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    Fantasmas Del Ático

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    martes, 18 de enero de 2011

    Abrázame (Segunda Parte)

    La tensión y el malestar del ambiente se podían cortar, y yo anhele no tener un cuchillo para hacerlo.
    -         ¿Por qué tienes esa cara de funeral?
    No contestó.
    -         Vale… ¿pues puedes explicarme entonces cómo es eso de llevarnos genial a base de mensajes y que luego no me mires a la cara cuando nos vemos?
    -         ¿Y tú puedes explicarme qué sentirías si después de tres meses sin verme la primera imagen que tienes de mí es cómo una tía me toca el pelo mientras duermo encima de ella?
    ¿Qué le contestaba a eso? Tenía razón. Si me encontrase en una situación parecida me parecería más a una leona que a una persona.
    -         Técnicamente no tienes motivo para estar así.
    -         Tú lo has dicho. Técnicamente. Pero aquí eso no funciona. Sabes lo mucho que me importas. Si no quieres que le acabe partiendo la cara a Dani, podrías tener un poco más de cuidado.
    -         Yo… supongo que lo siento.
    -         ¿Supones?
    -         Sí, supongo. Reconozco que si estuviera en tu lugar me sentiría igual, pero estaba cansada y nerviosa, y Dani lo único que ha hecho es que… - mire la hora en el reloj – en la media hora que habéis tardado en bajar yo no estuviese al borde del infarto por el nerviosismo y con ganas de salir corriendo. Asique por ese lado no tengo por qué disculparme. Pero por otro lado sí, porque me entristece verte así por mi culpa, y no quiero. Eres demasiado importante.
    Las últimas palabras solo fueron un susurro.
    -         ¿Salir corriendo? Si no querías verme no sé por qué te has quedado. No te necesito. Y no me digas que soy importante.
    Esas palabras me llegaron al alma. Era el momento idóneo para dejar de lado mi orgullo. Negando con la cabeza le dije:
    -         No has entendido nada. El problema era que quería verte con toda mi alma. Llevo toda la noche sin dormir por la emoción. Pero me daba miedo nuestra reacción, sobre todo la mía, porque no quiero darte a entender algo que no es… o que simplemente yo decidí que no fuera.
    Cambió su cara pero no dijo nada. Estábamos muy cerca.
    -         Ya.
    ¿Ya? ¿Sólo eso? Di un paso hacia atrás poniendo distancia entre nosotros.
    -         ¿Eso es lo único que vas a decirme? – esperé unos segundos, pero siguió callado – veo que es un poco tarde. Aún así… me… me gustaría pedirte una cosa.
    -         El qué.
    -         … un abrazo. Pero déjalo. No tengo ningún derecho a pedírtelo. Podría decirte que lo hago por ser amigos que hace tiempo que no se ven. – mientras decía lo que pensaba me iba alejando poco a poco – Podría decirte que lo hago porque  somos amigos y simplemente por eso. O… podría decirte la verdad, y confesarte que te pido un abrazo porque lo necesito. Porque te necesito – me di la vuelta para irme – pero da igual. Total, no quiero un abrazo por caridad. Vamos, nos están esperando.
    -         Pues que esperen.
    Sentí como me cogía del brazo, tiraba de mí hacia atrás, me daba la vuelta y me abrazaba con fuerza. Me entregue al abrazo, hundí mi cara en su pecho y comencé a sollozar.
    -         No llores. – dijo antes de darme un beso en la frente – Lo siento.
    -         ¡Tú que vas a sentir! – conseguí decir.
    -         Estás llorando por mi culpa. Y por cierto, puedes pedirme un abrazo cuando quieras mi leelan.
    Cogió mi cara entre sus manos y nos quedamos mirándonos a los ojos gritando los sentimientos que las palabras no puede expresar. Entonces, susurro:
    -         Yo también te necesito.
    Nuestros labios cada vez estaban más cerca, se rozaban… nos besamos. Sus labios parecían de hielo,  mientras que los míos, por el contrario, estaban cálidos. Fue un beso en el que se transmitía el anhelo, la necesidad… y entonces sólo existíamos nosotros. No quería que ese momento terminase nunca. Por eso, mentalmente pedí un deseo…
    … y que dos alas nos otorguen…
    … para volar muy alto…
    … y que nadie nos encuentre…

    Princess_of_Hell

    lunes, 17 de enero de 2011

    Abrázame (Primera Parte)

    Estaba nerviosa. Hacía mese que no le veía y ahora… Me encontraba en casa de Elena. Respire antes de llamar porque no conseguía controlar las mariposas que tenía en el estómago. Sonó el timbre y con el dicte mi sentencia de muerte. Comenzaba a darme la vuelta para irme corriendo cuando se abrió la puerta.
    -         ¿A dónde vas?
    -         Em.… déjalo, luego te cuento. – conteste derrotada.
    Pase hasta el salón. Dani estaba sentado en el sofá viendo la televisión.
    -         ¿Qué haces? – pregunté – Pareces un abuelo acabado.
    -         Calla peluda. Es que arriba están demasiado locos.
    -         ¿Arriba?
    -         Sí. Cuscús y tu Romeo están con el Mac.
    Eché a Elena una mirada asesina.
    -         Qué graciosa.
    -         Bueno, subo para asegurarme de que no lo rompen.
    -         Vale – dije rendida por los nervios mientras me dejaba caer sobre el brazo del sofá.
    -         ¿Qué te pasa?
    -         Estoy histérica.
    -         Bueno, pues relájate.
    Me cogió del hombro y me caí de espaldas. Mi cabeza quedo apoyada en las piernas de Dani y comenzó a acariciarme el pelo. Cómo me conocía. Segundos después ya estaba más tranquila. Cerré los ojos y le dejé hacer.
    -         Gracias. – conseguí decir medio dormida.
    Los minutos pasaron. Llego un momento en el que ya no era consciente de la televisión. Estaba cansada, el cuerpo me pesaba. No había dormido más de dos horas en toda la noche. Asique me dejé llevar. Segundos después… nada.
    ***************
    -         Cassi, despierta.
    -         Mmm…
    -         Venga, espabila.
    -         Estoy en la Gloria. Dame un segundo para volver al mundo real.
    Que pesada era mi madre… no, espera. ¡Estaba en casa de Elena! Abrí los ojos para encontrarme con la cara de Dani. Tenía cara chiste.
    -         ¿Me he quedado dormida?
    -         No, es una ilusión. – contestó Matt.
    -         Vete a la mierda.
    -         Qué buen despertar tienes.
    -         De siempre. – contestó por mí Elena – Los he sufrido en varias ocasiones.
    Mientras todos se reían por la broma, me incorporé y automáticamente por la costumbre, me coloque y peine el pelo con los dedos. Como era de esperar, Matt dijo:
    -         ¡Uy! Cuidado que se nos despeina.
    Le mire y entro él en mi campo de visión. Intenté no mirarle, pero su cara, que parecía de piedra, no me paso desapercibida.
    -         Al contrario de lo que piensas,  el pelo no se desenreda solo.
    -         Pues haz como yo. No te peines
    -         Si claro. Y voy por la vida con los pelos de loco con los que vas tú.
    -         Déjalo Cuscús. Es demasiado complicado para ti. – me ayudo Elena.
    -         Eso. Vete a dar de comer al perro.
    Antes de que Cuscús pudiese contestarnos, él, dijo:
    -         Voy un momento arriba. Se me ha olvidado una cosa.
    -         Claro Elliot.
    Nada más desaparecer por las escaleras los dos se volvieron hacia mí con una mirada acusadora.
    -         Menuda bienvenida Cassi. – me recrimino Cucús.
    -         Yo… - no sabía qué decir.
    -         Ve a hablar con él – me aconsejó Dani.
    Mire a Elena, que asintió y me sonrió para darme ánimos. Derrotada por segunda vez en la misma tarde, comencé a subir las escaleras.
    El ruido que hacían mis zapatos de tacón al estilo Mary Popins, delataban mi presencia. Aún así, según fui recorriendo el pasillo hasta llegar a la habitación de Elena, el actuó como si no existiera.

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