Mostrando entradas con la etiqueta AFICIONES. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta AFICIONES. Mostrar todas las entradas

domingo, 15 de diciembre de 2024

El RETABLO DE ISENHEIM Y CRISTOPH STRIEDER

Retablo de Isenheim

 Los alemanes que conozco son maravillosos, mi querido amigo Bill Brandes, que viajó desde Berlín para jugar conmigo el I Campeonato de España de Crossminton (y creador del deporte Speed bádminton); Alfred Wolf, amigo entrañable de Soria y Cantabria y, también, entre otros,  Cristoph Strieder, concejal del Ayuntamiento de Zamora.

Precisamente, ha sido hoy cuando he conocido a Christoph, componente entrañable de ese equipo de Guarido, que es todo un síntoma de cambio en una ciudad que siempre ha sido innecesariamente de derechas. Admiro su abnegación, su compromiso y ese cambio que ha llegado a todos los barrios de Zamora, tan necesitados de ayuda y colaboración.

Me lo presentó Ramiro, el mejor atleta que ha tenido Zamora y presidente  de la Ruta del Vino de Zamora, y hablamos sobre nuestra visita a su país, dentro de un par de días. El tipo es extrtaordinario, cercano, y me recomendó en Colmar (Alsacia) visitar el Retablo de Isenheim,  obra maestra del escultor Haguenau y del pintor alemán Matthias Grünewald entre 1503 y 1516. Está formado por ocho paneles, siendo el más conocido la tabla de la Crucifixión. Está pintado al tempoe y óleo  sobre panel de madera de tilo. Abierto alcanza alrededor de 7,70 metros por 5,90 metros.

Se exhibe actualmente en el Museo de Unterlinden, en la ciudad francesa de  Colmar, cercana a Isenheim, de donde procede originalmente el retablo. El retablo es la pieza principal del museo y la que le otorga su renombre internacional. Se expone en la capilla, donde todo está colocado para realzar su valor.

Una de las pestes que asoló Europa desde la antigüedad fue la llamada Peste de Fuego, también conocida como “mal de los ardientes”. Esta enfermedad, cuyo origen era desconocido, era en realidad causada por el hongo llamado Cornezuelo del Centeno, que crecía en el pan corrompido. La muerte era atroz ya que los enfermos sufrían de graves y dolorosas llagas en brazos, piernas y pies, padecían de grandes fiebres y morían en medio de alucinaciones terroríficas. En el siglo X se fundó la orden de los Antonianos, con el propósito de asistir y curar a los enfermos del mal de los ardientes y así se fundaron gran cantidad de conventos de la orden por toda Europa. Este retablo fue hecho para el convento de la orden ubicado en Isenheim, en Alsacia. De acuerdo con la tradición, San Antonio, anacoreta del siglo IV, tenía el poder de curar el mal de los ardientes. Por ello, el Altar de Isenheim fue un encargo para ser utilizado como retablo sanador en la capilla del hospital de la orden.

Fue un placer charlar amigablemente con el Concejal de Turismo que vive en Zamora desde el año 2000, participando en el movimiento vecinal. Tomamos un vino en plena calle, cercanos a los 0 grados de temperatura, pero él llevaba una chaquetita de verano. Por último, me recomendó un libro de un autor alemán, "Del Natural" de W.G. Sebald.En este poema en prosa, Sebald hace del amor y del temor a la Naturaleza su tema decisivo: una obra maestra del lenguaje, sobre la vida de tres hombres que sintieron dolorosamente el conflicto entre Hombre y Naturaleza. El libro o «poema rudimentario», como lo subtituló Sebald, tiene forma de tríptico. El primer panel está dedicado a Matthias Grünewald, pintor de santos, crucifixiones, eclipses y catástrofes, quien vivió los horrores de un tiempo en que se perseguía ya a los judíos y se sacaban los ojos a los vencidos en las continuas guerras. El segundo es la vida de un botánico, G. W. Steller, que se une a una malhadada expedición rusa de Vitus Behring para descubrir la ruta de Alaska. En el último relato, un viaje a la Pinacoteca de Munich con el único fin de contemplar el cuadro de Altdorfer La batalla de Alejandro, sirve a Sebald para reflexionar sobre la condición humana y la Historia. Este libro muestra a un autor increíblemente maduro, dueño ya de todos sus recursos (Kafka, Robert Walser o Bernhard son sólo una presencia lejana) y de una erudición desconcertante.

Llegué a casa con el frío metido en el cuerpo, pero la agradable conversación con Cristoph Strieder, mereció la pena, de las grandes personas siempre recoges una gratificante información. Al regreso del viaje espero comentarle mi visita a Colmar.

miércoles, 17 de febrero de 2021

SUEÑO CON NUEVA YORK



Greenwich Village

Me he despertado debido a una luz fluorescente insoportable que estaba sobre mi cara. No era otra cosa que un sueño que he recordado parcialmente en ese instante. Estaba en una habitación durmiendo y esa luz se encendió a las cinco de la madrugada cuando un vecino de pieza utilizaba el baño. Se encendía cuando accionaba la del baño. A esas horas, en Nueva York, había un movimiento endemoniado de personas y vehículos que se preparaban para ir al trabajo o ya se dirigían a él. Preparé la traducción al inglés para decir al casero que tendría que solucionar el tema de la luz. 

El día anterior fue el primero que pisaba, en sueños, la ciudad de los rascacielos. Iba solo, había aprovechado un viaje barato y que la pandemia remitía en el mundo. Tenía ganas de viajar después de tanto tiempo sin hacerlo fuera de España y fue una oportunidad única. Pensé que viajar solo a una ciudad como Nueva York, por primera vez, era un reto y una experiencia inigualable. El taxi que tomé en el aeropuerto me dejó en un lugar que se llamaba Greenwich. Fue lo primero que vi. Se trataba de edificios bajos, similares a los de Londres, por ejemplo. Fue una sorpresa para mí.  


Al despertar de ese sueño viajero busqué en Google Earth “Greenwich- Nueva York” y existe un lugar que se llama Greenwich Village, concretamente un barrio. Rápidamente investigué sobre el lugar del sueño y se trata, según Wikipedia, de una gran área residencial en el lado oeste de Manhattan en Nueva York. El barrio está rodeado por la calle Broadway al este, el río Hudson al oeste, la calle Houston al sur y la calle 14 al norte. El Distrito histórico de Greenwich Village se encuentra inscrito como un Distrito Histórico en el Registro Nacional de Lugares Históricos  desde el 19 de junio de 1979. 

Originalmente el barrio fue un pueblo aparte,  creado en 1712. En 1822 , una epidemia de fiebre amarilla en Nueva York hizo que los residentes se mudaran a Greenwich Village en busca de su mejor aire. 


No conozco Nueva York ni he viajado nunca a Estados Unidos, siempre me ha dado miedo rellenar el formulario de solicitud ESTA del Departamento de Seguridad Interior. El objetivo del formulario es recopilar una importante cantidad de información, de forma que el Servicio de aduanas y protección de fronteras estadounidense pueda cruzar los datos del solicitante con las numerosas bases de datos internacionales policiales, terrorismo y viajeros no admisibles. Y, aunque ahora me dicen que las preguntas son más triviales, me da miedo confundirme en raza, por ejemplo, y poner blanco y no hispano, o que se me escape que el socialismo o el anarquismo son doctrinas aceptables desde mi punto de vista. Sin embargo, tengo unas ganas inmensas de ir, mucho más ahora que daría cualquier cosa por viajar libremente por cualquier lugar, la cultura musical, cinematográfica, artística... que ha aportado a mi generación Estados Unidos es mucho más importante que lo que ha hecho su política migratoria, por ejemplo, de los últimos años. Además, mi formación fotográfica hace que perderme por las calles neoyorquinas con una cámara en la mano sea uno de mis sueños. 

Pero, por el momento, todo queda en sueño. Espero que alguna vez pueda lograr viajar a Estados Unidos y no me cabe duda de que      Greenwich Village será uno de mis destinos a visitar. Los sueños lo merecen.
 

 

 
 

jueves, 12 de diciembre de 2019

SOBRE JAZZ, CALLE 52 DE MIGUEL GARCÍA URBANI

Calle 52 



El primer concierto en directo de jazz al que acudí fue cuando tenía diecisiete años. Fue en Madrid, concretamente en el mítico “Whisky Jazz”, desaparecido en 1995. Fui acompañado de mi hermano, que por entonces estudiaba en Madrid y era asiduo a las noches de “El Johnny” (colegio mayor San Juan Evangelista) y un gran enamorado del buen jazz. La actuación fue a cargo del maestro brasileño Jayme Marques. Desde entonces, he seguido atrapado por el jazz y he visitado en varias ocasiones los festivales de San Sebastián, Vitoria, Madrid o Peñíscola, por poner algún ejemplo,  habiendo tenido el privilegio de ver a muchos grandes de ese ambiente musical. 
Ayer acabé de leer “Calle 52, historias y jazz”, de Miguel García Urbani, y recordé todo lo que he escrito anteriormente y, también, los conciertos de cinco de los artistas que aparecen en su libro. Miles Davis (Madrid, 1989); Wynton Marsalis  (San Sebastián, 1980 y 1988); Diana Krall (San Sebastían, 2000);  Enrique Morente -con Lagartija Nick- (Benicasim, 2008) y Paquito D´Rivera -con Chano Domínguez-  (Peñíscola, 2009) 
  
El final del libro de García Urbani me pilló escuchando (mientras acababa de leerlo) a Miles Davis, concretamente su tema “Someday My Prince Will Come”. De manera que, todavía analizando en conjunto el libro recién terminado, me dejé llevar por esos últimos acordes -en compañía del Mediterráneo- intentando reposar tanta información recibida y analizando dos de las muchas frases geniales que contiene el libro. “Lo bueno está muy lejos de lo imprescindible” y “Nadie sabe lo suficiente de la soledad”. 
El libro es una huida en mitad de la noche, donde poesía y magia se mezclan en partes proporcionadas. Noche, angustia, tristeza, soledad, alcohol, sueños, azar, improvisaciones, que aparecen y desaparecen haciendo uso de la música como herramienta imprescindible. Y del silencio, como medio o huida, para seguir avanzando por la senda que nos marca nuestro destino inmediato. García Urbani es un domador de la noche y lo plasma de una manera definitiva en su poesía asequible hecha realidad. Desconozco qué pensará una persona que no conozca el jazz cuando lea el libro, pero lo que sé es que  un enamorado del jazz se enganchará a él desde la primera hasta la última palabra. Describe la vida misma, lenta, suave, a veces convulsa, única, definitiva, buscando como hermandad la música y la soledad, pero también la compañía que casi siempre es esquiva y nos devuelve, con todas esas notas nostálgicas que destila el jazz, a momentos   en los que no nos queda otra que encontrarnos con nosotros mismos. ¡Qué otra cosa es el sonido de la trompeta de Miles Davis sino la soledad misma! 

Mientras tanto, y esperando con ansiedad el próximo libro de Miguel, todo va bien, el jazz es el momento presente, sigamos jugando para que no salga el fatídico cero. Vivamos!!! 

LA TURISTIFICACIÓN

El Diccionario de la Real Academia Española aún no recoge este vocablo, aunque sí el diccionario de la Fundéu. Pero en todo caso, el término...