Suspiró.
Su primer recuerdo de él era el mar. Su mal humor, su mirada expresiva y esas frases que al principio carecían de sentido para ella. Aún después de tanto tiempo su corazón latía a gran velocidad cuando le miraba a los ojos.
Esos pequeños momentos que compartían de forma esporádica siempre le había parecido insuficientes y axfisiantemente efímeros. Soñaba con algún día poder llegar a saciarse de él e incluso aborrecer su presencia. Consumir tantas horas a su lado que al final llegase a anhelar la soledad.
La daba rabia que todos sus discursos se hubiesen convertido en realidad, que siguiese tan guapo como siempre, que cuando le tuviese delante volviese a revivir lo que sentía al abrazarle.
La consumían sus palabras. Todas y cada una de esas sílabas que salían por su boca. Esos futuros abiertos que proponía y que la confundían. No lo entendía. Al fin y al cabo creía que nunca le había comprendido
como a él le hubiese gustado. Nunca había conseguido leer más allá de la portada, y aún así, algo la decía que en parte la enamoraría el libro... aunque intuía que la última página sería triste y dramática.