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sábado, 17 de marzo de 2012

El show de Truman/ Peter Weir/ Estados Unidos 1998


             El Gran Hermano más espectacular y auténtico que uno pueda hacer porque es  la vida de una persona en riguroso directo  desde que nace, y sin que sepa que todos lo están viendo.
             Un  mundo manipulado y sin complicaciones  hecho  por un creador tan mortal como el protagonista de la historia. Pero Truman comienza a dudar de su existencia, de la realidad monótona que le rodea, de la manipulación que lo inquieta, de su vida aburrida y sin grandes aspiraciones vitales.
            Una mujer lo alertará de que todo es mentira y de que es un juguete que sirve para el entretenimiento de mucha gente que lo observa.




            Esta peli plantea problemas de tipo filosófico tan interesantes como la realidad y la libertad. ¿Hay una realidad superior que nos manipula como marionetas? Los límites del gran manipulador  son puestos a conciencia para que Truman no se atreva a arriesgarse en una aventura que lo conduciría al otro lado, a lo desconocido; el puente tiene un significado especial como paso hacia algo nuevo, podría ser el conocimiento, y el agua (a la que Truman teme) puede llevarte a experimentar otras realidades que están más allá de lo que los sentidos pueden transmitirte. El miedo a lo desconocido debe ser vencido para afrontar lo nuevo. Carrey se lanzará a la aventura que lo podría hacer libre.




            El control sobre todo hace que Ed Harris se sienta superior, de ahí que acepte con amargura la rebelión de Jim Carrey y su búsqueda anhelante de la verdad cuando las cosas no dan más de sí en su pequeño universo lleno de engaños, unos engaños que bien podrían ser la ignorancia del hombre por los prejuicios de una existencia marcada por dogmas, teorías, supersticiones y todo tipo de suposiciones alejadas de una verdad tan complicada
de conocer.


jueves, 13 de enero de 2011

Camino a la libertad/ Peter Weir/ Gran Bretaña 2010




      Las víctimas del comunismo, y algún que otro criminal o delincuente mezclado entre ellos, van a parar a gulags en la mismísima, vasta y congelada Siberia. En plena segunda guerra mundial, cuando la frontera occidental de Polonia era atacada por los nazis, y la oriental por los comunistas de la Unión Soviética para repartirse el país, un grupo de hombres planea escaparse de uno de estos gulags, encabezados por un joven polaco que no sólo quiere evadirse para alcanzar la libertad sino porque tiene un compromiso con su mujer, a la que ama por encima de todo y a la que debe perdonar por acusarlo ante los seguidores de Stalin, mediante torturas, de ser un espía y un anticomunista. Esta declaración forzada hace que su marido de con sus huesos en uno de estos campos de concentración soviéticos. Él sabe que su perdón la aliviará del tormento de saber que fue ella el vehículo que propició la condena y encierro de su marido.



       Los primeros minutos vemos la lamentable situación de los presos y la vida que llevan. Cualquier cosa,  por simple que sea, les sirve de distracción. Su vida es miserable y sin ningún aliciente. Hay diferentes tipos de hombre que ante las dificultades muestran sin ningún disimulo su auténtica personalidad. Estos hombres sólo tienen la esperanza de que pase el tiempo y su situación pueda cambiar por cualquier motivo; a no ser que decidan abandonar aquel infierno y planeen su huida.

        Lo importante no es despistar a los guardias y cortar una valla metálica; eso es fácil. El problema que les preocupa es que una vez fuera deben atravesar un territorio que los conducirá a la frontera de Mongolia, a algo más de 1000 km de distancia y por unos territorios salvajes e inmensos llenos de dificultades, como la nieve y el frío siberiano o el desierto y el calor abrasador mucho más al sur, camino de La India.

      Esta película de Peter Weir es una aventura llena de dificultades, un camino lleno de esfuerzos y calamidades que dejan en el recorrido a algunos de los fugados por la dureza de las condiciones que deben soportar, una naturaleza salvaje que castiga todo acto de vida. El director australiano nos muestra, en su gran película, que es la supervivencia, que es llegar al límite de lo humano para poder sobrevivir. Y lo hace con pulso de hierro, mostrándonos la crueldad del entorno cuando es necesario, pero sin llegar a hacerlo demasiado inhumano porque no quiere producir emociones distintas a las que deberían corresponder con la historia contada (después de todo el film es una aventura al límite, no un tratado o un recrearse en el sufrimiento humano por sí mismo), para que entendamos lo que están pasando aquellos hombres decididos, y una mujer que se junta por el camino a ellos y es aceptada, aunque al principio les pareciera que podía ser más una carga que una ayuda.

Estreno Cine