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lunes, 2 de octubre de 2023

N-VI

 

Antes viajábamos por carreteras que atravesaban lugares habitados. Hoy, aquellas carreteras han sido sustituidas por autopistas aisladas del paisaje que atraviesan. Durante mucho tiempo, la N-VI fue una de las carreteras más importantes de España. Unía Madrid con Galicia a lo largo de 600 kilómetros. Ahora la autovía A-6 cubre todo el trayecto. Algunos tramos de la vieja N-VI han desaparecido, otros han quedado casi abandonados, como islas a la deriva, kilómetros de asfalto que empiezan y terminan en ninguna parte, y con ellos las aldeas y pueblos que atravesaban. En los márgenes de aquella carretera permanecen sus habitantes, cuyas vidas han quedado encalladas en un presente sin demasiado futuro.
El gallego Pela del Álamo, con fotografía de Francisco Arnoso 'Pixi', dirige y produce este documental que le llevó cinco años de trabajo (entre 2007 y 2012), en el que, curiosamente, también podemos observar el cambio que se va produciendo en su propia forma de rodar, desde las imágenes fijas que prácticamente pueblan los planos del principio, hasta que va involucrando personajes y moviendo la cámara más o menos desde la mitad de la película. Al tiempo, se va desviando de lo que es la propia vivencia que sugiere el abandono de la vieja carretera, para retratarnos también a los gitanos de Astorga (esta vez en los aledaños de la vieja nave de clasificación ferroviaria de la otrora dinámica estación de la capital maragata) o a los mineros de Viloria, retratados desnudos (literalmente) cuando se despojan de sus ropas de trabajo, con esas caras tiznadas tan características del minero que parece que tiene los ojos hundidos en sus cuencas.
El progreso también trae decadencia, eso es así desde que el mundo es mundo y cuando llega el tractor, queda arrinconado el arado o desaparece el viejo herrador porque ya no se emplean bestias en las labores del campo, algo así es lo que nos acerca Pela del Álamo, en este trabajo que no es solo nostalgia de esos lugares muertos que tenían vida cuando se viajaba más despacio, sino que también tiene algo de poético y, sobre todo, de rescate de una memoria que forma parte de la historia pequeña, del día a día del ciudadano de a pie, recordándonos los bares y hostales pequeños, las tiendas de pueblo, los puticlubs, las gasolineras en las que había cintas de cassette o postales y en las que te servían el combustible. 
Pela se declara cada vez menos cinéfilo y más interesado por conocer gente que le abre las puertas de sus casas sin conocerle de nada y le narra sus recuerdos y eso también queda reflejado en el documental que nos trae a la memoria un tiempo perdido cuyas ruinas aún están presentes, bien cerca, pero demasiado lejos de los lugares por donde hoy pasamos a toda velocidad.



martes, 30 de octubre de 2018

NEVABA

El 24 de junio de 1812, cuando la Grande Armée, franquea el río Niémen, comienza la campaña de Rusia. Napoleón se dirige sobre Moscú, con la intención de obligar a capitular al Zar Alejandro I. El bloqueo comercial impuesto contra Inglaterra, se ha vuelto contra quienes lo imponen y ha empobrecido a toda Europa. Los rusos lo han levantado, lo que resulta inaceptable para el Emperador que detesta a los ingleses por encima de todo.
Cuando los franceses (en su ejército hay también polacos, italianos, portugueses, españoles...) entran en Moscú, ya están debilitados por la política de tierra quemada empleada por los rusos. Abandonada por sus habitantes, vacía de suministros, los fuegos comienzan en todas partes y la ciudad arderá durante cuatro días. Napoleón se verá obligado a abandonarla y a entablar combate en busca de alimentos para sus tropas. Es el comienzo de una retirada que tendrá su punto culminante en la batalla de Bérézina.
La novela cuenta la campaña de Rusia a través de Napoleón y de su ejército, pero también de toda la intendencia que le sigue. Junto a personajes conocidos, pone en escena a los anónimos, hombres y mujeres, militares y civiles, con el fin de retratar la vida cotidiana de cada uno, independientemente de que sea o no privilegiada.
A la cabeza de los privilegiados, el Emperador, su estado mayor y los que trabajan directamente a sus órdenes. Luego la Guardia Imperial, la primera en recibir suministros. Por último, los demás, poco menos que abandonados a su suerte. Es una verdadera pesadilla la que sufren las tropas napoleónicas. Como si el combate no fuera suficiente castigo, un frío gélido se abate sobre el campo ruso, en el que los hombres mueren de hambre y de frío. Para intentar sobrevivir, matan a los caballos y se privan de apoyo logístico, pues los carros y los cañones ya no llegarían jamás. Los soldados se mueren en el sitio, son aplastados por la incesante caravana que huye, pierden sus miembros sin apenas darse cuenta, y van arrojando al camino todo lo que habían rapiñado, salpicándolo de vajillas, cuadros, muebles y joyas, mientras el color de los uniformes desaparece bajo las manchas de sangre y los sables se congelan en sus vainas.
La batalla de Bérézina es contada con detalle. En ella, una vez que los dos puentes que habían construído los ingenieros franceses, fueron destruídos por orden de Napoleón, quienes permanecieron en la orilla equivocada, hubieron de elegir entre morir abrasados por las llamas o congelados en las aguas del río.
Los personajes nos van conduciendo por lo que debió ser para quienes lo sufrieron aquel desastre, una derrota que Napoleón, siempre se negó a reconocer, achacándolo todo al clima adverso y a la incompetencia de sus generales.



martes, 9 de octubre de 2018

LA CONDESA-DUQUESA DE BENAVENTE. UNA VIDA EN UNAS CARTAS

María Josefa Pimentel, XV Condesa-Duquesa de Benavente y Duquesa de Gandía, Condesa de Alba de Liste, Marquesa de Jabalquinto, Princesa de Anglona, Duquesa de Béjar, Duquesa de Arcos, entre otros muchos títulos, había nacido en 1752 y desde los doce años, por fallecimiento de su padre, era titular de los títulos mencionados. Prometida en matrimonio con Pedro Alcántara Téllez Girón, segundo hijo del Duque de Osuna, quiso el destino que unos meses antes de celebrarse los esponsales (tuvieron lugar el 29 de diciembre de 1771), falleciera el primogénito de los Osuna, convirtiéndose don Pedro Alcántara en heredero del ducado de Osuna, produciéndose la indeseada unión (al menos por parte de los Benavente) de dos de las casas que más títulos nobiliarios concentraban en su poder.
A partir de entonces, el condado-ducado de Benavente, pasó a formar parte de la casa de Osuna, por la prevalencia de esta, a pesar de lo cual, doña María Josefa, siempre fue conocida en la época como la condesa-duquesa de Benavente.
Mujer de su tiempo, es ejemplo de dama ilustrada de la época, siempre atenta a las novedades y nuevas tendencias en los ámbitos económicos, científicos y culturales, fue nombrada en 1786 académica de honor de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y formó parte de la Junta de Damas, versión femenina de la Sociedad Económica Matritense, de la que fue presidenta en 1787, preocupada sobre todo, por llevar adelante iniciativas que mejoraran la higiene y la prevención de enfermedades a través de medidas innovadoras como la vacunación (tarea nada fácil, por las reticencias que encontraba), la educación y la asistencia social a niñas y mujeres en campos como la escuela, el hospicio o la cárcel.
Este deseo de fomentar la ilustración de los Duques, les lleva a crear en su villa solariega, la Sociedad Económica de Benavente, a fin de promover la agricultura, la industria y la educación. Sin embargo la suspicacia campesina a la innovación y la sorpresa que producen las ideas de los Duques, halló en Benavente una resistencia pasiva que resume en su carta Fray Francisco Vélez Cossío, caballero de la Orden de San Juan y cura de la benaventana parroquia de San Juan del Mercado, escrita desde allí al año de inaugurarse la sociedad: "... el clero no ha tenido estímulo como V.E. conocerá. Los seglares se han enfriado infinito" (Archivo Histórico Nacional. Archivo de Osuna).
La Condesa visita sus estados de Benavente y con esta ocasión, nace en la localidad de Quiruelas de Vidriales, el 15 de septiembre de 1787, Pedro Alcántara Téllez-Girón y Pimentel, segundo varón de la familia.
El libro resulta curioso, por cuanto estamos hablando de una mujer, cuya dilatada vida, le permitió atravesar los reinados de Carlos III, Carlos IV, Fernando VII y el principio del de Isabel II. Su copiosa correspondencia da noticia de la intensa vida social en su casa de la Puerta de la Vega, o en la Alameda de Osuna, donde mandó construír los jardines de El Capricho, destacando la protección brindada a distintos artistas, desde Goya, a literatos como Iriarte (que escribió alguna obra para el teatro instalado en casa de la Condesa), don Ramón de la Cruz o Juan Meléndez Valdés; músicos como Boccherini o Barbieri; bailarines; actores (Pepa Figueras o Isidoro Máiquez, entre otros). De esa correspondencia se infieren datos y vivencias de la vida cortesana y también de las clases populares, no sólo en España, sino en Europa (la familia pasó una larga temporada en París a la espera de la frustrada toma de posesión del Duque como embajador en Viena), en la azarosa época posterior a la Revolución Francesa. Las cartas intercambiadas con los administradores de sus extensas posesiones, también nos acercan noticias de los tiempos tempestuosos de la invasión francesa y posterior Guerra de la Independencia y de la permanente inestabilidad durante el reinado de Fernando VII, con las constantes disputas entre absolutistas y liberales.
No menos interesante resulta la figura de la autora del libro, la Condesa de Yebes. Carmen Muñoz Roca-Tallada (Biarritz, 26.VI.1901 – Madrid, 4.V.1988), escritora, traductora e intelectual, precursora a la hora de abrir nuevos caminos hacia el papel que debía jugar la mujer en los nuevos tiempos. Descendiente de ilustres linajes aragoneses, su sensibilidad hacia la cultura y su espíritu tolerante, la llevaron a colaborar estrechamente con María de Maeztu, directora de la Residencia de Señoritas, como tesorera de la Sociedad de Cursos y Conferencias de la Residencia de Estudiantes, lo que a su vez, le permitió mantener amistad con José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Antonio Marichalar y Ramón Gómez de la Serna. Precisamente su admiración por Ortega le abrió las puertas de las reuniones de la Revista de Occidente, un sancta santorum de la inteligencia masculina sólo accesible a una minoría de mujeres: María Zambrano, Maruja Mallo, Rosa Chacel y algunas damas escogidas como la propia Carmen Muñoz Roca-Tallada.
Entre 1928 y 1929 el matrimonio (había contraído nupcias con Eduardo de Figueroa y Alonso-Martínez, VIII conde de Yebes e hijo del conde de Romanones) visitó Estados Unidos y trabó amistad, entre otros, con Charles Chaplin, que plasmó a la pareja en un documental. Los salones de la casa de los condes de Yebes en Madrid ofrecieron hospitalidad a las figuras de la generación del 27 y a las personalidades que visitaban la capital, desde Jean Cocteau a Igor Stravinski.



martes, 28 de agosto de 2018

LOS CONDES-DUQUES DE BENAVENTE EN EL SIGLO XVII. PATRONOS Y COLECCIONISTAS EN SU VILLA SOLARIEGA

El libro que nos ocupa forma parte de esa serie de estudios que se centran en las historias que podríamos llamar locales, no por ello menos interesantes que la Historia general y que, en mayor o menor medida, a fin de cuentas, forman parte de la misma.
El carácter local del trabajo que aporta Mercedes Simal, permite los detalles pormenorizados que, en un estudio más generalista no encuentran acomodo.
La familia Pimentel, de origen lusitano, tuvo sus más y sus menos con los monarcas portugueses en el siglo XIV que a la postre y ante la pérdida del favor real, determinaron que en 1396, Joao Alfonso Pimentel, en medio de las disputas que se estaban produciendo entre las coronas de Portugal y Castilla, tomara partido por Enrique III de Castilla. En reconocimiento a sus servicios, Enrique III le concedió la ciudad de Benavente, de la que fue nombrado conde, iniciando el linaje de este nombre, que se extendería hasta 1771, cuando María Josefa Pimentel, heredera del título, casó con su primo Pedro Alcántara Téllez Girón y, por muerte de su hermano, IX titular del ducado de Osuna, integrándose así el título de conde-duque de Benavente en la larga lista de dignidades que componían el ducado de Osuna.
Simal se centra en el siglo XVII, seguramente el que más huella ha dejado en lo que a esta casa nobiliaria se refiere, alcanzando su momento culminante con Juan Alfonso Pimentel Enríquez, VIII conde y V duque de Benavente (1576-1621), conde de Mayorga y Villalón, Señor de Pedraza, Puebla de Sanabria, Arenas, Cigales, Torre de Mormojón, etcétera. Este hombre, gracias a sus dotes y linaje, prestó continuos servicios a la corona, entre otros, el envío de 1.000 hombres a la "Jornada de Inglaterra" (la Armada Invencible), siendo nombrado en 1598, virrey y capitán general del Reino de Valencia, para pasar, en 1602, a ocupar el puesto de virrey de Nápoles, uno de los más codiciados y rentables de la época, haciendo su entrada oficial en la ciudad italiana el 6 de abril de 1603.
Este hecho, el virreinato de Nápoles, tendría consecuencias posteriores en uno de los aspectos que recoge el libro, pues aunque los condes-duques, como tantos otros miembros de la nobleza eran aficionados al coleccionismo de obras de arte, armas y otros enseres, cuya posesión venía a ser símbolo externos de su estatus, la estancia de don Juan Alfonso en tierras italianas, le permitió adquirir algunas de las obras que ornaron algunas de sus posesiones, bien la fortaleza de Benavente, su palacio de Valladolid o su residencia madrileña, y que serían heredados por sus sucesores, componiendo una colección de esculturas, pinturas y otros adornos elogiados por propios y extraños.
Algunas de estas obras formaron parte de la decoración de "El Jardín", una finca de recreo y solaz situada a corta distancia del palacio-fortaleza, con un edificio principal, rodeado de jardines, con gran diversidad de flores, plantas aromáticas, arbustos y un laberinto. Allí, como digo, estuvo instalada en el siglo XVII, la colección de esculturas de los condes-duques, la inmensa mayoría de carácter profano, con proliferación de personajes mitológicos, dioses, emperadores, filósofos..., que se completaban con algunas de temática religiosa, expuestas directamente al aire libre o en hornacinas e interiores.
A esta curiosa colección, deben unirse las obras diseminadas por las distintas fundaciones religiosas y de caridad de que eran patronos.
Simal hace, como he señalado un recorrido detenido y riguroso por lo que debió ser el esplendor de esta familia y la huella que dejaron, sobre todo en su villa solariega, de la que en la actualidad, aunque quedan vestigios, algunos de cierta importancia, apenas nos indican lo que debió ser en la época de mayor auge.
He de señalar lo que yo pienso que es un error de bulto, seguramente fruto de un malentendido o un simple error de imprenta (nota 525, en la página 136), cuando al hacer mención a la actual plaza del Grano de Benavente, dice que también se la conoce como plaza de los carros. Mercedes, la plaza del Grano de Benavente, fue conocida toda la vida como Plaza de los Bueyes, nunca de los carros. Espero que en otros datos que se exponen en el libro y de los que yo carezco de suficientes conocimientos para evaluarlos, no haya más errores de este tipo
Por lo demás, el trabajo está exhaustivamente documentado y se ve que, salvo algún caso puntual, la autora contó con las simpatía y la colaboración de quienes podían prestarle ayuda en la recopilación de datos, consulta de fuentes y visión directa de vestigios.



martes, 12 de septiembre de 2017

TIERRA DE CAMPOS

Un cantante con cierta fama llamado Daniel Campos, de nombre artístico Dani Mosca, traslada el cadáver de su padre a su pueblo natal, un lugar que el autor denomina Garrafal de Campos, en la comarca castellano-leonesa del mismo nombre. En realidad no se trata de cumplir el último deseo de su padre, fallecido un año atrás, sino que Dani recuerda que en alguna ocasión, él le habló de que le gustaría ser enterrado en su pueblo y ese recuerdo impulsa a su hijo a afrontar el traslado del cadáver, que realiza en un coche fúnebre conducido por un ecuatoriano, Jairo, que le da más conversación que la deseada. Aunque Dani apenas pasó algunas días sueltos y un verano completo en el pueblo, allí se reencuentra con algunos personajes de su infancia y durante el viaje en el coche fúnebre irá rememorando su propia andadura vital, desde sus tiempos en un colegio religioso, donde surgió el grupo musical Los Moscas, del que formaban parte sus amigos Gus y Animal, pasando por sus experiencias amorosas, incluída su convivencia con Kei, una chelista japonesa, con la que ha tenido dos hijos, Maya y Ryo, que le acompañarán en una parte de su estancia en Garrafal y durante el viaje de regreso a Madrid.
Al final el libro se convierte en una narración con reflexiones del autor sobre la identidad y los sentimientos, con referencias, sobre todo en el plano musical, pero también en otros aspectos como la cultura o la política, a los últimos años en España.
Se lee bien, está salpicado de cierto sentido del humor, y contiene descripciones sobre los excesos de algunos de los llamados rockeros o de la vida en la ciudad y en el campo, sin enfrentar una con otra, simplemente anotando diferencias y conjugando bastante bien ambos mundos dentro de la novela.



miércoles, 13 de abril de 2016

LOS MINEROS ASTURIANOS EN BENAVENTE (1936)

Uno de los ardides más curiosos de la Guerra Civil española, tuvo como protagonistas a los mineros asturianos y al entonces gobernador militar de Oviedo, coronel Antonio Aranda Mata.
Al parecer, ante a sublevación de los militares en África y sus correspondientes secuelas en la Península, el dirigente socialista Indalecio Prieto, solicitó a sus correligionarios de Asturias el envío urgente de una fuerza de diez mil mineros para defender Madrid de la posible sublevación de la guarnición local, sobre todo de los cuarteles de la Montaña y Campamento. La convocatoria tuvo gran éxito entre los mineros y en pocas horas se concentraron miles de ellos en Oviedo.
Se organizaron dos columnas, una partió por carretera y otra por ferrocarril, compuesta por dos locomotoras y doce vagones. El tren salió de Oviedo sobre la una de la madrugada del 19 de julio, cargado de voluntarios hasta los topes. Contaban con doscientos fusiles y munición entregados por orden del coronel Aranda. Al mando de la columna iban el socialista Manuel Otero y el teniente de Asalto Alejandro García Menéndez. En Mieres se incorporó otro numeroso grupo, mandado por Ramón González Peña y el jefe de las milicias de las Juventudes Socialistas, Guzmán García.
A las cinco de la mañana el tren especial salió de la estación de Ujo, la última asturiana, compuesto ya por tres máquinas y dieciocho vagones, transportando a 2.500 hombres.
Habiendo recibido noticias de que Valladolid se hallaba en manos de los sublevados y que habían instalado piezas de artillería para cortar el paso del convoy, decidieron seguir su camino a Madrid por Zamora, así que en la noche del 19 de julio, el tren especial hacía su entrada en la estación de Benavente, donde a pesar de los temores, gracias a los buenos oficios del alcalde socialista Alfredo Rodríguez Enríquez y al control de los jefes de los obreros asturianos, no se produjeron mayores incidentes, aunque fue inevitable que la población estuviera alterada ante la llegada de tamaña fuerza.
El caso es que, según algunas fuentes, una operadora de la compañía telefónica que trabajaba en Benavente, fue la primera en advertir a los mineros que habían sido engañados por Aranda, que lo que en realidad pretendía era tener el campo libre y que se había sublevado en Oviedo, lo que fue confirmado por el abogado Juan Pablo García que llegó a Benavente por carretera en la madrugada del día 20, llevando la noticia fidedigna de la rebelión del coronel Aranda en Oviedo.
Esa misma mañana, el tren de los mineros asturianos, emprendió desde Benavente el camino de regreso a su tierra, pero Oviedo ya se había unido al bando rebelde.



jueves, 22 de octubre de 2015

MOUTON, LA MASCOTA DEL REGIMIENTO

A principios de diciembre de 1808, las tropas francesas atraviesan por un vado el río Esla, a la altura de Benavente, ya que el puente de Castrogonzalo había sido volado por orden del general inglés John Moore, se dirigían hacia Astorga persiguiendo al ejército británico que acometía una retirada estratégica.
Aún recuerdo ver, en casa de un amigo de mi padre, algunos vales escritos en francés y entregados a los lugareños por oficiales gabachos a cambio de cebada para los caballos, vales que, huelga decirlo, nunca serían canjeados por su valor en metálico.
Las tropelías que cometieron primero los ingleses y luego los franceses, son innumerables, la que más repercusión tuvo, la práctica destrucción del castillo-palacio de los Condes-Duques, en que los galos rapiñaron lo que quisieron, llevándose tapices y cuanto objeto encontraron, ocupando sus salas y utilizando todos el mobiliario, puertas y ventanas incluídas, para encender fuego, con el que aliviar las frías noches del diciembre mesetario. Las paredes de las dependencias interiores quedaron chamuscadas y fue el inicio de un lento declive para tamaña fortaleza de la que uno no se puede hacer más que una vaga idea de lo que fue por el único resto que pervive, la imponente Torre del Caracol, hoy parte del Parador Nacional Fernando II.
El caso es que el otro día, encontré en una página francesa (http://moustache-empire.pagesperso-orange.fr/mouton_la_mascotte.htm) una jugosa anécdota referida a la mascota de un regimiento, un perro llamado Mouton, que dice así más o menos:
Durante la campaña de Rusia, un sargento vio ante él a una persona, un soldado, al que reconoció, que caminaba encorvado bajo el peso de algo que llevaba en su mochila. Era un perro. «¿Es para comerlo?», preguntó el oficial. «No —respondió el soldado llamado Daubenton—. Preferiría la carne de cosaco» y, furioso, añadió: «¿No reconoces a Mouton? Tiene las patas congeladas y no puede andar». El caniche Mouton era la mascota del regimiento de fusileros. Recogido en 1808 en España, cerca de Benavente, había asistido a las batallas de Essling y de Wagram, antes de volver a España en 1810 y 1811.
Extraviado en Sajonia, siguió a un contingente de «su» regimiento que pasaba por allí y así reencontró a sus dueños en Moscú. En Wilna, a 28º bajo cero, las patas de Mouton se congelaron y Daubenton decidió abandonarlo, pero el perro trataba de seguirlo, cayendo una y otra vez sobre la nieve, Daubenton se dejó vencer por la ternura, y  se aventuró a llevarlo sobre sus hombros. Quiso la casualidad que un sablazo destinado a su dueño hiriera a Mouton, que desapareció en medio de la tormenta.
Cuando el soldado salió a buscar al perrito por la estepa, creyó oír el aullido lastimero de la mascota. Cuando la encontró, Mouton tenía el lomo cruzado por un tajo que dejaba al aire el espinazo. Al sentir la presencia del buen samaritano, el perrito trató de incorporarse y el esfuerzo lo fulminó.




martes, 28 de julio de 2015

CHUPAR DEL BOTE

La presidenta de la Diputación de Zamora, confirmó la contratación del exdiputado de Obras y concejal del Ayuntamiento benaventano Manuel Vega como asesor de Obras del gabinete de presidencia por libre designación. Mayte Martín Pozo explicó que Vega ocupa un puesto de confianza y la asesorará en materia de obras. "Es una persona que sabe porque ha estado ocho años trabajando en este tema y obviamente yo procedo de los servicios sociales", indicó. La presidenta reiteró que el puesto ocupado por Vega es de libre designación y que en este sentido no a entrar a valorar las designaciones que realicen otros grupos políticos ni Izquierda Unida, que ha calificado el nombramiento de "escándalo".
Hasta aquí la noticia, la mala noticia, una de tantas que enfangan la política, la que hacen esos que después claman para que no se hable mal de los políticos.
Este Manuel Vega, era diputado de obras en las dos anteriores legislaturas, pero en las últimas elecciones, el PP de Benavente perdió la alcaldía, como le ha pasado en tantos otros lugares, solo que aquí se lo ganaron a pulso con el famoso caso de la pasarela de los cuestos de La Mota, que puso a la ciudad de los Condes-Duques en las portadas de los medios nacionales como ejemplo de desidia y delirios de grandeza de un alcalde que hizo una obra innecesaria, que se derrumbó y que ocasionó numerosos desperfectos en vías públicas e incluso en una casa particular, cuyo arreglo han tenido que pagar, una vez más, los ciudadanos.
Pues bien, como digo, el PP pierde la alcaldía de Benavente, su candidato, Juan Duo, se hace un hueco en la Diputación, porque, claro, no se va a quedar sólo como portavoz de su grupo en la oposición municipal, eso debe ser poco para él. ¿Qué ocurre?, que el ínclito Manuel Vega, se queda sin sillón en la Diputación Provincial, al ocuparlo Duo, y sin mamandurria, ya que será un simple concejal de a pie, sin liberación.
Ante esta situación, se comenta por ahí que se puede producir una ruptura en el grupo municipal del PP en Benavente si Vega, cabreado con su partido, se pasa al grupo mixto. Para evitar esta situación, hete aquí que la Presidenta la Diputación encuentra la solución nombrando a Manuel Vega asesor de obras de la institución provincial cobrando una pasta.
Según IU, "todos los zamoranos le pagarán un salario a Manuel Vega para que no se enfade y el Partido Popular evite el cisma político por el posible paso Manuel Vega al grupo mixto".
Estamos hablando de una institución que junto al Senado, es blanco de las críticas por su inoperancia y por los elevados costes de su mantenimiento para los pocos réditos que proporciona.
¿Pocos réditos dices? Será para el ciudadano, porque para los partidos, son una bicoca, si no, vean el ejemplo, Manuel Vega, político de bajos vuelos, colocado en la Diputación de Zamora, cuando son de mayor categoría (Doña Rita, por ejemplo), se les lleva al Senado. No me extraña que el PP se oponga con uñas y dientes a la desaparición de estas agencias de colocación partidistas a las que, con actuaciones como esta, flaco favor hacen. En la Diputación zamorana, como en otras, tiene que haber funcionarios cualificados (ingenieros, arquitectos, etc.) que sabrán asesorar de sobra sobre los aspectos para los que supuestamente se ha contratado a Vega (de hecho me consta que los hay). Encima después dirán que sobran funcionarios, así en general, cuando lo que sobran son enchufados, pero es que el Sr. Vega, a ojos del ciudadano, será otro funcionario, con el consiguiente detrimento del prestigio de este colectivo.
Si la señora presidenta quiere hacer un favor a Manuel Vega, que le contrate para su casa y con su dinero como asesor de las obras que realice en el pasillo, pero no con dinero de los demás, porque los euros que van a ir a parar a los bolsillos de Vega, por no hacer nada seguramente, van a suponer que más de una calle, o una red de saneamiento de algún pueblo zamorano quede sin reparar por falta de fondos, pero esto es menos importante que tener contento a un hombre que lo ha dado todo por el partido (no por los ciudadanos) y de paso, conseguir que mantenga la boca cerrada.



sábado, 23 de noviembre de 2013

PORTILLO (VALLADOLID)


Muy cerquita de Valladolid, dominando desde su privilegiada posición el páramo castellano y las manchas verdes de los pinares que lo salpican, se encuentra la villa de Portillo, como tantos lugares de la geografía nacional tan cerca de lugares ampliamente visitados y tan desconocidos para la mayoría de los viajeros.
El pueblo está divido en dos barrios, el que se encuentra en lo alto de la elevación de terreno que domina la llanura que es Portillo propiamente dicho y su arrabal, un barrio que en su día descenció de la colina para situarse al pie de la vía principal que bordea el montículo.
 




Lugar limpio y ameno, acariciado siempre por el viento que, incluso en días de plena canícula hace que el calor sea más soportable, conserva el encanto de las viejas villas castellanas, aún con muchas edificaciones antañonas aunque hayan sido restauradas con mayor o menor acierto.









Pero sin duda el mayor atractivo de Portillo es su fortaleza, bastante bien conservada y visitable para el viajero curioso.
El castillo de Portillo, cargado de historia, antigua cárcel del reino, donde estuvieron recluídos Juan II, Don Enrique (hermano del Almirante de Castilla Don Fadrique y de Suero de Quiñones, el del Paso Honroso), Álvaro de Luna o el propietario de la fortaleza, el Conde Benavente, Don Rodrigo Alfonso Pimentel.
La casa de los Pimentel se hizo con la titularidad del castillo y sus tierras a finales del siglo XV y en su poder estuvo hasta que Doña Josefa, la última titular del condado-ducado de Benavente, casó con el duque de Osuna, a cuya casa pasó en el siglo XIX.
Es muy curioso el caso de Rodrigo, el primero de los Pimentel que fue titular del Señorío de Portillo, que pasando de un bando a otro cuando le convenía, logró que tanto el Infante Alfonso, como Enrique IV y, más tarde, los Reyes Católicos, le fueran confirmando en la propiedad del Señorío y su castillo.
En 1946, el reconocido histólogo Don Pío del Río Ortega, natural de Portillo, donó el castillo a la Universidad de Valladolid, actual propietaria del edificio.
















Si algún día visitáis el lugar y queréis quedaros a comer, en el restaurante El Alboroque, que ocupa una antigua iglesia desacralizada y cuyas estancias han sido adecuadas con delicadeza y gusto a su nuevo cometido, podréis degustar algunos platos típicos de la cocina castellana hechos con ese toque de cocina casera tan apreciado.


 
 
 





martes, 30 de octubre de 2012

JOSÉ ALMOINA

Como un personaje que ha formado parte de mi vida desde la más tierna infancia, así apareció ante mi el nombre de José Almoina cuando leía la novela de Vargas Llosa "La fiesta del chivo". No porque yo conociera personalmente a Almoina, ni porque coincidiera con él en el tiempo (murió hace más de 50 años), sino por razones que indicaré más adelante.
José Almoina Mateos fue uno de tantos españoles que se vio forzado a exiliarse al final de la contienda civil y, por si fuera poco, doblemente exiliado, ya que primero huyó a Francia y al invadir los alemanes el país galo, hubo de hacer las maletas deprisa y corriendo.
Ante todo y para tratar de acercanos a actuaciones posteriores de este y otros personajes que se vieron envueltos en aquella vorágine, hay que tratar de ponerse en su lugar, en su situación y valorar las circunstancias del momento. Entre los pocos paises dispuestos a aceptar contingentes de republicanos españoles, estuvo la República Dominicana, que junto con México, se convirtieron en los destinos de la mayor parte de ellos. La lógica actitud de agradecimiento de quienes se vieron recibidos con los brazos abiertos frente a tantas puertas que se les cerraron, era más que entendible, por más que al frente del gobierno de Santo Domingo estuviera el dictador Rafael Leónidas Trujillo. Almoina emigró, por tanto, al país caribeño y debido a su formación, fue nombrado profesor de la Escuela Diplomática Dominicana perteneciente a la Secretaría de Estado de Relaciones Exteriores, en 1943 también fue profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Santo Domingo y desde 1944 profesor de la Escuela Nacional de Bellas Artes. En octubre de 1942 el canciller Arturo Despradel le comunicó que Trujillo deseaba verlo. El general andaba buscando un tutor personal para su hijo predilecto, Ramfis. Un diplomático acreditado en Santo Domingo, le sugirió el nombre del gallego Almoina como el idóneo. Ciertamente, un hombre de sus conocimientos históricos y literarios, que manejaba varios idiomas como Almoina bien podía ser elegido para la tarea tan delicada de interesar por los estudios a un niño consentido de trece años. "Acepté con gran simpatía aquel cargo -confiesa el propio Almoina- que, a más de ampliar y honrar extraordinariamente mi labor docente, me proporcionaba la oportunidad de corresponder, aunque fuese de manera muy modesta, al gesto generosísimo de Trujillo para con los exiliados españoles que desde fines de 1939, disfrutamos la hospitalidad dominicana gracias a él". La infeliz vinculación del maestro gallego con el dictador dominicano dejó una huella lacerante y crónica en la conducta pública y privada del mismo. Lo que a los ojos de algunos pudo representar un privilegio, debe haber sido para el exiliado un descenso moral, un castigo excepcional. Cuando fue elegido tutor de Ramfis, provocando la envidia de los paniaguados del entorno dictatorial, se le sentó sobre una trampa explosiva. A Rafael Leónidas Trujillo no se le podía dar una negativa sin sufrir consecuencias personales y familiares. Las reacciones favorables producidas en el muchacho criado a caprichos y consentimientos, llevaron a Trujillo a aprovechar para sí la preparación y talentos del exiliado español. Lo elevó a posición de mayor precariedad al hacerlo Secretario Particular. De una situación de peligro pasó a otra aun mayor.
Almoina se dio maña para salir de tan angustiosa situación. En noviembre de 1947 se estableció en México con su familia. Al salir de la trampa trujillana, como la ha calificado un periodista, un sentimiento de responsabilidad y de preocupación se hizo dueño de la mente del gallego Almoina: Advertir de la peligrosidad de Trujillo para la estabilidad regional. Así que escribió una especie de memorandum bajo el título de Informe Confidencial, que entregó en las cancillerías de diversos países donde Trujillo pretendía intervenir de algún modo en sus políticas internas. Almoina no debe haberse sentido muy satisfecho de la repercusión de su Informe Confidencial. La coyuntura estaba cambiando a nivel internacional, hacia fines de los años 40 se hizo evidente que las potencias triunfadoras de la guerra contra el nazi fascismo, le habían perdonado la vida al régimen de Francisco Franco y al de Rafael Leónidas Trujillo quienes se presentaban como campeones de la cruzada contra el “peligro soviético”. Almoina quiso ir un poco más allá y trascender sus revelaciones y acusaciones a un auditorio más amplio. De la semilla del Informe Confidencial germinó un libro de combate frontal contra Trujillo, el cual tituló Una satrapía del Caribe, bajo el seudónimo de Gregorio Bustamante. En esa obra atacó con mayor virulencia, distorsionando ex profeso la escritura para evitar ser descubierto. Sacó a relucir nuevas interioridades. El aparato trujillista se dedicó a analizar la obra y desde entonces trataron de confirmar quién era el verdadero autor. Entre los cientos de personajes bajo su ojo estaba el gallego que tan de cerca de sus quehaceres estuvo durante unos años. Mucha documentación confidencial había pasado por las manos del español para descuidarlo un instante. Parecía que se acercaban tanto que Almoina entendió que debía hacer algo para ponerse a salvo y evitar que la familia pudiera ser afectada por las acciones crueles para castigar su osadía y la “infidelidad” al régimen que le había dado el dudoso privilegio de trabajar codo a codo con su máximo jerarca. Al parecer María Martínez le insinuó escribir un libro favorable a Trujillo: Yo fui secretario de Trujillo, impreso en Buenos Aires, en 1950.
Almoina adoptó un perfil público muy discreto, alejado del trasiego político activo, en varias ocasiones cambió de domicilio y alertó a las autoridades mexicanas del peligro que corría. En esas ocasiones la cancillería dominicana presionaba por localizarlo. Son reveladores los documentos vistos en el Archivo de Trujillo. La situación se le hizo más difícil por la imprudencia de Jesús de Galíndez de citarlo como el autor de Una satrapía en el Caribe. La mañana del 4 de mayo de 1960 fue aciaga para el profesor Almoina. La plaga de espías a sueldo de Trujillo, locales, dominicanos y de otros parajes del Caribe lo habían vuelto a localizar. Un par de esbirros de origen cubano fueron los contratados para llevar a cabo el atentado letal.
Y ahora, vuelvo al principio, porque el recuerdo de este hombre, del que poco se sabe en España, y menos después de tantos años, está muy vinculado a mi infancia y juventud, pues este lucense, hijo de médico, nacido en 1903, estuvo destinado en Benavente como funcionario de correos y yo oía hablar a mis padres y a otras personas de mi entorno de Almoina cuando se referían a aquellos convulsos tiempos de la República. Sin duda fue un hombre que dejó huella en aquella sociedad a mitad de camino entre lo puramente rural y una incipiente industrialización. Aquel hombre, licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Santiago, que conocía el latín y el griego, seguramente sobresalía sobre la media de un país con una alta tasa de analfabetismo.
El profesor Fernando Muñiz Albiac (un político de esos que tanto añoramos, con clase y sobrada preparación intelectual y humana, miembro destacado del PSOE zamorano al que llego desde el PSP de Tierno Galván), del que tuve la suerte de ser discípulo allá en los lejanos tiempos de la transición, asegura que Pepe Almoina fue el fundador del PSOE local de Benavente el 16 de mayo 1931.
Almoina fue un intelectual y durante su paso por la ciudad de los Condes-Duques, dirigió el periódico local El Pueblo. En casa de mis padres, veía cada vez que repasaba las estanterías plagadas de libros, un par de ellos que me llamaban la atención, porque estaban editados en Benavente durante la época republicana. Uno de ellos era una especie de guía turística escrita por Almoina y llevaba por título Monumentos Históricos y Artísticos de Benavente (1935) y otro titulado Bellezas y Riquezas de Benavente, en el que se publicaban tres trabajos, uno del propio Almoina, otro de Lesmes García Piñeiro y un tercero de Claudio Domínguez Aguas que habían sido premiados en un concurso convocado con motivo de la fiesta del libro de 1934, de este libro conservo una edición facsímil.



jueves, 26 de abril de 2012

HEMIOLIUM BROKEN CONSORT

La biblioteca del Museo Etnográfico de Castilla y León, en Zamora, fue el escenario para la actuación de esta agrupación musical, nacida apenas hace un año alrededor del profesor Vicente Balseiro, del Departamento de Música Antigua del Conservatorio Superior de Música de Salamanca. Tengo que decir que el concierto fue una delicia en todos los aspectos. Una duración adecuada para no cansar a un público que se supone variopinto y un programa a base de piezas breves, en el que junto a nombres de la música europea del siglo XVI (Phalèse, Gervaise, Attaignant...), figuran obras contenidas en cancioneros y recopilaciones españolas, como el Cancionero Musical de Palacio, con música renacentista de autores entre los que destaca Juan del Enzina, nombre por el se conoce a nuestro paisano zamorano Juan de Fermoselle, muy vinculado al mundo universitario salmantino. En el pequeño intervalo que separó las dos partes del concierto, los integrantes del grupo, nos ofecieron una breve explicación de las características de los instrumentos que manejan. Enhorabuena a los integrantes de la formación (Marina Cruz Pascual, Samuel Maíllo, Leticia González, Luis Miguel Sanz, David García y Vicente Balseiro), a los que deseamos desde este humilde rincón toda suerte de éxitos y agradecerles, a título particular, su esfuerzo por la difusión de tan noble arte y, más concretamente, por el concierto de ayer en Zamora.



sábado, 24 de marzo de 2012

O'DONNELL

A partir de este Episodio, el pesimismo galdosiano va quedando manifiestamente patente.
También va perdiendo protagonismo José Fajardo, Marqués de Beramendi y conoceremos a un nuevo personaje que va a tomar gran protagonismo en el episodio siguiente, se trata de Juan Santiuste, de quien se enamora Teresa Villaescusa que le redime de la pobreza y renuncia a declararle su amor en sacrificio de ella y beneficio de él.
Santiuste, como Fajardo, busca respuesta a las continuas contradicciones con que se encuentra. Es uno de los personajes de los que se sirve Galdós para expresar su escepticismo.
En la novela también se habla de un gran personaje de la política nacional, que llegaría a desempeñar años más tarde y en varias ocasiones, la Presidencia del Consejo de Ministros, se trata de D. Práxedes Mateo Sagasta, a quien Galdós nos presenta con esta frase: El otro es Sagasta, ¿no le conoces?; diputado creo que por Zamora, hombre listo y simpático, que perorando ahí dentro es la pura pólvora, y entre amigos una malva.
Mucha gente, incluso en este provincia nuestra piensa que Sagasta fue un diputado de los llamados cuneros, ya que era riojano y no es así. D. Práxedes, Ingeniero de Caminos Canales y Puertos, había sido destinado a la jefatura de Obras Públicas de Zamora, donde se le encomienda la construcción de la carretera de Zamora a Orense por las portillas de Padornelo y de la Canda y estando aquí, comenzó su andadura política allá por 1854, como presidente de la Junta Revolucionaria de la ciudad.


domingo, 11 de marzo de 2012

NARVÁEZ

Este hombre, personaje clave en la política española del XIX, a quien la reina entregó amplias prerrogativas de poder que él ejerció con mano firme.
Asistimos aquí a algunos de los hechos curiosos que tuvieron lugar durante estos años en los que el Espadón de Loja dirigió los detinos de nuestra nación: El breve intento de gobierno de Cleonard; la entrada en escena de Sor Patrocinio, la monja de las llagas...
También encontramos entre la gran variedad de personajes del momento que se dan cita en las líneas escritas por Galdós, al zamorano Claudio Moyano, por entonces Rector de la Universidad y a quién en un breve apunte, presenta como un hombre "...de tenebroso entrecejo y desapacible rostro..."
Muy sabrosos los diálogos del protagonista, José García Fajardo con su esposa, Mª Ignacia Emparán, sobre todo durante su viaje de novios en Atienza, en los que sale a relucir el anticlericalismo del autor y su crítica a la hipocresía cristiana.


martes, 24 de enero de 2012

LOS CULPABLES

Mucho se habla de los culpables de la crisis en este mundo nuestro en el que hay que buscar culpables para todo y si es posible, que sea el vecino de enfrente.
A veces, además de culpables (que también), hay que saber reconocer errores y buscar soluciones. Todo ello, si fuere posible, debería ser acompañado de alguna medida (aunque fuera un detallito) para dar ejemplo.
Los políticos son muy dados a tirar de manual, se aprenden cantinelas que alguien escribe y les son distribuídas por el partido para que dominen el arte de salirse por los cerros de Úbeda, todo con tal de dar la impresión (que nadie se cree, por otra parte) de que ellos son como los Santos Inocentes, cuando en realidad son como Pilatos.
Últimamente han encontrado culpables a los que echar el muerto de la mala situación que vivimos. ¿Quienes son? ¿Los bancos? ¿Las instituciones públicas? No, son los que tienen un trabajo a quienes de manera subliminal se culpabiliza muchas veces, haciéndoles aparecer como unos privilegiados a los ojos de los demás, todo ello en una sutil maniobra para seguir cercenándoles la nómina a base de bien.
Vamos a ver, yo no digo que no haya que ser solidarios, todo lo contrario, debemos serlo, para que la cosa salga adelante, el que tiene dos, debe ser consciente de que debe compartir uno con el que nada posee. Aunque muchas veces sean necesarios esos dos para vivir y con sólo uno lo que se hace es malvivir.
Pero de ahí a señalarle con el dedo, como ya comienzan a hacerse algunas veces, sobre todo por quienes deberían tener un poco de tacto, va un trecho y más aún cuando quien da lecciones morales, lo que debería hacer es dar ejemplo y no lo da.
Nuestra clase política está aplicando recortes por doquier, probablemente necesarios por lo que vemos y oímos todos los días, pero ¿qué hacen ellos?, ¿cómo aleccionan al ciudadano? ¿dando ejemplo? Por desgracia, salvo contadas excepciones (que honran más a quienes dan un paso al frente), aplican las medidas más fáciles y siempre apuntando a otros.
¿No se dan cuenta de que el problema más grave es el paro y que los puestos de trabajo los generan las empresas? ¿Por qué no barren de un plumazo toda la burrocracia que ha de soportar cualquier emprendedor para poner en marcha su negocio? Además así se ahorrarían dependencias administrativas inútiles con su correspondiente dotación de personal.
Recortan plantillas, aumentan jornadas laborales a los funcionarios públicos ¿por qué no se reduce el número de diputados?, ¿para qué nos sirven, si al final van a votar lo que el partido les ordene? Y lo mismo podría decirse de un buen número de concejales, que sólo van a los plenos a votar y no tienen competencias.
Esto sin entrar en la consabida retahila de las visas, coches oficiales, despachos mastodónticos...
¿Y qué me dicen de los asesores? Los hay a miles. Pero si ya hay funcionarios cualificados que podrían desempeñar esas funciones, pero no, tienen que contratar a alguien de la cuerda porque, dicen, necesitan una persona de confianza. ¿Confianza para qué?, ¿para hacer chanchullos? Porque si tus actuaciones son transparentes con el funcionario de turno te vale, no necesitas meter a nadie de la familia. Huele mal.
¿Que todas esas cosas no arreglarían la crisis? Pero serían señales, como las carantoñas de la madre al niño que se ha caído, que te dan el ánimo suficiente para tirar p'alante.
Hace unos días, a la alcaldesa de mi ciudad le preguntaban los periodistas qué les diría a los funcionarios munipales a cuenta de la congelación salarial y ella, tan oronda, tiró de manual y no se le ocurre otra cosa que decir: Yo les diría que miraran a la cara a esos ciudadanos que están en el paro.
¡Para cara la suya!, como si no lo hicieran ya, cuando más de uno tendrá alguien en la familia que esté sufriendo estas miserias. Yo si fuera funcionario mucipal, le miraría a la cara a ella y le enseñaría los titulares de la prensa local del pasado mes de noviembre: Valdeón sube el sueldo un 35% a su asesor, que cobrará 9.000 euros más al año (La Opinión de Zamora)
Afortunadamente, la presión popular sirvió de algo y desde el propio PP obligaron a retirar la propuesta, no sin que la alcaldesa siguiera erre que erre defendiendo la procendencia de su propuesta. Señora, por favor, mire a la cara a esos ciudadanos que llevan en el paro desde hace meses, pero mírelos usted y deje de dar a los demás consejos que usted ignora, porque parece que se está riendo del prójimo.


martes, 8 de junio de 2010

UN CASTELLANO LEAL

Carlos de Borbón-Montpensier, se vio en disputas por el Ducado de Borbón, con Luisa de Saboya, que era madre del Rey de Francia Francisco I. Debido a estos asuntos, llegó a un acuerdo secreto con Carlos I de España y V de Alemania. Carlos de Borbón era, además, Condestable de Francia (el Jefe de los ejércitos, después del Rey). Gracias a la traición del Condestable, Carlos I (o Carlos V, como prefieran), pudo expulsar a los franceses del Milanesado y lo que hasta ese momento habían sido tensiones y competencia entre el Rey de Francia y el Emperador de Alemania y Rey de España, se convirtió en guerra abierta.
Cuando Francisco I se enteró de la traición del Borbón, cercó el Ducado y Carlos III (el Condestable) hubo de salir disfrazado , huyendo de Francia y poniéndose abiertamente a las órdenes de Carlos V.
En 1525, Francisco I asedió Pavía, acudiendo en su defensa las tropas del Duque de Borbón, junto a las del Archiduque Fernando de Austria y las del Virrey de Nápoles. Como es sabido, la Batalla de Pavía supuso una estrepitosa derrota para los franceses y Francisco I fue hecho prisionero.
En 1526, el Duque de Borbón visitó Toledo para ver a Carlos V y esta visita dio pie al Duque de Rivas para componer su famoso romance "Un castellano leal", en el que el Conde de Benavente, Alonso Pimentel y Pacheco, se encuentra en la tesitura de cumplir lo que le ordenaba su monarca, de dar alojamiento al Duque y tratarlo conforme a la dignidad de su puesto y a los servicios que había prestado a España y, por otro lado, las reservas morales que tenía, por cuanto le consideraba un traídor a su señor natural.
El Romance, relata esta situación y lo que el V Conde de Benavente hizo. Es todo una canto a esa nobleza antigua y ahora pasada de moda, que obedece a su monarca, pero queda intacta su escala de valores, su honor y su orgullo, tan del gusto de los románticos y que tan bien ha sabido retratar el Duque de Rivas.
Me gustó siempre este poema, sobre todo esa parte de "Pues si él es de reyes primo,/ primo de Reyes soy yo / y Conde Benavente/si él es duque de Borbón"
Debe saberse que, en realidad el Borbón se alojó en el palacio del Conde de Cifuentes y, que se sepa, el Conde de Benavente, nunca tuvo palacio en Toledo.
El Romance, aunque puede parecer largo, se lee enseguida y es muy curioso:


UN CASTELLANO LEAL

Romance I

"Hola, hidalgos y escuderos
de mi alcurnia y mi blasón,
mirad, como bien nacidos,
de mi sangre y casa en pro.

"Esas puertas se defiendan
que no ha de entrar ¡vive Dios!
por ellas, quien no estuviere
más limpio que lo está el sol,

"No profane mi palacio
un fementido traidor
que contra su rey combate
y que a su patria vendió.

Pues si él es de reyes primo,
primo de reyes soy yo,
y conde de Benavente
si él es duque de Borbón.

"Llevándole de ventaja,
que nunca jamás manchó
la traición mi noble sangre,
y haber nacido español."

Así atronaba la calle
una ya cascada voz,
que de un palacio salía
cuya puerta se cerró;

Y a la que estaba a caballo
sobre un negro pisador,
siendo en su escudo las lises
más bien que timbre, baldón;

Y de pajes y escuderos
llevando un tropel en pos
cubiertos de ricas galas,
el gran duque de Borbón.

El que lidiando en Pavía
más que valiente, feroz,
gozóse en ver prisionero
a su natural señor;

Y que a Toledo ha venido
ufano de su traición,
para recibir mercedes,
y ver al Emperador.


Romance II

En una anchurosa cuadra
del alcázar de Toledo,
cuyas paredes adornan
ricos tapices flamencos,

Al lado de una gran mesa
que cubre de terciopelo
napolitano tapete
con borlones de oro y flecos;

Ante un sillón de respaldo
que entre bordado arabesco
los timbres de España ostenta
y el águila del Imperio.

De pie estaba Carlos Quinto
que en España era Primero,
con gallardo y noble talle,
con noble y tranquilo aspecto.

De brocado de oro y blanco
viste tabardo tudesco,
de rubias martas orlado,
y desabrochado y suelto;

Dejando ver un justillo
de raso jalde, cubierto
con primorosos bordados
y costosos sobrepuestos;

Y la excelsa y noble insignia
del Toisón de Oro, pendiendo
de una preciosa cadena
en la mitad de su pecho.

Un birrete de velludo
con un blanco airón, sujeto
por un joyel de diamantes
y un antiguo camafeo;

Descubre por ambos lados,
tanta majestad cubriendo,
rubio, cual barba y bigote
bien atusado el cabello.

Apoyada en la cadera
la potente diestra ha puesto,
que aprieta dos guantes de ámbar
y un primoroso mosquero.

Y con la siniestra halaga,
de un mastín muy corpulento,
blanco, y las orejas rubias,
el ancho y carnoso cuello.

Con el Condestable insigne,
apaciguador del reino,
de los pasados disturbios
acaso está discurriendo;

O del trato que dispone
con el rey de Francia, preso,
o de asuntos de Alemania,
agitada por Lutero.

Cuando un tropel de caballos
oye venir, a lo lejos,
y ante el alcázar pararse,
quedando todo en silencio.

En la antecámara suena
rumor impensado luego,
ábrese al fin la mampara
y entra el de Borbón soberbio;

Con el semblante de azufre,
y con los ojos de fuego,
bramando de ira y de rabia
que enfrena mal el respeto.

Y con balbuciente lengua
y con mal borrado ceño,
acusa al de Benavente,
un desagravio pidiendo.

Del español Condestable
latió con orgullo el pecho,
ufano de la entereza
de su esclarecido deudo.

Y, aunque advertido procura
disimular cual discreto,
a su noble rostro asoman
la aprobación y el contento.

El Emperador un punto
quedó indeciso y suspenso,
sin saber qué responderle
al francés, de enojo ciego.

Y aunque en su interior se goza
con el proceder violento
del conde de Benavente,
de altas esperanzas lleno;

Por tener tales vasallos,
de noble lealtad modelos,
y con los que el ancho mundo
será a sus glorias estrecho;

Mucho al de Borbón le debe
y es fuerza satisfacerlo,
le ofrece para calmarlo
un desagravio completo;

Y llamando a un gentilhombre,
con el semblante severo
manda que el de Benavente
venga a su presencia presto.


Romance III

Sostenido por sus pajes
desciende de su litera
el conde de Benavente
del alcázar a la puerta.

Era un viejo respetable,
cuerpo enjuto, cara seca,
con dos ojos como chispas,
cargados de largas cejas;

Y con semblante muy noble,
mas de gravedad tan seria,
que veneración de lejos
y miedo causa de cerca.

Eran su traje unas calzas
de púrpura de Valencia,
y de recamado ante
un coleto a la leonesa.

De fino lienzo gallego
los puños y la gorguera,
unos y otra guarnecidos
con randas barcelonesas.

Un birretón de velludo
con su cintillo de perlas,
y el gabán de paño verde
con alamares de seda.

Tan sólo de Calatrava
la insignia española lleva,
que el Toisón ha despreciado
por ser orden extranjera.

Con paso tardo, aunque firme,
sube por las escaleras,
y al verle, las alabardas
un golpe dan en la tierra.

Golpe de honor, y de aviso
de que en el alcázar entra
un grande, a quien se le debe
todo honor y reverencia.

Al llegar a la antesala,
los pajes que están en ella
con respeto le saludan
abriendo las anchas puertas.

Con grave paso entra el conde
sin que otro aviso preceda,
salones atravesando
hasta la cámara regia.

Pensativo está el monarca,
discurriendo cómo pueda
componer aquel disturbio
sin hacer a nadie ofensa.

Mucho al de Borbón le debe
aún mucho más de él espera,
y al de Benavente mucho
considerar le interesa.

Dilación no admite el caso,
no hay quien dar consejo pueda,
y Villalar y Pavía
a un tiempo se le recuerdan.

En el sillón asentado,
y el codo sobre la mesa,
al personaje recibe
que comedido se acerca.

Grave el Conde le saluda
con una rodilla en tierra,
mas como Grande del reino
sin descubrir la cabeza.

El Emperador, benigno,
que alce del suelo le ordena,
y la plática difícil
con sagacidad empieza.

Y entre severo y afable,
al cabo le manifiesta,
que es el que a Borbón aloje
voluntad suya resuelta.

Con respeto muy profundo,
pero con la voz entera,
respóndele Benavente
destocando la cabeza:

"Soy, señor, vuestro vasallo,
vos sois mi rey en la tierra,
a vos ordenar os cumple
de mi vida y de mi hacienda.

"Vuestro soy, vuestra mi casa,
de mí disponed y de ella,
pero no toquéis mi honra
y respetad mi conciencia.

"Mi casa Borbón ocupe
puesto que es voluntad vuestra,
contamine sus paredes,
sus blasones envilezca,

"Que a mí me sobra en Toledo
donde vivir, sin que tenga
que rozarme con traidores
cuyo solo aliento infesta,

"Y en cuanto él deje mi casa,
antes de tornar yo a ella,
purificaré con fuego
sus paredes y sus puertas."

Dijo el Conde, la real mano
besó, cubrió su cabeza,
y retiróse bajando
a do estaba su litera.

Y a casa de un su pariente
mandó que le condujeran,
abandonando la suya
con cuanto dentro se encierra.

Quedó absorto Carlos Quinto
de ver tan noble firmeza,
estimando la de España
más que la imperial diadema.


Romance IV

Muy pocos días el Duque
hizo mansión en Toledo,
del noble Conde ocupando
los honrados aposentos.

Y la noche en que el palacio
dejó vacío, partiendo
con su séquito y sus pajes
orgulloso y satisfecho;

Turbó la apacible luna
un vapor blanco y espeso,
que de las altas techumbres
se iba elevando y creciendo:

A poco rato tornóse
en humo confuso y denso,
que en nubarrones oscuros
ofuscaba el claro cielo;

Después en ardientes chispas,
y en un resplandor horrendo
que iluminaba los valles,
dando en el Tajo reflejos;

Y al fin su furor mostrando
en embravecido incendio,
que devoraba altas torres
y derrumbaba altos techos.

Resonaron las campanas,
conmovióse todo el pueblo
de Benavente el palacio
presa de las llamas viendo.

El Emperador confuso
corre a procurar remedio,
en atajar tanto daño
mostrando tenaz empeño.

En vano todo; tragóse
tantas riquezas el fuego,
a la lealtad castellana
levantando un monumento.

Aun hoy unos viejos muros
del humo y las llamas negros,
recuerdan acción tan grande
en la famosa Toledo.

jueves, 11 de febrero de 2010

FRAY TORIBIO DE BENAVENTE

Este Fray Toribio, de apellido Paredes y que ingresó en la Orden Franciscana a los 16 años, tomó el nombre de su villa natal Benavente, en cuyo convento de San Francisco cursó los primeros estudios. Fue uno de los llamados "doce apóstoles de México", por ser los primeros que llevaron el Evangelio a aquellas tierras y sus publicaciones, entre ellas "Historia de los indios de la Nueva España", siguen siendo imprescindibles para el conocimiento de cómo eran y cómo vivían aquellas gentes a principios del S. XVI.
Si alguien quiere conocer la vida y milagros de este ilustre paisano, hay muchas y buenas páginas en internet, entre ellas la de la propia Orden Franciscana: http://www.franciscanos.org/enciclopedia/tbenavente.html.

En realidad lo que me lleva hoy a hablar de Fray Toribio es un "error" que nos explicaba el erudito benaventano Vidal Aguado en alguna de las reuniones de la Asociación Cultural que lleva el nombre del Fraile: Motolinía es un apodo que adoptó Fray Toribio al oír que se lo llamaban los indios, que habían quedado muy impresionados al ver cómo Cortés se arrodillaba ante aquellos hombres que vestían ropas raídas y comían lo mismo que los indígenas. La palabra significa en lengua náhuatl "el pobre" o "pobrecito". Queda mal eso de Fray Toribio de Pobrecito, en realidad debe decirse Fray Toribio de Benavente "Motolinía" (con el acento en la última "i": Motoliníiiiiia)
Errores aparte, ya es algo que se recuerde a este hombre en los callejeros de Zamora capital y de Benavente (aunque en ambos figure "Fray Toribio de Motolinía"), que además en su ciudad natal haya un relieve dedicado a él en un lateral de la casa consistorial (el que ilustra esta entrada) y más si tenemos en cuenta lo ingratos que somos a veces con los de nuestra sangre, aún cuando, como es el caso, llevaran el nombre de nuestras tierras por el mundo. Si algún día, por azares de la vida, visitamos Puebla de los Ángeles, cuarta ciudad de México, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, veremos que allí sí saben quién fue Fray Toribio, uno de los confundadores de la misma, en 1531. Allí tiene su calle, el Colegio Benavente, regentado por los Hermanos de La Salle y queda memoria viva de su figura. O si en alguna ocasión abrimos un tratado de botánica o de farmacopea, podemos encontrarnos frases como esta: "Fray Toribio de Benavente, el incomparable Motolinía, dice del maguey..."


viernes, 5 de febrero de 2010

BARRY LYNDON

La primera vez que vi esta peli fue con mi amigo Agustín en lo que hoy es el Teatro Reina Sofía y que para nosotros siempre fue "El Teatro", en aquellos ciclos de los miércoles que programaba Fernando Muñiz. En mi retina quedaron las imágenes esplendorosas de las batallas en orden cerrado, con los tambores resonando y los ejércitos con sus vistosos uniformes y las banderas desplegadas en plena campiña.
Y es que el film es pura estética, nos parece estar viendo cobrar vida a los cuadros de los mejores pintores del realismo. Y si nos vamos a la banda sonora, qué decir, un ramillete de clásicos (Händel, Mozart, Schubert, Vivaldi...) que salpican de manera bien distribuída algunas de las secuencias.
Por todos lados se ve la maestría de Kubrick, la perfección técnica que hace que , a veces, hasta te olvides de la historia, o te parezca secundaria. Tampoco es que los actores sean nada del otro mundo, pero hasta en eso se puede apreciar cierto toque sutil, porque Ryan O'Neal, refleja muy bien la imagen de desamparo del protagonista, quizá por la sosería que algunas veces tiene y Marisa Berenson, está acorde con el esteticismo de la película, muy bella.
Hay algo que no me acaba de gustar del todo y es que quizá se hace un poco larga (son tres horas, nada menos) para lo que nos viene a contar, a pesar de la borrachera de magníficas imágenes, por eso se hace un poco más soportable, de no ser tan bonito todo, con ese vestuario impecable, no habría quien la aguantase.
Kubrick utilizó la mejor tecnología de la época, hasta lentes proporcionadas por la NASA, que le permitieron ofrecer un realismo nunca visto en las imágenes.
Quien quiera pasarse un rato entretenido, que busque otra cosa, pero los buenos aficionados no deberían perderse esta película que, ya digo, por encima de otras cosas es puro arte, aunque desde luego, lo ideal es verla en pantalla grande, no fue lo mismo cuando la repasé en vídeo. Una delicia estética.

jueves, 4 de febrero de 2010

HELADOS

No es tiempo de helados aún, aunque ahora los haya todo el año. Recuerdo que los heladeros de La Ibense comenzaban su campaña el Domingo de Ramos y la terminaban el último domingo de septiembre.
En la imagen está Roberto Durá, yo le recuerdo tal cual, quizá algo más mayor de lo que ahí aparece, aunque sin esa gorra, tal vez es que se me ha borrado a mí del recuerdo.
¡Qué tiempos!, era cuando tenían el despacho en la Plaza de las Monjas y con el carrito se ponían en el Corrillo de San Nicolás, aunque esa foto está hecha en La Mota, creo.
De cualquier modo, recuerdos del pasado, mejores tiempos, pero sólo porque uno tenía bastantes menos años, por lo demás estos tampoco están nada mal.

viernes, 1 de enero de 2010

LA ROMANA

De las cosas de niño que uno recuerda, una de las que más viva permanece en mi memoria, es la romana que mi abuela llevaba todas las semanas al mercado para pesar los productos de la huerta que con tanto sudor habían ido consiguiendo entre todos y que suponían la base del sustento familiar.
Uno de tantos elementos que los antiguos dueños del mundo, los romanos, nos legaron y que, prácticamente llegaron, con escasas mejoras, hasta nuestros días. Una muestra también de que aquella España apenas comenzaba a salir del atolladero en el que nos habíamos metido con las disputas cainitas que, por desgracia, son tan nuestras. Lo digo porque al ver la imagen de abajo, aunque no es tal cual lo conocí, si que se asemeja bastante al mercado que yo vi y me recuerda la pobreza y la miseria que, afortunadamente, acababa de quedar atrás, pero que estaba a la vuelta de la esquina, en un tiempo aún muy cercano. Tan cercano, que el arado, los carros de tracción animal y un sin fin más de cosas, estaban presentes en aquella casa de humildes hortelanos, que jamás llegaron a disfrutar de motocultores y otras máquinas y herramientas modernas. Todo fue a puro sudor.