Laia Vancells
Eran las ocho menos cuarto cuando llegué a la cafetería donde había quedado con ella, la directora artística de la escuela de danza Onstage, (Mataró) y directora de la compañía de danza juvenil Jove Ballet de Catalunya. Pero no era eso por lo que entrevistaba a Marta Bustamante, sino por ser la única persona en España en tener la titulación en benesh, escritura en un pentagrama del movimiento humano.
Al llegar, la vi sentada en la mesa más próxima a la ventana y me senté enfrente de ella. Nos saludamos cordialmente y empecé con las preguntas. Lo primero que me interesaba saber era la edad en que empezó a estudiar ese método de notación, contestó que a los 23 años. En ese momento el camarero nos pidió la nota, yo pedí un café; ella, una infusión. Seguí con la entrevista preguntándole dónde y cómo había conseguido sacarse el título, ella respondió claramente que entró en la Real Academia de la Danza después de pasar una audición y empezó allí con el estudio. Quise saber qué la llevó a estudiar ese método tan difícil y dijo: “A los 23 años ya había estudiado todo lo que hace referencia a la danza, también me había sacado la carrera de maestra de ballet, ya tenía la titulación y quería algo más que me ayudara a aprender nuevas cosas y me introdujera más en el mundo profesional…” añadió que solo había viajado hasta allí para estudiar benesh. Le pregunté cuántas horas semanales dedicaba a ello y el tiempo que tardó en obtener el título, ella me contó que había tardado dos años: el primer año era el teórico y el segundo, el de práctica. Afirmó que el primer año fue el más duro, el de teoría, en las clases estaban desde las ocho de la mañana hasta las cuatro de la tarde más o menos y al salir de la escuela normalmente tenía siempre entre dos y tres horas de deberes. Al escuchar la respuesta, me quedé sorprendida y le pregunté sobre los exámenes. Me empezó a contar cómo eran los exámenes del primer año, que constaban de diferentes partes: tenían la parte de escritura, en que un bailarín venía y les bailaba un fragmento de un baile y tenían que anotarlo al momento y después tenían la parte del aprendizaje en que les daban una partitura de benesh y un tiempo limitado, una hora aproximadamente y debían aprenderse esa partitura y enseñarla a un bailarín.
En ese momento, llegaba el camarero con el café y la infusión, le dimos las gracias y se me ocurrió preguntarle qué impresión se llevó el primer día que empezó el curso, ella se rió y dijo entre carcajadas:“¡Me pareció chino y consideré que jamás iba a entenderlo!”
Dijo también que en su promoción eran solamente cuatro personas en el aula, porque aunque es un sistema reconocido internacionalmente es muy difícil tener un conocimiento del benesh como para dedicarte a ello. Entonces le insinué si en España también se usaba habitualmente para registrar bailes o enseñarlos, bebió de su infusión y respondió con un tono de indignación que simplemente en España no se usa, incluso ni se conoce. Desde su punto de vista, el problema es que tampoco hay compañías de clásico donde se pueda usar, así pues, todo es un pez que se muerde la cola. Aun así contó que este sistema no se usa solamente en ámbitos de la danza, sino que también lo usan en otros deportes y en terapias, como, por ejemplo, en los niños que necesitan educación especial.
Por último, le pregunté qué utilidad le dio el título de notación benesh. Para ella lo más importante es que la ayudó a entender mucho más el movimiento y lo que era la técnica, clásica sobre todo.
Le di las gracias por su tiempo y atención, nos levantamos y fuimos a pagar a la barra de la cafetería.