Tengo la mesa de mi despacho hecha un pequeño desastre. Y eso a pesar de que el lunes, con el inicio del curso escolar, empleé un buen rato en apilar los libros que —gracias a los Reyes— se amontonaban de forma un tanto caótica.
En esa frontera imaginaria que separa a la organización y el orden —organización: un sitio para cada cosa / orden: cada cosa en su sitio— suelo estar más próximo a la organización que al orden. Pero estos días mi mesa está especialmente saturada. Relacionaré parte de las cosas que me encuentro y se harán cargo del problema.
Presiden la mesa un conjunto de libros que, a modo de breviarios, están disponibles siempre. Se juntan de pie, contra la pared y están en sus extremos los dos más voluminosos, para hacer de puente de contención. De izquierda a derecha, son:
Harold McGee: La cocina y los alimentos
Josemaría Escrivá: Camino
George H. Lorimer: Cartas de un comerciante
Tom Cutler: 211 cosas que un chico listo debe saber
Bunty Cutler: 211 cosas que una chica lista debe saber
Stephen R. Covey: 7 meditaciones diarias para la gente altamente efectiva
Sun Tzu: El arte de la guerra
Baltasar Gracián: El arte de la prudencia
George Chevrot: Las pequeñas virtudes del hogar
George Chevrot: Las bienaventuranzas
El Corán
Sagrada Biblia
Michel de Montaigne: Los ensayos
Estos libros constituyen un consuelo recurrente y aleatorio. En ocasiones, sin previo aviso, cojo cualquiera de estos volúmenes y leo al azar.
Está esperando a que le haga sitio para entrar:
Baltasar Gracián: El criticón
Seguramente sustituya al libro de Bunty. En principio se lo había regalado a ella por lo mucho que me había gustado a mí —y a nuestros hijos— el libro de Tom, pero, sabiamente, descubrió que no tenía ni la mitad de gracia ni el mínimo interés, tras compararlo con el original —hemos hecho alguna lectura en la mesa a la hora de la cena que ha producido un desmadre generalizado; de hecho debimos cesar en esa práctica para evitar que los niños se espabilaran y luego no pudieran conciliar el sueño a su hora—. Así que, con méritos dispares, ambos están en un lugar del que creo que terminarán separándose. Retirando el mencionado libro y tres libretas que acumulaba allí, obtendré el espacio necesario para la nueva ubicación del Criticón.
En el ala derecha se apilan los libros que esperan turno. Forman cuatro columnas, una de ellas doble, organizadas por contenidos.
La primera está compuesta por libros relacionados con la educación de los niños, su escolarización, etc.
En orden descendente:
Javier Urra: Escuela práctica para padres. 999 preguntas sobre la educación de tus hijos
Albert Corominas y Vera Sacristán) (coords.): Construir el futuro de la universidad pública
Jordi Balcells Gene: Los hijos. Cómo estimular su potencial de éxito
Bernabé Tierno: Las mejores técnicas de estudio
Javier Urra: El arte de educar. Mis pensamientos y aforismos
José Ángel Paniego: Cómo podemos educar en valores. Métodos y técnicas para desarrollar actitudes y conductas solidarias
Juan Gabriel Bellido Bautista: Motivar en el aula. El arte de hacer que hagan
Juan Manuel Alarcón Fernández: Educar valores en grupo
Fernando Corominas: 100 planes de acción
La segunda pila está formada por ensayos, obras de pensamiento (no ficción). Tamaño doble.
Michela Marzano: Programados para triunfar. Nuevo capitalismo, gestión empresarial y vida privada
Antoine Compagnon: Gato encerrado. Montaigne y la alegoría
Baltasar Gracián: El criticón
Sarah Bakewell: Cómo vivir. Una vida con Montaigne en una pregunta y veinte intentos de respuesta
Charles Handy: La edad de la paradoja. Dar sentido al futuro
Thomas Cathcart y Daniel Klein: Aristóteles y un armadillo van a la capital. Las mentiras de los políticos analizadas con humor
Fernando Trías de Bes: Mil millones de mejillones
Howard Gardner: Mentes flexibles. El arte y la ciencia de saber cambiar nuestra opinión y la de los demás
Francisco Mora: El reloj de la sabiduría. Tiempos y espacios en el cerebro humano
Mihaly Csikszentmihalyi: Fluir. Una psicología de le felicidad
Antonio Rico: Teoría de la rana. Diez años de televisión (1996-2005)
Jorge Edwards: La muerte de Montaigne
Aranzazu Albertos San José: La educación del ciudadano democrático. Reflexiones sobre “La democracia en América” de Alexis de Tocqueville
VV AA: Ecología: La hora de la verdad
J. M. Ferrer Arpí y Franc Ponti: Si funciona, cámbialo. Cómo innovar sin morir en el intento
José Manuel Gil: Sólo a los bebés les gusta que les cambien
John Medina: Exprime tus neuronas
Steven Jonson: Las buenas ideas
Stephen R. Covey: Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva
Richard H. Thaler y Cass R. Sunstein: Un pequeño empujón (Nudge)
E. Epstein: El gran libro de los juegos de creatividad
Rafael Lamata comanda: La actitud creativa
Michael Michalko: Thinkertoys
Mihaly Csikszentmihalyi: Creatividad
Howard Gardner, Mihaly Csikszentmihalyi y William Damon: Buen trabajo
Ramón Bayes: El psicólogo que buscaba la serenidad
Jonas Ridderstrale y Kjell A Nordström: Karaoke capitalism
Gianni Rodari: Gramática de la fantasía
Ken Robinson y Lou Aronica: El elemento
Koldo Saratxaga: Un nuevo estilo de relaciones. Para el cambio organizacional pendiente
Naomi Klein: No logo. El poder de las marcas
La tercera pila está formada por literatura.
Jonathan Frenzen: Libertad
Yoko Ogawa: La residencia de estudiantes
William Kennedy: Tallo de hierro
Edmund Crispin: La juguetería errante. Un misterio para Gervase Fen
Manel Fontdevila: Reunión. Cuaderno de bocetos
Robertson Davies: A merced de la tempestad
Robertson Davies: Levadura de malicia
Rafael Yglesias: Un matrimonio feliz
Robert Stone: Dog soldiers
David Pérez Vega: Acantilados de Howth
George MacDonald Fraser: Flashman y el gran juego
Chris Stewart: Los almendros en flor
Albert Espinosa: El mundo amarillo
Sarah Shun-lien Bynum: Las crónicas de la señorita Hempel
Johann Wolfgang Goethe: Penas del joven Werther
E. F. Benson: Reina Lucía
James Fenimore Cooper: El último mohicano
La cuarta y última pila está formada por cosas sueltas. Revistas, semanarios, cosas impresas en papel y, especialmente, los dos tomos de La maldición de los treinta denarios, la última aventura de Blake y Mortimer.
Voy a tener que tomarme en serio lo de poner un poco de orden en esta mesa que me acogota. Será muy duro.
No me llamen por teléfono; estaré ocupado leyendo. Dejen comentario aquí.