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La ilustración se encuentra en:
http://www.slide.com/r/EMHajnD_tj8R6EXsw2Gkg0Carqlop32W


Dicen que la casa que veía Sábato, cuando describía aquella de “Sobre héroes y tumbas”, no era la muy mentada de la zona sur, sino una muy particular, en Oruro y Carlos Calvo.


Resulta tan impropia al barrio, que en algún momento, un ansioso por conocer su historia, me ofreció una excelente suma de dinero, para iniciar las investigaciones. Era en los tiempos en que Argentina se hundía y ese dinero me venía muy bien. Pero no acepté, era inútil.


Isabel y yo la habíamos descubierto una tarde de invierno, mientras caminábamos, repitiendo como loros, los pares de nervios craneales para un parcial.


Se veía tan tenebrosa envuelta entre los grises del frío, que nos atrapó de una vez y para siempre, con su influjo hipnótico.


Estaba cerca de la facu, así que íbamos a menudo a mirarla. Y como no tenía fascinadas, iniciamos el recorrido para aprehender su secreto. Desconocíamos por entonces la leyenda que la unía a Sábato.


La casa era como esas personas hermosas, que saben que su poder reside en su misterio. Cuanto más nos empeñábamos en conocerla, mejor escondía sus orígenes.


No hallamos un solo documento que revelara su origen, su paso por las escribanías, los nombres de sus dueños, de su constructor. Sus habitantes, nos cerraros muchas veces las puertas. Nos atendían entreabriendo apenas las celosías, eran más misteriosos aún que los interrogantes. No cejamos… Pero la casa nos ganó la partida.


Nadie pasa por la cortada sin rendirse a su embrujo.


Quizá, sí los que viven muy afinados con la cultura postmoderna…


Casi mejor, los bohemios sin remedio la tenemos entera para aumentar la sed de nuestro deseo.

Atrevida celebración de las palabras

Publicado por Umma1 enero 04, 2008 Etiquetas: , , 31 comentarios

Oleo: Aguijarro



Hay escritores que últimamente manifiestan alergia a la escritura en red, y, lo mismo que Job de tanto rascarse, ya no se soportan la piel. En esas está don Marcelo Birmajer, que subido al pedestal de los padres de las letras, hace unas semanas se despachó a gusto contra los blogs, desde la Revista Ñ.

Ven estos espacios como una amenaza (¿?) y por eso chillan, señalándonos a los blogueros como trapisondistas envidiosos de los dueños de las palabras, o sea los que leen sus ideas en papel impreso.

Algo en apariencia muy loco, porque un libro y un espacio virtual no son comparables. Diferentes medios de comunicación con estilos, técnicas y tiempos propios.

Entonces… Dado que todo tiene una razón y recordando aquello de: “Ladran, Sancho, señal que cabalgamos”, me preguntaba ¿Porqué Birmajer, recalca que quienes hacemos los blogs, somos escritores frustrados que nos creemos artistas?, ¿porqué la alarma?, ¿Porqué comparar salchichas con algarrobos?

A simple vista, el blog es una forma sofisticada de charla de café.

Con la capacidad metafórica, el humor, la salud, el tiempo, que cada contertuliano amanezca, nos reunimos a lo largo del día y de los años, a acompañarnos. ¿Entonces, cómo se fundamenta esa pretendida vocación de escribidores chatos (me perdone Márquez) que nos adjudica? ¿No seríamos, mejor, devotos del intercambio?


¿Será que hay amenaza para las páginas que supieron imprimir?, ¿Para la silla en la feria del libro? ¿para ese saborcito a almibar que se desparrama por la sangre, ¡bendito sea el azucar!, cuando alguien reconoce el apellido?.

Como lectora vieja, sé que no hay otro peligro para la literatura, que las pésimas políticas editoriales y los tiempos de chatura creativa que reflejan.

No hay una fisura por donde surja una ráfaga de aire nuevo, un giro que nos apasione. Creo que desde el realismo mágico, no hay autor que nos sorprenda.

¿Qué hay escritores buenos?, desde luego. ¡Excelentes! y, son los que nos conservan la motivación, junto a los libros de viejo. Pero la llama literaria se nos está durmiendo, porque los editores prefieren lo malo a lo osado. Porque publican mucho más de lo que el mercado puede consumir, porque reducen el arte al cambalache. Porque lograron que ahora los libros se vendan en los hiper junto a los tomates y las zapatillas... Ay Señores, ¿qué lugar del infierno les estará destinado?

Hace un rato, en la página de Cerrillo, creí entender porque hay tanto ofuscado contra estas hojitas virtuales.

Quizás porque en algunos de ellas se está escondiendo lo verdaderamente literario.

En las breves dimensiones de un post, emerge la literatura en su estado natural: el revulsivo, con sus atributos de profundidad, carisma, verosimilitud, ironía, fantasía y belleza.

La expresión sin mercado, ergo sin censuras. Entonces, hay permiso… rienda suelta al divagueo, a la celebración de la palabra, a seguir el pulso de la emoción, y la adormidera de las decepciones.

No es que todos los blogs sean literarios, pero los que lo son: maravillan.

Una queda, frente a ellos, boquiabierta, agradecida. Los cuentos de Baakanit, los posts de Cerrillo, de Cacho de pan, las reflexiones ácidas de Vladimir y otras tantas joyas que Uds. y yo conocemos.

Quizás ahí esta la clave del aspaviento.

Celebro, entonces, la gracia, el buen gusto, la perspectiva, el uso de las tijeras, la originalidad, el atrevimiento de desnudarse de los mejores…

Y por todos nosotros, los que llevamos otros estilos, que sin darnos cuenta, con nuestros aciertos, ingenio y esperanzas cotidianas, amasamos nuevas formas de proximidad.


¡Vivan los blogs!

Viaje a la edad media

Publicado por Umma1 diciembre 15, 2007 Etiquetas: , , , 6 comentarios


Hoy, terminé la 2da lectura de la última novela de mi entrañable amigo León Arsenal.

Recuerdo que cuando me llegó hace unos días, rompí rápido el sobre y permanecí con los ojos fijos en la portada, las manos aferradas a una historia que por fin tiene cuerpo de libro, con esa emoción que llega cuando le nacen hijos a los amigos.

Llevo varios años leyendo a Arsenal, en un principio, por la amistad que me unió con la persona a quien dedica este libro, y luego por el enorme placer que me brinda su prosa.

“Los malos años” – historia de Pedro el cruel y de su esposa Blanca de Borbón- fue una parte de mi vida en los últimos dos años. Tuve la fortuna de estar presente cuando surgió como idea y, la alegría de seguirla en todo su derrotero.

Pedro, que era para mí, el hijo de aquél Alfonso que vivió temiéndole a la peste negra, para morir en sus garras, según nos contaba la Dra. María del Carmen Carlé, en las clase de Historia de España, en la Facu; se me hizo familiar junto a Blanca, Benavent, Beaumont, en el entusiasmo con su autor buscó y seleccionó las crónicas, la documentación, en cientos de horas de charla y lectura de borradores.

León, a quien considero un tipo querible con el que se conversa de lujo y se discute con apasionamiento, logró reconciliar a la historiadora que hay en mí con la novela histórica, el día en que me dieron impreso en papel oro, el último borrador de “La boca del Nilo”.

No se puede menos que mirar con respeto, y felicitar a un novelista que toma el hecho histórico con tanto respeto, la extraordinaria formación en el tema que alcanza antes de lanzarse a escribir y, la excelente documentación que reúne.

En su momento, nuestra amiga, le había preguntado, sabiéndolo un viajero infatigable, si había recorrido el Nilo, tal era la excelencia de las descripciones que hacía.

Hoy, yo le preguntaría, si vivió en la edad media, porque recrea una atmósfera como jamás sentí. Y digo “sentí” porque de eso se trata. Arsenal nos introduce en los tiempos que describe, logra que pensemos como españoles del 1300, padecemos la tensiones, las indecisiones, las locuras de una época terrible. Y nos deja con sed, con la sed de su propia curiosidad que hacemos nuestra, la sed de más que dan los buenos vinos que no deseamos dejar de catar.