Aterrizo en Rio de Janeiro al caer la noche. Papa Paco ha llegado hace
tres o cuatro horas. El Aeropuerto Santos Dumont parece un parque temático, Pacolandia,
o algo así. En vez de Mickey Mouse y el Pato Donald, señores calvos con sotana,
muchos de ellos con una bandera argentina al cuello. Vienen a la
jornada mundial de la juventud, y es que, ya se sabe, la juventud se lleva en
el corazón…y si no, que me lo digan a mí….
Estoy cansado. El día en Sao Paulo ha sido duro. Mi hotel,
francamente mejorable pero imposible que sea más caro, está en Copacabana.
Llevo dos días sin cenar. Hoy no comí…hay que salir…
Los preparativos de la JMJ se hacen notar. Mucha policía,
tiendas oficiales de merchandising (Aquí el que no corre vuela), un escenario
inmenso en la playa de Copacabana, supongo que para alguna misa multitudinaria. He estado en
Iglesias bastante más feas que esta….
Copacabana de noche es un ecosistema curioso. Mendigos,
turistas y…muchas putas. Nada tengo contra ellas, que bastante tienen con lo
que tienen, mientras respeten mi espacio. Llevo bastante peor a los puteros…de
cualquier país. Esos sí que me parecen unos auténticos canallas.
Hoy, además, está petado de peregrinos que vienen a la
fiesta de Paco. Despues de la semana que llevo, me apetece ver gente. Sé que,
entre la gente, el 90% de las mujeres, serán de amistad remunerada. No me
gusta, pero es eso, o no cenar…. (Despues de ver la mierda en la ducha de la
habitación que me ha costado 160 napos sin wifi, solo de pensar en un Sandwich
Club ahí, me entra dolor de cabeza)
Hay una táctica infalible en estos entornos. NUNCA, NUNCA,
establecer contacto visual. Mirar al infinito, y continuar impasible aunque te
planten una teta a 5 cms de tus gafas bifocales. (Al ser bifocales, fijo que
encuentras el ángulo para ver la teta optimamente…pero resiste, porque si no,
estás perdido)
Y no digo que estés perdido porque caigas en la tentación
más baja, que no tiene por qué ser así. Cada uno afronta esas situaciones como
puede o sabe. Estás perdido porque has salido a cenar, no a otra cosa, o sea
que si no vas a acabar cenando… ¿Para qué coño saliste?
A mí, lo sabeis los que me leeis, esas aventuras no me van.
Y me considero muy afortunado. Explicar en casa cómo has cogido unos mejillones
en la entrepierna, como ha tenido que hacer más de un conocido, ha de ser de todo menos sencillo.
Una terraza que me suena conocida. En la barra, el muestrario de mujeres buscando compañía más completo que os podais imaginar. Con cara de poker me
dirijo a una mesa libre. En una de las 12 televisiones del fondo, campeonato
del mundo de natación sincronizada. No despego la vista de la pantalla ni para
pedir la carne en su punto. Juro que en mi vida he prestado más atención al
octeto Francés pegando saltitos en el agua…pero es eso o que
se te atragante la cena….
Me ven solo. Pasan varias veces a mi lado, restregando
cualquier parte de su cuerpo contra mi brazo izquierdo, que pugna por trinchar
el trozo de picanha sin que se me caiga al suelo. Sigo impasible. Le está
tocando el turno de los saltitos a Brasil ante la indiferencia del personal.
Despues de Brasil, Ucrania… Que parezca que tienes el brazo dormido. Que la
vista vaya del bañador de la ucraniana al vaso de cerveza…como cruces tu
mirada….ya tienes compañía….
Porque si dices algo o tus ojos se fijan en los suyos, y,
como es mi caso, no deseas nada más que que te dejen en paz, la has jodido. Si
no quieres ser desagradable, va a resultar cansado el dar explicaciones
repetidamente para que te dejen comer solo.
Pero si no te quieres cansar, no va a resultar agradable ser
expeditivo. Porque ser expeditivo es mandar a la pobre chica, que bastante
tiene con fingir que muere por follarse a un casi cincuentón, calvo y con
gafas, a tomar por donde amargan los pepinos. En español o en portugués (A
propósito, ¿Cómo cojones se dirá “amargan los pepinos” en portugués?)
A mi alrededor, varias mesas de peregrinos. En una, un grupo
mixto. Ahí no hay peligro. Ninguna chica va a pretender romper esa armonía de
risas y bromas. O no se enteran de lo que hay, o hacen como que no se
enteran…más bien lo primero…
En la de enfrente, dos peregrinos, jovencitos gringos de
ascendencia oriental. Carne de cañón. Sus buenos propósitos, confesiones y misa
diaría se diluyen en las sonrisas eternas de dos garotinhas, que saben más de la vida que
los ratones colorados. Sus ojos rasgados materializan que la carne es débil.
Cuando le toca entrar en la piscina a Canadá, pago y me voy
meneando la cabeza, sabiendo que esos dos pardillos mañana van a pasar hambre.
Porque el presupuesto de esa comida se lo van a gastar esta noche en un Big Mac
apresurado. También un menú rápido…
Una rubia recauchutada hace conmigo un último intento.
Mientras camino de vuelta al hotel, sonriendo, niego con la cabeza. No es
necesario ya ser desagradable.
Me voy pensando en lo
que van a contar mañana los chinos, que he dejado en la mesa, al resto de su
grupo. Hay gente a la que sus padres no les deberían dejar salir de casa….que a
la mínima se pierden….o no saben donde van… Y luego, a pedir explicaciones a
Paco, o a su prima…