Mostrando entradas con la etiqueta blogs. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta blogs. Mostrar todas las entradas

jueves, 7 de enero de 2016

Cómo aprendo

Con motivo de la celebración de los 10 años del programa Compartim, Jesús Martínez me invitó a participar en una mesa redonda con el fin de “compartir” aquellos mecanismos mediante los cuales me “actualizo” y “aprendo”.

Esta es una de aquellas preguntas que crees siempre poder responder hasta que te enfrentas a la dificultad de tener que hacerlo. En mi caso, me he dado cuenta de que doy por supuestas cosas [como, por ejemplo, estar actualizado] que realmente no tengo muy claras o de que tampoco soy consciente de los mecanismos que, se supone, utilizo para capturar aquella información clave e imprescindible para mantenerme en los límites de la actualidad.

Tampoco es fácil responder a “Cómo Aprendo” si por aprendizaje se entiende algo más que lo que voy adquiriendo y comprende aquello que, una vez incorporado, incide en mi percepción del mundo, en mi toma de decisiones y, consecuentemente, cambia mi manera de enfocar y hacer las cosas. Además, relacionando actualización y aprendizaje, me doy cuenta de que ambos conceptos no van siempre de la mano y que aprender no supone, en muchos casos, una actualización si esto significa estar a la última de lo que considero que debiera ser mi campo de especialidad.

Así pues, la invitación de Jesús ha sido todo un reto y una magnífica oportunidad para engrasar los mecanismos del autoconocimiento e iniciar lo que es tan sólo una primera aproximación a cómo creo funcionar en estos dos aspectos.

La aportación que sigue es muy sencilla y no dudo que, salvando las particularidades de cada cual, tendrá puntos de coincidencia con quien la lea, no obstante la relataré en primera persona ya que no se trata de una descripción científica ni de nada que pretenda ir más allá de aquello que todavía está en construcción en el terreno de lo personal.

Las ilustraciones que hay a lo largo del artículo corresponden a los diferentes bloques de una infografía que lo sintetiza. Aquí tienes el enlace para acceder a ella.

Con el fin de enmarcar la reflexión empezaré diciendo que sostengo que la consultoría y todas aquellas profesiones directamente relacionadas con la ayuda y el asesoramiento profesional o personal, además de experiencia, requieren de un conocimiento humanístico y científico amplio y ecléctico, que vaya mucho más allá de la teoría o metodología especializada, que añada criterio, amplitud de miras y, en definitiva, favorezca la comprensión y estimule la empatía con las personas con las que se trabaja y en las que incide nuestra intervención.


Partiendo de esto, ante la pregunta de Cómo aprendo y me mantengo al día, lo primero que se me pasó por la cabeza fue responder con una relación de todas aquellas fuentes documentales a las que acudo y que me ofrecen la información que abona mis discurso. Así que elaboré una relación de inputs en los que figuraban los blogs que sigo, aquellas redes sociales en las que participo, revistas a las que estoy suscrito; el ensayo que habitualmente leo [generalmente temas relacionados con la antropología, filosofía, politología o neurociencia], aquellas charlas y eventos a los que acudo; el teatro, cine y series de televisión que veo y la narrativa, novela gráfica o cómics que sigo habitualmente.

La esperanza de zanjar el tema, llegado a este punto, fue desapareciendo a medida que iba elaborando la relación. La reflexión era la siguiente: Es cierto que estoy atento a lo que se va publicando en mi blogosfera [comprende unos 85 blogs] pero ni mucho menos leo la mayoría de lo que se publica, digamos que sigo fielmente tan sólo unos 5 blogs y con el resto lo que hago es un repaso de titulares llegando a leer algún post si coincide con lo que me interesa en un momento dado.

Lo mismo hago con las revistas a las que estoy suscrito, normalmente repaso sus índices y marco aquellos artículos que debieran interesarme pero que suelo postergar hasta que llegue el momento oportuno [en mi estudio hay multitud de artículos de este tipo que seguramente jamás leeré por creer que ya están caducados]. Con la prensa, con las redes sociales, cuando miro el programa de un evento o cuando voy a una librería lo que hago generalmente es eso: leer titulares, con el objetivo de detectar aquello que llama especialmente mi atención, que conecta directamente con mi curiosidad y a lo que me apetece dedicarle atención en aquel momento.

La primera idea de la que partía, aquella de que el seguimiento y ampliación sistemática de estas fuentes era la principal responsable de mi actualización y aprendizaje, no se correspondía con mi realidad. Es cierto que este entorno de información no es inocuo y vierte una lluvia fina y constante que me orienta y me mantiene alerta sobre las tendencias y sobre lo que sucede, pero en absoluto es suficiente para estimular, por sí sólo, mi interés por seguir los avances o por asimilar los modelos comprensivos que necesito para interpretar y operar sobre mi actualidad.


Llegado a este punto, cuando relacioné actualización con actualidad, es cuando me di cuenta de que es la contemplación de mi entorno, de esta actualidad en la que estoy inmerso, lo que estimula mi curiosidad y determina gran parte de mi reflexión y aprendizaje. Yo prefiero llamarle contemplación porque contemplando es cuando se aprecian detalles y novedades que normalmente pasan desapercibidos si sólo se mira y se reduce la visión al objeto sobre el que recae la mirada; “mirar” es acercar la vista a las cosas, “contemplar” es acercar el mundo a los ojos.

Así pues, un mecanismo importantísimo para mi actualización y aprendizaje es la contemplación de la dinámica social, de los hechos cotidianos y de los comportamientos de las personas en su quehacer habitual. Este hábito no tan sólo me mantiene al día de aquello que es contingente en mi entorno y repercute de manera fractal en aquellas organizaciones con las que colaboro, sino que, además, es uno de los factores a través de los cuales detecto, selecciono, me detengo y profundizo en aquella información a la que me refería en el primer punto; es entonces cuando un determinado título me llama especialmente la atención ya sea: al pasear por la librería, al repasar mi blogroll, al revisar el índice de una revista especializada o cuando miro el programa de un evento.


Pero esto no es todo, evidentemente otro de los principales factores de actualización y aprendizaje es el que se desprende directamente de mi práctica profesional. Pero aquí quisiera añadir un matiz que creo importante. Durante mucho tiempo he pensado que el trabajo entendido como el desarrollo de la tarea [el proceso de elaborar, de hacer…], era la fuente principal a través de la cual aprendo pero, con el tiempo, me he dado cuenta de que esto no es del todo cierto.

No negaré que el diálogo continuado entre la mirada y la mano aporta un feedback que se traduce inevitablemente en experiencia, en la mejora de las habilidades, en un aumento del éxito y en intervenciones más eficientes, pero no es la principal fuente de la que obtengo conocimiento experto. De hecho, se da la curiosa relación de que las épocas más pobres en conocimiento, aquellas en las que siento que aprendo poco, coinciden con períodos en los que tengo mucho trabajo y estoy absolutamente confinado en la tarea.

Aprendo de mi trabajo cuando hay posibilidad de establecer conversaciones en torno a él. Es en la conversación que mantengo con mis clientes, con alumnos y con colegas donde reflexiono sobre lo que hago, lo ordeno en un discurso y aprendo, no tan sólo de lo que me aportan, sino de las conclusiones a las que llego con mi propio relato. Ya lo he comentado alguna otra vez, una buena conversación suele convertirnos en nuestros propios maestros.

Además, estas conversaciones son otro de los mecanismos que me motivan a buscar información o hacen que me detenga y preste atención a determinados títulos que me encuentro en la diversidad de fuentes a las que me he referido en el primer punto.


Para finalizar, toda esta reflexión acerca de cómo inciden en mi actualización y aprendizaje profesional las fuentes documentales [1] de las que me proveo, la contemplación “activa” de mi entorno social  [2] y las conversaciones [3] que se desprenden de mi práctica profesional quedaría incompleta sin un cuarto elemento que considero de los más importantes en mi aprendizaje: escribir en el blog.

Escribir es una de las principales maneras a partir de las cuales empaqueto mi pensamiento, construyo mi propio conocimiento y reenfoco mi percepción del mundo.

Escribir para trasladar una idea a otra persona es, junto a preparar una clase o una conferencia, uno de los modos más intensos de aprender porque el proceso conlleva la conversación íntima con uno mismo: cotejando la alineación de las palabras con las ideas que se quieren expresar, valorando la adecuación de cada premisa, descubriendo las conclusiones a las que llevan aquella reflexión, escuchándonos y asintiendo [o no] a aquello que nos vamos diciendo. Ya lo dice R. Bartra subrayando la importancia de la narración en la creación del propio conocimiento: “Para pensar se necesita un cerebro pero para conocer se necesitan dos, aunque sea el mismo”.

El blog es pues, para mí, una herramienta decisiva de aprendizaje porque me empuja a escribir de manera rigurosa y sistemática; es el crisol en el que acabo relacionando y fundiendo mis lecturas, visionados, experiencias y conversaciones hasta transformarlas en aquel conocimiento en el que se inspiran y articulan muchas de mis actuaciones profesionales.

--

> La foto del principio corresponde a los 10 años del programa Compartim.

> Enlace para acceder a la infografía




domingo, 9 de febrero de 2014

Escritura, gestión del conocimiento y habilidades de comunicación


Igual que ocurre con ciertas concepciones del liderazgo, no son pocos los que piensan que el escritor no se hace sino que nace y que, por lo tanto, no hay que pedir peras al olmo y resignarse a la genética.

Que escribir, cuando nos referimos a algo que vaya un poco más allá de poner una palabra tras otras, de izquierda a derecha y prestando especial atención a la presencia de un sujeto, un verbo y un predicado, es algo que emana de los cromosomas y florece espontáneamente cuando una idea ilumina el horizonte de quien tiene algo que decir. Que escribir es un arte, como lo son pintar, hacer música o esculpir y que por lo tanto es exclusivo de artistas.

En el menor de los casos, todavía hay quien piensa que escribir sigue siendo una opción más con la que ocupar el tiempo libre por parte de aquellas personas que tienen [además de tiempo libre] un especial talento para hacerlo.

Sea por la razón que sea a la que se le quiera atribuir el hecho de no escribir, la realidad es que asimilar toda escritura al talento y al arte ha eximido a muchas personas de desarrollar esa habilidad para aplicarla a aspectos que no son tan selectos pero que no por ello dejan de ser importantes y, aunque en los últimos años haya habido un brote de artículos técnicos en la red, la escritura sigue siendo la asignatura pendiente en muchos perfiles profesionales y una de las causas más importantes de la devastadora evaporación del conocimiento en las organizaciones.

Comentaba Henry Mintzberg [Harvard Deusto] que si se pretende que las personas aprendan a gestionar y liderar eficazmente, es necesario un enfoque de la formación diferente al que se está impartiendo actualmente y que este nuevo planteamiento pasa por incluir mecanismos que hagan emerger y compartir el conocimiento de los propios participantes en estas acciones de formación.

Hace ya unos años que con Paz Martínez nos hemos hecho eco de esta necesidad en el marco de las acciones de formación que para el personal directivo de las administraciones públicas se imparte desde el INAP. Cómo integrar ese conocimiento, aunque sea en parte, y sumarlo al acervo que se ofrece en las acciones de formación para directivos, es lo que ha dado pie a impulsar una acción muy sencilla pero muy potente en el marco del Máster en Liderazgo y Dirección Pública que, junto a la UIMP, imparte el INAP y que consiste, simple y llanamente, en impulsar un blog interno donde todas y cada una de las personas que participan en el máster han de contribuir con, al menos, un escrito de su puño y letra en el que pueden relatar desde una buena práctica que consideren que aporta valor al resto de participantes, hasta una reflexión sobre alguna capacidad o metodología, algún caso no resuelto o dilema sobre el que quieran contrastar opiniones o cualquier otro tipo de reflexión nacida de lo cotidiano [sobre películas, vídeos, artículos, noticias o libros] que permita moldear una opinión perfilando sus contornos a partir de su propia experiencia y saber.

Se trata simplemente de sistematizar y formalizar un conocimiento que normalmente fluye por canales informales y aumentar, de este modo, el abasto de su distribución, aprovechando la manera de transmitirlo para potenciar otro tipo de capacidades profesionales clave, sobre todo para aquellas personas que dirigen equipos y personas.


Porque en esta actividad se anima, a las personas que participan en ella, a que el cuerpo del artículo no sea demasiado extenso, que se centren sobre todo en que sea interesante para la comunidad a la que va dirigido, que el contenido favorezca identificarse a quien lo lea y que el estilo con el que se expresen sea natural, cercano y ameno, con un lenguaje sencillo y llano que evite, en lo posible, la jerigonza técnica de la que suelen abusar los textos académicos y profesionales. Se incide, en suma, en la necesidad de conectar con el/los interlocutores y convertir el monólogo al que se ven reducidos tantos escenarios de comunicación en una conversación en la que los diferentes implicados tengan la oportunidad de ser transformados por ella.

La necesidad de establecer una conexión con la persona que lee se hace mucho más evidente en el caso de los blogs que en cualquier otro tipo de escenario donde se publique [artículos, etc.] Cualquiera que tenga un blog ha vivido en carne propia el proceso de transformación de su manera de escribir en función de la autocrítica a la que le ha llevado la cantidad, el tipo y el grado de conexión que establece con el público potencial o real al que se dirige. Escribir con el propósito de provocar conversación, esto es, motivar que alguien lea y además “pase al acto” escribiendo su opinión, exige salir del ensimismamiento al que normalmente nos abocan nuestras reflexiones para incorporar en el proceso a aquella persona concreta o anónima a la que nos dirigimos. Un verdadero ejercicio de empatía absolutamente necesario, inherente y, aun así, frecuentemente descuidado en los procesos de comunicación.

El blog puede ser una herramienta muy útil para compartir el conocimiento y para muscular los entresijos y circunvoluciones de las habilidades comunicativas de aquellas personas a las que se entrena en la función de dirigir, al menos ésta es la apuesta que hemos hecho con Paz y de la que estamos seguros poder aportar buenos resultados más adelante.

--
La primera imagen es de Alfred Stieglitz [1864-1946]

La segunda lleva por título “mujer escribiendo” de Thomas Pollock Anschutz [1851-1912]


viernes, 15 de noviembre de 2013

Este blog ha cumplido 5 años

Hace muy poco surgió una nueva colaboración. Al indagar cómo habían llegado hasta mí me dijeron que hacía un año que seguían el blog: Queríamos traerte y que nos contases en persona sobre lo que escribes, me dijeron. Al punto me hallé pensando en que quizás debiera orientar el blog y enfocar sus contenidos a las expectativas que sospechaba en este tipo de entornos, no sé…, eliminar aspectos personales, añadir más densidad a las especificaciones técnicas, en definitiva, volverlo más serio. Casi al instante volví a caer en la cuenta de que el error en muchos de mis planteamientos está en perseguir aquello que deseo e infravalorar el peso que tiene la espontaneidad en aquello que consigo. Éste es uno de los grandes aprendizajes a los que he llegado.

Este blog es para mí un portal que tan sólo he decidido cruzar, pero que me está llevando a parajes maravillosos e inesperados con la intensidad y a la velocidad que sólo poseen los verdaderos portales.

No sólo me ha llevado a conectar con el mundo mundial y, en definitiva, a la riqueza de la red de relaciones con la que me manejo actualmente sino también a muchas de las principales personas que me están acompañando con su amistad a lo largo de estos últimos años.

Pero sobre todo ha abierto la posibilidad de indagar en mis intersticios, de observarme en la perspectiva de mi deambular, siguiendo las pistas de aquello que voy conociendo para capturarlo en una instantánea que, en cada post, ha hecho las veces de aquella clavija con la que el escalador afianza su recorrido por la pared y que deja ahí para aquellas otras personas a las que le pueda ser útil en su propia escalada.

Éste está siendo uno de los mejores viajes, el más inesperado y el de más valor ya que me lleva a conectar y a meditar sobre aspectos fundamentales de mi trabajo y que, de otra manera, hubieran quedado ahí, asilvestrados, expuestos a la intemperie y al más que probable olvido que conlleva la atención ininterrumpida que reclama un presente demasiado celoso del pasado inmediato en el que se convierte a cada instante.


jueves, 1 de noviembre de 2012

Este blog cumple hoy cuatro años

Poco a poco se va complicando un poco más eso de escribir, el día del aniversario del blog, sin repetirse con lo dicho otros años, pero supone siempre una buena oportunidad para revisar motivos, resultados, estilos, sensaciones y, al final, siempre se encuentra algo nuevo que rescatar y sacar a la luz.

Mientras reflexionaba sobre ello y miraba hacia atrás, hacia el pasado, me ha parecido como si éste se esfumara y se diluyese hasta casi desaparecer, como ocurriera con el reino de Fantasía cuando era consumido por la Nada en La Historia Interminable de Michael Ende, ¿Os acordáis de esta novela? Solo que, en mi caso, esa Nada no es otra cosa que los cambios que ha sufrido el escenario profesional en el que me desenvuelvo porque, la verdad es que, en cuatro años, el mundo, mi mundo, ha cambiado muchísimo y casi no se reconoce aquello que una vez fue. Y ha sido entonces cuando he visto este blog como una fabulosa nave capaz de atravesar, como un dardo, esta tormenta temporosituacional transportando mis ilusiones desde aquel pasado difuso hasta el ahora más inmediato, arropándolas y protegiéndolas de todas aquellas causas que continuamente las amenazan, algo así -por aquello de añadir volumen con una imagen- como la nave espacial que transportaba al bebé Superman desde el planeta Krypton hasta la Tierra pero, en este caso, sin súper-poderes y devolviéndolas igual de frágiles a mis brazos.

Trabajar en el blog es, hoy por hoy, una tarea más en mi quehacer profesional. De hecho, no me imagino ya mi vida sin el blog como tampoco tendría mucho sentido este blog sin mi trabajo. Escribir sobre aquello que se agita mientras desarrollo mi oficio me ha llevado también a hablar de aquello sobre lo que escribo, de tal manera que, a lo largo de estos cuatro años, he ido sustituyendo el discurso que tenía por otro absolutamente nuevo y propio, incorporando la verdadera esencia de mi manera de hacer y de aquellos valores que considero que debo trasladar a través de lo que hago. En este sentido, este blog se ha convertido no tan sólo en un lienzo donde esbozar y dar color a lo que pienso, sino en mi tarjeta de presentación y en el depósito al que acudo en busca de mi propio conocimiento ya que, una vez liberado, parece como si desapareciese por completo de mi cabeza. Quizás sea por eso que al "leerme" coincida con lo que digo pero me cueste, con el tiempo, identificarlo como mío.

Pasando a otro orden de cosas, también me doy cuenta del giro que han dado los temas tratados en este último año, disminuyendo progresivamente la tecnicidad de algunos post hasta mezclarse casi a partes iguales con el off topic más personal y, pese que en algún momento pude creer que esto se debía básicamente a la pérdida de novedad o de singularidad de los proyectos que me ocupaban e incluso llegué a pensar en otros motivos como la falta de innovación en tecnología o en la metodología que aplico a mi manera de trabajar, ahora me doy perfecta cuenta de que, lejos de ser así, lo que realmente sucede es que simplemente vivo mi recorrido como un paseo en el que describo, sin distinción, aquello que veo y estoy viviendo, ya que voy madurando y me doy perfecta cuenta de que todo guarda una relación entre sí, de que no hay que sustraerle a la sencillez la complejidad que la hace posible y de que es un grave error empeñarse en querer cuadrar, separando, categorizando y clasificando, un mundo que es redondo, en el que todo está interconectado y en el que mostramos, en todo momento, aquello que somos.

Para acabar, el gran valor del blog sigue siendo el de mantenerme activo en esa red de la que tanto aprendo y de la que obtengo la suficiente perspectiva como para no dejarme asimilar por ese tornado monotemático y arrollador que está arremetiendo contra todo aquel que ignore, no quiera saber o haya olvidado que el conocimiento, la capacidad y, en definitiva, cualquier posibilidad reside en las personas. Sí…, tan sólo eso, quizás sea suficiente motivo como para celebrar el seguir estando aquí.

--

La foto corresponde a una iniciativa en la que persiste Magda para animarme a escribir, algún día, un libro. Magda colabora conmigo desde el principio del proyecto añadiendo a mi estatura la suya y, en consecuencia, aumentando exponencialmente, la capacidad de intervención, todo un lujo.


viernes, 7 de septiembre de 2012

Llevo ya…

…un par de borradores totalmente acabados de posts que, al final, he decidido no publicar.

En uno abordaba el tema de la utilidad de la formación para directivos desde el punto de vista de los escasos indicadores de su puesta en práctica y aplicación. Mi intención no era otra que cuestionar los programas formativos que se imparten en la actualidad desde la perspectiva de su impacto en las organizaciones.

¿Se puede hablar de un antes y un después en aquellas organizaciones, departamentos o unidades en las que su directivo, líder o como quiera denominársele, haya realizado uno de estos costosos cursos?

Una pregunta, no sé si muy original, pero con su jugo ya que podía mover a la reflexión sobre los diferentes objetivos y cuestiones metodológicas a tener en cuenta para abordar futuros programas formativos con más aplicabilidad a la realidad del momento y a la de nuestras organizaciones. Al final me ha salido un exabrupto en el que parece que cargue contra los profesionales de la dirección toda la responsabilidad por no aplicar un conjunto de contenidos que, por otro lado, estoy convencido que han quedado ya obsoletos. En total, unas novecientas palabras que no aportan nada nuevo bajo el sol y con un tonillo irónico que hasta a mí mismo me saca de quicio.

Aprendida la lección del fiasco de artículo anterior y centrándome en el papel que le toca a la mortaja de incertidumbre con la que nos envuelven estos tiempos, he querido plantear el tema desde otro punto de vista. En una sociedad presa de la impaciencia y fácilmente irritable cuando no se materializa al instante aquello que se desea, con el futuro capturado por el presente más inmediato y donde obtener resultados rápidos y resolver la urgencia a la que es elevado cualquier problema es el indicador de la eficacia por excelencia: ¿Tiene algún sentido seguir responsabilizando a nuestros directivos de la atonía actual y seguir bajando la testuz, insistiendo, dale que dale, en las consabidas capacidades para liderar, al margen de las dificultades del entorno para dar una oportunidad a que éstas tengan alguna posibilidad, sin que [toca respirar que la pregunta es larga] estos profesionales sean expulsados a patadas de sus puesto de trabajo por soñadores inoportunos e iluminados?

Y aquí me he puesto a disertar, inspirado por alguna que otra lecturilla de verano, de aquellas que llevan incorporada protección solar y que te dejan blanco por la dificultad minotáurica con la que plantean cualquier salida a la situación actual, y he acabado escribiendo cosas como ésta:

“Bajando en picado escalones en la pirámide de necesidades de Maslow, que me diga alguien cómo se puede motivar hacia la transcendencia [del servicio, equipo u organización] cuando no están satisfechas las necesidades de seguridad, una de las más básicas situadas en el segundo escalón del clásico esquema. Difícil, muy difícil promover la innovación o inocular herramientas de crecimiento personal y organizativo cuando pende peligrosamente una espada de Damocles incluso sobre aquellos puestos de trabajo que se consideraban, hasta ahora, los más seguros.”

En definitiva, cuando llevo ya unas quinientas palabras escritas me siento poseído como un monje dominico llamando a las cruzadas, sumergido en las tinieblas del apocalipsis e hipnotizado en un discurso que nada propone, nada añade, depresivo y ciego.

Total, que he decidido abordar este tema otro día, seguramente desde otra perspectiva y cuando tenga algo útil que aportar. Mientras, me vuelvo a sumergir en la refrescante lectura de Mal de escuela [Daniel Pennac], una deliciosa recomendación del amigo Asier, corriendo a subrayar y compartir un fragmento que, aunque parezca que no viene al caso, me parece ideal como colofón a este post:

“No pierdas la cabeza, nada ocurre como está previsto, es lo único que nos enseña el futuro al convertirse en pasado”
---

En la fotografía: "esborranys" de [cumClavis]


jueves, 22 de marzo de 2012

Post

Normalmente, ante una idea para un post, lo primero que hago es buscar una ilustración que utilizo a modo de punto hipnótico sobre el que fijar la mirada y dejar que el pensamiento divague recogiendo todos aquellos cabos que la idea vaya descubriendo.

A continuación, y a partir de lo que creo que tengo en mente, suelo escoger un título en el que intento sintetizar [a veces incluso demasiado] en una sola idea todo lo que quiero decir. Quizás haya quien piense que esto es empezar la casa por el tejado, pero en mí surge el mismo efecto que cuando a un músico se le da el La para que afine, encuadra mi pensamiento y me permite pintar aquel fragmento incorporando, como quien pinta un cuadro, aquellos elementos [luz, movimiento] que permiten identificar la idea como parte del todo en el que se inscribe.

Suele pasar que, a medida que voy escribiendo, el título no encaja con los contenidos que se van desarrollando, ya sea porque queda pequeño o porqué la reflexión toma otros derroteros, y acabo explorando territorios que nada tienen que ver con la idea inicial. Entonces, sobre la marcha, y para desesperación de aquellas personas para las que el orden es una sucesión inalterable de fases, vuelvo a centrarme en buscar un nuevo título y una fotografía que sintonicen con el nuevo viaje, ya que tanto el uno como la otra son los puntos en los que me concentro y de los que parece [sólo me lo parece] que voy sacando las diferentes ideas que tejer en el post, como si fueran pañuelos de colores saliendo de la chistera de un mago. Bueno… quizás no tan rápido… en realidad, bastante más lentamente.

Y así, paseando la mirada de la foto al texto y del texto al título sucede que, a veces, cambio tanto de tema que dejo abiertas líneas de pensamiento distintas que me apresuro a guardar en una carpeta a la que he titulado “esborranys” para, de este modo, concederme la oportunidad de desarrollarlas en otra ocasión en la que me apetezca más hacerlo. Porque si de algo estoy seguro es de que, al final, uno siempre acaba haciendo realmente aquello que prefiere.

Algo así como me ha ocurrido con este post, en el que pretendía hablar sobre “la utilidad de la consultoría” y que ha terminado siendo otra cosa en mi necesidad obsesiva de explicar el porqué del título que había escogido. Y es que el tema, como se podrá comprobar otro día, era duro y, seguramente, el menos indicado para darle la bienvenida a esta Primavera, tiempo habrá…
--
En la foto, unas anotaciones a este mismo artículo.


lunes, 9 de agosto de 2010

Escribir… ¿Para qué? ¿Para quién?


Ahora que, sumergido en este paréntesis estival, recapacito sobre algunas cosas fuera de lo común, pienso en los objetivos sobre los cuales se proyecta un blog y como éste va ganando en iniciativa y autonomía para acabar decidiendo sobre su propia forma a medida que se va desarrollando.

Aunque me consta que hay personas que afirman lo contrario, no creo que nadie escriba porque sí, esto es, sin que busque en un momento u otro ser leído y me cuesta comprender algunas manifestaciones como “yo escribo para mí y lo cuelgo en Internet aunque me da igual si se lee o no, porque escribo para mí…” porque mis modestas entendederas no llegan a que alguien se tome las molestias de hacer públicos sus escritos sin intención de que estos sean, pues eso, públicos.

Una cosa es ser accesible a todo el mundo y otra cosa muy distinta es escribir para todo el mundo. Nos guste o no escogemos conscientemente el vocabulario o los temas a sabiendas que los entienden o pueden resultar interesantes a determinados colectivos más o menos amplios. De hecho, para algunos, quizás sea más fácil saber para quién no se escribe que, a fin de cuentas, viene a ser lo mismo.

Sea como fuere, cuando una persona, aunque sea en la oscuridad más cerrada, se pone a hablar siempre tiende a imaginarse a alguien que le escucha. Y a este alguien es inevitable incluso ponerle una cara…

Cuando me planteé este blog, al menos en mi caso, lo que buscaba era compartir con colegas o con otros profesionales con los que normalmente trabajo (mis clientes) ideas entorno a mi actividad profesional. Mi intención era mantener un contacto que no requiriese de mi presencia física continua y que girase entorno a mi manera de entender el oficio o a aspectos que desarrollo en su ejercicio.

Quizás haya alguien que vea también algún objetivo comercial aunque todos sabemos que, este tipo de consultoría se transmite a partir de la prescripción de personas con las que ya se ha colaborado y a partir de resultados obtenidos. De todas maneras, y para ser sincero, sí que he intentado fortalecer las relaciones de confianza pronunciándome ante determinados temas, mostrando mis inseguridades e incluso charlando sobre temas no profesionales [off-topics]. Me parece un buen método y no veo nada de malo en ello, más bien todo lo contrario.

Pero al menos en algunos casos creo que, llegado el momento, los blogs pueden llegar a usurpan el lugar de sus autor@s [tal cual le pasó a Conan Doyle con Sherlock Holmes] y les someten en función de intereses propios e insospechados. Con el tiempo algo empieza a palpitar con autonomía, cobra súbitamente vida y, de la misma forma que pasa con el sistema que utilizamos para etiquetar, cualquier diseño o planteamiento se ve sepultado o, como mínimo, teñido de un no sé qué orgánico que le confiere una personalidad propia al blog. Y así como Frankenstein cobraba vida a través de una descarga eléctrica, en los blogs surte el mismo efecto el feedback que reciben de aquell@s que los siguen.

La conversación es el determinante del rumbo que puede adoptar un blog. Y al margen de lo que se diga, de que si la conversación y el debate, de que si no sirven de nada y hay que desconfiar de los comentarios que no aportan discusión o complementan el post, etc., es la presencia del otro lo que le confiere algún sentido a esto de escribir… vaya, que hasta el náufrago espera una respuesta después de enviar su mensaje en una botella ;-)

Mucho se ha escrito ya sobre esto de los comentarios [creo que Amalio tiene algunos posts magníficos dedicados a esto] y todavía oigo en boca de algunos colegas eso de que se están tomando muy en serio eliminar la posibilidad de comentar. Suelen alegar algo relacionado con la calidad o profundidad de las aportaciones. Yo… ¿qué queréis que os diga? a mí me da vida que se comente en el blog y me encantan los comentarios agradables, cariñosos, que complementan o se suman a lo que se expone y me aburre enormemente el juego de las argumentaciones y contra argumentaciones así como me irrita sobremanera que a discrepar se le llame conversar, no sé, hay como algo de políticamente snob en todo eso…

Y además hay aquello de que, a este colectivo que obsequia con su atención y/o respuestas, de alguna manera siempre se puede sumar la presencia de aquella persona desconocida que, así de repente, se deja aterrizar por aquí y que, quién sabe qué efecto tendrá sobre el futuro de este blog y en el qué y para quién escriba…