Fernando, mi querido vecino de Bloguilandia, me pidió que escribiera un post sobre la misa en este país. Lo había pensado pues, por no entender casi nada del idioma, sólo la puedo seguir en el misal de mi teléfono móvil, porque la Eucaristía es la misma en todo el mundo: mismos ritos, partes, respuestas y lecturas ("un sólo Senor, una sola fe", se me vino a la cabeza para hablar de la bendita unidad de nuestra Iglesia) así es que mientras predican tengo tiempo de fijarme, aunque no quiera, en muchos detalles. Soy así, qué le voy a hacer.
Es un tema que me pone nerviosa porque se me puede pasar la mano criticando a mis hermanos que me acogen con generosidad en sus comunidades, pero que hay harto material para el post, lo hay. Allá voy:
Para empezar, los cantos. Acá sólo he ido los domingos a unas 6 parroquias o capillas diferentes, no todos los días como en Chile, así es que debe ser más solemne, me imagino, porque siempre es con órgano o similar, muy formal. Los cánticos tienen su libro ad hoc, con la música en partituras y tienen autores conocidos -algunos- y fechas de composición; otros son antiquísimos y creo que a nadie se le ocurriría llevar una guitarra al culto como en nuestros países. Pienso que con fe y caridad todo debe ser grato al Senor, hasta las maracas o lo que sea, ya que igualmente debe oír que chirriamos hasta en las mejores interpretaciones. Dios es perfecto y tiene un coro de ángeles y entre ellos, nosotros desafinando, no olvidar. Pero nos ama y debe estar contento como Padre que es.
Las lecturas: Los domingos tendríamos que leer dos lecturas, un salmo y el evangelio, cierto? así debiera ser, pero acá, no tengo idea porqué se saltan una de las dos que no sean el Evangelio y el salmo. No me gusta eso. La Liturgia es cuidadísima y cada texto ilumina al otro en un conjunto muy armonioso.
Los fieles asistentes suelen ser personas mayores, mucha cabeza blanca. Se echa de menos la juventud que llena mi parroquia, donde llegan las familias con sus ninos, los novios de la mano.....
Suelen cantar el Credo, pero se comen la mitad. Lo sé por la traducción de mi hija. Si lo recitan, va completo, el Credo de los Apóstoles, no el de Nicea-Constantinopla.
El Paternoster lo recitan larguísimo. No sé cómo lo logran. Yo podría, sin apuro rezarme unos dos míos en uno de ellos.
La Comunión: Todo el mundo presente, y dije TODO, salvo los ninos pequenos, comulgan, y me entra la duda de las condiciones en que lo hacen, porque no creo posible que el 100% esté libre de culpa para hacerlo -en forma ordenadísima- debo reconocerlo.
Otra cosa notable de la comunión es lo anejo de las hostias. Son poco menos que color pan de centeno. Da la impresión de que las hicieron los monjes en los tiempos de Carlo Magno, por lo bajo. Duras y con gusto a pan requete viejo.
Aparte de lo dicho, todo muy respetuoso en las formas. Dios sabrá, en el fondo, qué tenemos. No lo juzgo.