He encontrado esta viñeta genial en Homorgasmus. No he logrado rastrear al autor original.
Si alguien tiene información sobre el autor de la viñeta, le agradecería que lo pusiera en los comentarios o contactara conmigo, para darle el crédito que le corresponde.
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martes, 21 de febrero de 2012
Extinción neandertal... el verdadero porqué
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jueves, 17 de noviembre de 2011
Curvatura de la espalda y locomoción bípeda en los Neandertales

Introducción y
“descarga de responsabilidades”
En esta ocasión he preparado una reseña crítica, de un
artículo de muy reciente difusión, “Lumbar lordosis of Extinct Hominins”, de
Been, Gómez-Olivencia y Kramer, publicado por el Americal Journal of Physical Anthropology (2011).
Este trabajo se escapa un poco de mi área de especialización
(la arqueología prehistórica) al centrarse en una parte concreta de la anatomía
neandertal, que es la columna vertebral. Aún así, he tratado de revisar toda la
bibliografía relevante sobre el tema específico, y de aplicar mis propios
conocimientos, para divulgar este trabajo, y para aportar algunos –discretos-
elementos de crítica.
Vaya por delante también que uno de los autores del
artículo, Asier Gómez-Olivencia, es un buen amigo mío (de hecho, es el
protagonista de una anécdota que recogí en un post escrito hace tiempo). No
obstante, y cómo en otros casos, he tratado de que eso no influya a la hora de
valorar y emitir juicios sobre el trabajo que nos ocupa.
La columna vertebral
y la lordosis
La columna vertebral es una pieza fundamental de la anatomía
de los homínidos, y la morfología y articulación de las vértebras tienen mucha
relación con el tipo de locomoción y con la postura habitual de las diferentes
especies. En concreto, el trabajo de Been, Gómez-Olivencia y Kramer trata sobre
la curvatura de la parte baja, lumbar,
de la columna vertebral. El término lordosis se refiere precisamente a la
curvatura (o ausencia de ella) de esa parte baja de la columna. En el artículo
hablan en general del ángulo de la lordosis (con las siglas LA, por la expresión inglesa lordotic angle).
Cálculo del "LA" sobre una radiografía lateral de la columna de un humano moderno (según Been, Gómez-Olivencia y Kramer, 2011)
En los humanos actuales el ángulo típico de la lordosis se
considera un rasgo muy importante, porque facilita una locomoción bípeda
eficaz. En los primates no bípedos, por otro lado, el ángulo de la lordosis es
mucho menor, y se asocia con configuraciones muy diferentes de la columna, en
relación con otras formas de locomoción y estación.
Materiales y
metodología
El artículo recoge los resultados de la investigación de los
autores sobre la lordosis en homíninos de Pleistoceno, en concreto en Australopithecus afarensis, Australopithecus
africanus, H. erectus/H. ergaster, H. neanderthalensis (sic), y H. sapiens del Paleolítico superior.
Para ello se utilizan una serie de técnicas métricas y estadísticas que paso a
ennumerar:
- Un método novedoso (desarrollado por Been et al. 2010) para calcular el ángulo de la lordosis que –según los autores- permite obviar problemas cómo la ausencia de partes de la columna (discos intervertebrales) y del tejido blando que no fosiliza.
- Mediciones de las vértebras fósiles de un conjunto (necesariamente pequeño, dado lo escaso de la muestra existente de homíninos extintos) de los australopitecos y homo antes citados.
- Datos comparativos de poblaciones modernas de humanos y de primates no bípedos (macacos, gorilas, chimpancés, orangutanes, lemures, etc…)
- Generación de modelos y pruebas estadísticas para calcular probabilidades de acierto/error e incertidumbres, y así robustecer sus conclusiones (de forma que no se basen sólo en operaciones métricas y matemáticas elementales), algo muy necesario dado lo exiguo de su muestra de individuos.
La principales conclusiones de éste trabajo son dos: Por una
parte, que la condición común a los homininos bípedos de nuestro mismo “tronco
ancestral” (los Australopitecus y el H. erectus/ergaster) es una lordosis más o
menos similar a la moderna. Y, por otro lado, que los neandertales tenían un ángulo
de lordosis que se aparta del común a los humanos modernos y otros homininos
bípedos, pero tampoco llega a estar dentro de la variabilidad de los primates
no bípedos.
Para los autores, eso apunta a diferencias “sutiles” en la forma de bipedestación y de locomoción bípeda de los neandertales (con respecto a la nuestra), y que estarían en relación con otras diferencias biomecánicas, sobre todo en la forma de la caja torácica y de la zona de la cintura. Es interesante señalar que estos autores llegan a parecidas conclusiones, y con la misma prudencia, que otro estudio que también abordó la lordosis en los neandertales, de hace tres años (Weber y Pusch 2008), aunque con una metodología completamente distinta.
Desde el punto de vista de la historia evolutiva de esos homininos Been, Gómez-Olivencia y Kramer creen que la lordosis actual es una condición adquirida en un momento temprano de su evolución, y que está relacionada con la locomoción bípeda. También proponen que la configuración diferente de los neandertales se explica como un rasgo heredado de las poblaciones “europeas” del Pleistoceno medio (H. Heidelbergensis).
Por último, un comentario al final del apartado de
discusión recuerda que la diferente lordosis del neandertal podría suponer una
menor zancada y velocidad al paso, como ha propuesto Polk (2004). Pero también
se comenta que una configuración y orientación algo diferente del torso
neandertal, respecto al moderno, permitiría que la zancada y el paso no se
vieran afectados.
Elementos de crítica
y otros matices
En primer lugar quiero decir que me parece un trabajo
ejemplar, desde el punto de vista de la metodología científica, y de la forma
de presentar y detallar cada aspecto relevante de la investigación. Me gusta
cómo se hacen explícitos los materiales, los métodos métricos, los modelos
estadísticos, y sus variables y parámetros específicos (muy importantes, pero
ausentes en otros estudios). En ese sentido, me ha llamado la atención que dedican
un apartado a enumerar y reflexionar sobre los defectos de su investigación:
las limitaciones en términos de muestra (tanto de individuos cómo de vértebras
conservadas), y otros problemas, cómo la presencia de patologías en los huesos.
Dicho esto, también hay algunos detalles que me gustan un
poco menos. Dentro de las limitaciones de su trabajo que ellos mismos apuntan,
hay dos cosas que me gustaría señalar:
En primer lugar, afirman que ni las patologías detectadas en
los individuos (como el viejo de la Chapelle-aux -Saints) ni los discos
intervertebrales (ausentes en los fósiles) influyen en la configuración del
ángulo de la lordosis. Pero esos dos aspectos son precisamente los argumentos
básicos de muchos autores que han afirmado que
neandertales y modernos tienen una lordosis similar (Straus y Cave 1957,
Arambourg 1955, Arensburg 1991, Patte 1955, Trinkaus 1983, Cleuvenot
1999).
Dado que muchos de estos autores llegaron de forma
independiente a la misma conclusión (que la lordosis neandertal no era muy
distinta de la moderna), y dado que algunos de ellos tenían una gran
experiencia clínica de patologías de
la columna, se hecha en falta que Been, Gómez-Olivencia y Kramer discutan esos
aspectos un poco más.
Y, en segundo lugar, tenemos el tema del estado de
conservación y la “reconstrucción” que han sufrido los fósiles. Para los tres
neandertales estudiados (Kebara 2, Shanidar 3 y Chapelle-aux-Saints) desconozco
cómo está Shanidar 3, y la conservación parece bastante buena en el caso de Kebara
2, pero ocurre lo contrario para el esqueleto de Chapelle-aux-Saints. Como
explican Straus y Cave (1957):
“… we were somewhat
unprepared for the fragmentary nature of the skeleton itself and for the
consequent extent of the restoration required. Nor were we prepared for the
severity of the osteoarthritis deformans affecting the vertebral column. (…)
The remaining thoracic and the lumbar vertebrae are also so defective that
considerable restoration has been necessary; their original portions, however,
exhibit evidence of a rather generalized osteoarthritis.”
Por
ultimo, me gustaría matizar una afirmación que se hace en dos apartados del
trabajo, y es que sus resultados están en consonancia con las afirmaciones de
M. Boule sobre la lordosis del Hombre de Neandertal (hechas en el trabajo de 1911-1913 sobre el viejo de la Chapelle-aux -Saints).
El problema que yo veo es que no pueden comparar sus resultados actuales (sólidos, cuantificados, contrastados) con la forma en que Boule llegó a
sus conclusiones. Porque, en mi opinión,
sólo son la misma cosa si se aíslan de todos los razonamientos y datos que
tienen detrás.
Hay que entender que Boule veía la lordosis del Neandertal
(junto con otros muchos rasgos) cómo inferior y primitiva, intermedia entre la
del Pithecanthropus erectus (hoy, Homo erectus asiático) y la
configuración “superior” moderna.
De hecho, y cómo anécdota, creía que un antepasado más directo de los humanos modernos era el Hombre de Piltdown (que hoy sabemos que era una falsificación). Además, Boule creyó ver los rasgos “primitivos” del Neandertal en las “razas más inferiores”, cómo podían ser los aborígenes australianos. Por ello lo sitúa “exactement entre le Pithécantrope de Java et les races actuelles les plus inférieures” (Boule 1908).
Habitante de la cueva de la Chapelle-Aux-Saints, de Frantizek Kupka, publicado en La Ilustración en 1909.
De hecho, y cómo anécdota, creía que un antepasado más directo de los humanos modernos era el Hombre de Piltdown (que hoy sabemos que era una falsificación). Además, Boule creyó ver los rasgos “primitivos” del Neandertal en las “razas más inferiores”, cómo podían ser los aborígenes australianos. Por ello lo sitúa “exactement entre le Pithécantrope de Java et les races actuelles les plus inférieures” (Boule 1908).
Y, por último, no está nada claro que el propio Boule hubiera aceptado un trabajo tan detallado, cuantitativo, y específico como es el de Been, Gómez-Olivencia y Kramer (2011), ya que, cómo explica
Hurel (2006), Boule buscó desmarcarse de los antropólogos escolásticos que languidecen
sin grandes resultados, y “se parapetan en un sinnúmero de operaciones
matemáticas”.
Actualización 18/11/2011: Asier Gómez-Olivencia ha tenido la amabilidad de escribir unos comentarios a esta revisión, que me ha enviado por correo-e. Con su permiso los reproduzco íntegros a continuación:
_______________________________________________
Millán, muchas gracias por tu reseña.
Me sirve mucho para un par de artículos nuevos que estoy preparando.
Me gusta tu comentario sobre la visión de Boule, que se podría clasificar como "right for the wrong reason" :)
Tengo algunos comentarios sobre tu reseña que espero que ayuden a clarificar algunos puntos.
1 - Los estudios de mediados de los 50 suponen un cambio de paradigma al aceptar a los Neandertales como plenamente modernos y no como tal como indicas tú "inferiores y primitivos". La contrapartida fue que se generó una visión de que la columna vertebral de los Neandertales es igual a la de sapiens (dentro del rango, aunque en el extremo robusto). Esto unido a la ausencia de comparaciones estadísticas generó una visión que se ha mantenido durante 50 años y que es ahora cuando se está empezando a cambiar. En los 50, las comparaciones consideraban a los Neandertales diferentes si llegaban a salirse del rango moderno, es decir infravaloraban las diferencias entre ambas especies. Mediante un test univariante sencillo, tipo t de student (o mann-whitney) se pueden observar muchas diferencias significativas no sólo en el acuñamiento de las vértebras lumbares sino también en otros rasgos la zona lumbar y en la zona cervical.
2 - En los años 80 y 90 se seguían usando los mismos tipos de comparación sin análisis estadísticos en las vértebras. Por ello, los estudios de Trinkaus (1983) o Arensburg (1991) vienen a decir que no hay diferencias entre Neandertales y sapiens. Eso sí, apuntan ciertos rasgos más comunes en Neandertales, que son significativos una vez hecho los análisis estadísticos. Ahora estoy haciendo nuevos análisis en las cervicales y me sale que hay diferencias significativas en todas las vértebras entre neanders y sapiens y en muchos casos los neanders están fuera del rango de mi población moderna de comparación (n=70), pasa lo mismo con las lumbares (hay rasgos que diferencian a los Neanders de los sapiens además de la lordosis). Pasaba lo mismo con el tórax de Kebara 2. Arensburg describió las costillas de manera exhaustiva pero SIN HACER UNA COMPARATIVA llegó a la conclusión de que el tórax Neandertal y el de sapiens es similar. En el reanálisis de este tórax vimos que sí que había diferencias (autobombo= Gómez-Olivencia et al., 2009 J. Hum. Evol). En mi opinión, esto es reflejo de la manera de funcionar de la ciencia, con continuas auto-correcciones y cambios de paradigma (y algo de movimiento pendular). En los 50, al luchar contra el paradigma de que los Neandertales fuesen más primitivos no dejaron sitio a que los Neandertales fuesen morfológicamente distintos (y lo son). Esto es lo que estamos haciendo ahora.
3 - El comentario de Straus y Cave. Es cierto que hay muchas patologías en La Chapelle, especialmente en el cuello. Pero sólo seleccionamos las vértebras en las que podiamos medir algo. Por ello, tuvimos que diseñar regresiones específicas para cada individuo, ya que no todos preservaban las mismas vértebras.
4 - Las patologías. Sí que hay patologías que afectan a los cuerpos vertebrales y que producen cambios posturales. Muchos están asociados a procesos de envejecimiento y tb se han observado en el registro fósil (Elvis en la Sima de los Huesos: + autobombo: Bonmatí et al., 2010 PNAS). En cambio, en este estudio tuvimos mucho cuidado con esto ya que aunque alguna de las vértebras puede estar ligeramente afectada por patologías, éstas no son de la magnitud que presenta Elvis ni tiene el mismo aspecto externo. Creemos que nuestros resultados sobre las diferencias entre Neanders y sapiens en la lordosis lumbar son robustos por otros dos motivos: vértebras individuales de Neandertales jóvenes (Regourdou 1) presentan el mismo patrón con acuñamientos similares a los individuos más mayores, es decir, incluso los Neandertales jóvenes y sanos parecen ser menos lordóticos. Segundo en el caso de la Sima de los Huesos, teniamos un sacro con su superficie horizontal, tanto en un individuo patológico como en uno sano. Esta conformación está relacionada con columnas vertebrales menos lordóticas.
5-El método estadístico obviaba los discos intervertebrales y su función para poder comparar las radiografías modernas con los elementos esqueléticos fósiles.
Todavía queda mucho trabajo por hacer con las vértebras Neandertales y con la reconstrucción de la postura, su ontogenia etcétera.
En todo caso, es una pena no tenerte como referee durante el proceso de publicación, xq hubieses ayudado a mejorar el paper. Un abrazo,
Asier
_______________________________________________
Bibliografía adicional
Arambourg, C. (1955): "Sur l'attitude en station verticale des Néanderthaliens" Comptes Rendus de l'Académie des Sciences de Paris, nº 240, p0p. 804-806.
Arensburg, B. (1991): "The vertebral colum, thoracic cage and hyoid bone" en O. Bar-Yosef y B. Vandermeerch (Ed.) Le Squelette Moustérian de Kebara 2, CNRS, Paris, pp. 113-146.
Been, E., Barash, A., Marom, A., Aizenberg, I., Kramer, P. (2010): "A new model for calculating the lumbar lordosis angle in early hominids and in the spine of the neanderthal from Kebara" Anat Rec (Hoboken). 293 (7), pp. 1140-1145.
Been, E., Barash, A., Marom, A., Kramer, P. (2010): "Vertebral Bodies or Discs: Which Contributes More to Human-like Lumbar Lordosis?" Clinical Orthopaedics and Related Research, v. 468, nº 7,pp. 1822-1829.
Boule, M. (1908): "L'Homme fossile de la Chapelle-aux-Saints (Corrèze)" L'Anthropologie, v. 19, pp. 519-525.
Boule, M. (1911-1913): L' homme fossile de la Chapelle-aux-Saints, Annales de paléontologie. Masson, Paris.
Cleuvenot, E. (1999): Courbures saggittales de la collone vertébrale déterminées par la morphologie des vertebras. Tesis Doctoral, Universidad de Burdeos.
Gómez-Olivencia, A. (2009): Estudios paleobiológicos sobre la columna vertebral y la caja torácica de los humamos fósiles del Pleisstoceno, con especial referencia a los fósiles de la Sierra de Atapuerca. Tesis Doctoral, Universidad de Burgos.
Hurel, A. (2006): "“N’est-il pas infiniment plus honorable de descendre d’un singe perfectionné que d’un ange déchu?” La découverte de l’Homme de la Chapelle-aux-Saints dans son contexte historique", Bulletins et mémoires de la Société d’Anthropologie de Paris, 18 (1-2), pp. 7-14.
Patte, E. (1955): Les néanderthaliens Masson, Paris.
Polk, J. D. (2004): "Influences of limb proportions and body size on locomotor kinematics in terrestrial primates and fossil hominins", Journal of Human Evolution, v. 47, nº 4, pp. 237-252.
Straus, W. L. y Cave, A. J. E. (1957): "Pathology and the Posture of Neanderthal Man" The Quarterly Review of Biology, v. 32, nº. 4, pp. 348-363.
Trinkaus, E. (1983): The Shanidar Neanderthals Academic Press, Nueva York.
Weber, J. y Pusch C. M. (2008): "The lumbar spine in Neanderthals shows natural kyphosis" European Spine Journal, v. 17, Sup. 2, pp. 327-330.
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miércoles, 17 de noviembre de 2010
Humanos y Paleofreaks ;)
Un brevísima entrada para recomendaros un post de Paleofreak en su blog, en el que dá, con un par de pinceladas maestras, una explicación cuasi-perfecta sobre las terminologías (Neandertal, Cromañón, Homo sapiens, Humanos Anatómicamente Modernos...) para usar en periodismo y divulgación. Chapó.
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lunes, 16 de agosto de 2010
Cromañones no, gracias.

Declaración de intenciones (No, este no será un post breve)
El término cromañón, o Cro-Magnon, se usa a menudo en divulgación y todavía aparece en algunos artículos científicos. Se suele recurrir a él para referirse a las poblaciones humanas que llegaron a Europa en algún momento de los inicios del Paleolítico superior, y que sustituyeron a las poblaciones neandertales.
En este post voy a recorrer la historia del término cromañón y trataré de explicar porqué es preferible abandonarlo, en favor de otros como Humanos Anatómicamente Modernos (HAM). Es cierto que dichos términos, que pueden sustituir a "cromañon", suelen ser menos conocidos y más complejos. Pero también creo que son más apropiados y veraces, dado el estado actual de nuestro conocimiento científico del pasado.
Cráneo masculino de Cro-Magnon (dibujo científico de 1884)
El origen del término
Cro-Magnon es un topónimo, un nombre de lugar. Es una palabra de origen occitano, sobre cuyo significado exacto los linguistas no se ponen muy de acuerdo. Como topónimo, se refiere a un abrigo rocoso en Les-Eyzies-de-Tayac (Dordoña), una zona muy rica en yacimientos prehistóricos.
En ese abrigo de Cro-Magnon se encontraron en 1868, de forma más o menos fortuita (obreros limpiando un derrumbe) varios esqueletos humanos que parecían tener gran antiguedad. Los restos antropológicos fueron estudiados por las autoridades intelectuales de la época, junto con los materiales arqueológicos y paleontológicos recogidos a su alrededor (huesos de animales y herramientas de piedra). Louis Lartet se encargó de estudiar dichos materiales, y los adjudicó "grosso modo" a "L'epoque de Aurignac", es decir al Auriñaciense.
Zona de Les-Eyzes-de-Tayac donde se encuentra el abrigo de Cro-Magnon
De este modo, los fósiles de Cro-Magnon quedaron ligados, a partir de su unión con la industria Auriñaciense, a lo que se estaba definiendo como el inicio del Paleolítico superior. Es reseñable que ese inicio, más tarde, se identificaría con la llegada de los hombres "modernos" a Europa (en contraposición a humanos "arcaicos", como el Neandertal).
De manera paralela al estudio de L. Lartet, otro notable investigador, Paul Broca analizaba los restos humanos de Cro-Magnon. Broca describió los restos humanos en base a sus cráneos: con algunos rasgos arcaicos, como su robustez general, pero muy modernos en conjunto (forma de la calota, ausencia de prognatismo...). Dada la antiguedad y la cultura material con la que se asociaba, el tipo humano de Cro-Magnon pasó a ser considerado el ancestro de las poblaciones humanas modernas. Y también se instaló como el "tipo primigenio" según el cual debían medirse y clasificarse los fósiles humanos más recientes.
Antropología y racismo
La antropología y etnología de la época, que hoy reconocemos como racista e imbuida del espíritu de superioridad del Imperialismo europeo, no tardó en incluir el tipo Cro-Magnon en sus clasificaciones.
La taxonomía que dominaba en la época dividía a los humanos en varios tipos raciales como caucasoide, mongoloide, negroide... y estas razas se caracterizaban por rasgos físicos y psicológicos distintivos. De hecho unas eran consideradas intelectualmente superiores a las otras.
En 1874, a partir de los trabajos iniciales de Broca, otros dos investigadores (Hamy y Armand de Quatrefages) definieron una variedad racial humana prehistórica basada en Cro-Magnon. La situaron en la línea de los caucasoides, y por tanto antepasados de los europeos actuales. Otros fósiles humanos, descubiertos en la misma época, se asociaron a otras razas humanas distintas: Así, los restos de Grimaldi se consideraron negroides, y los de Chancelade mongoloides, etc.
De este modo, la raza Cro-Magnon se posicionó como la antepasada de la raza caucasoide, es decir, los europeos blancos. Se planteó que era, además, la población "moderna" primigenia del continente.
Enter the Neandertal
En la segunda mitad del S. XIX e inicios del S. XX también se fraguan los primeros modelos explicativos para los Neandertales. A lo largo de las décadas entre 1870 y 1910 se van a contraponer el Hombre de Cro-Magnon y el Hombre de Neandertal. Al principio se los vé como dos razas humanas, que discurren el paralelo.
Pero, a partir del descubrimiento y el (desafortunado) estudio del viejo de la Chapelle-aux-Saints, el Neandertal se caracterizó como una criatura subhumana y simiesca. Al privar al Neandertal de la condición humana, se dejó el camino expedito para el Cro-Magnon, como ancestro ideal de los europeos.
Mucho después, a partir de ese concepto de cromañón = hombre "moderno", y una vez superadas las clasificaciones racistas del S. XIX, se terminará por proponer al Cro-Magnon como ancestro de los humanos modernos de todo el mundo. Esa propuesta estuvo relacionada con el modelo de "Fuera de África" y con los modelos de sustitución biológica/cultural para el inicio del Paleolítico superior en Europa.
Explicándolo de manera muy simple, la cosa iría más o menos así: Los primeros humanos modernos en llegar a Europa fueron los de Cro-Magnon, o cromañones. Representan a una población llegada de África, acompañada de una nueva tecnología y cultura material, que es el Auriñaciense. Esa cultura material incluye todas las novedades técnicas y estéticas que antes no se daban en Europa... que no se daban, porque quedaban fuera de las capacidades de humanos "arcaicos" como los Neandertales.
De esta forma, se identifica al tipo de Cro-Magnon con una especie humana, dotada de amplias capacidades mentales, una cultura material superior, y una gran fuerza expansiva. Según ese modelo, los "cromañones", de manera natural y por su intrínseca superioridad biológica, extinguieron al Hombre de Neandertal, al colonizar Europa.
Por desgracia, ese poderoso constructo de la investigación está básicamente hueco. Hoy sabemos que no tiene una buena base en la evidencia y que, como gran marco conceptual, no se sostiene.
Poniendo en su sitio a los cromañones
Ya desde 1872, Cartailhac cuestionaba que los esqueletos de Cro-Magnon fueran realmente Auriñacienses. Ese investigador razonaba, con bastante lógica, lo siguiente: dado que las fosas mortuorias estaban excavadas en los estratos Auriñacienses, lo lógico es suponer que los enterramientos fueron, como poco, algo más recientes que dicho Auriñaciense. Es decir, que primero debió depositarse el nivel Auriñaciense, para que tenga sentido que excavasen en él, para enterrar a los muertos en algún momento posterior.
El tema, no obstante, quedó bastante olvidado hasta los años sesenta del S. XX, cuando se empieza a cuestionar de manera sistemática la antiguedad de los restos de Cro-Magnon. Finalmente, en 2002, Henry-Gambier demostró que los esqueletos de Cro-Magnon tenían una antiguedad máxima de 28.000 años, datando materiales que estaban directamente asociados a uno de los cráneos. Esa fecha sitúa a los fósiles humanos en momentos muy posteriores al inicio del Paleolítico superior (que tuvo lugar hacia 40-38.000 antes del presente), y los asocia al periodo Gravetiense antiguo.
De forma paralela, el desarrollo de la investigación paleoantropológica en Europa ha encontrado un hecho significativo: todos los restos humanos que muestran una estructura general "moderna" en el esqueleto craneal son más recientes de unos 35.000 años antes del presente. Es decir, son posteriores en 4 o 5 mil años a los inicios del Paleolítico superior europeo; y son también posteriores, en unos 3 o 4 mil años, al primer Auriñaciense.
Frente a estos hechos bien contrastados, nos encontramos que algunos autores siguen hablando de los "cromañones" como los colonizadores de Europa, llegados con el Auriñaciense. Y, en algunos casos, el Auriñaciense se sigue identificando, erróneamente, con el inicio del Paleolítico superior. Esas afirmaciones no se corresponden con el registro, por que en toda Eurasia abundan culturas de Paleolítico superior anteriores al Auriñaciense (como hemos visto en este blog, aquí y aquí) .
En el estado actual de las investigaciones existen pocas certezas, pero trataré de ceñirme a las hipótesis mejor asentadas en las evidencias arqueológicas y paleoantropológicas: Existe un cierto consenso sobre el origen africano de las poblaciones que antes se llamaban "cromañones".
Esas poblaciones salieron de África en un momento relativamente reciente y colonizaron el viejo mundo en unas pocas decenas de miles de años. Pero su llegada a Europa, cuando aparecen en el registro fósil, ha resultado ser bastante reciente. Esa llegada es muy posterior a las evidencias que se están encontrando en el sureste de Asia y en Australia, donde parece que los humanos modernos están presentes desde hace más de 50.000 años.
Por último, parece claro que la idea de una revolución cognitiva, basada en las novedades técnicas y estéticas del Paleolítico superior, no puede asociarse a un re-emplazamiento de Neandertales por esas poblaciones modernas, ya que el inicio del Paleolítico superior, es sistemáticamente anterior a la presencia de fósiles humanos "cromañones".
Entonces ¿por qué decimos no a los cromañones?
Comenzaba este post afirmando que debemos prescindir del uso del término "Cro-Magnon", en el debate científico, y pienso que la lectura del mismo deja claras mis razones para hacer esa propuesta. No obstante, a continuación pongo un breve esquema de dichos argumentos:
- Es un termino arraigado en la antropología racista del siglo XIX que conlleva una serie de prejuicios sobre las capacidades relativas de las poblaciones humanas.
- El avance de las investigaciones ha demostrado que los fósiles tipo, utilizados para describir a la población "cromañón" no se corresponden ni con la antiguedad ni con la cultura material con la que se asociaron en un principio.
- El armazon conceptual (y modelo de explicación de cambio histórico) en el que se situaba a los cromañones es un muerto en vida, sólo sostenido por las insoslayables inercias académicas, que a menudo retrasan la renovación del conocimiento basado en evidencias.
Alternativas al Cro-Magnon
Sé que no existen alternativas simplistas al término cromañón, que satisfagan a todos, pero yo abogo por utilizar el binomio "hombre modernos" vs. "neandertales", entrecomillados según sea necesario en el contexto, para hablar en general -en textos divulgativos- de los procesos demográficos a gran escala que tuvieron lugar en el Pleistoceno superior.
Y, si se quiere ser más preciso, desde una perspectiva paleoantropológica, creo que es apropiado hablar de "humanos anatómicamente modernos", abreviado "HAM".
Además, para los que acepten que somos una especie diferente del Neandertal, no debe existir ningún problema en usar el término taxomónico de Homo sapiens para referirse a los susodichos "cromañones".
Referencias
Broca, P. (1868): "Sur les crânes et les ossements des Eyzies", Bulletins de la Société d’Anthropologie de Paris 3 : 350-392.
Broca, P. (1868): "Description sommaire des restes humains découverts dans les grottes de Cro-Magnon près de Les Eyzies", Annales de Sciences naturelles, Zoologie et Paléontologie 10 : 145-155.
Cartailhac, E. (1872): "Note sur la grotte sépulcrale d’Aurignac", Matériaux pour l’Histoire primitive et naturelle de l’homme 3 : 207-214.
Lartet , E. (1868): "Remarques sur la faune de Cro-Magnon, d’après les débris osseux découverts soit dans la sépulture humaine, soit dans les restes de foyers placés à proximité", Annales des Sciences naturelles, Zoologie et Paléontologie 10 : 156-160.
Henry-Gambier, D. (2002). "Les fossiles de Cro-Magnon (Les Eyzies-de-Tayac, Dordogne). Nouvelles données sur leur position chronologique et leur attribution culturelle" Bulletins et mémoires de la Société d’Anthropologie de Paris, 14 (1-2), 89-112
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