Es un pueblo pequeño al pie del cerro Uritorco, en la zona de Punilla. Se dice que el cerro ha sido testigo de aterrizajes de OVNIs, y todas estas leyendas le han dado un aura New Age al lugar: hay un templo zen, una videoteca sobre fenómenos paranormales, venta de piedras energéticas, etc. Y más allá de lo que pueda haber de verdad o de chamuyo, hay un paisaje espectacular y muy buena onda.
Un día decidimos ir de cabalgata. Vinieron a buscarnos por el camping a las nueve y media. Partimos siguiendo el curso del río, y fuimos internándonos en la sierra. Los caballos iban al paso y eran mansitos. Sólo había que llevar firmes las riendas y recordar algunas indicaciones que Juan -nuestro guía- repetía cuando era necesario: “Dale, talón, El cuerpo adelante, los pies atrás…” (para las subidas, al revés para las bajadas, que nos resultaron lo más difícil). El día estaba ideal: el sol brillaba sin que hiciera demasiado calor.
Despacio fuimos recorriendo caminitos pedregosos y empinados, a veces cruzábamos el río y se escuchaba el chapoteo de los cascos contra las piedritas del fondo. Otras veces el caminito pasaba al borde de un precipicio y el corazón se me subía a la garganta. Y a cada vuelta del camino, había un paisaje más espectacular que el anterior. Lo pudimos disfrutar muchísimo.
Después de un par de horas llegamos al dique Los Alazanes, un lugar aislado en medio de las sierras, donde se practica la pesca deportiva de truchas. Conocimos al guardapesca, un flaco que vive cinco días allá, solo, y cinco días en el pueblo. Tomamos mate con hojitas de cedrón y nos dimos un chapuzón en el agua del lago.
Despacio fuimos recorriendo caminitos pedregosos y empinados, a veces cruzábamos el río y se escuchaba el chapoteo de los cascos contra las piedritas del fondo. Otras veces el caminito pasaba al borde de un precipicio y el corazón se me subía a la garganta. Y a cada vuelta del camino, había un paisaje más espectacular que el anterior. Lo pudimos disfrutar muchísimo.
Después de un par de horas llegamos al dique Los Alazanes, un lugar aislado en medio de las sierras, donde se practica la pesca deportiva de truchas. Conocimos al guardapesca, un flaco que vive cinco días allá, solo, y cinco días en el pueblo. Tomamos mate con hojitas de cedrón y nos dimos un chapuzón en el agua del lago.
A causa de un incendio forestal, cerraron el paso al cerro Uritorco justo el día en que teníamos pensado subir. Por suerte, unos amigos que nos hicimos en el camping tuvieron la idea de ir a Paso del Indio, un paseo muy lindo al margen de un río. Fuimos Laura, Sergio, Javi y yo a almorzar allá. Hicimos una caminata por sobre unas rocas que nos llevó hasta una gruta alta y estrecha, por la que apenas se puede pasar: toda una aventura. Más tarde vinieron otras dos parejitas que conocimos. Pasamos la tarde ahí, refrescándonos en el agua, conversando y tomando mate. Y a la noche, compartimos un asado en el camping.
Con Javi estamos muy contentos de haber conocido gente tan copada y de haber podido compartir tantas cosas con ellos. Y llegaron al final estas hermosas vacaciones. Estoy feliz y agradecida por haber vivido todo lo que nos tocó estos días. Y, como me dijo Javi, lo más hermoso de las vacaciones vuelve conmigo.