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A fuerza de leer idioteces en la red nos hemos acostumbrado a este tipo de noticias. Sin embargo, recuerdo la primera vez que oí hablar de los Ig Nobel en un artículo de El País del 12 de octubre de 2003:
Un asunto aparentemente trivial puede degenerar en un descubrimiento científico sin parangón. Si a Newton le cayó una manzana en la cabeza, al biólogo del Museo Natural de Rotterdam Kees Möliker se le estrelló un pato contra el cristal del museo. "Oí el bong y salí corriendo del despacho. En esa época, muchas aves se estrellaban contra el cristal. Hoy no ocurre porque hemos cambiado el vidrio", relata orgulloso desde Rotterdam.
El pato, que huía de otro pato, murió en el golpe. Y la ciencia cobró vida. El perseguidor comenzó a violar al muerto y no paró hasta 75 minutos después ("es mucho tiempo para un pato", comenta Möliker sin un atisbo de ironía). Además de lo duradero del coito, la importancia reside en que era el primer caso descrito de necrofilia entre patos. Möliker se dio cuenta de la trascendencia de la violación y fotografió y anotó cuanto acontecía. Era el año 1995, y en 2001, animado por sus colegas, publicó en la revista ornitológica Deisnea el estudio. Lo tituló El primer caso de necrofilia homosexual entre 'Anas platyrhynchos', e incluye fotos del acto y la autopsia a la víctima.
"Lo importante no es que fuera homosexual (hay muchos patos homosexuales), sino que fuera necrófilo y el tiempo que estuvo violando al muerto. Aunque no se han descrito más casos, creo que puede estar sucediendo en la naturaleza", señala Möliker. Por este prescindible estudio recibió recientemente, en la Universidad de Harvard (Boston, EE UU), el Premio Ig Nobel de Biología.