Hoy vamos a hacer una receta sencillita de las de toda la vida, antiguamente se les llamaba soldaditos de pavía y se sabe que ya se hacían en el siglo XIX (el origen de esta denominación es más bien confuso), pero hoy en día se le s suele llama simplemente pavías.

 En Sevilla, lo ponen como tapa en muchos bares y, si el rebozado es bueno, son una auténtica delicia, doraditos y crujientes por fuera, delicados y esponjosos por dentro.

Después de mis primeros pinitos con el hojaldre de hace unos días, hoy planteamos una nueva variante que entra muy bien como aperitivo o incluso como parte principal de una cena, unos mini-cruasanes de jamón y queso.


El hojaldre es una combinación de finas capas de masa separadas por otras tantas de mantequilla o margarina. Lo más difícil es encontrar el punto de horno que permita que se separen bien las capas de masa y que la mantequilla atrape las burbujas de gas que se van generando por evaporación entre esas capas de masa. Para ello hace falta una temperatura alta de 200-220 grados, pero claro, en una masa tan fina corremos el riesgo de que se quemen las capas más externas, por eso, una vez en el horno, nuestra vigilancia debe ser constante.

Como este blog no es para entendidos sino todo lo contrario, hoy vamos a preparar una receta muy básica y que la mayoría seguro que domina a la perfección, pero si más adelante pretendemos sacar versiones mas sofisticadas, habrá que empezar desde el principio.


Soy un entusiasta de las natillas caseras, por su sencillez, por su delicioso sabor, por su textura, porque me las hacía mi madre de chico, no se, por todo. Me gusta que sepan a leche y huevo, que estén cremosas y dulces, nada de limón ni vainilla (aunque aprecio un poco de canela por encima) y, por supuesto, me gustan con su galleta hojaldrada reblandecida encima.

Segunda entrega del reality televisivo-culinario de la primera cadena e, indudablemente, hay muchas cosas que comentar. Ya descartamos la semana pasada que este programa vaya a aportarnos gran cosa en lo gastronómico, pero por lo menos, parece que puede aportarnos bastante en lo que a situaciones descojonantes se refiere.

Lo primero que tengo que decir es que el programa fue bastante más entretenido que el primero, y se suavizaron algunas de los clamorosos fallos de la entrega anterior. Se prestó más atención a la cocina, se vio como se cocinaban las cosas, se escucharon los debates entre los miembros del jurado y se pudo aprender algo..

Por otra parte, el jurado se relajó un poco, Jordi el que más, ya parece claro quien es el bueno, quien el feo y quien el malo, pero sería bueno advertir a Pepe, que si no modera su sobreactuación, vamos a empezar a pensar que no es que parezca que come como un cerdo si no que, efectivamente, come como un cerdo, no se me va de la cabeza la imagen vampiresca de este señor con un churretón de crema chorreándole barbilla abajo...

Hoy preparamos un plato rico y fácil inspirado en una receta de Vegetal y tal, en el que vamos a usar una base de hojaldre (de las que venden en el super) que rellenaremos con espinacas rehogadas aderezadas con queso de cabra y nueces.


La única dificultad de este plato radica en tratar bien el hojaldre. El hojaldre se hace a partir de la superposición de capas muy finas de masa separadas por capas de mantequilla o margarina. Al calentarse en el horno, las capas se van separando creando una estructura con muchos huecos y muy ligera. La razón de este comportamiento de la masa es que, al calentarse, la masa se desprende de la humedad sobrante, y la mantequilla, por su efecto aislante, evita que se escape, creando esa estructura característica que todos conocemos.

Llegaba ayer a la parrilla televisiva el programa MasterChef que había creado auténtica expectación en el mundo de los frikis cocinillas, yo, que he seguido con interés algún que otro Top Chef americano reconozco que sentía curiosidad malsana por saber cómo iba a ser la copia made in Spain. Y allí estuvo el tío, a las diez y media como un clavo delante de la tele...



No soy mucho de juzgar el libro por la tapa, pero si que soy de dejar un libro si a las 50 páginas no me ha conquistado, por analogía, no voy a dejar de ver aún este programa, pero la tapa que nos han presentado no me ha gustado nada.

La primera impresión es que se trata más de una especie de operación triunfo cocinil que un talent show al estilo de los que hay en otros países, los participantes son aficionados y recibirán clases para mejorar su técnica y conocimientos. ¿A qué viene entonces enfrentarlos sin anestesia a las dos pruebas que les propusieron? ¿Por qué se supone que deberían saber de alta cocina? ¿Cómo pueden someterlos a tanta presión sin una mala sonrisa de complacencia o complicidad?.

Hoy vamos de cuchara, un plato de legumbres típico de la costa gaditana, muy completo y delicioso que no te dejará indiferente.


Las legumbres, por sus excelentes cualidades nutricionales, suponen una alternativa muy buena al consumo excesivo de productos de origen animal que se da en sociedades como la nuestra, además de ser uno de los pilares básicos de nuestra dieta mediterránea, de la que tanto presumimos (y no practicamos tanto...)

Hoy presento mi versión de un plato que comí recientemente en Londres, concretamente en el restaurante Union Jacks situado en Covent Garden y auspiciado por el rey Midas de la gastronomía británica. Jamie Oliver.


Paseando por el bonito mercado de Covent Garden en Londres nos topamos con este restaurante, el Union Jacks, y cuando vimos que pertenecía al imperio Jamie Oliver nos lanzamos de cabeza. En la terraza exterior no había sitio, pero fue mucho mejor, porque nos ubicaron en el comedor del sótano que, aunque era algo claustrofóbico, tenía mucho más encanto que la zona exterior.

Siguiendo la línea mayormente vegetariana de esta semana, llegamos al viernes con una ensalada fresca y sabrosa. Se trata de una base de canónigos, con aguacates, mango, queso de cabra y nueces, todo ello aderezado con una vinagreta de zumo de naranja.

Hoy, una receta catalana que deseaba hacer desde hace tiempo. Escalivada viene de escalivar, palabra que en catalán significa "asar al rescoldo". El plato consiste en hortalizas asadas, en este caso en el horno, y aderezadas con aceite, sal y un toquecito de vinagre.

Lo mismo se puede tomar fría que caliente y puede servir como entrada, como guarnición de carne o pescado o como base de plato principal (por ejemplo con bacalao).