A modo de introducción del rollo que sigue...
Retomo por fin el blog con una entrada que, si bien no es de rabiosa actualidad, espero resulte interesante o, al menos, de lectura entretenida. No será un post denso ni técnico (al menos, esa es mi intención) pero si que será largo, así que recomiendo buscar un rato libre, prepararse un cafetito y acomodarse en la silla antes de la lectura ;)
En esta nota hago el análisis, crítica y resumen de un
artículo de Dick Stapert, publicado en 2007, que trata sobre la
talla lítica por parte de niños neandertales. Es un trabajo publicado en la revista
PalArch's Journal of Archaeology of Northwest Europe. Es una investigación innovadora y valiosa, aunque con algunos "peros" importantes, que explicaré más adelante.
Por otra parte, hay una afirmación particular del artículo de Stapert, que me da pie a introducir (y discutir) ciertas cuestiones de
historiografía y género (estereotipos, prejuicios, división sexual del trabajo). Lo haré a partir de un gran
artículo de Kathryn Weedman Arthur sobre mujeres y talla lítica, de reciente publicación (2010).
Infancia neandertal: ¿Tan mal lo tenían?
El artículo de Dick Stapert comienza haciendo un breve balance sobre lo que sabemos de
la infancia en las poblaciones neandertales. Presenta un panorama general de altísima
mortalidad infantil, y numerosos problemas de salud y supervivencia. Mi impresión global de dicha introducción es que se exageran de manera gratuita las "malvivencias" neandertales, como un
valle de lágrimas y dolor. Y creo saber de donde viene esa concepción.
Una buena parte de la imagen viene de la propia naturaleza de la
evidencia estudiada. Al fin y al cabo, no son otra cosa que
restos óseos de niños neandertales, que murieron en esa etapa temprana de su desarrollo.
Otra parte de la explicación pasa por
falta de referentes demográficos fiables, tanto para las propias poblaciones neandertales, como para cualquier otra población humana arcaica (del Pleistoceno medio). Es decir, no hay nada con lo que podamos comparar los escasos datos que tenemos. Por eso, cualquier tasa de
mortalidad infantil, prevalencia de la enfermedad, supervivencia, etc... es
especulativa, dado que no conocemos estructuras o tamaños de población
reales para dichas sociedades.
Y por último, creo que hay -en la introducción del autor- un poco de
"mito del progreso" y de las
incapacidades neandertales: En mi opinión, el razonamiento implícito es este: las sociedades han avanzado y han ido mejorando a lo largo de la historia, sobre todo en ese tipo de cosas (como la
mortalidad infantil). Y por lo tanto, es "lógico" que en las sociedades de unos homínidos
tan primitivos como los neandertales, los índices de mortalidad sean excepcionalmente altos.
Sin embargo, esa idea se contradice con la información real que tenemos, por ejemplo, para periodos de la Edad Media europea, etapa en la que se conoce bastante bien la estructura y tamaño de las poblaciones. Pues bien, se sabe que la
mortalidad en el parto (e infantil en general) era mucho más alta en determinadas regiones y epocas medievales, que entre los cazadores-recolectores actuales y sub-actuales, que han sido estudiados por etnógrafos y antropólogos.
¿Significa esto que la imagen de una vida durísima de los neandertales, al límite de la supervivencia, marcada por la enfermedad y por la muerte en la infancia, es incorrecta? Bueno, no necesariamente. Lo que quiero resaltar es que: 1)
toda información es relativa a su contexto -no tiene, por ejemplo, sentido comparar sin más los registros especulativos de los neandertales con los datos reales de sociedades postindustriales; y 2) la ausencia de información no justifica presentar la
especulación como información.
Pero volviendo al tema central del artículo de Stapert, lo que el autor aborda es el estudio del
aprendizaje de la talla lítica, es decir la transmisión de los
conocimientos técnicos y de la propia
práctica de trabajar la piedra, entre adultos y niños de las poblaciones neandertales.
Talla lítica y modelos de género: una cuestión abierta
En este punto se introduce la
cuestión de género a la que me refería más arriba. Stapert afirma "Probably, they were mostly boys" ("
probablemente, eran en su mayoría chicos" es decir, varones).
Para justificar esa afirmación, recurre a las estadísticas de un trabajo de
Murdock y Provost (1973). En ese trabajo, de 73 sociedades tradicionales estudiadas, en 67 de ellas
el trabajo de la piedra está vinculado preferentemente a los varones. Y, en concreto, la talla lítica casi nunca parece vinculada a las mujeres.
Esta linea de interpretación se trata de apuntalar con una referencia a los bifaces o hachas de mano: Stapert afirma que
los bifaces fueron hechos y utilizados de manera prediminante por varones, dado que son hallados casi siempre de manera aislada, en -supuestos-
"kill sites": lugares donde se abatieron las piezas de caza.
Sobre la
vinculación del trabajo de la piedra en general a los varones, volveré más adelante, cuando me refiera al trabajo de K. Weedman Arthur que mencionaba al principio.
¿Bifaces de "machos"?
En cuanto a la cuestión de los
bifaces hay un par de cosas que no quiero dejar pasar: Por una parte, la afirmación de Stapert se basa en -razonables pero inciertas-
especulaciones sobre la división sexual del trabajo en las sociedades del
Paleolítico medio (concretamente, en la idea de que los hombres cazaban y las mujeres no). Por tanto, el "dato" debería ser presentado en los terminos especulativos que corresponden, y no como un argumento para consolidar una afirmación del tipo "los niños neandertales que tallaban la piedra eran varones".
Y por otro lado, la idea de que
los bifaces son abandonados de manera aislada en "kill sites", no tiene base en la evidencia arqueológica. Veamos esto en detalle:
Por una parte, los bifaces del
Paleolítico antiguo en general (inferior y medio) si que provienen, en su mayor parte, de hallazgos aislados. Pero
esto sólo significa que carecen de contexto arqueológico y que no estaban en una cueva. Eso no nos permite interpretar -de ningún modo- que vengan de "kill sites". Más aún, sabiendo que los neandertales construían campamentos al aire libre como el de
La Folie.
Y por otra parte, lo que no es cierto, es que en el
Paleolítico Medio europeo (Musteriense, en sentido amplio), los bifaces provengan -mayoritariamente- de hallazgos sin contexto. Para esa cronología los bifaces provienen a menudo de
lugares de ocupación en cuevas y abrigos, es decir, campamentos semi-permanentes o temporales, de muy diversa naturaleza.
En esos contextos, los bifaces se han asociado a
tareas pesadas, de descuartizamiento y preparación de las piezas de caza, pero también a trabajos sobre madera y otros materiales. En general, los bifaces musterienses suelen interpretarse como unas
herramientas multifuncionales, transportables, de buena durabilidad. Y que funcionan a veces como núcleos, para obtener lascas delgadas y cortantes.
Mujeres artesanas de la piedra
Una vez vista la
debilidad del argumento que asocia bifaces, caza, y labor masculina para el Musteriense (y el Paleolítico medio europeo en general) volvamos a la asociación de
talla lítica y varones para las sociedades de cazadores-recolectores. La cita que hace Stapert del trabajo de
Murdock y Provost (1973) me pareció
a priori bastante sólida -aunque un poco antigua.
Sin duda, ese tema no me habría llamado la atención si no hubiera estado leyendo en los mismos días un trabajo de
Kathryn Weedman Arthur:
Feminine Knowledge and Skill Reconsidered: Women and Flaked Stone Tools. Es un artículo muy sólido, que reune
crítica historiográfica, información arqueométrica (estudio de materiales) e información sociológica y antropológica -obtenida de mujeres africanas que aún hoy trabajan la piedra.
El trabajo se estructura en dos grandes lineas complementarias: En primer lugar, Weedman Arthur critica la concepción sesgada, que asocia el
trabajo de la piedra al hombre y al cazador, de manera exclusiva y
monolítica. Tampoco es que la autora crea que no existe división sexual del trabajo, ni unos roles muy marcados para los sexos en las sociedades "tradicionales". Al contrario, en todo su trabajo queda bien claro que todas las sociedades, incluso las más simples, atribuyen diversos roles y trabajos a sus componentes, sobre todo en función del género.
Lo que defiende Weedman Arthur, en concreto, es que la
asociación de industria lítica tallada y trabajo masculino, como algo universal entre los cazadores-recolectores, es más bien fruto de
lugares comunes, ideología y prejuicios historiográficos, y no de hechos probados.
Para argumentar esta afirmación, la autora hace una extensa revisión de la bibliografía etnográfica. A partir de las referencias, la autora explica cómo desde finales del S. XIX y en las primeras décadas del siglo XX, las
mujeres son descritas a menudo como
habiles artesanas de la piedra. Sin embargo, en todos los casos la talla de la piedra era vista como una actividad en el extremo inferior de lo socialmente valioso y relevante, una
actividad menor. Por lo tanto, las construcciones -muy sexistas- de la época sitúan a la mujer artesana de la piedra en ese marco de inferioridad.
Sin embargo, a partir de las décadas centrales del S. XX se produce un
cambio importante en las visiones sobre la tecnología "primitiva", y aumenta el valor percibido de las industrias en piedra, como elemento para la reconstrucción de las sociedades del pasado. En los 60 y los 70, la bibliografía revela cómo los referentes cambian, para situar al hombre como el
artesano socialmente valioso. Se asocia la talla con las tareas de caza (algo reservado al varón), y con los elementos de prestigio masculino (puntas de armas, objetos de intercambio, etc). Para la autora, esto se explica mejor como fruto de nuestras propias estructuras mentales y
etnocentrismo occidental, y no como deducción de las observaciones sobre otras sociedades.
Un dato interesante señalado por Weedman Arthur es que, aunque en la observación etnográfica es muy común
identificar mujeres y trabajo de la piel, los arqueólogos y etnoarqueólogos fallan a la hora de relacionar ese hecho con el extenso utillaje de
raspadores y raederas, propio de todo el Paleolítico.
Las artesanas Konso de la talla lítica y el trabajo de la piel
El otro pilar del artículo de Weedman Arthur es el estudio de los trabajos de talla que realizan las
mujeres Konso (del sur de Etiopía). El estudio se lleva a cabo a partir tanto de los propios materiales etnoarqueológicos (las piezas talladas, nucleos, etc) como del registro etnográfico (entrevistas y recogida de datos). La conclusión de la autora es que se trata de una
actividad especializada, con una producción compleja que va desde la
obtención de la materia prima en canteras específicas (cuyo conocimiento se mantiene dentro del grupo familiar) hasta el abandono -tras el uso y reavivado extensivo- de las herramientas.
Mujer Konso -Sayete Pochatko- extrayendo cuarzo de una cantera lítica
(tomado de Weedman Arthur, 2010)
La producción se focaliza en fabricar
raspadores, con los que se trabaja la
piel. Además implica procesos tecnicos complejos: en especial, un
tratamiento térmico cuidadoso de las materias primas, para mejorar su respuesta durante la talla.
La talla lítica de las mujeres Konso es también una
tradición transmitida a las
descendientes femeninas de la artesana (hijas, nietas o sobrinas), que se aprende en
distintas fases desde los ocho hasta los dieciocho años, e incluye conocimientos sobre la
preparación de enmangues, y de resinas para fijar los raspadores.
Mujer konso -Turmala Umala- trabajando un raspador por percusión
directa mientras su hija observa (tomado de Weedman Arthur, 2010)
La conclusión final de Weedman Arthur es que la tecnología lítica de las mujeres Konso
demuestra que pueden existir
modelos económico-sociales de género, (y, por tanto,
ideologías de las sociedades "primitivas"), que no respondan al modelo estricto de "el hombre cazador" y "la mujer recolectora".
Re-enter the Neandertal...
Volviendo a los
niños neandertales y la talla lítica, cómo se podrá entender después de revisar el trabajo de Weedman Arthur, no queda más remedio que poner en seria
cuarentena las afirmaciones de Stapert sobre lo "probable" de la vinculación exclusiva de varones y trabajo de la piedra.
El resto del trabajo de Stapert, no obstante, es mucho más salvable. Su estrategia se basa en identificar los elementos que pueden señalar la presencia de niños entre los talladores: Un primer grupo de evidencias (el más importante) se basa en encontrar
trazas de la falta de habilidad y de conocimientos técnicos en un tallador o artesano de la piedra, a partir de las herramientas producidas y los núcleos descartados. Para ello, recurre a los programas experimentales de
Shelley (1990), quien identificó
tres "errores" tipicos en los
núcleos trabajados por principiantes y aprendices de talla: (1) fracturas/reflejados, (2) reflejados escalonados, y (3) golpeo repetitivo en lugares donde es imposible obtener una lasca.
Datos del programa experimental de Shelley (1990) sobre errores
de aprendizaje en la talla -presentados por Stapert (2007)
De estos errores, el primero puede suceder incluso al tallador experto (aunque con menos frecuencia) y el último es típico de los principiantes (y casi nunca se produce entre los expertos). A partir de esas categorías de errores, Stapert analiza los
materiales del Paleolítico medio de la cantera de sílex de
Maastricht-Belvédère (De Loecker, 2006). Su análisis concluye que los materiales de la
localización K de esa cantera son una producción realizada por talladores inexpertos, en proceso de aprendizaje (es decir, niños neandertales).
Problemas/accidentes de talla en Maastricht-Belvédere, según Stapert (2007)
Aunque la explicación de Stapert es coherente, y algunos elementos parecen bastante irrefutables (cómo la presencia de impactos en angulos imposibles para la talla, y de reflejados escalonados) existe un elemento de
cautela que sugiere la necesidad de profundizar más en el estudio de esos materiales. Me refiero a la
interpretación expresa de
De Loecker, que ha estudiado también todos esos materiales, y afirma que los restos líticos de la
localización K se explican cómo
descartes de núcleos iniciados, que resultaron de
mala calidad para la talla.
Después del ejemplo de Maastricht-Belvédère, el autor presenta
otros posibles trabajos de aprendices, en mi opinión mucho menos verosímiles.
Al ser piezas
individuales y aisladas, que vienen de varios yacimientos holandeses, no es posible valorar si responden a una lógica de talla presente en el conjunto del utillaje. No se puede comprobar, por tanto, si se corresponden con lo que Stapert piensa que son: útiles tallados por aprendices inexpertos. Esta parte del trabajo remite a un error
típico que cometemos a veces los prehistoriadores. Me refiero a querer
cimentar la interpretación por "peso": Es decir, por acumulación de posibles evidencias... aunque no sean muy sólidas.
Esta estrategia suele ser un error, y a menudo produce el efecto contrario al deseado. En general, es mejor quedarse con los casos más claros y que se comprenden mejor, y no tratar de acumular ejemplos de casos "posibles", "hipotéticos" y "dudosos". En ese sentido, el resto de materiales presentados por Stapert
no tienen la solidez de los materiales de Maastricht-Belvédère. Y me parece que "coger cosas de aquí y allá" no es una buena estrategia, si buscas identificar el trabajo de los niños/aprendices de talla, entre las producciones de los artesanos neandertales.
Balance y conclusiones
Como he dedicado mucho de esta revisión a
criticar los aspectos menos sólidos del trabajo de Stapert, voy a tratar de centrarme en sus
virtudes, a la hora de hacer
balance. Un aspecto importante es lo
novedoso de este trabajo, al menos para el Paleolítico medio. Stapert demuestra que, ni con mucho, está todo dicho en el estudio de la tecnología y la producción lítica.
Además, el trabajo del holandés es un enfoque que, de consolidarse, permitiría
abordar cuestiones fundamentales de la organización y la propia naturaleza de las sociedades neandertales, como los modos de
transmisión de la cultura inmaterial (conocimientos técnicos, en este caso).
Y por último, me parece muy positivo y adecuado el
recurso a los referentes experimentales (los trabajos de Shelley) como elemento de comparación y contraste con el material arqueológico. De esa forma, los resultados de un programa experimental controlado permiten aportar nueva luz, y formular nuevas hipótesis, sobre la naturaleza de las evidencias arqueológicas.
Nota: El artículo de Kathryn Weedman Arthur, al que hago referencia extensa en el texto, también recibió hace unos meses una revisión crítica favorable por parte del arqueólogo Julien-Riel Salvatore, en su blog.
Referencia de Research Blogging:
Dick Stapert (2007). Neanderthal children and their flints PalArch’s Journal of Archaeology of Northwest Europe, 1 (2), 16-39
Bibligrafía adicional
De Loecker, D. (2006):
Beyond the Site: The Saalian Archaeological Record at Maastricht-Belvédère, The Netherlands. 300p.
Analecta Praehistorica Leidensia 35/36, University of Leiden
Murdock, C. P. y Provost, C. (1973): Factors in the Division of Labor By Sex: A Cross-Cultural Analysis.
Ethnology Vol. 12, No. 2: 203-22. Stable URL: http://www.jstor.org/stable/3773347
Shelley, P. H. (1990): Variation in Lithic Assemblages: An Experiment.
Journal of Field Archaeology, Volume 17: 187-193. DOI: 10.1179/009346990791548349
Weedman Arthur, K (2010): Feminine Knowledge and Skill Reconsidered: Women and Flaked Stone Tools.
American Anthropologist, 112: 228–243. doi: 10.1111/j.1548-1433.2010.01222.x