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domingo, 24 de enero de 2021

La demonización del populismo

 
por Lidia Ferrari *

Para un historiador de pleno siglo XX como Lucien Febvre, en el siglo XVI estaban todos familiarizados con los ángeles y los demonios. Cada hombre, hasta el más culto, tenía del universo una visión mística, habitaban un universo fantasmagórico. Se preguntará Febvre si ellos ¿Tuvieron “una clara conciencia científica de lo real”? 1. Y cita a todos los maestros en demonología antigua, como Ficino, Agrippa, Paracelso que estaban sumergidos en una fantasmagoría cotidiana, poblados de espíritus, demonios, criaturas semidivinas. Eran los magos, los alquimistas o los astrólogos. Para el historiador, en los tiempos contemporáneos, las únicas fantasmagorías salen de los laboratorios. Entonces parece que el mundo de la creencia en lo “irreal” no atravesaría nuestros tiempos modernos, donde la ciencia y su legado simbólico lo impediría.

Obviamente, no se puede sostener eso después de Freud. Freud nos advirtió que fantasmagorías y demonios nutren al sujeto neurótico, y no sólo lo asaltan en la vida cotidiana sino que hasta le dan razón de existir. ¿Que estos demonios neuróticos son más reales que los que volaban en los cielos renacentistas? Lo que parece persistir en nuestra ideología occidental moderna es la “creencia” 2 de que estamos habitando un suelo firme y bien sustentado, en el cual ya no hay lugar para las tropelías de los demonios, como sí lo habría sido en siglos precedentes. Sin embargo, el psicoanálisis viene a decirnos que tenemos mucho lugar para ellos. Que son criaturas creadas por el discurso y que por eso tienen una eficacia que no puede cancelar ninguna ciencia positiva. Hay que poseer una teoría del sujeto que admita la existencia de las brujas y los demonios como seres que habitan el lenguaje. Si alguien nos dice que existen las brujas apelaremos a esa generalizada operación de la Verleugnung freudiana para, mientras la exorcisamos con un amuleto, decir que no creemos en ellas. Observamos cómo se crean demonios todos los días y cómo a una mayoría de gente, las “pruebas”, esas que no sólo reclama la ciencia sino que hasta los tribunales inquisidores exigían, serán incapaces de convencerlos de que estos demonios no existen. ¿Nos hemos vuelto ocultistas, esotéricos, mágicos, místicos? No, estamos ante la presencia de cómo se puede crear colectivamente la idea de la existencia del mal, un mal oscuro que no sobrevuela con escoba por los cielos, sino que se encarna en seres de carne y hueso que adoptan alguna actividad considerada, como los herejes de antaño, contestataria contra la corriente de los dispositivos de poder existentes.

La irregular historia de la persecución y demonización de las brujas como un capítulo de la persecución a los herejes en la Iglesia desmiente, una vez más, la idea del progreso en la evolución humana. El best seller de 1487 Malleus maleficarum 3, un tratado sobre el delito de brujería, donde se detalla su existencia y su tratamiento, sostuvo durante siglos la forma de enfrentar a la brujería no sólo en los tribunales inquisidores. A partir de este tratado, el papa Inocencio VIII hace constar que la Iglesia Católica cree en la existencia de las brujas. Lo significativo es que este decreto derogaba el Canon Episcopi del año 906, donde la Iglesia sostenía que creer en brujas era una herejía. En los años del primer milenio la Iglesia consideraba que creer en las brujas era una herejía. En el siglo XV, la Iglesia no sólo cree en su existencia sino que se dispone a perseguirlas y condenarlas. Esto muestra las acrobacias en la construcción de lo demoníaco y de la presencia del mal en la historia y sus agentes.

Estamos asistiendo a operaciones similares respecto de las palabras y lo que ellas designan, sólo que con dispositivos de diferente carácter tecnológico. Pero similar eficacia sobre los sujetos a quienes se dirige. En el siglo XVI, el inquisidor Alonso de Salazar hace una rigurosa indagación sobre ciertos episodios de brujería, donde encuentra muchas contradicciones en quienes daban su testimonio. En su informe sostuvo que esas palabras no podían ser tomadas en cuenta porque ellas estaban sostenidas en los dichos que circulaban en la época. Si se decía que las brujas volaban, alguien podía testificar que había visto a una bruja volar. Su informe, junto a otros, tuvo crucial importancia para que la Suprema Inquisición en 1614 dedicara una serie de instrucciones que “rezumaban escepticismo ante las declaraciones de las brujas, y aconsejaban cautela e indulgencia en todas las investigaciones” 4. Decía Alonso de Salazar: “…también saco de las experiencias que he visto ...que no hubo brujas ni embrujados en el lugar hasta que se comenzó a tratar y escribir de ellos5.

Otra manera de mostrar la potencia de la manipulación de la lengua para introducir, a través de lo simbólico, un imaginario que hace suplencia de lo real imposible.

La palabra "populismo" se encuentra en el centro de una operación de demonización. Por eso estamos desenterrando una variedad de términos que ya pensamos desaparecidos de nuestro mundo racional y científico. Nos lo obliga una estrategia narrativa donde se exhuman terminologías que no hacen sino traer al repertorio del sentido común popular términos como demonios, lo maldito, la satanización, el eje del mal, etc. Se está recuperando la noción de lo diabólico y lo maldito sagrado. Hay un procedimiento tendiente a estigmatizar ciertas palabras, para estigmatizar a las personas y movimientos que son representados en esas palabras. De la misma manera que en los procedimientos que establecían la herejía y brujería. Es de tener en cuenta que el estigma es una marca que no se puede borrar. En cuanto alguien queda tocado por el estigma queda ubicado en un lugar de exclusión. En este proceso de demonización o estigmatización se produce una potente corriente de descrédito hacia el estigmatizado o demonizado. Nadie quiere ocupar el lugar del demonizado, lo que ya supone un principio de identificación por la negativa.

Los discursos que se imponen y cristalizan asedian a la lengua, la modifican. Las prácticas del lenguaje se van modificando en sus usos y prácticas. En estas épocas no es azaroso que se haya desatado un lenguaje injuriante, difamatorio y blasfemo (en un sentido secular, pero decantado de la blasfemia religiosa, donde no hay orden sagrado o investido de respeto que pueda limitar el uso de determinadas palabras y las injurias a determinados lugares investidos de dignidad). Se ha desencadenado, sobre todo en Argentina, un uso injuriante e infamante de las palabras con las que los sujetos intercambian entre sí. Las malas palabras están a la orden del día. No se trata de una crítica al uso de las “malas palabras” sino al estatuto del intercambio social que genera un lenguaje en el cual ellas reinan por doquier. Como dice Agamben: “El insulto es eficaz precisamente porque no funciona como un enunciado constatativo, sino más bien como un nombre propio, porque llama en el lenguaje de un modo que el llamado no puede aceptar, y del cual sin embargo no puede defenderse, como si alguien se obstinara en llamarme Gastón sabiendo que me llamo Giorgio” 6

Las condiciones en que se tramita la palabra "populismo", en su aparente disputa, hacen de la misma palabra usada por los medios de comunicación para ligarla a lo demoníaco un término que pertenece a un orden heterogéneo al de la razón populista de Laclau, tanto que se podría decir que ambos términos son inconmensurables. Que el lenguaje y las palabras estén en estado de movimiento continuo, que ese movimiento no pueda detenerse, no obsta para que veamos que en la actualidad, una de las formas del poder –como lo ha sido siempre, pero ahora con instrumentos más potentes- sea intentar controlar todo movimiento donde las unidades semánticas se puedan liberar o transformarse. Tales tipos de transformaciones ocurrieron a fines de la Edad Media cuando cierta “política de la lengua” impuso una desontologización del lenguaje 7 a partir, entre otros, de separar la lengua de su referente. Un divorcio entre las palabras y las cosas coincide, según Michel de Certeau, con el momento donde el Latín deja paso a las lenguas vulgares, que se convertirán ellas, más tarde, en lenguas nacionales. No podemos decir que estemos asistiendo a una vuelta a una relación directa entre la lengua y lo real que articula, pero es cierto que se imponen sentidos a partir de una dimensión narrativa que “sintetiza” las palabras y sus significados, privilegiando un orden sintagmático de la lengua, lo que, sin dudas, empobrece el lenguaje.


NOTAS

1 - Febvre, Lucien, El problema de la incredulidad en el siglo XVI. La religión de Rabelais, Madrid, Akal, 2012, p. 310.

2 - Sobre la función de la creencia y la credulidad en su relación con la alteridad véase el libro La diversión en la crueldad. Psicoanálisis de una pasión argentina, Buenos Aires, Letra Viva, 2016.

3 - Freud le escribe a Fliess en enero de 1897 cuánto le interesa dicho libro, que se va a dedicar a “estudiarlo asiduamente”, ya que la comparación que encuentra entre brujería e histeria “cobra cada vez mayor vida”, Freud, S. O. C. T. III, Madrid, Biblioteca Nueva, 1973, p. 3560.

4 - Kamen, Henry, La inquisición española: Mito e historia, Grupo Planeta, posición Kindle 7639-7640.

5 - Ibid., posición Kindle 7616-7619.

6 - Agamben, Giorgio, “La Amistad”, La Nación, Suplemento Cultura, domingo 25 /09/2005.

7 - “La experiencia, en el sentido moderno del término, nace con la desontologización del lenguaje, a la que corresponde también el nacimiento de la lingüística”. De Certeau, Michel, La fábula mística (siglos XVI-XVII), Madrid, Siruela, 2006, p.126.

* Reproducimos un fragmento del texto de Lidia Ferrari "Populismo, emancipaciones y herejías", en el libro Decir de mujeres. Escritos entre psicoanálisis, política y feminismo, (Letra Viva, 2019).

miércoles, 10 de octubre de 2018

Las jovencitas ágiles y obedientes de Vietnam

Sobre el film Nimble fingers


por Lidia Ferrari

El documental Nimble fingers (Parsifal Reparato) -que ganó el Premio del Público en el Sole Luna Doc Film Festival, en Treviso, Italia, en septiembre de 2018 y el premio a Mejor mediometraje documental en el Golden Tree International Documentary Film Festival de Frankfurt, 2018- nos muestra el implante de famosas multinacionales en el actual Vietnam, ese país emblemático de la lucha contra el imperialismo. La escena que no se puede olvidar es la de una marea de cientos de jovencitas caminando presurosas hacia la entrada de la fábrica. Cientos, miles que visten muy parecido, pero cuya uniformidad no pasa por sus rostros o sus ropas, sino por el trabajo agobiante que deben realizar. Muy jóvenes entran a trabajar para producir esas impresoras que casi todos poseemos. Muchas pasan con las manos en los bolsillos, quizá por el frío, o quizás como abrazándose a sí mismas antes de entrar al torrente de la fatiga. Algunas calzan sandalias con medias, otras zapatillas, pero no corren, porque evidentemente llegan con tiempo. No deben llegar tarde si no quieren perder el trabajo. Las vemos entrar y las vemos salir de la fábrica, pero no las veremos dentro de ella trabajando. Está prohibido registrar. Y, aunque el director del documental obtuvo clandestinamente imágenes que tomaron algunas trabajadoras, decide mostrarnos ese agobiante trabajo a través de videos de animación que repiten una y mil veces un único movimiento.

Nimble fingers significa dedos ágiles. Las multinacionales emplean sólo  jóvenes mujeres. ¿Por qué sólo mujeres? Porque tienen agilidad manual, son más dóciles que los hombres y no están sindicalizadas. Quizá esto no sea sino un prejuicio de los empleadores, pero lo cierto es que emplean sólo a chicas que la película nos mostrará no sólo como trabajadoras. La cámara seguirá sobre todo a una de ellas y a sus amigas en su vida, la que les resta después del trabajo; nos las mostrará en la habitación precaria en la que viven. Ellas están allí como emigradas de medios rurales del norte de Vietnam para realizar sus sueños. La película revela la devastación de esos sueños. La ganancia económica de este trabajo no les permite pensar en hacer algo más que subsistir y enviar alguna escasa remesa a su familia. Una realidad diseminada por todo el planeta. Nos recuerda a los trabajadores de la pujante y ultra tecnologizada Dubai, llamada "la ciudad de los sueños", cuya periferia Sonapur esconde a los que ponen en marcha los sueños de los otros viviendo en una especie de villa miseria y sin su familia. Estos trabajadores que vienen del sur de Asia se han pagado un costoso viaje para realizar un sueño de progreso que se transforma rápidamente en pesadilla. Nos recuerda a los trabajadores de la India, del Pakistan, Camboya y de tantos otros países en los que las multinacionales encuentran la posibilidad de explotar a sus trabajadores de una manera que no practican en los países centrales. En verdad, eso también está cambiando. Los flujos migratorios para los países centrales están nutriendo de trabajadores que reproducirán este modo de producción globalizada.


La tierra promisoria 

La protagonista ha emigrado de un pueblo rural para trabajar en el parque industrial de Hanoi. El film muestra cómo sus sueños se deshacen en cuanto tocan la realidad. Vemos lo que significa para ella volver a su tierra durante las fiestas; también los dos entornos en los cuales vive: la habitación precaria que comparte con otras chicas en el suburbio de Hanoi y la gran choza familiar de su pueblo. Al ver esos dos entornos pensamos rápidamente que su lugar de origen es mucho más grato y hospitalario. Pero ella, cuando emigró, no lo sabía. No sabía que volvería a su tierra después de que sus sueños fueran deshechos.

Esta es la tragedia que construye el capitalismo globalizado. Siempre está en otro lugar la tierra prometida. Nunca es el propio terruño. Pero cuando se tiene la experiencia del exilio, el retorno ya no será igual. La marca de la decepción se hará cicatriz en el alma del emigrado.

El nivel de explotación al que debe adaptarse esta emigrante era impensable desde el sueño del progreso. Ma’ohi Nui, otro documental proyectado en el Sole Luna Doc Film Festival de Treviso, trata acerca de los tahitianos y los efectos sobre esa comunidad de la colonización francesa y las experiencias nucleares de Mururoa. Una población que hemos idealizado a través de las pinturas de Gauguin pierde aquí totalmente su halo idílico. Además de las enfermedades y muertes provocadas por esas experiencias y del engaño al que fueron sometidos, se muestra cómo la población fue abandonando los oficios que practicó a través de milenios de historia. Con los soldados franceses y sus bombas llegó el dinero, el vil metal. Se podía tener dinero más fácil si se trabajaba para los franceses. Sus oficios fueron olvidados al cortarse la línea de transmisión. Perdieron su manera de vivir y se quedaron con lo que los franceses les habían traído: la práctica de la muerte.

En estos casos, como en el de los que emigran a Estados Unidos o Europa, se ve que hay un deseo que guía esa emigración. Es necesario decirlo. No es la necesidad solamente la que obliga a emigrar. Son los relatos que cuentan que hay allá lejos una tierra promisoria. Como las narraciones las que conducían a los europeos a la América, para "hacérsela". La promesa de prosperidad lleva a las gentes de las narices. Es cierto que están implicados los tratantes de personas, las multinacionales, los traficantes… pero ellos usan un método muy antiguo y contagioso: la narración de historias venturosas. El deseo de emigrar de la propia desventura muchas veces no es sino el fruto de la potencia de un relato que sitúa aquí y ahora la desventura y ubica la ventura en el futuro y lejos. Estamos convencidos de que aquí se vive mal y partimos para alcanzar un sueño de fortuna.

Se terminaron las épocas en las que los negreros iban a cazar esclavos, o que la guerra perdida obligaba al vencido a convertirse en esclavo. Los relatos son sogas que encadenan y llevan ahora por esa fuerza de la narración a los futuros esclavos que eligen emigrar. Las narraciones fantasiosas les cuentan que, cuando pague cierta suma, un traficante lo llevará a Dubai, a New York, a Berlín donde podrá vivir mucho mejor y hará realidad su sueño de progreso. Los relatos mediáticos también narran un mundo mejor y nos encadenan a él. ¿Y cuál es ese mundo mejor? ¿Cuál es el sueño que impulsa a hacer las valijas a las mujeres rusas, ucranianas, del este de Europa para cuidar los viejos que no terminan de morirse de Europa occidental? Hay una promesa que es un sueño de riqueza, de prosperidad. Debemos decirlo. No es sólo la necesidad de escapar del hambre y de la guerra. No solamente se trata de necesidad. Se trata también del deseo que proviene de un relato que le habla de territorios bienaventurados, tierras pródigas, también de dinero más accesible. Siempre hubo éxodos y emigraciones. Siempre existió la ilusión de un lugar mejor para vivir. Pero no siempre hubo un obstinado y permanente empuje al consumo, a la adquisición de bienes y a poseer dinero. La población más vulnerable a esos estímulos de consumo se ve impulsada a emigrar. ¿Para qué? ¿Para vivir mejor? ¿Y qué es vivir mejor en este contexto sino poder consumir más y mejor? Así el círculo es cumplidamente vicioso. Las multinacionales ofrecen mercancías a mejor precio y ese decaído precio de las cosas se produce gracias a las personas que trabajan en condiciones infrahumanas para poder adquirir esos objetos.

La elección de emigrar no es libre, porque la presión publicitaria gigantesca convierte al ser humano en un consumidor consumido, como si no pudiera hacer otra elección que esa. Y así se arrojan a los brazos de quienes, en esa rueda sin fin, son los únicos pocos que acumulan la riqueza que ellos producen. ¿No era mejor quedarse en la propia aldea a cultivar el arroz? No lo sabemos. La película Nimble Fingers tiene la virtud de no ofrecernos la respuesta sino de suscitarnos ese interrogante.


¿Por qué tendrían que ser mujeres?

Diversas aristas se podrían analizar del hecho de que sean exclusivamente mujeres las únicas adaptadas a este trabajo que muestra Nimble fingers. Sabemos que no es sino una manera de contribuir con cierto prejuicio que condena a las personas a cumplir con estereotipos. El director Parsifal Reparato comentó al final de la proyección que hay estudios detallados de la organización funcional del cuerpo y cuáles son los movimientos necesarios que un obrero debe realizar en la cadena de montaje para optimizar la producción. La imagen que no vimos del interior de la fábrica con las chicas trabajando nos evoca el film de Chaplin, Tiempos Modernos. Estamos asistiendo a una ultra modernidad donde no hay límites, donde los derechos humanos adquiridos se diluyen en estas deslocalizaciones y desterritorializaciones de los cuerpos humanos, cuerpos concebidos como máquinas, mejor dicho como robots. Entonces nos preguntamos si sólo estamos condenados a dos opciones: o dejar de usar los cuerpos humanos para sustituirlos con robots o usar los cuerpos humanos como robots. Lo que la película muestra es que no nos han convertido aún en robots y que las chicas vietnamitas tienen sueños, preguntas e inquietudes para su vida que no pasan por el destino que algunos les han fijado.

La marea femenina de las manifestaciones del Ni una menos o del 8M, marea de mujeres en la lucha por los derechos que nos incumben a todas, contrasta mucho con esta otra marea, la de las trabajadoras que entran o salen de la fábrica. Vistas desde lo alto, estas mareas sugieren la unión entre las mujeres; no se distingue una de otra. Pero entre estas dos mareas de mujeres marchando hacia algún lugar, es necesaria la articulación, porque son muy diferentes. La emancipación por las que lucha Ni una menos debería poder articularse con esta marea que no puede hacer sino entrar a trabajar y vender su cuerpo dócil y sus dedos ágiles al mejor postor. No puede haber emancipación de unas sino hay de las otras.

domingo, 3 de septiembre de 2017

En Croacia, donde nacieron los abuelos maternos de Néstor Kirchner

por Lidia Ferrari

Una noticia de febrero de este año me impresionó sobremanera. Cristina y su hija suspendían una visita de tema estrictamente familiar a Croacia. Sabemos de la persecución política y jurídica de la cual es objeto. Allí se me hizo patente la noción del daño que en la vida íntima -y no sólo daño político o jurídico- se puede sufrir con tal hostigamiento. No hace falta estar en prisión para sentirse aprisionado. El otro asombro provenía por mis visitas frecuentes a las islas de Croacia – vivo relativamente cerca y sabía que en las vacaciones iríamos allí a pasar unos días. Pensé que podría ser ocasión de visitar esos pueblos. Imaginariamente quería enmendar esa renuncia y, sobre todo, conocer los lugares de dónde provenía el querido Néstor Kirchner. Siendo como soy de la misma generación de Néstor y Cristina y como ellos de segunda generación de inmigrantes, comparto con tantos argentinos una historia de desheredados de historia, en tanto como nietos de inmigrantes muchos de nuestros abuelos dejaron su legado detrás, en su viaje para siempre.

Como los milagros a veces existen, aunque digan que es el azar, mi marido me propuso visitar la isla de Brac en este verano europeo. Precisamente la isla donde nacieron la abuela y el abuelo maternos de Néstor. Tuve que ponerme a indagar, una práctica conocida a la de buscar datos sobre la proveniencia de mis propios abuelos. No es una tarea fácil. Entre los dos continentes hay algo más que un inmenso océano: quedan exiliados los afectos, las lenguas, las costumbres, los climas. Hay mucho que se pierde en esa partida crucial de una vida a la que no se vuelve. Después de haber visto los pueblitos de proveniencia de esos abuelos de Néstor, uno no se puede explicar el destierro que los obliga a abandonar estos sitios que son lo más parecido a un paraíso terrestre, para irse a radicar a la parte más austral de la parte más austral del mundo. Los abuelos maternos de Néstor viajaron desde un lugar con clima ideal, mares de ensueño a instalarse en Punta Arenas, en el sur de Chile. Allí donde otro Néstor, el padre, conoció a María Juana, una muchacha hija de los croatos Mate Otosijc y Antonjia Dragnić, con la cual fecundaría, instalados en Río Gallegos, a un argentino cabal como Néstor.

La pregunta que surge en este momento es por lo que queda en nosotros, nietos de las más distantes costumbres, lenguas e historias para que fecundemos una argentinidad, que es intraducible a las culturas de proveniencia. ¿Qué quedó en Néstor de sus orígenes croatos, suizos, alemanes? No lo sabemos. Compete más a la historia familiar, subjetiva y singular, saber qué marcas y huellas se han impreso en hijos y nietos. En esta visita que realizo hoy, producto de una manera de honrar la memoria de un hombre que dio su vida para tratar de convertir a la Argentina en algo diferente de una colonia, sólo se advierten los contrastes entre las culturas, climas y lenguas de proveniencia con aquellas que poseemos ahora.

Povlja, el pueblo del abuelo materno de Néstor 

Me puse a indagar sobre la emigración croata a Chile, donde se instalaron los jóvenes Mate y Antonjia. Entonces supe que en Chile hay una mayoría de inmigrantes croatas que provienen de la Dalmacia, la parte de las islas de Croacia. También se dice que la mayoría de los que se instalaron en el sur de Chile provienen de la isla de Brac. En algún momento los originarios de esta isla eran la mitad de la población de la ciudad, construyendo una comunidad que preservó algún lazo con su lugar de procedenia. De allí que se pueda conocer algo más sobre esta emigración, cuando, por lo general, se pierden los rastros si los que se implantan en el nuevo territorio cortan lazos con su origen. En la emigración del siglo XIX y principios del siglo XX por diversas razones, los lazos se cortaban. Se dice que muchos fueron al sur de Argentina y Chile a fines del siglo XIX buscando oro. Los croatas que se instalaron en el Norte de Chile se ocuparon del salitre. Se dice también que gran parte de los hijos y nietos de los emigrantes croatas han participado protagónicamente en Chile, ya que varios se han convertido en los más ricos del país, o artistas, intelectuales y escritores renombrados. Algunos de estos jóvenes escapaban de un servicio militar muy riguroso cuando Croacia era parte del imperio austro-húngaro. Se dice que una causa de la gran emigración fue una epidemia que destruyó las vides de la región, principal fuente de sustento. También se dice que eran muy buenos artesanos de la piedra. Pero esta es la historia pasada. ¿Qué queda ahora en estos lugares que unan ese pasado con el presente de sus descendientes?

El viaje a Povlja


Cuando emprendimos el viaje para visitar Povlja, de donde proviene Mate Ostojić, el abuelo de Néstor, nos internamos en los caminos del interior de la isla donde se ven básicamente piedras, vides y olivos. Una vegetación no muy alta, pues allí sopla un viento que impide que los árboles crezcan demasiado. Es verano, pleno verano. Siempre, absolutamente siempre, en este paisaje solitario de piedras, arbusto, vides y olivos, la única música que se escucha es la de las cigarras. Ellas, sin descanso, acompañan el viaje. Al elegir un camino secundario y montañoso de la isla se puede intuir la vida dura de esa época de fuerte emigración.

Comenzamos a descender hacia la costa. Se atisba en el horizonte el azul del mar que, como pocas veces, se confunde con el cielo brumoso. Aquí casi siempre el cielo y el mar son azules rotundos, bien diferentes uno del otro, pero igual de nítidos. Una bruma, poco frecuente, los confunde este día. Antes de comenzar el descenso final, se abre una espléndida vista panorámica del pueblo, donde han construido un área de descanso con las piedras, el tesoro de la isla. Cuando descendemos se abre ante nosotros este piccolo borgo que desciende sobre el espléndido azul de este mar, sólo comparable a otros pocos del planeta. Desde más cerca, en las orillas, el azul se torna en turquesa o esmeralda. El agua es tan transparente que las piedras del fondo parecen no tener agua que las cubra. Es casi el mediodía, y hace mucho calor. Están los veraneantes disfrutando de la frescura del agua. Un rasgo de Croacia, que la hace tan apetecible, es la accesibilidad del mar. Un legado del socialismo es el acceso libre e irrestricto al mar para el público. Los miles de kilómetros de su costa se ofrecen para todos por igual. No hay roca o playita que no haya sido arreglada para acceder a ella de modo amable, muchas con escaleras y hasta trampolines para que se pueda disfrutar de su espléndido mar.

El primer pueblo, antes de Povlja, se llama Selco y es donde funciona el registro civil de esos pueblos vecinos. Nos habíamos dirigido a la oficina porque nuestra intención era encontrar información. Nos recibieron clásicos empleados públicos, de esos que quieren sacarse de encima el potencial trabajo, derivándonos a otra oficina en la capital de la isla.

Ante la decepción pensé que el lugar que mejor nos hablaría sería el cementerio. Muy fácil de alcanzar, pues ocupa una de las mejores zonas del paese, como tantos otros cementerios en Europa que parecen haber sido ubicados en los lugares más bellos, los de mejor panorámica. Muchas veces, viendo estos magníficos sitios donde se ubican los cementerios, he pensado contradictoriamente. Por un lado, que es un absurdo, pues los muertos no pueden admirar las magníficas vistas que se les ofrecen. Por otro lado pienso que los vivos han elegido sabiamente esos lugares, como generosa forma de honrar la memoria de sus muertos.
En este pequeño cementerio que domina la punta de un promontorio frente al mar, cuando se pasa su verja de entrada, mirando hacia la izquierda, en primer lugar, aparece la lápida de un Mate Ostojić, el nombre exacto del abuelo de Néstor Kirchner. No creo que se trate de él, pues supongo que habrá fallecido en Chile o en Argentina. De la misma manera, inmediatamente después del ingreso, hacia la derecha, aparece el nombre de otro Ostojić, una mujer. Recorro una por una las bóvedas y lápidas del cementerio y el apellido Ostojić, con algún otro domina la escena. Como en tantos pequeños borgos europeos, en el cementerio se puede advertir que son muy pocos los apellidos que priman en sus habitantes. Busco el apellido de la abuela materna, Dragnić, y no encuentro ninguno. Por un apellido se puede reconocer el pueblo del que es originario. No hay dudas, Mate Ostojić, el abuelo materno de Néstor, proviene de aquí.



Nerežišća, el pueblo de la abuela materna de Néstor

Encuentro en Internet que la abuela materna proviene de Nerežišća, un pequeño pueblo ubicado muy cerca de donde me encuentro. Parto hacia él. La fisonomía de Povjla y Nerežišća es similar, esos pequeños pueblos de aire medieval poseen una frondosa historia con diferentes linajes: los romanos, los venecianos, los austro-húngaros. Pero en algo se diferencian. Povlja, el pueblo del abuelo materno está en el mar y tiene el encanto de sus aguas turquesas y de todo pueblo marino. El de la abuela materna se encuentra suspendido en una colina en el interior de la isla, y se ve menos tocada por esa industria del turismo que nació en el siglo XX. Croacia se ha convertido en una meta del turismo internacional, lo que hace que los pueblos costeros sean más visitados y más poblados. Hasta llegar a Nerežišća se cruzan pueblos minúsculos, casi aldeas de pocas casas, como Krip o Dol, con características excéntricas, con toques medievales, edificaciones extrañas y paisajes muy singulares que permiten adivinar una tierra rica de historias y de abandonos. El pueblo nos confunde en una atmósfera casi fantasmal de lugar deshabitado cuando un gato duerme en medio de la calle, sin que nuestra presencia altere su sueño. Como si esa calle fuera suya. Pero enseguida vemos una señora que prepara la verdura bajo la parra, en su hermosa casa de piedra. Hay pocas personas, porque el horario es el de la siesta, pero se siente un aire de genuino de vecindario. Sospechamos un pasado de pueblo rico, por los edificios de categoría y muy buena construcción, que no vimos en los otros pueblitos. Están en excelentes condiciones y los suponemos de mediados y fines del siglo XIX.

Otra vez, la dirección fue hacia el cementerio. A diferencia de lo que pasó en Povlja, encontramos una sola lápida con el apellido Dragnić, el de la abuela de Néstor que había nacido allí, en Nerežišća, en 1895. Algunas pocas lápidas con el apellido materno de Antonjia: Bezmalinović. Fue diferente que en Povlja, en cuyo cementerio primaban los apellidos del abuelo de Néstor. Recién en las últimas bóvedas pudimos encontrar los apellidos de la abuela. Sin dudas provenía de ese lugar.

Ya habíamos visitado los dos lugares. Podíamos emprender el regreso.

Ambas visitas fueron una forma de conocernos más a los argentinos. Siempre pensamos en nuestros orígenes italianos o españoles. Pero que también muchos de nosotros desciendan de otros países, como Croacia, no es tan notorio. Al menos para mí fue una especie de descubrimiento. Alguien tan argentino como Néstor proviene, en parte, de un pueblo eslavo. Somos descendientes de inmigrantes y solemos olvidar que estamos hechos también con eso que se cocinó en el seno de culturas que ahora nos resultan extrañas. Mi deseo de conocer estos pueblos fue una forma de acercamiento a Néstor Kirchner. El pueblo argentino tiene una deuda de gratitud para con los Kirchner que deberá escribirse en la historia, a pesar de los ataques desmedidos para difamar su memoria o que su legado quede en el olvido.Cuando estamos saliendo de Croacia, hacemos un alto en un pueblito de la montaña, muy pequeño. Encontramos donde hospedarnos gracias a unos jóvenes que estaban charlando en el único bar de ese diminuto pueblo. Ellos nos contactan con amigos que alquilan un departamento. Mientras descansamos de la larga jornada, encendemos la televisión croata. En un canal central, nos sorprenden algunas voces que hablan castellano porteño. Era un documental, muy extenso y muy bien hecho, sobre la historia de Juan Vucetich, el creador del sistema de identificación de personas a través de las huellas dactilares, nacido en Croacia pero nacionalizado argentino. En ese documental, que entendemos parcialmente por las imágenes y las voces argentinas detrás de las voces croatas, se muestra la importancia que tuvieron los inmigrantes de ese país en la Argentina. Allí, en ese lugar tan alejado desde tantos puntos de vistas de la Argentina, durante una hora se habló de lo que se une en la distancia a través de los  emigrantes y sus descendientes. La inmigración sigue siendo fundadora de cultura, a pesar de que tanto quieran hacernos creer que es signo de su devastación. 

miércoles, 21 de diciembre de 2016

Las palabras tramposas, la posverdad y sus diccionarios


por Lidia Ferrari

Como estoy trabajando desde hace años en el problema de la dimensión narrativa de la ficción, la mentira y la verdad, decidí indagar de qué se trata este vocablo de moda: la postverdad o posverdad. Imaginaba que el léxico se estaba aggiornando respecto al predominio de las operaciones que hacen circular información falsa (false flag, por ejemplo) para manipular elecciones o para justificar guerras.  Pensaba que se nominaba a un hecho cada vez más recurrente (pero no nuevo) sobre la erosión del valor de la verdad y el predominio de la mentira como formas de manipulación de la opinión pública.

La primera sorpresa fue encontrar que al buscar en Google sobre la posverdad los primeros sitios que acuden a responder son los canales periodísticos de  la mainstream mediática internacional. Y fui hacia allí. La primera definición la encontré en el periódico español El País:

Se trata de la post-truth o de la posverdad, un híbrido bastante ambiguo cuyo significado “denota circunstancias en que los hechos objetivos influyen menos en la formación de la opinión pública, que los llamamientos a la emoción y a la creencia personal”.

Allí la primera sorpresa. Se trata de la confrontación entre la subjetividad y la objetividad. Bueno, no tendría por qué sorprenderme como psicoanalista, ya que sabemos que el sujeto desmiente la más enfática realidad en función de sus fantasmas y sus deseos. Pero entonces, ¿qué es lo nuevo en esta definición?  Sigamos leyendo la explicación que nos da el periódico:

La definición es una manera de describir el contratiempo y hasta la conmoción que han supuesto el Brexit o la victoria de Donald Trump. Dos posverdades en la medida en que una y otra noticia han sobrepasado cualquier expectativa ortodoxa o racional, reflejando por añadidura la miopía de la clase política en sus iniciativas plebiscitarias o el escaso predicamento de los medios informativos convencionales en su esfuerzo de sensatez editorial. Es una verdad que Trump ha ganado las elecciones. Y es también una posverdad o una metaverdad, precisamente porque no se hubiera producido sin las variables de la emoción, de la creencia o de la superstición.

¡Increíble! No se trata de ese mecanismo psíquico de la desmentida freudiana, o de que el sujeto ve la realidad con sus propios lentes fantasmáticos, o de que la verdad sólo se puede decir a medias. Nos dicen que frente a la objetividad de la verdad, que se nos puede ofrecer a partir de los medios de comunicación “en su esfuerzo de sensatez editorial” o a “la racionalidad”, los sujetos eligen lo que quieren más allá de estos esfuerzos sensatos.


En esta indagación me encontré con el interesante artículo “La Postverdad” de Pablo Boczkowski, en la excelente revista Anfibia. Allí se habla de la destitución de la autoridad cultural no sólo de los medios de información, sino del conocimiento en general. El texto hace un análisis muy valioso de la relación entre la verdad y la información periodístico-cultural en la época actual. Pero no se analiza la definición y la propagación de ese vocablo.

Cómo no estar de acuerdo con la idea de la erosión de la autoridad cultural cuando el “prestigioso” diccionario Oxford decide incorporar el vocablo posverdad. Porque las palabras no significan, cuando hablan, exactamente lo que dice el diccionario, pero el diccionario sí es una fuente de autoridad acerca de lo que las palabras significan.

 Sabemos que el lenguaje nos preexiste, también para quienes poseen poder de manipulación a través de la palabra. También a ellos el lenguaje les preexiste, y no lo inventan sino indirectamente a través de su uso. Todos somos hablados de alguna manera, pero sucede también que en las palabras que se nos imponen hay una forma de manipular las ideas. Continúa diciendo el diario El País:

Todos los ejemplos plantean la relevancia de las cuestiones emocionales. Se votaba más con las vísceras y el instinto que con la razón o la lógica, de tal manera que el Diccionario Oxford considera necesario acuñar un término a medida...

Indaguemos qué se dice en Inglaterra sobre este término.  La “respetable” BBC nos dice:
En 2013 fue 'selfie', en 2014 'vape' y en 2015 'emoji'
¿Y cuál es la palabra de 2016 en inglés según el prestigioso Diccionario Oxford?
'Post-truth' (post-verdad)
Pero, ¿qué significa?
"Relativo a o denotando circunstancias en las que hechos objetivos son menos influyentes en la formación de la opinión pública que la apelación a la emoción y a la creencia personal".
Así define el Diccionario Oxford esta palabra que eligió "después de mucho debate y discusión", según afirma en su página web.
Esta palabra viene a definir una era en la que el que algo aparente ser verdad es más importante que la propia verdad.

Reflexionemos sobre estas definiciones. Ellas se difunden después de las elecciones de Trump y del Brexit -agregamos la del referéndum italiano. En ellas los medios de comunicación daban por descontado (manipulaban para que así ocurriese) un resultado opuesto del que ocurrió. Con esta definición de posverdad tendríamos que pensar que la gente que eligió a Trump, la que votó por salir de Europa o el No en el Referéndum italiano eligió la falsedad en lugar de la verdad. Denunciando aparentemente algo, este vocablo nos está guiando a una manera de entender las cosas que suceden. Casi como una operación de falsa bandera. En esas elecciones se produjo –más allá de que nos guste o no nos guste- una diferencia respecto de lo que se esperaba. Si se va a la definición del diccionario Oxford se verá que hay algo que se esfuma. No se habla de la manipulación de la información en relación a la verdad de los hechos. Se pone a cuenta del sujeto (elector en este caso) que elige la subjetiva emoción en lugar de la objetiva realidad. No pone en ningún lugar la idea de “manipulación de los hechos”, sino que confronta hechos con subjetividades, evocando una perspectiva positivista de viejo cuño cuando se trata de un vocablo tan posmoderno.

El mentiroso te dice que no quieres creer su verdad –que es mentira- porque te adhieres a una apariencia de verdad. Más allá de que es cierto –aunque no lo digan- que los medios de comunicación y el marketing político mienten a raudales y construyen una apariencia de verdad en la que la gente cree, como sucedió en las elecciones de Argentina. Pero esta definición no habla de la  manipulación de la verdad mediáticamente extendida por el planeta. Tampoco dice que quizá los electores también hayan votado más allá de esa manipulación.

Aquí intentan traducir el problema en una cuestión de discordancia entre la objetividad de los hechos y la subjetividad de las emociones de cada persona, pero para erigirse ellos (los medios y el diccionario) en detentores de la realidad de los hechos. La BBC, para aclarar nuestras ideas, nos dice:
"Trump es el máximo exponente de la política 'post-verdad', (...) una confianza en afirmaciones que se 'sienten verdad' pero no se apoyan en la realidad", escribió la revista The Economist.

Trump será así el símbolo de la mentira en la política, cuando es difícil señalar que la manipulación de la verdad a través de la información mediática haya sido sólo proveniente de su parte. Como nos ocurre frecuentemente, nos encontramos con la paradoja de que vamos a informarnos sobre lo que las palabras quieren decir en esos lugares que son los primeros en manipularlas. El trabajo psíquico que significa estar continuamente expuestos a estas manipulaciones desde los más “prestigiosos”, “respetables” y sensatos medios de información es agotador. Ahora bien, siempre los diccionarios han inoculado ideología; dependen de quién tenga el poder para construir el significado de las palabras. El diccionario es una máquina de guerra ideológica, pero construida a lo largo del tiempo. Antes de que una nueva palabra sea aceptada en un diccionario pasa una prueba en el hablar de la lengua. Ahora casi que la inventan previamente y la imponen.

Esta erosión de la “autoridad cultural” (Boczkowski) nos pone frente a un problema histórico novedoso. No hay nada nuevo bajo el sol en ese sentido. Ya Hernán Cortés usó el engaño para la conquista “al servicio de poder manipular los mitos de los aztecas para, por ejemplo, hacerles creer que es la encarnación del retorno del Quetzacóatl” *. Lo nuevo son las prodigiosas tecnologías a su disposición. Pero también con estas tecnologías hay posibilidad de que las personas accedan a otras fuentes de información. Es lo que está pasando con la situación en Siria. Un claro ejemplo de que la guerra también se realiza a través de la información, cuando los grandes medios internacionales trabajan tanto para hacer llegar una determinada versión. Existen, de todos modos, otras versiones que llegan en cuenta gotas, pero llegan, de los medios alternativos.

La posverdad no es sino una manera en que intentan apropiarse de la capacidad de resistir a un discurso hegemónico vendiéndolo ya envasado para que se repita por doquier. La “posverdad”: un significante que está allí para confundir. Como hemos dicho en otro lugar **, la velocidad y la eficacia de la información se realiza en torno a alguna palabra, algún sintagma que condense significación y que sea potencialmente unificadora para imponer un sentido. Una manera de intentar socavar la resistencia a la homogeneidad de ese sentido; resistencia que ocurre, a pesar de todo. 


* Lidia Ferrari. La diversión en la crueldad. Psicoanálisis de una pasión argentina, Buenos Aires, Letra Viva, 2016, p. 64.

** Lidia Ferrari. “Una estrategia narrativa de la dominación y la Verleugnung freudiana”, publicado en la revista Psicoanálisis y el hospital, Nro. 49, “El superyó de la época”, 2016.

lunes, 13 de julio de 2015

El antagonismo de las dos Europas: ¿quién le debe a quién?‏



por Lidia Ferrari

Con el triunfo del No de Grecia se presenta un panorama crucial en Europa. Han quedado definido dos campos antagónicos. Aquel que tiene en cuenta al pueblo, es decir, los “populistas”, los que piensan en la democracia tal como es concebida generalmente, apostando por el bien común de la mayoría, y el campo de las finanzas internacionales y de sus empleados políticos, el descarado nuevo orden neoliberal. Se fracturó la idea de una determinada Europa única, pues es claro que en Grecia se ha pronunciado un pueblo que apunta a otra concepción de Europa y esta otra concepción no pertenece al pueblo y al gobierno griegos solamente, sino que está en gestación desde hace tiempo en diferentes países europeos. Entre las expresiones recientes están Podemos de España o el M5S en Italia, con diferencias, obviamente.

Se fracturó la idea de una Europa única y aparecen los antagonismos que la constituyen, no porque los conflictos y las desigualdades no estuvieran de alguna manera presentes, o porque la consolidación del estado de bienestar durante décadas los hubiera adormecido, sino porque se confirma la idea de Ernesto Laclau de que “es la resistencia la que origina el antagonismo”. La resistencia decidida del pueblo y del gobierno griegos pone sobre el tablero de Europa el antagonismo que la constituye, ahora sí, entre esas dos fuerzas que se presentan como antagónicas, irreductiblemente antagónicas, pues, como dice Laclau “la fuerza que me antagoniza niega mi identidad en sentido estricto”. La Austeridad y los planes de la Troika para Grecia niegan la identidad de Grecia, en un sentido fuerte, al que Grecia no puede, si quiere “existir”, sino hacerse cargo de la resistencia a esos designios aniquilantes.

El No en el referendum griego viene a sancionar y a poner en el tablero de la política europea que ha llegado el momento de discutir dos maneras de Europa que son antagónicas. Discusión sobre la mesa, para pensar y hasta gestar las concepciones acerca del futuro que Europa no puede dejar de lado, ni ignorar su propio pasado. Es un momento político de excepción, donde las ideas y su concreción van de la mano con una situación política en la que los hechos son novedosos y, por lo tanto, sujetos a la improvisación y a la acción de actores nuevos.

También en el interior de Alemania está presente este antagonismo entre dos maneras de concebir Europa y la nación alemana y, por qué no, el propio mundo. La posición rígida de la Merkel supone un desafío para toda Europa, aquella que debe hacer frente a nuevas situaciones. La posición de la Merkel es rígida porque se juega su campaña electoral, luego de haber prometido a los alemanes que no desembolzará un solo Euro de los alemanes para ayudar a Grecia. La posición rígida de la Merkel es la posición rígida del orden neoliberal que se quiere quedar con todo.

En la propia Alemania el antagonismo también existe, quizá porque lo que no ha hecho Europa -que de modo ejemplar sí se ha hecho en Argentina como inédita experiencia- es poner sobre la mesa las cuentas de la historia para saldar las deudas políticas, sociales y no sólo económicas que siempre se heredan en momentos de cambios. De lo que todavía no han tomado conciencia los europeos es que la crisis griega pone sobre la mesa no sólo la Europa reciente del Euro, sino la historia misma de la constitución de Europa y, sobre todo, las cuentas borroneadas y olvidadas de las dos grandes guerras del siglo XX, de las cuales aún existen sobrevivientes que las han padecido. Una historia bastante reciente, aunque no lo parezca. Consecuencias de las guerras mundiales en el seno de Europa que la Troika no puede borrar de un plumazo sin que algunas voces se hagan oír.

En un programa satírico de la televisión alemana [1] se expresa de una manera extraordinaria que la crisis griega no es actual y que Europa carga sobre sus espaldas el peso de otras deudas que nadie quiere recordar.



El sketch se desarrolla en un bar en Grecia. Entran tres alemanes de saco y corbata, muy evidentemente alemanes. En un momento, después de discutir, uno de ellos le pregunta al dueño del bar cuánto le debe y el griego le dice 332 mil millones, a lo cual el alemán se atraganta con lo que bebía y le dice:

- Disculpe, pero lo que he tomado no vale eso.

El griego saca del fondo del mostrador un libro lleno de polvo y se lo entrega. El alemán lo abre y dice:

- A ver qué es esto... daños de guerra, reparaciones... Pero ¡esta es la cuenta de mi abuelo!

Se sonríe el griego y le dice:

- Hicieron lindo quilombo, ustedes los alemanes.

El alemán le dice:

- Bueno, está bien, pero no tengo efectivo aquí. Vuelvo en un rato.

El griego, sentenciando, dice a la cámara:

- Los alemanes, siempre vuelven...

El alemán endeudado por las cuentas de su abuelo se dirige a una oficina que se llama “Austeros” a hacer una consulta y allí plantea que necesita ayuda, porque acaba de enterarse de que está endeudado hasta el cuello. El funcionario del Ministerio del Exterior le dice:

- ¿Sabe? Del 39 en adelante invadimos varios estados, a veces nos olvidamos de alguno.

- ¿Sólo Invadir? -contesta  el alemán.

Y mientras lee el libro que le dió el griego le dice:

- Es demasiado bueno decirlo así, hemos aniquilado 60 mil judíos, masacrado 10 mil civiles, 300 mil muertos de hambre, arruinado la economía. ¡La deuda es enorme!

- Tiene razón -dice el funcionario revisando el libro-, pero también hicimos cosas buenas. Cuando en el 45 el ejército se fue, puso una corona en Atenas para demostrar que no habían venido como enemigos.

El alemán endeudado le dice irónicamente:

- Seguro que fue el inicio de una maravillosa amistad.

– Claro. Por esto es que el gobierno está convencido en decir que por este resarcimiento no se debería poner en juego esta vieja amistad- le dice el funcionario.

Y aquí se inicia un diálogo memorable en el cual comienzan a sacar los trapitos al sol.

– ¡Momento! Los griegos piden este reembolso ya desde fines de la guerra.

- Cierto, pero entonces les hicimos entender que ¡ahora no es el momento!

– Pero sobre el acuerdo de las deudas en Londres, en el 53, se dijo que los pagos serían prorrogados hasta el momento en el cual tuviéramos un armisticio, por lo tanto, después de la reunificación alemana tendríamos que haber pagado. El “Tratado 2+4” es un armisticio, ¿no?

- No -le responde muy cándida y cínicamente el funcionario.

- Pero en el preámbulo está escrito: “Conscientes del hecho que sus pueblos han vivido en paz desde 1945”.

- Pero si vivimos en paz, no tenemos más necesidad de un armisticio.

- Pero están escritas las mismas cosas, como si fuera un armisticio.

- Exacto -dice el funcionario-, pero sustituye "armisticio". No es un armisticio. Es un acuerdo de derecho internacional.

- Ustedes evitan sólo la palabra “armisticio” para escapar de una deuda de reparación.

- En el “Tratado 2+4” no se habla de reparación y los griegos lo firmaron -persevera el funcionario.

- ¡Pero los griegos no estaban ahí!

- Pero tomaron nota después...

- Pero de reparaciones no se había escrito nada -insiste el endeudado alemán.

- Exacto. Los griegos tomaron nota más tarde de que no se hablaba de reparaciones...

- Son trucos innobles -dice el endeudado.

- No -le responde el funcionario-, es un duro trabajo de diplomacia, sobre todo de Hans Genscher.

- Entonces hemos dicho “después, después, después” y después, en el 89, dijimos “ahora es demasiado tarde”. ¿Y esto vale incluso por el crédito forzado que los nazis les metieron a los griegos en el 41? -resume el alemán recién enterado de su deuda.

- Vea, se lo digo con un lenguaje oficial: “La cuestión del pago de reembolsos y reparaciones está legalmente y políticamente cerrada”.

- Pero mire que los nazis mismos han reconocido la deuda y hasta han pagado la primera cuota, y el actual gobierno, como legítimo sucesor, huye de la responsabilidad.

- Hemos roto con nuestro pasado. ¿Se siente libre de su deuda ahora?

Con un NO enfático el alemán endeudado le responde:

- Primero de todo, porque ningún responsable de las masacres ha respondido. Ninguno de los criminales fue puesto frente a un juez, no obstante los griegos nos concedieron la posibilidad de procesarlos aquí en Alemania.

- Sí, es cierto -dice el funcionario-. Pero eso no fue posible... cito lo que dice el ministerio, “pues eso pesaría gravemente sobre la autoridad judicial alemana”.

Cada vez más perplejo, el alemán endeudado pero irónico le dice:

- Es duro para los culpables que les recuerden los actos cometidos, ¿no es cierto?

- Exactamente así -dice el funcionario-. Vea, incluso por esto es que le propusimos a Atenas que podrían hacer una amnistía por los crímenes nazis.

- ¡¿Cómo?! ¿Esto quiere decir que nosotros alemanes le hicimos una generosa oferta a los griegos de olvidar todas las crueldades que les hemos hecho?

- Sí -dice el funcionario-. ¡Y piense que ellos no han aceptado!

El alemán endeudado queda estupefacto por la conversación. El público aplaude.

- ¡A ustedes no les importa nada!

- Escuche -le dice el funcionario-: la guerra la perdimos, pero en la posguerra hemos vencido nosotros. No es que no hemos hecho nada... En los 60 le dimos 115 millones de marcos a Grecia por las víctimas de la ideología de los nazis.

- ¿Y qué hacemos con las miles de víctimas de las masacres? Mire -enfático y mostrándole unas fotos-, en Distomo, un pequeño pueblo griego, en una represalia de las SS, durante un día entero se asesinaron a 200 civiles inocentes, desarmados. Mujeres embarazadas, niños, ancianos. Este niño, que entonces tenía 4 años perdió a 30 de sus familiares, inclusive a sus padres.

El funcionario mira atentamente las fotos y le dice

- Un dolor de tal calibre no se mide con el dinero.

A lo cual, el alemán endeudado, saliendo de la perplejidad y entrando en la ironía le responde:

- Quizás se podría probar.

El funcionario busca un libro polvoriento y le lee:

- La masacre de Distomo es catalogada como iniciativa en el marco de un acto bélico y entonces no hay posibilidad de resarcimiento- la cámara enfoca la foto del niño.

- ¿Quiere decirme entonces que para la república alemana los asesinatos de mujeres y niños son actos normales de guerra?

Entra en ese momento en escena el griego del bar trayendo un café y el funcionario le dice:

- Usted es muy gentil, pero no lo ordenamos nosotros...

- No -dice el barman-, lo ofrece el señor ese que está allá.

Y aparece un señor griego mayor sentado en la mesa del bar.

- Muchas gracias -dice el funcionario-. ¿Nos conocemos?

- Sí -le dice-, mi nombre es Argyris Sfounteouris y soy ese niño de la foto, que en 1944 perdí a mis padres y huí de la casa en llamas con mi hermanita.

- Bien -dice el alemán endeudado-. ¡Qué suerte que está aquí, señor Sfountouris, así le preguntamos personalmente sobre la versión oficial que dio la Embajada de Atenas en respuesta a su pedido de resarcimiento!

- Exacto. Lo dijo la Embajada en Atenas de parte del Ministerio del Exterior, el cual cataloga la masacre, conocida como “bugia di Distomo”, como acto de guerra en base al testimonio de los mismos perpetradores.

- Entonces usted nunca tuvo un resarcimiento... -dice el alemán.

- No, Alemania ha hecho todo lo posible para no pagar, tanto que llegó al Tribunal Internacional de Den Haag.

- ¿Hubo de parte de Alemania al menos algo similar a disculpas?, le pregunta.

- Sí -dice el señor Sfountouris-. Después de 70 años vino a Grecia el Presidente Gauck, pidió disculpas y confirmó que los alemanes robaron, asesinaron y llevaron el terror por orden de oficiales de Berlín. Después agregó que, no siendo él representante del gobierno, no podía discutir sobre ningún resarcimiento pero que, de todos modos, son ahora inexistentes.

Ahí, el sketch deja la forma satírica y en clave más dramática entra otro personaje, un alemán de la realidad actual que pregunta al anciano griego:

-Señor Sfoundouris, ¿qué cosa podemos hacer ahora nosotros, los alemanes?

- Aplicar las reglas -le contesta seguro el señor griego, mientras enuncia lentamente lo que también aparece en un pizarrón-: Las reglas son reglas. Las deudas deben ser pagadas. Nada de truquitos.


Un sketch ejemplar en el que  aparecen estas dos Europas antagónicas, en la figura del griego y del funcionario alemán, pero también estas dos Alemanias antagónicas, entre el cínico funcionario alemán y el alemán que intenta conocer su historia y reparar el daño cometido. Se pone en escena este antagonismo a través de la sátira y se plantea la dificultad de poder sostener un diálogo entre el funcionario y esos dos representantes del pueblo: el griego y el alemán. El diálogo sólo es posible entre un ciudadano alemán del pueblo y el griego. No es posible la conversación sin cinismo ni abuso del poder con el funcionario alemán. Interesante ilustración hace la televisión alemana acerca del antagonismo que la constituye y que la divide. Interesante ilustración de la tesis de Laclau sobre el antagonismo estructural de lo social, por una parte. Por otro lado, sólo a partir de la resistencia queda configurado como antagonismo. A partir del NO griego sube a escena el antagonismo constitutivo de Europa y todas las deudas y herencias que han sido olvidadas o ignoradas.

miércoles, 6 de mayo de 2015

Un héroe de dos mundos

que no es Garibaldi



por Lidia Ferrari

El último día de vacaciones me acordé de que me habían hablado de un museo de órganos, único en Italia, que estaba en la ciudad en la que me alojaba. Un pequeño pueblo colgado de una colina -borgo medieval-, hermoso, con toda la historia fascinante de los pueblos medievales de la toscana, en la zona etrusca… Llamé por teléfono y me atendió un señor con voz gruesa, que pensé sería esa persona de la cual me hablaron. El domingo por la mañana fuimos a visitar el museo. Fue tan emocionante la experiencia que al intentar narrarla todo suena hueco. Mientras termina de abrir las puertas de esa gigante iglesia medieval, el hombre nos dice que era la más antigua iglesia de la Maremma –la zona de la toscana en la cual nos hallamos-, del siglo XII. Se la ofrecieron para instalar su colección de órganos del siglo XVI, XVII y XVIII. Nos muestra las refacciones que debió realizar -con sus propios medios- y los tesoros que aparecieron en el transcurso de la obra. Este señor, Lorenzo Ronzoni, famoso como coleccionista, nos cuenta su osadía y su pasión, que lo llevó a mudarse a ese pueblo de Massa Marittima para fundar el primer museo de órganos de Italia. Sin subvención ni apoyo alguno. Con su trabajo personal puso en valor la arquitectura original y los frescos, que estaban tapados por años de abandono y pintura.

Se puede ver en el sitio del museo (acá) que Lorenzo Ronzoni fue el primero en Italia en hacer una publicación sobre la obra musical de F. Nietzsche, como tesis de su licenciatura. Yo no sabía que Nietzsche también había sido compositor.

 Mientras nos va mostrando su colección, se abre para nosotros la historia de la música a la par del rezongo y la crispación de un hombre que ha dedicado su vida a la música y a la colección de órganos de Iglesia por el maltrato y el abandono que se hace de la cultura y el arte en Italia. Su indignación y hasta su tristeza es la nuestra, pero se acrecienta cuando se le escuchan las razones contundentes de esas emociones. Un hombre solo luchando por conservar una obra de siglos, solo con sus medios y con su potente pasión. Mientras nos va contando la historia de cada órgano, se abre para nosotros una historia, la del piano forte, que no es sino un “forte piano” inventado por el italiano Bartolomeo Cristofori que, se lamenta, ya nadie recuerda. Italia, el país del arte y de la música, no se ocupa ya de su inmensa herencia. Y Lorenzo lo dice así: Esto –arte y cultura italianos- es nuestro petróleo, es nuestra riqueza, y la estamos destruyendo. La imagen es tan elocuente que me lleva a imaginar un país que abre sus pozos de petróleo y se anega en la sangre negra de su propia fortuna. Es la imagen de un país que está abandonando sus riquezas, su arte, su cultura ancestral, cuna de la cultura de occidente, cuando no las está regalando o vendiendo por dos mangos.

 Lorenzo nos contó muchas anécdotas desde sus tantas virtudes. En primer lugar como coleccionista que posee un tesoro en pianos y órganos, tanto como en libros y partituras musicales. Cómo músico, sabe de música y te la cuenta con una limpidez, con una simpleza y con tanto conocimiento... Nos cuenta sobre la invención del piano y la historia de cada uno de los instrumentos. Nos explica que los órganos de las iglesias italianas eran más pequeños que los alemanes, pues la música italiana es la del melodrama y bastaban estos hermosos y pequeños órganos para representarla. Nos explica por qué Bach no puede sonar en esos órganos que suenan tan hermosos, y nos lo muestra tocando. Es además un exquisito músico. Nos muestra el funcionamiento de cada órgano, de cada piano forte, de cada clavicémbalo. Nos muestra cómo la música de Mozart se hizo para ser tocada en ese “forte piano” y no en uno más contemporáneo. Nos muestra cómo sonaba el piano en el que tocaba Mozart, ya que tocaba para una decena de personas y nos muestra la imagen de esos pequeños conciertos, en los cuales la vibración del sonido no necesitaba ser fuerte, pues era el instrumento de un mundo silencioso. Nos dice que los pianos se han transformado y suenan poderosos ahora, porque los ruidos nos circundan y porque los conciertos son masivos. Nos hace apreciar la diferencia entrte los sonidos de cada uno de esos instrumentos y cómo y por qué la música que cada compositor engendró estaba hecha para ese instrumento y no para otros. Tanto, tanto nos enseñó.

Lorenzo no es un soñador sin más, se ocupa de poner en práctica sus ideas. Es un apasionado que sueña y realiza. En la visita había una familia con tres niños pequeños. A ellos se dirigía su arenga, porque era una arenga acerca de la felicidad de la música y una súplica para preservar los bienes valiosísimos que se poseen. Una frase les repitió varias veces, hasta que los niños la aprendieron. Les decía: “In Italia devi suonare, se non vuoi essere suonato”. Un juego de palabras que significa: "hacé música, estudiá música, tocá música, si no querés estar sonado, sino querés que te destruyan". La música como salvación era el mensaje de este hombre apasionado. Tantas notas de colores nos transmitía este hombre indignado con la Italia de los políticos corruptos, del menefreguismo, de la indiferencia, de la incultura, de la mafia, de la burocracia. A la entrada hay un cartel que dice: Valor de la entrada general: 4. Políticos en actividad: 10 Euros.



Como creía que en Italia iba a terminar abandonada al polvo, Lorenzo temía por la suerte de su colección. Se enteró de que en el pueblo de Urubichá, en la amazonia boliviana, casi todos los niños tienen mucho talento para la música y participan de una orquesta y un coro de música clásica. Decidió donarles casi media tonelada de su colección de partituras antiguas. La tarea no fue sencilla, pero al cabo de varios meses, en el pueblito amazónico de 6000 habitantes recibieron esta gigantesca y valiosa colección. En varios momentos nos habló de la musicalidad en Sudamérica, como factor de reunión y de socialidad, algo que, dijo, no existe en Italia. El sueño de Lorenzo es alguna vez poder ir al pueblo de Urubichá y escuchar la música que los niños y jóvenes tocan gracias a sus partituras.

La fortuna de este señor no es sino su pasión por la música. Fue profesor de lengua italiana y cuando se jubiló decidió crear este museo, con sus propios recursos, que no son pocos si se miden en pasión. El que vaya al museo sólo lo encontrará a él, un factótum que no sólo ha erigido la obra, sino que hace de guía a cada uno que llega. Su forma de contarnos la historia de la música a través de su historia personal y la historia de Italia es la mejor escuela que alguien puede encontrar. Los niños, si lo escuchan en el mismo registro que él les habla, sin duda que decidirán hacer música o conocer la música. Los niños que allí estaban lo escuchaban atentos y fascinados.

En la medida en que él nos mostraba su gigantesca obra en soledad, se mostraba en contrapunto toda la miseria de la actual situación política y cultural de Italia. Como dije al principio, estas palabras suenan huecas, porque hay que hacer la experiencia de ir a escuchar a un hombre que grita a voces su obra, que no es suya sola, sino que hace de cadena de transmisión de siglos de arte y cultura. Lo grita a voces a cada uno que entra a esa iglesia fría en invierno, porque el estado italiano no la calefacciona.

Si queremos comprender qué puede ser la transmisión, debemos hacer la experiencia de escuchar a Lorenzo que, cada vez, para cada persona, pone su cuerpo y su alma, para hablarnos no de él, que ha levantado esa obra, sino de todos los que han creado esos instrumentos, esa música. Con él comprendemos que no es sin pasión que es posible el traspaso de los bienes de la cultura. No es el guía que como un loro repite tantas veces para el turista la misma cantinela. Allí hay un ser cuya voz gruesa y gastada, -tendrá más de 70 años- resuena y brilla, nos conmueve, nos provoca, nos causa el deseo de saber música, de amar la música y, sobre todo, amar a la inmensa humanidad que en él se refleja.

Treviso, 2015

miércoles, 9 de julio de 2014

El virtuosismo de la gambeta y el amague en el tango

por Lidia Ferrari

Cuando se arriba a un cierto virtuosismo, el baile del tango puede deparar un placer particular: el que da la inteligencia, la rapidez, la velocidad en el acto de amagar y de gambetear.
Ese juego donde el que conduce está en posición de amagar un movimiento y de sorprender a su partenaire. A su vez, la bailarina virtuosa, podrá sorprender al hombre captando su amague y yendo a ese lugar donde él, supuestamente, podría no encontrarla. Por supuesto que se trata de momentos de excelencia del baile. Esto sucede cuando ambos partenaires confían uno en el otro. Confían en la inteligencia y en la sensibilidad del otro. No es como en el fútbol, una lucha para vencer al contrincante. El placer de ambos está en exacerbar la propia bribonería para jugar a sorprender y ser sorprendido en la mutua complicidad en el juego
El hombre amaga ir hacia la izquierda y luego va hacia la derecha. La mujer no sabe, pero su afinada percepción lo capta y va. El placer se produce cuando el hombre que amagaba en esa dirección ve que finalmente ella lo sigue, dando un toque rítmico al movimiento, o poniendo una pausa al movimiento valseado, agregando unos centímetros al paso que lo obliga a responderle con un giro, o con una espera. Cuando esto se produce ambos están convencidos de conversar al nivel más elevado en el que se puede dialogar: el de la ironía y el del humor. Ambos están sacándose chispas mientras bailan, aguzando la inteligencia y la sensibilidad para hacer crecer el baile que se realiza, más allá de ellos, en esos pasos que se van construyendo, mientras disfrutan de esa conversación ingeniosa.
Cuando se llega a ese virtuosismo del baile se entiende por qué no es cierta la frase de que el tango es un pensamiento triste que se baila [1]. Sin duda, esa expresión no proviene de los bailarines. Puede ser una expresión de quienes se demoran olfateando el borde melancólico del tango. Pero cuando se logra llegar al amague y a la gambeta en el baile, asoma la sonrisa pícara. Esa sonrisa del propio placer cómplice. A veces se trasluce en los rostros. Es un juego donde nadie afloja. La mujer se deja llevar pero mostrando que sabe jugar muy bien, que no se amilana con los amagues, que puede seguirlo. Por supuesto que más de una mujer queda patitiesa (palabra exacta para describir ese momento) como los ingleses ante la prodigiosa gambeta cósmica de Maradona en el 86. Los bailarines esperan otro Maradona que les obligue a aguzar su sensibilidad. Pues no se trata de vencer a la mujer, sino de bailar con ella.
Es clara la correspondencia entre la agilidad y destreza de los pies en los bailarines de tango con la de los futbolistas. Relación obvia para los rioplatenses que gambetean y juegan con sus pies con astucia y equilibrio. Uno de los puntos más altos del intercambio del baile entre hombre y mujer en el tango se produce en esa dialéctica engañosa entre ambos.
Esquivar, evadir, hurtar el cuerpo en el fútbol. Cuando alguien logra hacer una gambeta, se trata de una formación de compromiso entre dos aspectos: el éxito del propio movimiento y el fracaso del otro. La gambeta se le hace a otro, si no sería mera habilidad de los pies. El éxito de la gambeta es dejar al contrincante en el camino.
Quizá no se podría hablar con precisión de gambeta cuando se baila el tango. ¿Quién le haría la gambeta a quién? Con propiedad se trata de un abrazo, en todo diferente de dos cuerpos enfrentados como en el fútbol. Pero, cuando se ha llegado a cierto virtuosismo del baile, el juego entre hombre y mujer está en ese sutil juego de la elusión para el encuentro. Parece contradictorio.
Según el esquema clásico, el hombre conduce y la mujer lo sigue. Pero no lo hace para responder instantánea y automáticamente, sino para iniciar el juego de ese baile entre dos. El “entre dos” es el baile mismo, lo que se produce ni en lo que hace el hombre ni en lo que hace la mujer, sino en lo que van construyendo uno con el otro. Allí, en ese espacio de frontera amplia, que a veces queda más del lado del hombre y a veces más del lado de la mujer, en esa conversación se juega con la ironía. La ironía sería la figura que mejor precisa la gambeta en el tango. Te digo que quiero ir hacia allá, pero voy hacia otro lado, pero vos estás despierta para ir a ese lado donde voy a ir yo. Nos encontramos en el mismo sitio, pero después de haber probado el amague.
Hay varios movimientos en el tango que remedan una gambeta de a dos. Son usuales las “arrepentidas”, movimientos que cambian abruptamente de dirección. Son momentos de corte en la línea del movimiento. Se juega en el tango con quebrar la inercia del movimiento, con la agilidad necesaria para que el baile siga siendo fluido, suave. La verdadera “habilidad” es comunicar ese repentismo del cambio del movimiento. Por eso no es fácil. Porque no es esperable. El cambio de dirección o de sentido requiere una precisión tanto para su ejecución como para su conducción. Requiere del que sigue una sensibilidad tal que parece que adivina la intención de su partenaire. Está tan preparada para continuar el movimiento de acuerdo a su inercia como para responder con agilidad ante un cambio repentino.
Esta habilidad para el cambio en movimiento es lo que le da el carácter al tango. No se trata de tomar envión y continuar casi indefinidamente como en el vals tradicional, cuyos verbos distintivos son seguir, fluir, continuar, circular, prolongar, proseguir, rodear.
En el tango el placer está en la gambeta, en el corte, en el repentismo, en el cambio, en el freno y giro, para cambiar, sorprender, sortear, evitar, reaccionar, esquivar, maniobrar, eludir, simular, amagar, que son sus verbos.
No se trata de la estabilidad de un movimiento que fluye sólo por su inercia, sino cambios y variaciones de los movimientos en forma fluida. Hay sorpresa continua. Es la estética del cambio. Lo interesante es que esa dinámica confluye al interno de la pareja. No es fácil seguir los trancos al que conduce cuando juega con estas habilidades. La satisfacción de la mujer en este nivel de intercambio está en bailar con toda su entrega y disponibilidad, a la par que su sagacidad y agilidad.
Cuando se alcanza este nivel de diálogo humorístico-irónico están hablando un virtuoso lenguaje al que pocos tienen acceso. Si en el tango se bailara allí donde se espera siempre, si no se jugara a rodear el encuentro, sería más aburrido. La picardía se pone en juego. Bailar tango es ser sutil y jugar en los preliminares del encuentro que se desea pero no se quiere ya.
En el tango, se alcanza este virtuosismo no sólo con la técnica, la experiencia, el aplomo, el conocimiento, los años de baile, las horas de vuelo en la milonga, sino con la capacidad para el juego, el asombro y la sorpresa en una plena conversación.
Existe otra gambeta imprescindible a la hora de bailar el tango, la de la música. El director de orquesta, los músicos, los más claros exponentes de la rítmica tanguera, ejecutan una música que, frecuentemente en su interpretación, le gambetea al pentagrama, al compositor.
Los intérpretes ponen una nota que amaga terminar en un compás, pero se arrastra un poco para terminar cuando ya comienza la otra. Esas maravillosas orquestas como las de Troilo, D’Agostino, D’Arienzo, Di Sarli, Tanturi, Gobbi gambetean las notas y las ponen donde ellos sienten que hay que hacerlas sonar, siempre una micronésima de segundo antes o después donde la esperaría un oído adiestrado en la rutina. Esos personalísimos cantantes como Goyeneche, Fiorentino, Vargas, Echagüe, Campos agregan sus propias gambetas y juntos con los directores y toda la orquesta nos ofrecen una sinfonía de amagues y gambetas musicales, nos señalan la senda para interpretar el baile. Un camino que se va haciendo en la marcha, que se improvisa, que se va creando mientras se gambetea, cortésmente, a los otros bailarines que disputan la pista.
En la pista, entre la música que suena proponiendo amagues burlones, los bailarines le ponen lo propio. Esa música resuena en las entrañas obligando a jugar con el tiempo de la música y a no poner el pie allí donde se lo está esperando. Pisamos un poco antes o un poco después de lo que espera “la gilada”, diría un porteño ensoberbecido en su destreza. Pero no se trata de la gilada. Se trata de aquellos que todavía deben jugar un largo rato antes de convertirse en creadores e inventores de un juego tan efímero como celestial.
Cuando se pudo hacer esa gambeta magistral que hizo rebotar el corazón un segundo después en el piso; cuando la compañera logró interpretar el rebote y a su vez puso su síncopa-gambeta, entonces el gusto está en terminar muy académica y pentagramáticamente en el chan-chan final. Somos obedientes en esos dos últimos compases. Durante los tres minutos previos, hicimos con la música aquello que proponían las orquestas: amagar, gambetear, jugar con ella.

Fragmento del libro Tango. Arte y misterio de un baile. Corregidor, 2011.

[1] No se entiende bien el éxito y difusión que ha tenido esta frase, que no compartimos. Hay quienes la consideran un equívoco. Borges la considera una frase rara, que lo desconcierta, pues “Parece escrita por una persona que nunca hubiera oído un tango en su vida”, en Sorrentino, Fernando. Siete conversaciones con Jorge Luis Borges. Buenos Aires, El Ateneo, 2001. Asimismo Juan José Saer cuestiona esa tradición “según la cual el habitante del río de la Plata es introvertido, triste, solitario y silencioso”, pues considera que fue decretada “por algunos intelectuales... que se basaban en alguna que otra letra de tango, sin ponerse a pensar que esas letras eran la versión popular miniaturizada de los melodramas musicales italianos y franceses” . Saer, Juan José. El río sin orillas. Buenos Aires, Alianza, 199.