Obviamente estoy a favor de los derechos de los animales, recogidos en España en la Ley 7/2023, de 28 de marzo, de protección de los derechos y el bienestar de los animales, que dice que son “seres dotados de sensibilidad cuyos derechos deben protegerse”. Los animales son conscientes y tienen capacidad de sufrir. Esto los convierte en merecedores del derecho a la vida sin sufrimiento innecesario. No entiendo como los partidos de derecha y, sobre todo, de extrema derecha (también los tractoristas manifestantes), estén en contra de leyes a favor de dichos derechos, pero pasa con muchos aspectos en los que tienen ciertos intereses sociales y económicos. Allá ellos y sus votantes.
Me gusta mucho la cocina y lo referente a programas televisivos que tienen la gastronomía como base a una cultura de buena y saludable alimentación. Sin embargo, no puedo tolerar cuando los cocineros matan con su cuchillo langostas y otros crustáceos vivos. Me parece la misma tortura y crueldad que sufren otros animales y, sin embargo, parece que está bien visto. En 2018 el Consejo Federal suizo aprobó una serie de medidas de corte animalista, más controles para venta de animales (se prohíben las granjas de cachorros), restricciones en su uso para experimentación científica y una vigilancia especial en el caso de las exhibiciones de los mismos. Pero de entre todas esas normativas hay una que llamó especialmente la atención: los cocineros suizos desde entonces tienen prohibido tirar a las langostas vivas al agua hirviendo. Deben anestesiarlas o aturdirlas antes de echarlas a la olla.
El doctor Jaren G. Horsley, zoólogo especialista en invertebrados, ha asegurado que las langostas tienen un sistema nervioso muy complejo, el cual les transmite grandes sensaciones de dolor cuando son cortadas. De la misma forma, al sumergirlas vivas en agua hirviendo, “sacuden sus cuerpos salvajemente y arañan las paredes de las ollas en un intento desesperado por escapar. Peor aún, como las langostas no entran en estado de shock cuando son heridas, pensamos que sienten cada momento de sus lentas y dolorosas muertes cuando son cocinadas vivas, en una práctica que el investigador Gordon Gunter describió en la revista Science como ‘tortura””, señaló.
No estaría mal que en España (con las insalvables negativas de VOX y PP) se mejorarán las leyes favorables a los derechos de los animales y, cómo no, a dejar de torturar a langostas y otros crustáceos a la hora de cocinarlos. Si protegemos a los animales seremos mejores personas.
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