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jueves, 21 de septiembre de 2017

La carne + Daniel Cid Sánchez + El caso Fritz Bauer

La carne de Rosa Montero


Una noche de ópera, Soledad contrata a un gigoló para que la acompañe a la función y así poder dar celos a un examante. Pero un suceso violento e imprevisto lo complica todo y marca el inicio de una relación inquietante, volcánica y tal vez peligrosa. Ella tiene 60 años; el gigoló, 32.
Desde el humor, pero también desde la rabia y la desesperación de quien se rebela contra los estragos del tiempo, el relato de la vida de Soledad se entreteje con las historias de los escritores malditos de la exposición que está organizando para la Biblioteca Nacional.
La carne es una novela audaz y sorprendente, la más libre y personal de las que ha escrito Rosa Montero.

Nº de páginas: 240 págs.
Editorial: ALFAGUARA, 2016
ISBN: 9788420426198

La vida es un pequeño espacio de luz entre dos nostalgias: la de lo que aún no has vivido y la de lo que ya no vas a poder vivir. Y el momento justo de la acción es tan confuso, tan resbaladizo y tan efímero que lo desperdicias mirando con aturdimiento alrededor.

Así empieza el libro. Y me podría parar en estas frases un buen rato. De la mano de Daniel Cid Sánchez, que en su página de Facebook reseña parte de este impresionante arranque, me hago con la novela y me acompaña un fin de semana en el que se respira la llegada del otoño.

Es sin duda uno de esos libros que nos pone frente a grandes temores como: la soledad, la recta final de la vida (¿será la última vez que…?) o la falta de amor/pareja. Y ante la tiranía del sexo y las justificaciones sobre no tener hijos.

¿En qué momento una persona se pierde? Con variar un ligero detalle, cuántas modificaciones en la vida se podrían hacer.

Soledad Alegría (anda qué vaya nombre el de la protagonista), nos da pistas del tono. Drama con cierta dosis de humor para rebajar el desasosiego.

Me ha gustado. A Rosa Montero le tengo una admiración especial. Aquí incluso aparece como uno de sus personajes, ella misma.

Aderezado con una galería de malditos, a cada cual más curioso.

Al final todo acaba por desembocar en el amor. Y en el daño.

En esperanza, fuerza y humor para seguir tras el guaperas que corre por el parque.

Qué nostálgica es la vida porque realmente no conseguimos atrapar el presente, siempre vivimos proyectando el futuro o siempre postergando la vida. El momento que vivimos lo pisoteamos o tenemos toda la nostalgia de lo que ha quedado atrás. Y ya llega un momento en la vida en que ese seré feliz se va acortando y ya empiezas a pensar que no tienes la nostalgia de lo que no vas a vivir. La vida es así. Somos un desencuentro total con la realidad. Oscar Wilde decía una frase maravillosa, «para la mayoría de nosotros la verdadera vida es la vida que no llevamos», tremenda frase y muy sabía, porque es así, habla de la perenne insatisfacción de los seres humanos, y de esas ansias de plenitud que nos lleva a la frustración. En esa nostalgia de la plenitud se nos va la vida. 


Sin tu firma

Francisco Castro y Daniel Cid Sánchez

Planificar el día sabiendo que a última hora de la tarde habrá algo diferente. Presentación de un libro. Un autor al que conozco a través de las redes sociales.

Subo tranquilamente al lugar del evento. Un maravilloso paseo entre las estanterías de novelas. Septiembre, el mes de la vuelta al cole, recuerdos de carpetas, libretas, bolígrafos de colores. Un archivador fucsia, portadas de libretas con muñecas demoníacas. El fascinante mundo de las papelerías.

En un rincón, medio escondido, el pequeño auditorio, sillas, mesa, y el inevitable gran cartel publicitario.

Ambiente entre amigos. Gente cercana. Personas que compartieron inquietudes en un taller literario. Profesor que en 5 minutos, y bajo presión, destapa la botella de las ideas, e invita a circular a toda velocidad sobre un folio en blanco. Todos lo recuerdan como una experiencia que les unió como grupo y les impulsó a escribir.

Daniel parece tímido. Tal vez nervioso. Cuenta  como una canción y una anécdota, un tanto morbosa, dieron lugar al título, y supongo que a partes de la trama. Habla de su experiencia con este primer libro, de sus lecturas caóticas, su gran influencia del cine y las series.

Referencias musicales, al cine, mi ciudad como escenario, y un fuerte toque de humor negro. Convencida. Habrá que leerlo ya.

Salgo la primera, cualquiera diría que con prisa. No, no espero por una firma. Me gusta conocer a los autores, ponerles cara y voz, intuir qué piensan y qué les ha llevado a escribir.

A veces creo que voy buscando un impulso.


El caso Fritz Bauer


En 1957, doce años después de la II Guerra Mundial, y del fin del Tercer Reich, el Fiscal General Fritz Bauer se compromete a detener a los criminales nazis. El hecho decisivo es la localización del Adolf Eichmann, miembro clave de las SS.


Lucha contra el poder establecido. Un gobierno formado por personas afines al nazismo disfrazadas de progreso. Pretende llevar a juicio a los máximos responsables y hacer que el país asuma lo sucedido. Tropieza con todo tipo de impedimentos y artimañas. Recurre a los servicios secretos de Israel.

Una buena historia, aunque la película no logra un ritmo que atrape al espectador. Justicia con sus dudosas leyes, deja libres a genocidas y persigue a homosexuales. A destacar aspectos técnicos.


Título original Der Staat gegen Fritz Bauer. Director Lars Kraume. Guion Lars Kraume, Olivier Guez. Música Christoph M. Kaiser, Julian Maas. Fotografía Jens Harant. Reparto Burghart KlaußnerRonald ZehrfeldDani LevySebastian BlombergLaura Tonke,Robert AtzornMichael SchenkMatthias WeidenhöferGötz Schubert,Jörg SchüttaufCornelia GröschelLilith Stangenberg. Alemania 2015, 105 min. 6 Premios del cine Alemán, incluyendo película y director. 9 nominaciones. Festival de Locarno: Premio del Público.


miércoles, 22 de marzo de 2017

El viajante + Terrazas + Cigarettes After Sex

El viajante


Segundo Oscar que se lleva este director iraní. El anterior fue en 2011 con Nader y Simin, una separación, que me había encantado.

Entro en la sala con gran curiosidad. Y al salir me cuesta trabajo reconectarme con la calle. Cine que impacta, que te aleja por completo de tu pequeño mundo.


Desalojo en un edificio, de noche, corriendo, sin explicaciones. Podría derrumbarse de inmediato. La pareja protagonista ha de buscar una vivienda provisional. Será un compañero de teatro quien les ofrezca un apartamento que hasta hace poco estaba ocupado por una inquilina. Ella ha dejado sus pertenencias en una habitación cerrada con llave, bajo la promesa de recogerlas pronto. Un pequeño misterio que dará lugar a secretos y un suceso que transformará por completo sus vidas.

Sin escenas explícitas. Vergüenza, pánico, incomprensión, venganza, humillación.


Como espectadora occidental me sitúo al lado de la mujer, y me escuece esa distancia física y emocional del marido. Me resulta complicado entender los motivos del silencio. Me hiere el ocultamiento, el miedo a qué dirán los vecinos, los compañeros. En la recta final, todo se precipita hacia una solución sin retorno. Esa secuencia del desenlace te deja sin fuerza…


Título original Forushande. Director y guionista Asghar Farhadi. Música Sattar Oraki. Fotografía Hossein Jafarian. Reparto Shahab HosseiniTaraneh AlidoostiBabak KarimiMina Sadati. Irán 2016, 125 min. Oscar: Mejor película de habla no inglesa. Festival de Cannes: Mejor actor (Shahab Hosseini) y guión. National Board of Review (NBR): Mejor película de habla no inglesa.

Terrazas


Terrazas frente al mar. Bocata y cerveza fría.


Paseantes y playeros. Ropas varias y bañadores. Sonrisas y helado de colores. Un café. Mujer reconstruida en fucsia. Peque larpeiro.


Terrazas de interior. Una librería de las de siempre, de las que ahora son excepciones. Fuera, un gran abrazo. Reencuentro. Recuerdos de instituto, y más atrás. Caminatas a la Guía cruzando la ciudad. Música de Ramones. Rostros y nombres difuminados.
Poemas escritos a pie de calle. Motos y culos. Ácaros y jirafas. Códigos QR, literatura híbrida. Como estar en casa. Patatas al alcance de mi mano. Unas risas.


Repaso de vida y familia. Cambios y sueños. Tan a gusto!!!
Un día estupendo. Momentos para recordar.

Apocalypse - Cigarettes After Sex

La canción que no ha parado de sonar hoy. Fascinante, envolvente.




lunes, 30 de marzo de 2009

ADIOS al gafe

Una inocente risita, de lo más ingenua es capaz de provocar toda esta cadena de acontecimientos.

Viernes - Otto y yo bajando una de tantas cuestas de esta ciudad. Él a lo suyo, la caza del tesoro, zigzagueando e impredecible en su siguiente quiebro. Un tirón, no más brusco de lo habitual, pero yo iba en la berza. Allá voy, de narices al suelo. Y como conducta ya adquirida en la infancia, para no romper más de lo imprescindible, me abalanzo sobre mi brazo izquierdo (especialista en esguinces absurdos). Me levanto de inmediato – antes de convertirme en el espectáculo vecinal – y camino con altivez. Eso sí, mi elegancia se quedó en la acera, un agujero en el pantalón a la altura de la rodilla, y una herida fea que tardará en desaparecer.

Lunes – Ágil, dirijo mis pasos hacia el supermercado. Larga lista para no olvidar nada importante. Una compra grande que llevarán a casa. Más rápido de lo previsto y con unos cuantos caprichos en el carrito. Misión cumplida.

Martes – media tarde, esperando mis bienes recién adquiridos. Ya empezaba a maldecir la falta de puntualidad (en un tramo de tres horas), cuando suena el móvil. El bueno del repartidor que lleva un rato llamando al piso equivocado. Sube raudo, y apenas tengo tiempo de quitarme las pantuflas. Aterriza en la puerta con una mala noticia: un brick de leche roto, por exceso de velocidad al salir del ascensor... Si quiero, se lo lleva y lo trae al día siguiente. Es uno nada más, me lo quedo e intento poner una de esas sonrisas de “aquí no ha pasado nada”. El chico, aliviado, sigue su loca carrera.

Lo que él ni se imagina es el tremendo asco que me produce el olor a leche. Bayeta, agua caliente, Fairy, y a frotar. El líquido blanco que se ha salvado va a la botella de cristal. Los envases que compartían caja pasan al mueble, impecablemente limpios. Tiro la bayeta a la basura (cada uno con sus manías, es lo que hay). Y encime era la última; de nuevo al super a por otra...

Necesito un paseo y aire fresco.

Ya de noche, y porque yo lo valgo, me dispongo a abrir una botella de vino. En ese preciso instante soy consciente de que el sacacorchos se jubiló... Respiro hondo...

Miércoles – Sin ganas de hacer recados, salgo a por un maldito sacacorchos. Retomamos la apertura, ya relajada, con una película esperando en el DVD. Lo introduzco, voy girando (lo de abrir botellas nunca me ha gustado), falta bajar las dos palancas y podré al fin beber un sorbito... Inicio el movimiento de descenso y de pronto me quedo con el artilugio en la mano. Miro estupefacta para el corcho y allí está incrustado el muelle... En un acto heroico de dominio de la situación, agarro unas tenacillas del marisco, y al más puro estilo troglodita, y con fuerza sobrehumana, arranco el maldito tapón y doy rienda suelta a la alcoholemia...

Lo demás ya son pequeñeces: devolver el maltrecho sacacorchos; salir de casa el último amanecer antes del cambio horario, cámara en mano, para hacer unas fotos de las impresionantes vistas desde el tren (la batería sin cargar)...

Pero hoy doy por concluida la racha. Debajo de una carpeta sobre la mesa de trabajo, ha aparecido mi reloj, extraviado desde hace unos días. Y esa es la señal... ¿de qué? Pues ni idea.

NOTA – Dedicado a J y CH, prometo no volver a reírme de los males ajenos. Y también va por Zadelia y el calambre.
Un brindis.

jueves, 12 de febrero de 2009

si está BIEN

Llevo horas dando vueltas, intentando pensar en cada una de las alternativas. El que dice que la almohada es buena consejera, se equivoca. Ensayo frases de inicio. La comunicación es la base de todo.

Ya sé, aprovecharé la hora de la comida. Mejor una cena. No, en casa... Ir al aeropuerto. Nunca lo hago, ni tan siquiera estoy segura de la hora de llegada.

Me destapo y siento frío. Tiro del edredón hacia arriba. Me giro hacia el otro lado. No quiero ver la hora. Cierro los ojos y aprieto con fuerza los puños (decías que era un truco para conciliar rápidamente el sueño, me hacía tanta gracia …) No se oyen coches en la calle. No entra luz por el pequeño resquicio de la persiana, ni por debajo de la puerta del baño. Parece que el tiempo se arrastra, pero no se mueve. Voy a la cocina entre la oscuridad. Abro la nevera y me deslumbra. Un zumo bien frío me sentará bien.

De nuevo tumbada. Concentración. Respiro suavemente. Visualizo una imagen placentera. El mar, una pequeña cala de arena fina… El rumor de las olas.


¿Y si no quieres comprender?
Las gaviotas sobre el cielo azul…
Puede que hagas ese maldito gesto y me mires con indulgencia (sabes lo mal que me sienta).
El sol de invierno, la suave brisa…

Suena el despertador. Ni un segundo para la duda, me incorporo, me levanto y directa a la ducha. El agua hirviendo, siento el chorro en la cara y el cuerpo. Un café, muy cargado y una nube de leche. Me cambio de pantalones, los negros, mucho mejor.

Diseños, bocetos, decisiones milimetradas, zambullirse de cabeza entre papeles. A punto de reunirme con la jefa, me doy cuenta de que tengo el móvil apagado. Lo busco entre la selva en el interior del bolso. Siempre lo mismo, dónde estará? Marco el PIN, saludo de Nokia… Ojalá fuera así de sencillo, extiendo mi mano hacia la tuya. Cojo los documentos y echo una última mirada a la pantalla.

Podría discutir cada punto, forzar una prórroga para la presentación del proyecto, pero hoy es irrelevante. Cifras, datos, escucho y me dispongo a obedecer todas las órdenes recibidas. Salgo del despacho y camino lentamente.

Dos llamadas perdidas en la madrugada, y un sms con un largo texto de promociones navideñas. Qué raro, tan tarde… ¿Qué está pasando? Tal vez intuyes mi inquietud. No puede ser; simplemente soy una partícula invisible, que co-habita bajo el mismo techo.

Decidido, hay que hablar ya … “No estoy bien. Supongo que es evidente mi apatía… No puedo culparte solamente a ti. No sé desde cuándo… No estoy enfadada, ni dolida. Me he acostumbrado a tus silencios, a tus cambios de planes, a no contar contigo, a improvisar… Me siento muy sola. Me asfixio… Necesito aire, un cambio, vivir, sentir. Quiero viajar, volver a brincar en un concierto, emocionarme en una sala de cine, leer en la cama los domingos por la mañana, comer helado de chocolate, hacer fotos de las calles bajo la lluvia… Pero tú no tienes tiempo para compartir, para hablar, para reír, para soñar a mi lado… ”

Así mismo se lo voy a decir, todo seguido, sin que pueda interrumpir mi discurso. No hay respuestas correctas. Guía, nombres, inicial… Juan deja sobre la mesa los sobres y un pequeño paquete que de inmediato ocupa toda mi atención. Fuera de cobertura, cuelgo y me lanzo a rasgar ese torpe envoltorio (señal que te identifica de inmediato; que tantas risas ha provocado entre tú y yo, incapaces ambos de conseguir un resultado mínimamente digno). Una pequeña libreta de tapas duras y un CD plateado sin rotular. No lo entiendo, ni una nota… Escucho y suena una canción:

 


 HACE UN AÑO: Cuanto más, mejor

miércoles, 15 de octubre de 2008

Artefacto diabólico

Estoy convencida de que existe un complot. Alguien lo ha tramado a conciencia. Una mente perversa y cruel, puesta al servicio de intereses económicos.Todo empezó hace años. Fue el gran acontecimiento del día. Se acababan por fin las carreras a las once de la mañana. Bajamos para verla y de inmediato probarla. Aparentemente prometía comodidad y grandes satisfacciones. Un modelo algo arcaico, pero a quién le importa. Habíamos esperado meses para conseguirla y no íbamos a poner pegas por no ser la revolución del mercado.Introducir la moneda en la ranura, un sonido de descenso del metal y comienza la magia. Hay varias posibilidades: cortado, capuccino, mocaccino, leche manchada. Todo un universo a nuestra disposición. Opto por el clásico café con leche, ya habrá tiempo de nuevas sensaciones. Se muele el grano y se mezcla con el agua hirviendo. El olor es agradable. Se abre la pequeña compuerta y saco el vaso de plástico, de tamaño más bien reducido. Me lo llevo a los labios con sumo cuidado. Puede que esté demasiado caliente, pero la impaciencia es uno de mis peores enemigos. Un sorbito (en gallego, groliño, es una palabra que me hace mucha gracia…)NO PUEDE SER: ES INTRAGABLE!!!!!!Ahora ya nos hemos acostumbrado y solamente somos conscientes de la triste realidad tras un largo periodo de alejamiento.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Intruso

Noche calurosa de verano, con todas las tareas hechas y dispuesta a relajarme un rato. Enciendo el ordenador y tras una rápida mirada a los correos, busco un blog, y me quedo fascinada con sus fotos. Estaba realmente concentrada. Las ventanas abiertas para ventilar la casa. Se respira una inmensa tranquilidad. Son casi las doce. De pronto algo suave me roza el pie izquierdo, miro, y … GRITO. Se me paraliza el cuerpo. Huye despavorido hacia mi habitación. Como puedo, me levanto de la silla y cierro la puerta. Me lleva un rato recuperar la respiración. El susto no se me va de la cabeza. Antes de saber qué era, veo a un bicho gris peludo corriendo… UNA PESADILLA. Entonces toca entrar y conseguir que se marche por donde ha entrado (la ventana que comunica con un tejado). Está debajo de la cama. Yo aparentando tranquilidad, voz dulce y cariñosa, gestos muy lentos, intento mostrarle el camino, la silla y de ahí a la ventana. El corazón me va a estallar. Me mira asustado, con su carita gris a manchas. Es una monada, pero tomo mis precauciones por si tras mi aullido de pavor, está más aterrado que yo, y me lanza un zarpazo defensivo. Se acerca, pero no se decide, y, una y otra vez vuelve al refugio. Abro el armario y saco un chal de lana, lo llamo y lo agarro suavemente. Muy manso, se deja hacer, y ya con mucha más calma le explico que se tiene que ir, lo coloco con cuidado sobre la parte exterior, y cierro de inmediato.Todavía muy acelerada, reviso toda la casa palmo a palmo, por si ha venido acompañado. Parece que no. Cierro todas las ventanas, TODAS. Apago el ordenador (ya es muy tarde) y me acuesto, pero la verdad es que no puedo conciliar el sueño. Pienso en el rato que ya llevaba el gatito en casa. De hecho yo había escuchado “algo” muy cercano, pero siempre pensando que era fuera. Pretendía que yo apartara los ojos de la pantalla para mirar su cara de bueno, compadecerme y darle un delicioso manjar o mimitos.¿Y si de noche, de repente, saltaba algo sobre la cama…? ¿Había entrado en otras ocasiones? Qué horror. Sé que es muy irracional, pero la oscuridad no favorece… Vivía mis peores monstruos infantiles y con una edad en la que parece que ya no deberían existir.