíbulos anunciando su amasijo humano, debía ser para aquellos, un pasaporte al suicidio que se aceptaba en el morir o el matar.

(Continuará)



(1) Como otros barrios, San Cristóbal comenzó siendo un borde entre la ciudad y la Pampa. Cuando le brotaron los ranchos de los que no tenían lugar en otra parte, fue convirtiéndose en arrabal. Con los años llegó el loteo, el tranvía y los inmigrantes con su gran esperanza de tener casa propia. Compraban un terreno en mensualidades y por las noches, luego de jornadas agotadoras de trabajo, a la luz de un candil, ponían ladrillo sobre ladrillo a su sueño. Juntos a estos gringos trabajadores, convivía el bajo fondo.

(2) Hombres de avería, taitas o malevos. Los diestros en el manejo del cuchillo, generalmente porque habían trabajado en los mataderos, lúmpenes, que ponían su violencia al servicio de algún político.

(3) Argentina tuvo un proceso inmigratorio sin parangón en la historia. En pocos años, los gringos (procedentes de Europa, Asia, Norte de África), duplicaron el número de nativos. Se produjo un desbalance entre los sexos, porque los varones venían generalmente solos y muy jóvenes. Así comenzó la industria de la prostitución. Las muchachas llegaban de Europa, especialmente del este, de a cientos en las bodegas de los barcos, a los Puertos de Buenos Aires, Montevideo y Río de Janeiro, hasta que el emperador brasileño, prohibió la trata y los dos puertos del Río de la Plata, quedaron como penoso destino. Es bueno recordar, que hacia finales del 1800, las naciones europeas, habían prohibido la trata de blancas, aplicando severísimas penas a los infractores, pero, hacían la vista gorda hacia aquellas que eran traídas, por la fuerza o el engaño a estas latitudes.

Aunque el plátano es más provechoso, es más estimado el cacao en México, y la coca en el Pirú, y ambos a dos árboles son de no poca superstición en. El cacao es una fruta menor que almendras y más gruesa, y la cual tostada no tiene mal sabor. Esta es tan preciada entre los indios y aún entre los españoles, que es uno de los gruesos y ricos tratos de la Nueva España, porque como es fruta seca, guárdese sin dañarse largo tiempo (…). 

Sirve también de moneda, porque con cinco cacaos se compra una cosa, y con treinta otra y con ciento otra, sin que haya contradicción; y se usa dar de limosna estos cacaos a los pobres que piden. 

El principal beneficio de este cacao es un brebaje que hacen que llaman chocolate, que es cosa loca lo que en aquella tierra le precian, y algunos que no están hechos a él les hace asco; porque tiene una espuma arriba y un borbollón como de heces, que cierto es menester mucho crédito para pasar con ello. Y en fin, es la bebida preciada y con que convidan a los señores que vienen o pasan por su tierra, los indios y los españoles, y más las españolas hechas a la tierra, se mueren por el negro chocolate. Este sobredicho chocolate dicen que hacen en diversas formas y temples; caliente y fresco, templado. Usan echarle especias y mucho chili; también le hacen en pasta y dicen que es pectoral y para el estómago y contra el catarro. Sea lo que mandaren, que en efecto los que no se han criado con esta opinión, no le apetecen. 

El árbol donde se da esta fruta es mediano y bien hecho, y tiene hermosa copa; es tan delicado que para guardalle del sol y que no le queme, ponen junto a él otro árbol grande, que sólo sirve para hacelle sombra; y a este llaman: la madre del cacao. Hay beneficio de cacaotales, donde se crian como viñas u olivares en España.

P. Joseph de Acosta. Historia natural y moral de las Indias. Extractado del Cap 22
(escrito en 1572)


Yo no soy huinca, capitan
Hace tiempo lo fui
Deje que vuelva para el sur
Dejeme ir alli.
Mi nombre casi lo olvide
Dorotea Bazan
Yo no soy huinca, india soy
Por amor, capitan.
Me falta el aire pampa y el olor
De los ranqueles campamentos
El cobre oscuro de la piel de mi señor
En ese imperio de gramilla
Cuero y sol.
Usted se asombra capitan
Que me quiera volver
Un alarido de malon
Me reclama la piel.
Yo me hice india y ahora estoy
Mas cautiva que ayer
Quiero quedarme en el dolor
De mi gente ranquel.
Me falta el aire pampa y el olor
De los ranqueles campamentos
El cobre oscuro de la piel de mi señor
En ese imperio de gramilla
Cuero y sol.
Quiero quedarme en el dolor
De mi gente ranquel.

 

Era en el tiempo de los malones. El blanco avanzaba por la Pampa, disminuyendo el horizonte del indio, levantando pequeñas fortalezas, hechas con troncos, y en el medio, la torre vigía, que era una construcción primitiva, también de troncos, con una escalera de mano, y un círculo donde se apostaba un soldado a observar la polvareda, y que llamaban mangrullo.
Entre la soldadesca, había un pulpero, que vendía los licores, los rebenques, las galletas; algunas mujeres, esposas de los milicos, o prostitutas, o quien sabe.
Un día el vigía, veía que la pampa entraba en movimiento, se convertía en un océano de polvo, con olas constantes que se acercaban y eran inevitables como la pleamar. Era el malón y la guerra. Peleaban con bravura. Unos con rifles, otros con lanzas; unos porque les obligaban las levas militares, porque a alguien le interesaba sumar hectareas a sus campos, abrir esa nación que apenas tenía nombre hacia el Sur. El otro, porque no sabía de alambradas, ni de notarios, sino de calandrias, de horneros y de ombúes y que esas tierras habrían sido de ellos desde el comienzo de la memoria.
Cuando el indio conquistaba el puesto de avanzada, entraba al fortín, remataba a los soldados, y alzaba a las grupas de sus monturas a mujeres y chicos. Cabalgaban con ellas hasta la toldería y allí quedaban, convertidas en eso que los "huincas" ( blancos), llamaron: las cautivas.
Dorotea Bazan, fue una de aquellas mujeres tomadas prisioneras por los malones.Las blancas se convertían en propiedad de los jefes y la pasaban muy mal al principio, en medio de una cultura muy diferente y porque las indias las odiaban por ese privilegio.

De a poco se iban acostumbrando. Por sobre todas las cosas, parían hijos mestizos. Terminaban comprendiendo que no era más brutal el trato que les daba el salvaje, de aquel que habían recibido de los suyos, los civilizados.


El tiempo les hacía amar a esos compañeros de piel de bronce, que pasaban tantas dificultades y las peleaban día a día.

A veces, el hombre blanco caía por sorpresa sobre una improvisada toldería, hacía una masacre y se llevaba a la grupa de sus caballos a esas desgreñadas blancas, que desesperadas veían alejarse, por segunda vez, todos los afectos que poseían.

La verdad del caso, es que nadie, en la sociedad de los huincas, aceptaba a las cautivas que se recuperaban.

La gente sentía asco por ellas, por el trato carnal que habían tenido con indio.

Generaba miedo que hubieran adquirido esas costumbres tan horribles (aunque nadie podía dar fe acerca de qué costumbres se trataban), así que las reconquistadas, terminaban por las orillas, más sucias y harapientas que en las tolderías, ahogándose entre tanto prejuicio y el dolor de los amores perdidos, allá en las infinitas pampas.

Letra Canción: Felix Luna
Música: Ariel Ramírez



Charlaba hoy con unos amigos sobre las culturas autóctonas de América. Salió después de algunos meses, el caso del hombre de Caral. Comprobé que el sentimiento que me despertó cuando se dieron a conocer los resultados de la investigación, no ha cambiado.

Entonces, el caso del hombre de Caral me emocionó hasta la sensiblería. Algo muy diferente al interés que me promovieron casos similares.

Me había llegado la noticia que podía verse en Perú la reconstrucción en fibra de vidrio, que el el escultor Edilberto Mérida, había hecho con el apoyo de un equipo de forenses, del jóven de Caral.

Unos cuatro años antes, un equipo de arqueólogos que trababajan en el sitio de esa cultura preincaica, al norte de Lima, había hallado un esqueleto, junto al muro, entre piedras y tierra.
Desnudo, los brazos cruzados en la espalda, no presentaba vestigios de ofrendas.
La técnica, permitió una reconstrucción del hombre que fue, que no solo dejó saber conocer su fisonomía (cara ancha, frente pequeña, nariz recta, cejas semipobladas, cabello lacio que llevaba sujeto con hilos de algodón), su constitución física ( una estatura de aprox. 1,70 m); sino también la vestimenta, el calzado y como se desarrolló su vida.

Se supo que había sido un esclavo, al que dieron muerte cuando apenas tenía unos 20 años, primero con un golpe sobre la cara, para rematarlo días después, cuando aún estaba en agonía, con otro en la nuca. Se cree que fue en castigo a una falta muy grave.

Su vida se había reducido a un ir y venir acarreando piedras sobre sus espaldas, para las construcciones de la ciudad que lo sometía.

Me fijé a la idea de ese muchacho de 20 años, en un cuerpo de 60 a causa de la osteoartritis y la anemia.

Pensé en qué lamentaría dejar cuando lo llevaron al sacrificio, de que amores se despediría, si habrá sentido que el dios de turno se compadecía y lo arrancaba de esa vida miserable que llevaba. Qué habrá buscado con sus ojos, justo antes de recibir el golpe con que comenzó a dársele muerte.

Así como la paradoja que Caral, que 2000 años antes de la fundación de Roma ya era cuna de civilización, se nos hiciera conocida a partir de un “don nadie” muerto hace 5000 años, que no mereció siquiera una tumba.

La rueda de la vida en un giro amplio, muy amplio.

Lo más impresionante, me parece, es alguien le bautizara Waynarumi (joven de piedra), dándole por fin identidad y dignidad humana, 5000 años después que se le terminara la vida.