En el Club Triatló Bcn-Triforfun hay muchos apasionados por el deporte, unos cuantos buscadores de retos, algún loco y algunos otros todavía un poco más locos ... .... .... Nuestros compañeros
Maria Davila y
Jaime Carol se lanzaron la semana pasada a una nueva aventura: la
Tuna Race Balfegó, una competición en aguas abiertas que consiste en nadar 5.500 mts partiendo desde los caladeros de atún en alta mar hasta la costa de l'Ametlla de Mar. Una experiencia única y alucinante contada en primera persona por Jaime y Maria:
" Una travesía distinta, se salía desde mar adentro. Consistía en nadar desde la piscifactoría de atunes que la empresa Balfegó tiene delante de la Ametlla de Mar hasta la playa al lado del pueblo. La distancia oficial era de 5,5 Km, aunque nos salieron 6,2. La predicción del estado del mar era buena, y sobretodo a primera hora parecía que el mar iba a ser un espejo. Vana ilusión.
La primera edición de una prueba tiene siempre algo de especial. Por un lado la organización estaba totalmente volcada en el nadador. La atención en tierra ha sido espectacular, no sólo en el kit, que siempre decimos que es lo de menos, sino en la simpatía y amabilidad de todo el mundo. Por otro lado la prueba tenía un punto de aventura, nadie la había hecho, no habían referencias, no había experiencia, nadie que te dijera “en X tiempo está hecho” , o “cuidado con tal punto que has de virar hacia… ”. Además participaba Kiko Hervás, nadador olímpico, lo que siempre sube un grado más la expectación.
El recorrido aparentaba sencillo, se sale de la piscifactoría, y nadas siguiendo boyas recto a la playa. Fácil. ¿Verdad? Nos tiramos al agua desde el magnífico catamarán impoluto (bronca del capitán por sentarnos con los neoprenos encima de los blancos cojines). Algunos se atrevieron a nadar con los atunes. María y yo estábamos, como tantos otros, un poco preocupados. El mar se iba rizando. El cielo se oscurecía. El agua a 6 Km mar adentro era negra como un alma pecadora. El viento silbaba amenazador. El sol estaba escondido.
Nos situamos en la línea de salida. El famoso preparados-ya (no sé por qué no dicen lo de “listos” en el mundo acuático, algún imbécil quiso innovar y nadie se atrevió a rectificarlo). Comenzamos a nadar como gallinas sin cabeza, esto es, cada uno a su boya. Y aquí que al final paro a María y le digo que esto es un cirio, que nosotros rectos para la playa. Y eso hicimos, junto con varios compañeros que nos siguieron.
Así que enfilamos hacia la playa, al cabo de muy pocos minutos no se veía a nadie, todo el mundo dispersado. Alta mar. No es lo mismo que ir paralelo a la costa. Y ahora empieza lo bueno. El sube y baja. Las olas de cara. Corriente en contra. Espuma. El mar te pegaba con fuerza. Tenías que hundirte y pasar por debajo de la ola, en una apnea constante. Aprovechar el lapso de tiempo entre dos crestas para nadar. Pinchando el agua muy corto, lanzando el brazo hacia adelante dentro del agua. Nunca he tragado más agua salada en mi vida. Fundamental ir recto hacia el destino, no nos podíamos permitir un despiste. Por cierto que no vimos ni una boya.
Entre varios auxiliamos a una compañera con rampa, nos cuesta un poco que la barca nos viera, no habían kayaks. Seguimos nadando. Hipotermia de otra nadadora. Seguimos. No encontramos el primer avituallamiento. Seguimos. Vamos tragando agua como jilipollas. Seguimos. Finalmente encontramos la segunda barca de avituallamiento, situada a 1,5 Km de la meta. Vaso de agua. Seguimos. Un hijoputa va alejando la playa a medida que nos acercamos nosotros. Como esas pesadillas en que tienes las piernas enganchadas al suelo, parece que los brazos ya no reman, sólo se mueven, sin impulsarte apenas.
Pero se nos aparece una barca y nos ofrece otro trago de agua. Parece que nos revive. El mar se calma. El agua se ve más clara, es la blanca arena del fondo que devuelve la luz, y hace de los últimos metros una absoluta delicia, dejamos de tragar agua, puedes coger un poco de ritmo, y oyes el speaker animándote, oyes los aplausos de los amigos que ya han llegado y que cariñosamente nos animan.
Tres_putas_horas_y_siete_jodidos_minutos (con dos vasitos de agua).
La frase de Toni, un amigo muy buen nadador, es que ha sido una Travesía de Gladiadores. Al menos para nosotros sí lo ha sido.
Me quedo con la experiencia de nadar en medio del mar, cuando miras a tu alrededor y no ves nada, cuando estás solo como si fueras un naúfrago, y sientes el mar como algo infinito.
Volveremos. ... "
Tuna Race Balfegó - L'Ametlla de Mar:
