Mostrando entradas con la etiqueta Normas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Normas. Mostrar todas las entradas

sábado, 11 de febrero de 2017

Piqueras: cuando la fiabilidad cae en picado...

El veterano comunicador es empleado como "recurso de autoridad".
Quieren mostrar los métodos de trabajo de la "gallus gallus" albina.
Un trabajo de campo, se podría decir.


¿Por qué le embuten en una bata, pero le dejan circular sin gorro?
¿Por qué, de las siete personas visibles, es el único que incumple el uniforme reglamentario?
¿Por qué resulta más importante evitar que se manche la estrella, que impedir que llene de pelos la sopa?

Ser alopécico, ¿puede ser considerado un atenuante?

jueves, 7 de noviembre de 2013

Afán recaudatorio

Ponen multas con la única intención de recaudar.

Una coletilla que se va extendiendo, conforme aumenta la presión fiscal, la regulativa, la arterial, la hipotecaria, la de la suegra o la de la parienta.

Todos repetimos lo mismo, recalcando su “afán recaudatorio”.

******

En ocasiones es fácil encontrar motivos que justifican esa idea, máxime viendo sus ganas de confundirnos.


"¿En qué quedamos?"

Pero yendo más allá del recurrente tópico, absolutamente cierto, es sencillo comprobar que a muchos —la mayoría—, les parece que las normas no van con ellos. Basta con fijarse por dónde cruzan, cuando van andando, cómo lo hacen, sin importarles el color del semáforo y dónde se han situado los pasos de peatones, que consideran que están ahí, puestos para los otros, los demás, el vulgo.

O esos conductores que paran dónde les place. No conocen el significado de las rayas amarillas (continuas, quebradas o en entramado). Esos que giran sin poner el intermitente, invento que sólo emplean para incorporarse a la autovía y hacerte cambiar de carril, pase lo que pase, venga quien venga.

*****

No hay mayor justicia poética ciudadana que ver una grúa llevarse un coche con las luces de “warning” puestas, asumiendo que, al activarlas, su conductor creía que había adquirido inmunidad para su vehículo y que la indicación de “no estacionar” ya no le afectaba.

*****

Esa idea tan patria y extendida de protestar e indignarse, de dar “like” — pidiendo un botón de “dislike”—, de firmar manifiestos, peticiones por internet, apuntarse a causas solidarias, de quejarse del Gobierno, de los Bancos o de las Grandes Corporaciones, pero no haber rellenado un impreso con una queja en la vida (firmar en los libros de cortesía que ponen en algunos restaurantes no cuenta como reclamación, por más que lo hayas hecho estando beodo y hayas dejado una nota ingeniosa en la que pedías más chupitos por la cara, para la próxima vez).

*****

Cada vez que alguien se salta las normas a la torera, justifica un mayor desequilibrio y provoca un exceso de regulación.

El responsable de que nos crujan a normas es un sistema abusivo.

Pero también tú, cabrón, que cruzas por dónde te da la gana, que cambias de carril sin usar el intermitente, que no respetas un ceda al paso, que te quejas sin hacer nada, que te saltas las normas (todas), porque piensas que no están hechas para ti.

La próxima vez que vea una grúa llevando un coche con las luces de “warning” puestas, me acordaré de ti. A ver si escarmientas de una vez. Habrá funcionado, contigo, el afán disuasorio.

miércoles, 9 de octubre de 2013

La Constitución

Hemos preparado, como novedad para el inicio del curso, una compleja agenda familiar que integra las actividades de todos y facilita la organización conjunta.

Está pegada en la cocina, centro neurálgico de la actividad común.

Hay, también, separatas individualizadas, con códigos de colores, personales y por categorías de tareas.

Hemos empapelado el espacio disponible, casi por completo. Aunque hemos reservado un lugar para una serie de directrices que nos sirven de guía y aliciente. Presiden la cena y, en ocasiones, hablamos de alguno de los 20 puntos:

                              1.            Pedimos ayuda, cuando tenemos dificultades.

                              2.            Ofrecemos nuestra ayuda. Aceptamos la que nos ofrecen.

                              3.            Compartimos las cosas que nos pasan: las malas y, especialmente, las buenas.

                              4.            Hablamos con calma, en orden, respetando a los demás.

                              5.            Nos reímos juntos. Ayudamos a que los demás se rían.

                              6.            Confiamos.

                              7.            Nos esforzamos en hacer las cosas lo mejor que podemos.

                              8.            Lo que dejamos de hacer supone una carga para los demás. Intentamos evitarlo. Queremos que, entre todos, todo resulte más sencillo.

                              9.            Somos ambiciosos. Queremos conseguir mucho. Pero entendemos que no siempre se consigue de inmediato. Trabajamos pensando en el futuro.

                         10.            Una tarea no se termina hasta que no se completa.

                         11.            Dividiendo la tarea en partes más pequeñas, resulta más fácil afrontarla. Algunas partes pueden anticiparse. No esperamos: lo hacemos.

                         12.            El orden facilita alcanzar lo que deseamos. Nos permite evitar distracciones que nos alejan del plan.

                         13.            Somos comprometidos.

                         14.            La pereza es un enemigo que se apoya en nuestra debilidad.

                         15.            Las mayores satisfacciones proceden del trabajo bien hecho.

                         16.            El ocio y el descanso son necesarios. Deben estar programados y no depender de las “apetencias” pasajeras.

                         17.            La paciencia es una virtud. Hacemos que resulte más agradable ser virtuoso.

                         18.            Los humanos, hablan. Los trogloditas, gruñen. Los gatos, maúllan. Sé humano.

                         19.            Los privilegios se conquistan.

                         20.            Queremos estimular nuestra imaginación.

*****

Mis hijos ya la han bautizado.


"La Constitución" Foto: kjd

“Nosotros, el Pueblo, a fin de formar una Unión más perfecta, establecer Justicia, afirmar la tranquilidad interior, proveer la Defensa común, promover el bienestar general y asegurar para nosotros mismos y para nuestros descendientes los beneficios de la Libertad, ordenamos y establecemos esta Constitución”.

martes, 16 de julio de 2013

La disociación

Todos conocemos personas dispuestas a, con prontitud, establecer modelos explicativos —denigratorios— del comportamiento humano, en el que caben todos, menos uno mismo.

Los hay que van todavía más lejos y se exculpan, de forma cobarde, recurriendo a un irrevertible carácter propio —al que denominan bipolar y que entienden como licencia personal e intransferible—, o justificándose, sin aceptar reproches, aludiendo soterradamente a deméritos ajenos como causantes de sus actos fallidos.


"Disociados. Dependen del color desde donde miren" Foto: Apallalu

Aquello de la paja y la viga.

Por descontado, formular una ley de la conducta humana y apartarse de su aplicación, no implica la percepción de sentirse marginado. Más bien, resulta al contrario; defienden su completa normalidad.

Pero se sienten excluidos de la norma. Ése es el fundamento de su bipolaridad.

*****

“El sentido común es el menos común de los sentidos”. Resulta sencillo mostrar acuerdo con el popular dicho.

Pero se vislumbra complicado aceptar que pueda ser uno mismo el que carezca de él; el que se comporte como un insensato (ya sea de continuo, o de forma aislada).

*****

He oído hablar del pentalfa del periodismo: la fórmula quinta sobre la que se establecen las preguntas que deben ser resueltas en una labor de investigación coherente. Cinco cuestiones elementales, que empiezan por la misma letra (en inglés): “Qué” [What], “Quién” [Who], “Cuándo” [When], “Dónde” [Where] y “Por qué” [Why].

Alguien se percató de que habían olvidado una sexta, que incluyeron —pese a incumplir la regla (de la) inicial—. Era importante saber “Cómo” [How].

Pero en esta sociedad instrumental, utilitaria, que evita el uso de la crítica aséptica para resultar deudora de filias y fobias, “conocemos algunos ‘porqués’ y muchos ‘cómo’, pero ignoramos los principales ‘para qué’ de nuestra existencia”, en palabras de Aurelio Arteta, Tantos tontos tópicos (p. 22).

Finalmente, los enanitos resultaron ser siete, aunque uno de ellos, el menor del grupo, pudiera pasar desapercibido por ser mudo y no llevar barba. Seguramente nos preguntaría "Para qué" [For what].

*****

En los ‘60s, cuando se buscaban los límites de la experiencia y se suponía que otra forma de sociedad era posible, Buffalo Springfield cantaban que “nadie tiene la razón si todos están equivocados”, aunque hay esfuerzos que valen la pena.

Buffalo Springfield — For what it’s worth


*****

Voy concluyendo.

Acabo de ver la película “Hannah Arendt”, dirigida por Margarethe von Trotta.


Una película irregular, orientada hacia un clímax en el que la filósofa se defendía de los que no habían entendido su postura en el juicio del nazi Adolf Eichmann, argumentando de forma vibrante, en una cita que hago de memoria: “El pensamiento no es útil para el conocimiento; lo es para aplicar criterios morales, para distinguir el bien del mal, lo feo de lo hermoso”.

Su criterio no gustó a nadie, porque, cuando el juicio depende de la persona a quien se dirige, se convierte en prejuicio. Y, aunque no suponga falta de honradez, es profundamente deshonesto.

*****

La ética de las excepciones (autoaplicadas) es irreconciliable con la exigencia (arrojadiza) de dimisiones.

Escasean los librepensadores.

martes, 20 de septiembre de 2011

Las normas

Hablamos de un conjunto de reglas, de diferente origen y condición que las personas nos otorgamos para facilitar la convivencia. Es importante recordarlo: a partir de aquí todo el artículo se apoyará en ese principio. Si no estas de acuerdo, te invito a que no prosigas en su lectura. Si crees que las normas están hechas con el único propósito de fastidiar a la gente y coartar su libertad, mejor déjalo ya. Nada de lo que leas a continuación te servirá más que para enfadarte contigo mismo, cabrearte conmigo y hacerle la vida imposible a los demás. Yo no quiero cargar con esa responsabilidad: busca otra cosa más interesante para ti que puedas hacer en los próximos minutos.

Así que, estamos de acuerdo, las normas facilitan la convivencia. Somos muchos y de alguna forma tenemos que organizarnos. Y eso hacen las normas: establecen criterios de comportamientos que son válidos para el conjunto, independientemente de que, a nivel individual, en ocasiones nos resulten agobiantes.


No podemos participar en la elaboración de todas las normas. Algunas nos vienen impuestas, bien por tradición o por su carácter legislativo. No hay que olvidar que las leyes son normas legales, conforman el ordenamiento jurídico. No me preguntéis por su estructuración, no he estudiado Derecho. Sé, porque es mi obligación, que hay unas leyes que debo cumplir y eso hace que sean para mí normas.

Se me ocurren tres posibilidades a la hora de clasificar las normas:

  1. Normas jurídicas. Se aplican al conjunto de ciudadanos. Las hay nacionales, territoriales o locales. Son de obligado conocimiento y cumplimiento. Las personas carecemos de la posibilidad de intervenir directamente en su elaboración, modificación o derogación.

  1. Normas de grupo. Los grupos, de tamaño más reducido, establecen sus propias normas. Comunidades de vecinos, asociaciones de caza y pesca, clubes deportivos, familias, pandillas de amigos, empresas, sindicatos, partidos políticos. Todos estos grupos —y los que vuestra imaginación libremente encuentre— se dotan a sí mismos de unas normas que, todos sus integrantes, deben cumplir. La capacidad de cada organización para sensibilizarse ante la necesidad de adaptar de forma continua sus propias normas a las necesidades de sus integrantes, determinará gran parte del éxito colectivo. En grupos de estas dimensiones, todos sus integrantes deben tener la posibilidad de intervenir en las normas que se han autoimpuesto.

  1. Normas personales. Cada uno de nosotros se comporta según criterios establecidos. Para algunos, la excesiva presencia de normas ajenas le sume en un profundo pesar y, en su ámbito íntimo, se dejan llevar por la ausencia de obligaciones, de normas, y hacen, en cada momento, lo que mejor les parece. Para otros, las normas externas son ajenas y, quien participa en su elaboración, desconocedor de su identidad personal; requieren ajustarse a una disciplina que, dictada por ellos mismos, les ayuda a soportar la dificultad continua de la convivencia.

Tener normas, es normal; no tenerlas, es antisocial.


Una norma es un semáforo. Nos indica qué podemos hacer y qué no.

Foto: mondopinguino
Muchos actúan como si las normas fueran para los demás. Cruzan por donde les apetece, con el semáforo en rojo. Hacen frenar a los conductores. Replican a voces si el conductor toca el claxon.

Si son ellos los que conducen, increpan a los que cruzan por lugar y momento inadecuados.

Nunca incumplen las normas, porque en su tortuoso pensamiento, las normas no están hechas para ellos, lo están para los demás.

Esa incierta edad [el libro]

A veces tengo la sensación de que llevo toda la vida escribiendo este libro. Por fin está terminado. Edita Libros Indie . Con ilustracio...