Si has leído el título y no imaginas de qué va esto, te puedes dar con un canto en los dientes. Si estás vivo, pellízcate. Debes considerarte un ser privilegiado. Eres un elegido, un ser superior. Sin duda eres diferente a la mayoría, tú eres otra cosa. Eres de las pocas personas del planeta que no has sido torturada viendo un capítulo de la serie de dibujos animados “Bob Esponja”.
¿No tienes TV?. También puede ser que no tengas hijos, o que si los tienes, ya hace años que se fueron de casa. Tal vez no te hablas con tu hermana y por eso tus sobrinos no vienen a verte. O incluso puede ser que seas un abuelo cascarrabias y tus nietos no te aguantan. No os preocupéis, no hagáis nada por cambiar esa situación, ese es el camino. Si te reconcilias, si vienen a casa tus sobrinitos o si te colocan a los nietos, cualquier tarde de estas te verás sentado en el sofá viendo la televisión, atrapado por “Bob Esponja”. Y si entras en ese túnel, ya nunca verás la luz. El que avisa no es traidor.
Sin más dilate, vamos con el tema que nos ocupa hoy. Cuesta explicar de qué va esto del “Bob Esponja”, para clarificar y no llevaros a engaño, os diré que no es un superhéroe y que tampoco es un justiciero. No te hagas ilusiones, no es un ser mítico, no es manga, ni siquiera tiene que ver con Tintin, o con nuestro Capitán Trueno. Asterix, Obelix…, frío, frío. Entremos en materia: el protagonista de esta serie es una esponja, pero no es una Scotch-Brite™ cualquiera, no. Es una esponja de mar, rodeada de personajes curiosos y variopintos.
Para poder continuar esto he tenido que pedir ayuda a mi hija pequeña: “Es un dibujo, de color amarillo, hay una esponja y la cangrer burguer”. Dadaísmo en estado puro. ¡Vale!, no ayuda mucho, pero es lo que tenemos para empezar…Sigamos, pedí más ayuda, y esto es lo que me dijo el mediano de mis hijos: “Es un personaje de dibujos animados, muy divertido. Bob es una esponja amarilla, su amigos: Patricio, es tonto, es una estrella y Calamardo, un calamar, le gusta el arte y la música. El Sr. Cangrejo, que le gusta el dinero, tiene una hamburguesería y un cuadro con el primer dólar que ganó. Bob Esponja trabaja en la hamburguesería. El Placton le quiere robar la fórmula de la cangrer burguer. Arenita es una ardilla de Tejas y sabe Karate. Bob esponja vive en una piña en el fondo del mar…”. Si ya no lo entiendes, poco más podemos hacer por tí antes de seguir pregúntate si entendiste la Metamorfosis de Kafka, o si pudiste acabar Rayuela de Cortázar o el Ulyses de Joyce. Si la respuesta es tres veces no, no sigas, no estás preparado para esto.
Veo que además de mentirosillo te gustan las emociones fuertes. Sigamos pues. Muchos ya os preguntáis qué vale la bromita, pero ¿dónde está la relación de la esponja esa con el capitalismo?.. Ahora vamos, que el tema no es sencillo…
Empezamos: esta serie de dibujos animados triunfa en medio mundo, como no podía ser de otra forma es de producción norteamericana, de la empresa Nickelodeon. Refleja a la perfección el futuro que nos están preparando, el fin del Estado del bienestar, la precariedad perpetua, la alienación de los ciudadanos. ¿Qué dice éste ahora?...ha perdido la cordura…
Los estereotipos están claramente definidos: es propaganda subliminal pura y dura. Es doctrina. Empezemos pues...
Bob Esponja es un trabajador indefenso, vamos el proletariado. Trabaja de cocinero en una hamburguesería, de forma precaria, mal pagado, tratado con desprecio y desconsideración por su jefe. Situación que él acepta - incluso le gusta ser explotado-. No piensa, no discute. No tiene derechos laborales. Es lo que hay.
Su jefe, el Sr. Cangrejo, es el amo del restaurante: el empresario despótico, amante del dinero, el Díaz Ferrán de los fondos marinos. Maltrata a sus trabajadores, los humilla, y sólo tiene un interés, un objetivo, ganar dinero, cueste lo que cueste y le cueste a quién le cueste. Es la figura del capitalismo salvaje, de la codicia, del desprecio al obrero.
Patricio es una estrella, el amigo de Bob: es bobo, tonto, corto, es un marginado por el sistema, un ni ni cualquiera sin futuro. No tiene estudios, no tiene trabajo, no produce, y por tanto no aporta valor. Es el que vive en la casa más modesta, más humilde. Representa a los más desfavorecidos, a los que no sirven, a los que están fuera del sistema.
Y por último tenemos a Calamardo, un ser sensible, culto, que piensa y reflexiona, que se cuestiona la situación, que se revela. Pero cada vez que se queja le pasa una desgracia detrás de otra. Es un amargado, un desgraciado, un incomprendido. Ya se sabe, el conocimiento genera frustración.
Llamarme paranoico: los más pusilánimes diréis que esto es sólo una serie de dibujos animados, simple entretenimiento, que he perdido el intelecto. Algunos, incluso, diréis que es una serie sobre la naturaleza y el medio ambiente - ¡vamos!, como un documental de la 2, cultura en estado puro -. Ilusos. Os recomiendo que leáis el libro, “Para leer al Pato Donald”, de Ariel Dorfman. Ya tiene algunos años pero sigue teniendo la misma vigencia que el primer día que se publicó. La “Cultura” puede ser un arma de destrucción masiva, un reflejo de la ideología dominante, un manual de entrenamiento, de cómo mantener viva la llama del sistema. Mientras el sistema parezca eficaz nadie lo pone en duda, todos aceptan las normas del patrón, sólo queda competir para superar al otro. No hay relaciones personales, todo es mercantil. Los niños necesitan referentes, mitos que generen expectativas, formas de vida, ideas de cómo debe ser el mundo. La factoría Disney sabe mucho de estas cosas. La cultura transmite valores, los dominantes por supuesto.
Moraleja: el amo es el que manda; a ti te toca obedecer, trabajar contento. Esto es lo que hay. Tú, niño - me dirijo a mi hijo que ve la televisión -, debes crecer feliz, no debes de preocuparte por el futuro, tendrás un empleo precario y serás explotado toda tu vida. Y si te rebelas las cosas te irán muy mal, como le pasa a Calamardo.
Nada escapa a la ideología. Bob Esponja es la metáfora del pensamiento dominante, es su manifestación simbólica. La imaginación evasiva. Todo depende del color del cristal con el que se mira. El adoctrinamiento comienza en las cosa más sutiles, con mensajes simples, pero que a base de repetirlos se convierten en dogmas, en verdades absolutas. Desgraciadamente los valores de Bob Esponja son los valores que alumbra el futuro del hoy. En nuestras manos está construir un camino diferente.
© Xavier Blanco 2011.