No sé si es pasotismo, si es fachada, si es mentira, si es
de verdad, si es negación, si es un complicado maquillaje sin terminar, si son
lágrimas que están a medio derramar, si es un día de lluvia sin nubes, si es un
coca cola sin gas, si es una obra de teatro sin guión, si es un perfume sin
olor, si es una tarjeta de crédito de cartón… o simplemente es lo que hay. Eso
con lo que te conformas cuando no hay nada interesante una tarde de sábado en
la televisión.
Voy a buscar en el armario separado por color. Negro o
marrón. Soy incapaz de decidir entre los dos. Me decanto por un vestido
informal, una coleta bien alta y un maquillaje natural. Todavía no sé si esa
nueva imagen es del todo real. Respiro, cojo un libro, mi bolso y salgo de casa
decidiendo que da igual. A ver si leer en el tren me recuerda que no todo tiene
que cambiar.
Me encanta la novedad, pero espero que entre las letras
pueda encontrar eso que quiero recuperar de aquella oscuridad que ya no soy
capaz de recordar.
Pero…. Eso en parte es bueno ¿no?