" cinódromo: John Gilling
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lunes, 28 de mayo de 2012

El reptil/ John Gilling/ Gran Bretaña 1966



Un hombre muere en extrañas circunstancias como consecuencia de lo que denominan muerte negra. Harry Spalding, hermano del fallecido Charles Spalding, viajará al remoto pueblo donde se ha encontrado el cadáver, acompañado de su esposa Valerie, para heredar la casa de su hermano. La llegada al lugar alarmará a los vecinos; éstos parecen esconder un inquietante secreto y mirarán al nuevo vecino con recelo. Los forasteros como Harry Spalding no son recibidos con amabilidad por temor a las consecuencias. Cualquiera de ellos podría ser el siguiente en ser presa de la mortal enfermedad que ha llevado bajo tierra al hermano de Harry, otro de entre muchos que han sucumbido a lo que allí consideran una maldición. Será únicamente el tabernero del pueblo el que ayude a Harry a esclarecer los sucesos que tienen lugar para así poder saber de qué murió su hermano. El barman será el único amigo que encuentre allí Harry, a excepción de un hombre que le saldrá una noche a su encuentro en un camino, Peter el loco, al que todos consideran eso mismo,  un pobre y simpático loco. Éste pondrá bajo alerta a Harry cuando éste lo invita a cenar a su casa en una escena que sobraba porque todos, más o menos, sabemos por donde irán los tiros, pero que resulta simpática por lo pintoresco del personaje y las formas que usa para hacerse entender por Harry y su mujer.




Y a partir de ahí nada destacable que añadir. Si al inicio, y durante el primer tramo de la película, el interés era evidente por la misteriosa muerte de Charles Spalding, por descubrir qué o quién la causó y por saber qué ocurría en el pueblo, pasados unos minutos de metraje el misterio no es tan misterioso y se va haciendo más y más repetitivo, el ritmo decae, volviéndose casi soporífero, nada coge nunca más de sorpresa, el misterio que tan buena atmósfera había creado en el inicio se disuelve como un azucarillo en el café y la trama no avanza a pesar de entrar en escena tres personajes que no resultan tan inquietantes a pesar de las pretensiones elevadas puestas en el asunto, y con los que se quería crear más incertidumbre y desazón, pero con los que no se consigue ni de lejos: el Dr. Frankyn, su joven hija Anna y el ayudante con aspecto oriental, pero no de chino sino más bien de hindú. 


Ahora sólo queda saber quién es el monstruo, algo con lo que la película de la Hammer juega simplonamente: ¿Es el Dr. Frankyn? ¿Es su hija? ¿O es el ayudante con mirada hipnótica que parece tener bajo su influencia maléfica al doctor y a su hija? No, demasiado evidente, el oriental no puede ser; en tal caso participa y ayuda al mal. Entonces, por eliminación, nos quedarían el doctor y su atractiva y misteriosa hija, una mujer que tiene una escena con un instrumento de cuerda musical oriental que nos hace sospechar que le ocurre algo… ¿Y qué va a ser? Pues lo que todos pensamos, tal cual…
Resumiendo, y antes de meterme en una comparación con Drácula: buen inicio, pero desafortunado desarrollo, de ritmo lento e insoportable y que pierde la magia de un ambiente nebuloso, esotérico, amenazante. La dirección y el montaje no aportan el encanto que muchas de la factoría Hammer tenían, haciéndose plano y bastante insípido, como si de un telefilm británico de misterio de primeros de los setenta se tratara.




Como sucedáneo de Drácula, pero no del todo afortunado, decir que aquí también hay mordeduras, transformaciones (quizás sea mejor decir metamorfosis), antítesis que producen destrucción o conservación: en Drácula el día y la noche, en El reptil el frío y el calor; también hay un personaje perturbado, un loco, que no queda claro del todo si lo es de verdad o no y que aportará verdades, aunque la gente no lo tome en serio; en Drácula, claro está, será el atormentado Renfield, en El reptil será el simpático Peter, el loco, con menos protagonismo que Renfield, eso sí, pero que ahí está. Hay unos vecinos, tanto en una como en otra película (sí, sé que Drácula es una novela y que hay muchas versiones cinematográfica), que reciben a los forasteros donde se producen los acontecimientos misteriosos con cierta hostilidad al creer que pueden traer más desgracias al lugar, y todo en el bar del pueblo (lugar social donde se juntan unos rudos y un tanto asilvestrados personajes poco amigos de lo que viene de fuera: Jonathan Harker en Drácula, Harry Spalding en El reptil); y hay un personaje maldito que llega a Inglaterra desde un lugar exótico y lejano: En Drácula, el conde, personaje que proviene de las tierras montañosas de Los Cárpatos, en el límite entre oriente y occidente, en El reptil el monstruo llegará desde tierras malayas.