Palo a la burra blanca, palo a la burra negra
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El “bueno” de Fernando VII no pudo soportar que el partido de los liberales pensara que era un tirano. Pero aún peor llevó que los absolutistas lo tomaran por un rey blando y débil por permitir el “trienio liberal”. Cogió una rabieta, firmó dos órdenes de detención para los miembros de ambos grupos, y lleno de ira se las entregó a su secretario, al tiempo que decía: “¡Palo a la burra blanca! ¡Palo a la burra negra!