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Julia del Prado


Julia del Prado

 

MARINA DEL AYER

 

Hoy de mañana un duendecillo pone unas piedras en el ingreso de mi dormitorio. Al frotarlas viene a mí el recuerdo de un paseo a playa en esa orilla de mar, delicadeza de olor a sal.

 

Julia del Prado


SALTO

 

 

 La noche está fría y el hombre se envuelve en su manta. Su cabeza la esconde. Pretende que nadie lo vea. Sueña con ser un frejol con patas y caminar en este estado por su sala. Inicia un salto así de esa sala a la olla.

 

 

JULIA DEL PRADO


JUEGOS

 
Escuché hoy la melodía claro de luna y ante mis ojos surge el tocador de mi abuela Berta. Justo un camarón inglés aparece y dice: - Ahí encima está una cajita de cuerdas. Y encima de ella unos bailarines. Tócala. Se abre. Hay chocolates de diversos colores. Me queda una fragancia y se me hace agua a la boca

JULIA DEL PRADO


VAGA TRISTE

Pena tengo por el incienso con olor a sándalo y rosas rojas que pusiste en mi habitación. Se acabo. Murió. Y esa alma que no es propiamente la mía vaga triste por la casa. La veo caerse. Acudo a ella para levantarla, pero no,  no se puede. No se puede, solo en mi pupila ella surge ya en el acantilado norte que va justo a la mar. Corre, vuela. Que extraño. Ya son las 19 horas.

Julia del Prado


Buzón

La carta del abuelo fue hallada en ese buzón luego de años, por uno de sus nietos. Con esa letra caligráfica tan clara. Le hacía recomendaciones a la abuela de los hijos. Recordaba sus travesuras. La trataba de Mi señora. Con respeto. Dejaba en ella consejos de como debía llevar la economía del hogar.

El nieto rompió a llorar. Sólo conoció al abuelo por referencias y por un retrato que cuidaba aún su casa.

La carta queda ahora en silencio como trasto viejo en un baulito, junto a las cenizas del nieto. Alguien de vez en cuando la lee.

JULIA DEL PRADO

En mi redondez naranja me acurruco para dar brillo a la pachamama y lucir mi pico que los dioses me dieron. Así luzco mi esencia y mis ojos color caramelo te miran para unir la curva del camino . No nos maltratemos. Vale la pena el trazo de ambos en consecuencia. Vale nuestro filtro en redondez. Trabajemos en versos de natural pluma Asi nuestro camino se elevará y la pachamama agradecida crecerá

    

Julia del Prado

Secreto de luz


Cada noche la luz se desvanece dentro de una mochila cargada de años. Sin embargo todos los cuatro de setiembre desde el año de 1939, a las siete de la noche en punto Lola y Juan la ven con una luz intensa, en todo su apogeo. Sonríe sin efectos especiales y les hace sólo a ellos un guiño gatuno.

Julia del Prado - Perú

HUMO


La mujer sentada en el portal teje su historia a través de ese humo silente, mientras espera el tren que recoja sus pasos para ir a contemplar el sol de Colán y hallarse a sí misma en el anochecer cuando encienda otro cigarro Lucky Strike, a los pies de la luna de Paita.
Piensa ella mucho en las musarañas y el humo volátil le señala la inmortalidad del zancudo y el cangrejo retrocede pa’tras, pa’tras, pa’tras.

Julia del Prado, Perú

El ego de José

José se puso de cabeza frente a un espejo -hace muchos años-, para probar su destreza en la acrobacia y así su figura quedaría plasmada, él por entonces se quería demasiado.

No se dio cuenta que sus manos quedarían pegadas en una cómoda antigua, donde alguién fortuitamente había rociado cola. Así trataba de despegarse, pero no pudo, se quedó tieso y sin respiración. En estado catatónico.

Horas más tarde se acerca a su domicilio: Juan, su amigo escultor vecino. Toca la puerta nadie le abre, menos mal está entreabierta. Ingresa, trata de ayudar a José para sacarlo de su casi agonía y no puede. Vuelve al otro día con cera, se la coloca en su cuerpo bello y bien tratado y queda toda una figura atractiva. Ahora el ego de José se luce en los museos de figulines y la gente, sobre todo las damas lo acarician.

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José, el francés

Sosegado estaba con sus pensamientos, después de hacer meditaciones en las que repetía una y otra vez: -Om Om Om ... José, el francés. Decide de pronto porque el espejo de su sala vetusta lo seduce, ponerse de cabeza frente a éste. Prueba su musculatura, se sabe atractivo. Respira profundamente, inhala, exhala. Absorto se contempla . Reconoce que puede explotar la belleza de su cuerpo.

Ahora -en este momento- su figura se luce en las vitrinas de Amsterdam y Hamburgo para placer de las féminas que cautivadas, lo aplauden.

Julia del Prado, Perú

Prosa (cuento) breve

Cuando la lámpara se prende las ilusiones no mueren y Evagrio - el fantasma- no se presenta para robarnos trozos de vida y traernos en su corroído espíritu inevitables ausencias.

Triste escena, Julia del Prado - Perú

Poco más de 30 años en este matrimonio y Blas persigue a su mujer por toda la casa, ella corre y se mete al dormitorio que fue de los hijos. Blas furioso atraviesa paredes y la provoca, diciéndole: -Mujerzuela. Teresa contesta:- Mujerzuela será la la mujer de la esquina, esa de la avenida Arequipa. No jodas. El sigue bajándole la moral, con insultos. No es la primera vez que ocurre una escena así, en las últimas semanas de este año se ha repetido.Teresa llora, se desespera. El se va a su dormitorio, al dormitorio matrimonial. Ella lo sigue alterada, siguen las agresiones e Inés coloca una de las almohadas sobre el rostro de Blas. El permanece impávido. No dice nada. Retira la almohada Teresa. Se siente resquebrajada. Vuelve al dormitorio de los hijos, deja la puerta entreabierta y guarda dos cuchillos en el cajón de ropa vieja.

El tunche - Julia del Prado, Perú

El tunche visitó la casa de Serena, abrió la cerradura con una tarjeta de esas que se usan para llamar por teléfono. Entró a su dormitorio, ella no estaba, así que sólo pasó, trató de no dejar huellas. Y en esa su fugacidad al salir, silbó: Fi fi fi fi finnnnn, finnnnn.

Julia del Prado (Perú)


El Tunche es un personaje que nunca se ha visto pero que existe. No tiene representació n visual, pero se le imagina como un pájaro nocturno. Su silbido es dulce y melancólico; si silba corto es un alma en pena que te acompaña; si largo, es un espíritu maligno que te acecha y presagia desgracias y muerte. Parte del folclore de la selva peruana, el Tunche es una presencia temida y respetada

Mulata de tal - Julia del Prado, Perú

Desde esa luna llena sale la mulata de tal, la marimba la recibe, estira su cuello, mueve su vientre, mira a la gente. Y luego corre al encuentro de Miguel Angel Asturias.