El pasado 18 de Abril hubo una gran convocatoria a lo largo de todo el país a un cacerolazo en contra del gobierno nacional. Algunos manifestaban que no les gustaba absolutamente nada, otros que no están de acuerdo con ciertas iniciativas como el proyecto de la "democratización de la Justicia" o la posible reforma constitucional -aunque de esto nunca hubo una propuesta concreta, sólo ciertas declaraciones- y, prácticamente todos, se quejaban por la corrupción y de la inseguridad.
Yo no fui a la manifestación porque no podía, pero hubiera ido, como fui al #8N. Cipaya. Clasemediera. Cacerolera. Burguesa. Tilinga. Pónganme el mote que quieran si no están de acuerdo con la manifestación. No le tengo miedo a las etiquetas con las que pretenden estigmatizar al sector que trata de manifestarse en contra de un gobierno que se llama progresista. No voy a ponerme a explicar acá las razones por las que yo me manifestaría porque no es mi intención en este momento. Además, ya lo hice en algunos tweets que pueden ver al final de este post.
Mi propuesta.
Considero que si hay gente disconforme que hace meses se queja por las redes sociales, en conversaciones con otros y que va a estas manifestaciones, es gente que algo tiene que hacer. Algo concreto. Creo que un primer paso, en este sentido, es involucrarnos en las elecciones. Y eso va más allá de "votar bien". Habría que ver qué significa "votar bien" para cada uno.
Si las miles de personas que salieron el jueves pasado tienen buenas intenciones -como expresan- deberían ofrecerse a ser autoridades de mesa en las elecciones de Octubre para asegurar elecciones limpias. Es muy común escuchar acusaciones que dicen que "votan los muertos", que desaparecen las boletas de ciertos partidos con menos infraestructura, que acusan a ciertas personas de voto cantado por pedir que completen los cuartos oscuros... Si nos parece que quienes participan activamente de las elecciones no siempre lo hacen de manera limpia, participemos entonces nosotros con honestidad y de manera voluntaria. Ese domingo, cambiemos el asado, la pasta, Peligro Sin Codificar o la siesta por una jornada de trabajo en favor de la democracia. Si cada uno de los que cacerolea se asegura de que su propia urna está bien fiscalizada, habrá miles de urnas limpias.
Porque es verdad, #UrnaMataCacerola. Y eso no quiere decir que porque una mayoría gana una elección, la minoría -grande o pequeña- debe ser ignorada. Como #UrnaMataCacerola, debemos asegurarnos de que las urnas en octubre sean inapelables. Inapelables no por los grandes porcentajes obtenidos sino porque podamos asegurar que esos porcentajes son absolutamente auténticos. Si no lo hacemos nosotros, ¿quién?