Un hombre muere en
extrañas circunstancias como consecuencia de lo que denominan muerte negra. Harry Spalding, hermano del fallecido Charles
Spalding, viajará al remoto pueblo
donde se ha encontrado el cadáver, acompañado de su esposa Valerie, para heredar la casa de su hermano. La llegada al lugar
alarmará a los vecinos; éstos parecen esconder un inquietante secreto y mirarán
al nuevo vecino con recelo. Los forasteros como Harry Spalding no son
recibidos con amabilidad por temor a las consecuencias. Cualquiera de ellos
podría ser el siguiente en ser presa de la mortal enfermedad que ha llevado
bajo tierra al hermano de Harry, otro
de entre muchos que han sucumbido a lo que allí consideran una maldición. Será
únicamente el tabernero del pueblo el que ayude a Harry a esclarecer los sucesos que tienen lugar para así poder
saber de qué murió su hermano. El barman será el único amigo que encuentre allí
Harry, a excepción de un hombre que
le saldrá una noche a su encuentro en un camino, Peter el loco, al que todos consideran eso mismo, un pobre y simpático loco. Éste pondrá bajo
alerta a Harry cuando éste lo invita
a cenar a su casa en una escena que sobraba porque todos, más o menos, sabemos
por donde irán los tiros, pero que resulta simpática por lo pintoresco del
personaje y las formas que usa para hacerse entender por Harry y su mujer.
Y a partir de ahí nada
destacable que añadir. Si al inicio, y durante el primer tramo de la película,
el interés era evidente por la misteriosa muerte de Charles Spalding, por descubrir qué o quién la causó y por saber
qué ocurría en el pueblo, pasados unos minutos de metraje el misterio no es tan
misterioso y se va haciendo más y más repetitivo, el ritmo decae, volviéndose
casi soporífero, nada coge nunca más de sorpresa, el misterio que tan buena
atmósfera había creado en el inicio se disuelve como un azucarillo en el café y
la trama no avanza a pesar de entrar en escena tres personajes que no resultan tan
inquietantes a pesar de las pretensiones elevadas puestas en el asunto, y con
los que se quería crear más incertidumbre y desazón, pero con los que no se
consigue ni de lejos: el Dr. Frankyn,
su joven hija Anna y el ayudante con
aspecto oriental, pero no de chino sino más bien de hindú.
Ahora sólo queda saber
quién es el monstruo, algo con lo que la película de la Hammer juega simplonamente:
¿Es el Dr. Frankyn? ¿Es su hija? ¿O
es el ayudante con mirada hipnótica que parece tener bajo su influencia
maléfica al doctor y a su hija? No, demasiado evidente, el oriental no puede
ser; en tal caso participa y ayuda al mal. Entonces, por eliminación, nos
quedarían el doctor y su atractiva y misteriosa hija, una mujer que tiene una
escena con un instrumento de cuerda musical oriental que nos hace sospechar que
le ocurre algo… ¿Y qué va a ser? Pues lo que todos pensamos, tal cual…
Resumiendo, y antes de
meterme en una comparación con Drácula:
buen inicio, pero desafortunado desarrollo, de ritmo lento e insoportable y que
pierde la magia de un ambiente nebuloso, esotérico, amenazante. La dirección y
el montaje no aportan el encanto que muchas de la factoría Hammer tenían,
haciéndose plano y bastante insípido, como si de un telefilm británico de
misterio de primeros de los setenta se tratara.
Como sucedáneo de Drácula, pero no del todo afortunado,
decir que aquí también hay mordeduras, transformaciones (quizás sea mejor decir
metamorfosis), antítesis que producen destrucción o conservación: en Drácula el día y la noche, en El reptil el frío y el calor; también
hay un personaje perturbado, un loco, que no queda claro del todo si lo es de
verdad o no y que aportará verdades, aunque la gente no lo tome en serio; en Drácula, claro está, será el
atormentado Renfield, en El reptil será el simpático Peter, el loco, con menos protagonismo
que Renfield, eso sí, pero que ahí está.
Hay unos vecinos, tanto en una como en otra película (sí, sé que Drácula es una novela y que hay muchas
versiones cinematográfica), que reciben a los forasteros donde se producen los
acontecimientos misteriosos con cierta hostilidad al creer que pueden traer más
desgracias al lugar, y todo en el bar del pueblo (lugar social donde se juntan
unos rudos y un tanto asilvestrados personajes poco amigos de lo que viene de
fuera: Jonathan Harker en Drácula, Harry Spalding en El reptil);
y hay un personaje maldito que llega a Inglaterra desde un lugar exótico y
lejano: En Drácula, el conde,
personaje que proviene de las tierras montañosas de Los Cárpatos, en el límite
entre oriente y occidente, en El reptil
el monstruo llegará desde tierras malayas.