Kimi era feliz, simplemente, con los mimos de sus dueños. Pero un día a este simpático Caniche Toy, lo tocó la varita mágica, esa que confirma aquello de que la vida siempre nos sorprende y nos lleva por caminos insospechados.
Ni a él ni a su familia humana, se les había cruzado la idea de pisar las tablas, actuar en la lírica, ni mucho menos pasar a la historia, con un evento tan importante para nuestra ciudad, y para la lírica.
Ocurre que Kimi, mientras viajaba despreocupado en un bolsito, fue atentamente observado y recibió la propuesta para actuar en La Boheme de Puccini, Ópera que se ofreció para la reapertura del teatro Colón en Buenos Aires, dentro de los festejos del Bicentenario de la Revolución de Mayo.
Su dueño, en el video, cuenta las divertidas alternativas que llevaron al perrito a ese lugar, al que todos los artistas desean llegar: El Colón
Le doy las gracias al Licenciado Carlos Alberto Martínez, por dejarme grabarlo.
Aquí: parte del Sdo Acto de La Bohème. A disfrutarlo.
Un busto se nos aparece en los Jardines de Luxemburgo
- Aquí está él.- Parece decirnos
- ¿Él…? ¿quién…?-
“Henry Murger”, se lee.
Murió por gangrena y una complicación sifilítica. Pero lo que lo mató fue su adicción al café, que previamente le había robado el dormir y la serenidad.
El 28 de enero de 1861, Rodolfo, perdón, Henry Murger se iba de esta vida con sus 39 años; quizás pensando en su Mimi, perdón, en sus Lucille Louver, María Vidal y tantas otras…
O quizás no, porque sus preocupaciones eran otras. Los tiempos de la bohemia, pertenecían al pasado. Llevaba años instalado como un buen burgués en una casa de campo en las inmediaciones de fontainebleau, dedicado a la literatura.
Pero aunque el busto se esfuerce por atizar la memoria, pocos en realidad saben quien fue Henry Murger. Aún cuando es muy difícil encontrar a alguien que no haya oído los nombres de Rodolfo y de Mimí, o que alguna vez no escuchara “che gelida manina”.
La bohème es la ópera más representada, la más apetecible por los amantes de la lírica.
Puccini que estaba aún embriagado por el éxito de su Manon Lescault, no le prestó oídos a Ruggero Leoncavallo cuando le propuso leer los folletines “escenas de la vida de bohemia”, publicados unas décadas atrás. Recién cuando comenzaban a desvanecerse los aplausos, se dio a revisar los textos con sus libretistas Giacosa e Illica. Trabajó en ellos entre 1893 y fines de 1895, para estrenarla en febrero del 96, en Milán, casi al mismo que “La Bohème” de Leoncavallo.
Murger, nacido en París, había vivido largos años en el Quartier latin, formando parte de un grupo de bohemios conocidos como “Les Buvers d´Eau”, entre quienes se contaban Nadar, Champfleury, Baudelaire.
Trató de estudiar y trabajó como periodista cuando no se encontraba hospitalizado, su salud se resentía a causa de su adicción a la cafeína.
En 1845, con 23 años publicó por entregas, en la revista Corsaire, la que sería “Escenas de la vida de bohemia”. Tres años después, el célebre dramaturgo Théodore Barrière le plantea hacer una adaptación para el teatro. Se estrenó en el 49, entre el público estaba Luis Napoleón Bonaparte. El éxito sobrepaso lo esperado. En 1851 las entregas del folletín se editan como libro y, la suma que percibe le permite abandonar la bohemia para instalarse en esa casa de campo, donde recibiría la Legión de Honor en 1858
La crítica considera a su obra como un mediocre intento a caballo del realismo y del romanticismo. Sin embargo dio pie a una pieza sublime. Y, los críticos que la relativizan volvieron a ella muchas veces para estudiarla. Así pudo determinarse su carácter autobiográfico. Rodolfo fue Murger; Marcello, Champfleury; Musetta fue Maríe Roux, amante del anterior… y Mimí, un puñado de mujeres a las que amó Murger: Lucille Louvet, María Vidal y otras, con las cuales los libretistas de Puccini, dieron forma a la célebre Mimí.
José Carreras y Teresa Stratas. Metropolitan. N.Y. 1982
Fue por azar… por intuición de Leoncavallo… porque el destino sorprende con sus propias magias, que el folletín de Murger cobró inmortalidad.
Y curiosamente la frase que escribiera en el prólogo de su libro se cumplió:
“La bohemia es pasantía de la vida artística, es el prefacio a la Academia, al hospital o a la morgue”
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