martes, 26 de diciembre de 2023
Oda a la rutina
viernes, 24 de noviembre de 2023
Agujerofobia
"El amor no termina, aunque una historia sí lo haga. De eso se trata: no de esquivar esos agujeros, sino de saber dónde se encuentran y seguir tu camino sin miedo a caer en ellos, es decir, aprender a vivir con los finales sin renunciar a otros principios".
"Días sin ti", Elvira Sastre
Hace mucho mucho tiempo, en un país muy muy lejano, trataba de sobrevivir al sufrimiento una superheroína herida en lo más profundo de su corazón. Soportando el despiadado azote de una angustia huracanada y levantando las manos al cielo como una Scarlett O' Hara del reino de las hadas, aquella superheroína a Dios puso por testigo que nunca más volvería a ilusionarse, a creer en el amor, a participar en esa peligrosa gymkana al más puro estilo Humor Amarillo que son las relaciones románticas. No se veía capaz de levantarse de nuevo si volvían a derribarla y se retiró de la competición. Sin más.
Después pasaron los años, el huracán de las tristeza fue amainando y el miedo al dolor bajó de intensidad. La superheroína nunca se planteó volver a jugar, pero sin darse cuenta dejó de alejarse de las canchas deportivas, de evitar los eventos lúdicos, de esquivar los riesgos. Y la vida, que da muchas vueltas y es muy sabia, volvió a meterla en el combate. De repente y sin preguntar.
Y en medio del partido, sin plan ni entrenamiento previo, la superheroína sólo puede pensar en cuál será el siguiente golpe que la alcance y de donde vendrá. Si la bola gigante la tirará al agua o las cuchillas giratorias le afeitarán el flequillo o se le hundirá la pierna en arenas movedizas. No es capaz de levantar la vista y disfrutar del paisaje, necesita vigilar el suelo para tratar de evitar tropiezos.
Y es que, al final, todo se reduce a la gran pregunta:
¿Cómo se pierde el miedo a los agujeros?
miércoles, 22 de febrero de 2023
Un mundo de posibilidades
Totalmente de acuerdo con Maya.
Lo mejor es enamorarse, el proceso. Creo que es por LAS POSIBILIDADES. De todo
Las potencialidades de maromazo de turno, antes de que lo conozcas de verdad. Antes de que se confirme o se desmienta, a lo mejor es listo, a lo mejor es sensible, a lo mejor es bueno, a lo mejor es divertido. Puede que le gusten, como a ti, más lo perros que lo gatos. Quizá tenga tantas ganas como tú de ir a Nueva York. Todo lo bueno es aún posible.
Las oportunidades de que ocurran cosas guays. De encontrártelo por la calle cuando menos te lo esperas y que te anime un día chof. De tener una conversación que te caliente el corazoncito (y otras partes del cuerpo, de paso). De sentir ese chispazo mágico. De notar que te mira. De que hoy, POR FIN, se cosque del tema después de un mes de estar a por uvas.De esperar con ansía y disfrutar todas vuestras primeras veces de todo.
La ocasión de soñar. De que suban a Netflix la película mental que te has montado sobre vosotros.De ser exagerada. De emocionarte. De pensar que esto es por fin lo que tanto llevabas esperando. De CREER.
Enamorarse es tener delante un mundo de posibilidades. Y mola.
domingo, 18 de septiembre de 2022
La gran decepción chocolatera y besos Hacendado (Cuenta atrás 12)
No se mucho de casi nada, pero de chocolate SÉ. Esto es así y es así. Como buena adicta, a nivel usuaria tengo muchísima experiencia en saborear este producto en sus diferentes formas y estilos. Por eso puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que una de las mayores decepciones del mundo es comer un chocolate "malo".
Aclaremos conceptos: ¿puede un chocolate ser malo? A ver, siempre estará más bueno que unas acelgas, claro, tampoco nos volvamos locos. Pero la diferencia entre uno bueno y uno que no lo es resulta tan abismal, tan TAN ABISMAL, que la decepción lo eclipsa todo y minimiza cualquier asomo de disfrute. El problema son las expectativas, por supuesto. Te esperas un momento de gloria, de éxtasis, que te ayude a sobrellevar los sinsabores de esta vida perra y luego lo pruebas y meh. La sensación de estafa es gigantesca.
Y eso sin tener en cuenta el tema de las calorías, la salud y tal. Comes chocolate haciendo frente a un descomunal cargo de conciencia (el azúcar es el demonio, los lípidos taponarán tus arterias, bla, bla, bla) porque necesitas desesperadamente un cable que te ayude a tirar pa'lante. Ves un pastel, una tarta, un bollo con pintaza y piensas: "Me falta el canto de un duro para tirarme por la ventana, esto se considera medicación de urgencia" y cuando te lo comes resulta que te han dado gato por liebre. De grasas, colesterol y todo lo malo, lo que quieras. De la paz mental y el placer prometido por los hidratos de carbono y dulces, ni rastro. O tan tan tan poquito que te sientes la víctima del timo del siglo. Victor Lustig, el espabilado que vendió la Torre Eiffel dos veces, una hermanita de la Caridad comparado con el iluminado que te haya tangado de semejante forma.
Aunque no seais tan adictos como yo, esta sensación la habréis vivido, me imagino. ¿Localizáis ese sentimiento de decepción, de desengaño, de desilusión absoluta? Bueno, pues lo mismo con los besos (a ver si os habíais creído que os voy a meter esta chapa sólo para hablar de comida, que este blog es superficial, pero no tanto, hombre. Un voto de confianza.)
Pues eso, que los besos con gente que te encanta, que te remueve por dentro, que hace que te tiemblen las rodillas son el chocolate bueno, la medicación de urgencia, ese momento de éxtasis. Te olvidas de donde estás, de como te llamas, de qué año es. Y luego te haces arrumacos con gente cuyo nombre no te dan ganas de gritar desde los tejados y meh. Pero tan tan meh que no llega ni a compensar lo malo. Los besos no tienen grasas saturadas que te taponen las arterias, pero sí toneladas de ruido mental que te satura el cerebro: que si no me ha llamado, que si le llamo yo, que si por favor que me deje de llamar de una vez... Vamos, lo que viene siendo el ruido de cuando la cosas no fluyen.
Barullo perpetuo en la cabeza y la sensación de timo del siglo. ¿Merecen la pena las sesiones de besos Hacendado? Razonen sus respuestas.
martes, 30 de agosto de 2022
Talento antiligoteril 1: fe en la telepatía (Cuenta atrás:17)
No vamos a ponernos a hacer una lista de mis innumerables "antitalentos" en cuestiones románticas-ligoteriles porque no acabaríamos. Y porque me imagino que habrá un montón de cosas que hago mal y que no me doy ni cuenta. A ver, que igual yo no soy la más espabilada de la sala, pero que ya acumulo unos añitos de desastres sentimentales, aunque sea a base de tortazos algo habría aprendido, ¿no? Un voto de confianza, por favor.
Cuestión, que una de las cosas en las que sí sé que la cago cuando me mola un chico es que tengo demasiada fe en la telepatía. Me da corte/miedo/terror decir o mostrar lo que siento y me convenzo a mí misma de que si lo pienso muy fuerte él lo va a pillar sin necesidad de palabras. No, el Nobel no creo que me lo den, no. Pero vamos, que no soy la única, estos dos de abajo están en mi club y quién lo diría porque son unos cracks
(Toda la entrevista está muy bien, pero a lo que me refiero lo cuentan en el minuto 3,44, por si tenéis prisa.)
No sé qué me hace ser tan cagona. Algo tendrá que ver el hecho de que el 90% son misiones imposibles en plan kamikaze, me imagino. Pero incluso cuando no es ese el caso, me puede la presión. Doy por sentado las calabazas (no contemplo otra alternativa) y me sepulta la avalancha de consecuencias que me imagino tras el rechazo: lástima, incomodidad, vergüenza, ridículo, distanciamiento. Todo el pack.
Me cabrea sobre todo las dos últimas porque, leche, sólo me machaco a mi con eso. El amor no correspondido no me parece una debilidad en los demás. Al contrario, lo veo sincero, apasionado, valiente, de tener dos cojones o dos ovarios bien puestos. Sin embargo, yo me siento patética queriendo a alguien que no me quiere y dejando que lo sepa. Una gilipollez, ya lo sé. Lo del distanciamiento también me irrita porque implica conformarse con nada. Si no le molo, al menos que sea mi amigo. Si no, que me hable de vez en cuando. Si no, que me mire. Migajas cada vez más y más pequeñas, como si no me mereciera el pastel entero. Sí me lo merezco. Todos lo merecemos.
Pero en fin, que no he venido aquí a lloriquear, sino a buscar soluciones a los talentos antiligoteriles de los que soy consciente. Y para este en concreto creo que acabo de encontrarla en la letra de una canción. Porque me pensaba que el problema es mío, incluso después de soltar la bomba, cuando, en realidad, cascarlo es pasarle el marrón al otro. La pelota está en su tejado, tú has hecho tu parte, todo lo que estaba en tu mano. A partir de ahí, que el otro arree, la cosa no va contigo. O dicho en bonito:
Si algún día me acerco y te miro
Y te digo que te amo y ya está
Tú verás lo que harás, tú verás lo que harás
Yo te he dicho que te amo y ya está
viernes, 22 de julio de 2022
Arde
En estos tristísimos días en los que España se quema por los cuatro costados me acordaba de la definición que da la RAE de la palabra incendio. Nunca me había parado a pensarlo.
Destruye lo que NO DEBERÍA quemarse. Claro, ahí está la clave. Si fuera algo previsto, deseable, que hemos empezado nosotros a propósito sería una hoguera, o un punto de calor para cocinar, o una vela. Sin embargo los incendios arrasan, devastan, asolan, destruyen. Están fuera de control. Escapan a NUESTRO control, más bien.
Nada, ningún elemento, es en sí mismo ni bueno ni malo. El fuego calienta, alumbra, esteriliza, ablanda. Alimenta, porque hace comestible lo que no lo era. Siempre que esté quietecito dentro del redil, claro. Pero ay, amigo, como se te vaya de madre...
Pues con el amor un poco lo mismo, ¿no? En dosis moderadas, vale que vale, pero OJO CUIDAO como se ponga furo... que te la lía.
Os ha pasado, me imagino...
domingo, 3 de abril de 2022
Deja de colarte
Ir a la playa un sábado y que el jueves siga saliendo arena de la funda de las gafas de sol que, en teoría, no habían llegado a mancharse.
Regar poco una maceta llena de tierra compacta y que al rato el agua que parecía que no sobraba termine filtrándose por debajo.
Cerrar la puerta de la cocina para que no salga el humo de la sartén y que igualmente toda la casa huela a croquetas.
Sellar bien las ventanas y que siga notándose corriente en el pasillo.
Ponerte ocho capas de ropa de abrigo y sentir el frío llegando hasta tus huesos.
Eres arena, agua, olor, viento, frío.
Te cuelas en mi mente cerrada a cal y canto todavía no sé muy bien a través de qué resquicios. Te cuelas con canciones, con anuncios de televisión, con ojos de desconocidos que recuerdan a otros ojos, con formas de hablar que resultan familiares, con chascarrillos absurdos.
Te cuelas por todas partes como la arena, como el agua, como el olor, como el viento, como el frío.
Deja de colarte.
viernes, 18 de marzo de 2022
Bombonazo Al, desafortunado en amores
Este miércoles no ha habido en este blog la entrada correspondiente y eso sólo tiene un culpable.
Mi Al
Yo no he tenido nada que ver. Poquísimo. Casi cero.
¿Por?
Porque este bombón (inexplicablemente no añadido hasta ahora mi colección de maromazos, fallo imperdonable que procedo a subsanar sin la menor dilación) me ha tenido colapsada estos días. Me ha quitado el aliento, horas de sueño y las pocas neuronas operativas que quedaban en mi cerebro.
De nuevo: ¿por?
Yo que sé, colegas. Porque no es que sea nuevo, precisamente. Quiero decir, que este dios griego lleva paseándose por las pantallas de pelis y series desde antes de que le salieran los dientes de leche. Ya le tenía visto. Y aunque parezca increíble, antes era hasta más guapo que ahora. Bueno, por lo menos con rasgos faciales más perfectos, más simétricos. Pero no sé, es que con los años ha ido ganando en magnetismo, ¿no? Como más intensidad. Ya no son los ojos, sino la mirada. O me lo parece a mi que estoy bajo los efectos de la sobreexposición, que también podría ser.
El caso es que esta semana he visto muchos trabajos suyos de diferentes épocas, más que nada por curiosidad, por hacerme una idea de qué trayectoria había tenido. Y metida en la vorágine de vídeo varios, se me han colado algunas entrevistas y reportajes y, claro, para qué queremos más. Resulta que aparte de guapérrimo, este bombonazo es simpatiquete. Y bromista. Y sensible. Y humilde. Y saludable. Y bastante centrado. Lo que me faltaba para el duro.
Porque todo eso le hace merecedor de lugar destacado en mi galería de maromazos, por supuesto. Pero ¿no os da como rabia cuando alguien lo tiene todo? En plan guapo, inteligente, simpático, con dinero, con éxito profesional, personal...
Ups.
Personal no.
Personal, regulinchi.
Y en este quinto párrafo viene, por fin, el meollo de la entrada. El plot twist. Porque esta preciosidad, como otros de su calaña tipo George Clooney y Leonardo Dicaprio, se considera, o eso dice, desafortunado en amores. Tiene una novia y otra y otra y otra y otra y otra, a cual más buenorra y maravillosísima, y nunca termina de encontrar a la definitiva. Lo mismito que le pasaba a mi George (hasta que se cansó de dar tumbos y se quedó con lo que, estaremos todos de acuerdo, es más una amiga que otra cosa) y Leo.
Y me da igual cuál sea la causa, ¿eh? Me da lo mismo que sean ellas las que les han roto el corazón, que ellos sean tan insoportables que nadie les aguanta o que no tengan capacidad de quedarse con alguien, que padezcan la maldición del "necesito siempre algo nuevo" (porque eso, chavales, tiene que ser a largo plazo una maldición. Os pongáis como os pongáis. Estar perennemente insatisfecho. Menudo suplicio.)
La razón no importa. Lo importante es que los ricos (y en este caso los guapos) también lloran por amor. Y a mi, que soy pelín mala persona, eso me consuela un poco, ¿no? Son dioses griegos, pero sufren, como todo hijo de vecino. Bienvenidos al club. Mal de muchos consuelo de tontos, pero por lo menos es un consuelo.
Dicho lo cual, Alex, bombón, tengo un mensaje para ti. Si necesitas poner fin a tu sufrimiento amoroso, aquí tienes una voluntaria. Yo me sacrifico y me quedo contigo. Por las bromas que te he visto hacer en las entrevistas, tenemos el mismo nivel de tontuna en sangre. Nos íbamos a reír mogollón. Piénsatelo.
miércoles, 16 de febrero de 2022
Locuras sintonizadas
El domingo fue San Solterín y el lunes San Valentín, así que, por mucho que este blog quiera escapar de los convencionalismos y de las celebraciones de centro comercial, esta semana tocaba hablar de amor. Hablemos, pues.
miércoles, 9 de febrero de 2022
Ser el "por supuesto" de alguien
De las cosas que rodean a escribir y publicar un libro hay varias que me llaman mucho la atención. Una de ellas es la dedicatoria. "Parir" una novela, una historia, me parece un trabajo tan ímprobo como dar a luz un ser humano y por eso ponerle un título y decidir a quién se la dedicas me parece algo tan importante y tan difícil como escoger nombre para un hijo.
Por eso las dedicatorias me encantan y siempre las leo con curiosidad. El otro día encontré en Twitter un hilo que repasaba a quién se dedicaban algunas obras conocidas de autores famosos. Me gustaron muchas, la que más ésta de García Márquez en «El amor en los tiempos del cólera».
martes, 25 de enero de 2022
Arquetipos
"Su sonrisa era como el haz de luz de un faro y hacía que todo el mundo se sintiera un poco más seguro. También era una orden, obligaba a todos los demás a devolver la sonrisa".
El bar de las grandes esperanzas. J R Moehringer
(Al loro, que sólo llevo 20 páginas del segundo libro de J R Moehringer que me leo y ya estoy usando una frase suya para una entrada de este blog. Esta vez ni siquiera he esperado a la mitad del libro como en el de Agassi. ¿Creéis que esto ya se puede diagnosticar como enfermedad? Yo creo que sí, ¿no? En finnnnnnn)
Lo que más me gusta de ti es tu sonrisa, sin duda. No sabía por qué hasta que lo leí el otro día en un libro. Me encanta porque no es que sea contagiosa, es que es una orden. La ves y te obliga a sonreír. No hay escapatoria.
Diría que me gustan más cosas de ti, pero en realidad casi todo es inventado. O deducido, que en el fondo viene a ser un invento aguachinao, de garrafón. Supongo que por eso hace tiempo ya que tú no eres tú, sino un personaje. Un arquetipo, más bien. A ver como te explico esto...
¿Sabes las obras de teatro clásico, las de la Comedia del Arte, por ejemplo? Se llamaran como se llamaran, tuvieran el argumento que tuvieran, siempre seguían unas pautas fijas con un elenco de protagonistas y secundarios idéntico. Está Arlequin, que es holgazán y glotón, Polichinela que suele ser ladrón y estafador, Colombina, confidente de la prota femenina... y los enamorados y las damas, claro, que eran los principales. Cambiaban los actores, los nombres y las aventuras que vivían, pero los arquetipos eran casi iguales de una obra a otra.
Pues tú ahora eres eso, el arquetipo del enamorado. La máscara. El molde. Fuiste el último que vistió el personaje y por eso se le ha quedado un poco tu olor, tu esencia. Eso mezclado con los sentimientos generales (no concretos) que caracterizan ese rol, forman la brumilla que continúa asociada a tu nombre en el reparto. Pero son sólo eso, restos.
Cuando toque (espero que pronto) aparecerá un nuevo candidato para el papel. Su tono, su modulación, su intensidad, su proyección de la voz, su capacidad de improvisar y su movimiento en el escenario generarán material para rellenar el molde que ahora está vacío. Y entonces sí, POR FIN, se producirá el relevo, se añadirá su nombre en el reparto y tú podrás irte al camerino a descansar. Que ya tendrás ganas, supongo.
Yo, desde luego, no veo la hora...
miércoles, 8 de septiembre de 2021
Atención amorosa
¡Qué cabrita es la atención a veces!, ¿eh?
Porque, vale, el cerebro no puede captar a la vez la montonada de estímulos a los que nos vemos expuestos en cada segundo de nuestra vida, así que elige unos cuantos, que son los que procesamos. Normal, no se puede llegar a todo.
Y vale que si, además, nos concentramos en algo muy concreto se nos escapa prácticamente todo lo demás. Y a las pruebas me remito, no hay más que ver el experimento del vídeo de abajo. A los que no lo conozcáis no doy detalles para no hacer spoilers. Al resto ya sabéis de lo que estoy hablando.
Menos exagerado que cuando nos concentramos tantísimo en algo, esto ocurre a menor escala en todas las facetas de la vida. ¿El culpable? El sistema activador reticular ascendente, que nos hace fijarnos en lo que nos interesa. Por eso cuando estás decidiendo si comprarte un Opel Corsa rojo de repente ves ese coche muy a menudo por la calle o cuando te planteas formar una familia, "casualmente" no haces más que encontrarte embarazadas por todas partes. Nos fijamos en lo que pensamos.
De esta base parten algunas de las teorías (excesivamente optimistas, en mi opinión) de que atraes en la vida lo que llevas dentro. Que si visualizas todo el rato cosas buenas, te pasan todo el rato cosas buenas. Y en finnn, no sé... Eso es irse un poco pa'lo hondo, yo creo. Pero lo que sí es cierto es que no se puede encontrar lo que no se busca. Me voy a explicar.
Leí el otro día en el último libro de Marian Rojas que el sistema activador reticular ascendente también influye a la hora de elegir pareja. Ella sostiene que si tienes claro lo que quieres en una relación será más fácil que aparezca porque tu cerebro lo buscará todo el tiempo, sin que te des cuenta. Por eso será más probable que "lo veas", (te fijes) cuando se te cruce. Es decir, no se trata de un milagro que hace aparecer a la persona de tu vida como por arte de magia, sino más bien de un dispensador de collejas virtual para que espabiles y te cosques si cuando te lo encuentras estás a por uvas.
A mi esto segundo no me parece imposible y entonces viene cuando la matan, claro. Porque lo siguiente que sostiene Marian en el libro es que necesitas saber qué tres características consideras más importantes en una pareja.
¿Tres ?
¿¿Tres??
¿¿¿Sólo tres???
¡Qué pocas!, ¿no? ¿Vosotros podríais elegir? Yo lo estuve pensando el otro día y me cuesta, la verdad. Había que decidir entre inteligente, interesante, con valores, atractivo, culto, inquieto, extrovertido, de hábitos saludables, activo, cercano a su familia, tacaño o maniroto a la hora de gestionar el dinero, deportista, con ideas políticas y religiosas compatibles con las propias, que le gusten los animales, que tipo de aficiones tiene... El listado era largo y había que escoger sólo tres.
¿Cuáles son las vuestras? A ver si me inspiro...
domingo, 22 de agosto de 2021
Teorías amorosas indemostrables
¿Creéis en el amor a primera vista? ¿Y en las almas gemelas?
Yo no.
O sea... como diría Chandler en Friends, no creo en las almas gemelas, creo en morenos altos y guapos que le tiran los tejos a mi mujer. Es decir, estoy de acuerdo en que alguien, de primeras, te puede llamar la atención por su apariencia. Que te parezca guapísimo. O que no sea tanto una cuestión estética como física: una manera de mirar, un tono de voz, un olor, una forma de moverse, de tocar... Me refiero a que puede ocurrir, aunque a mi no me pasa casi nunca, que te fijes en alguien por cuestiones ajenas a su personalidad (que aún no conoces) y que sólo eso te haga querer conocerle (y lo que surja). Con el riesgo medio alto de que cuando le conozcas resulte ser un mamarracho y se acabó lo que se daba, amiguis.
Si eso se puede considerar amor a primera vista... entonces, vale, sí, aceptamos pulpo como animal de compañía, sí que creo en eso. Pero creo más bien poco, ya veis, en plan bastante light.
En lo que creo más es en algo igualmente fantasioso y poco realista. Mucho menos realista que lo del amor instantáneo, de hecho. Me acordé el otro día viendo ese gran bodrio clásico en el que se ha convertido ya Mientras Dormías. Hay veces que te gusta alguien y estás convencida, porque lo sientes con toda claridad en el fondo de tu corazón, que si esa persona llegara a conocerte bien se enamoraría de ti.
El problema es que no abren la puerta y no te den la oportunidad de demostrarlo.
viernes, 5 de marzo de 2021
Últimamente
Y es que últimamente me pasa un poco esto. O sea, no como lo que le pasa a Ismael, no con alguien en concreto con el que has estado y al que echas de menos. Más bien al contrario. Alguien con el que no has podido estar (porque lo que no puede ser, no puede ser, la vida es así y estas cosas pasan) y tienes nostalgia en vez de hacia atrás, hacia adelante. Es decir, no echas de menos aquello que pasó sino que anhelas (que es, en realidad, otra forma de echar de menos) todo lo que no pasará en el futuro porque no has podido ni puedes estar con él.
¿Me explico? Seguramente no, se nota que es viernes y que no me da el cerebro para mucho más. Pero vamos, que como diría Ismael "en cada esquina acecha un ratero para robarme las felicidades" "la vida me parece una fiesta a la que nadie se ha molestado en invitarme" "planeo una huida, para rehacer mi vida, probablemente en Marte" "han de venir tiempos mejores, cometeré más errores, daré menos explicaciones y haré nuevas canciones" (o actualizaciones de blog) y sobre todo "últimamente me cuesta tanto, tanto, tanto no amarte".
Pues eso.
sábado, 10 de octubre de 2020
La maldición de las novias advenedizas
Los habituales de estos lares saben que el surrealismo es un elemento bastante constante en mi vida fruto, seguramente, de algún cóctel de maldiciones que me echó alguna bruja resentida porque mi madre era más guapa que ella o algún supervillano con mal perder al que SpeedyDad mandara en su día a tomar aire fresco. No sé, nadie me ha contado el origen del problema, pero el hecho es que las maldiciones son el pan de cada día en mis andanzas: la maldición del primerizo, el surrealismo teledirigido, la maldición de las novias advenedizas... ¡Ah! ¿Que no os he contado nada aún de la maldición de las novias? Pues no os lo perdáis, que es de traca.
A verrrr, así en plan sencillo. Por emplear un eufemismo amable, yo soy la nemesis de Casanova, es decir, lo contrario a su superpoder: si él sabía hacer caer rendido a sus pies todo objetivo amoroso que se propusiera yo soy lo opuesto TOTALMENTE. El 99% de las veces no les gusto a los chicos que me interesan. Bueno, no sé si no les gusto o es otra causa porque casi nadie se molesta en aclararme el motivo, pero el hecho es que en pocas ocasiones acabamos juntos tipo final feliz de peli romántica.
¿Cómo acabamos? Guay, en plan solo amigos, buen rollo total. ¿Y qué pasa? Que tarde o temprano termina llegando una novia que ocupa el puesto de mis aspiraciones fallidas y con la que, obviamente, no me queda otra que mantener la buena vibra. A ver, es la novia de un amigo, van en pack. Y además la pobrecilla no tiene la culpa de que el chico de turno no se enamorara de mi. Y eso sin contar con que los que me molan son siempre chavales cielazos, así que si a él le gusta, será que es maja. Y yo soy muy consciente de todo eso, el problema es que también soy humana y la mayoría de ellas me caen mal. Por lo menos al principio. Simple y llana envidia, claro, como me caen mal los millonetis dedicados en exclusiva a viajar por el mundo tomando el sol y bebiendo cocolocos. No los conozco de nada pero me caen gordos. Tampoco es que les desee ninguna desgracia, entendedme, simplemente estoy en desacuerdo con su felicidad eterna. Pues con las novias advenedizas un poco lo mismo.
Y diréis, "pues chica, Speedy, lo normal, nos pasa a todos, que maldición ni maldición". El problema es que, misteriosamente, el 99% de estas chicas se quieren hacer mis mejores amigas. Que si coincidimos en tal, que si vamos al mismo no sé qué, que si patatín, que si patatán... allí las tengo, hasta en la sopa. Y ellas son majas y yo les agradezco la amabilidad, en serio, pero es que a mi, al principio sobre todo, hasta que se me pasa el cuelgue, me caen mal. Me recuerdan mi propio fracaso, lo que no he podido conseguir. Son un trailer permanente de como debería estar siendo mi vida perfecta junto a Maromazo Maravilloso de Turno, sólo que las protas son ellas y no yo. Y claro, lo llevo regulero. Me da envidia. Me cabrea. Me hace sentir pequeñiiita e inferior. Una caca de la vaca Paca.
Y además me siento culpable porque ellas se empeñan en contarme que van a a hacer el plan que sea con Maromazo Maravilloso o en preguntarme qué le pueden comprar por su cumple y yo procuro que no se me oiga mientras pienso super alto: "A ver, hija mía, si me encontrara la lámpara de Aladdin el primer deseo que le pediría al genio es darle un muerdo a tu novio. De verdad, no estoy para discurrir regalos". Probad a sonreír e improvisar una respuesta adecuada mientras tenéis pensamientos de este calibre. Se pierden años de vida. Os lo digo sinceramente.
Pero yo disimulo, claro, qué remedio. Y Maromazo Maravilloso de Turno se alegra un montón de que el amor de su vida y yo nos llevemos tan bien y lo fomenta, lo favorece. Se mete en el bullullu. Y nos convertimos en el trío la la la. Uuuuna vez, y otra y otra. Si me dieran un euro por cada vez que he tenido que hacer guardias, o ayudar a preparar fiestas sorpresa o mediar en conflictos de Maromazos Maravillosos recién perdidos con novias advenedizas recién estrenadas, a estas alturas sería millonetis, me dedicaría a viajar y beber cocolocos y sería yo quién le caería gorda a una tal Speedy que escribe en blogs.
En finnnnnnnnn... Si esto no es una maldición, que baje Dios y lo vea.
martes, 28 de julio de 2020
Un okupa en mi músculo aórtico
Yo lo sé bien porque a mi me cuesta un mundo dar relevos en el alquiler de mi músculo aórtico (¡Toma cambio de tema! No os esperabais este salto fuera de lo deportivo, ¿eh?) Llega un notas, que ni siquiera es siempre un dechado de virtudes precisamente, se apoltrona entre mis aurículas y ventrículos y ya no hay manera de echarlo de allí, oye. En parte es porque soy una cabezota, en parte porque como me invento todo a veces les subo a pedestales que no tocan y en parte (sobre todo) porque no hay relevo. Me cuesta un mundo encontrar candidatos (y no es por exigir demasiado, que ya os veo venir, eso lo hablamos en otra entrada si queréis) y mientras no hay nadie nuevo, el antiguo sigue en el puesto. Con poco entusiasmo por parte de todos los implicados, todo hay que decirlo, pero allí sigue.
Tiburcio lleva de okupa en mi músculo aórtico desde ni se sabe. Yo lo calculé el otro día y flipé en colores así que si él llegara a enterarse se quedaría de piedra, el pobre. Sobre todo porque (por lo poquísimo que lo conozco si restamos lo inventado) tampoco es nada del otro mundo. A ver, que el chaval es majo, pero claramente ha batido el récord de permanencia por las circunstancias, claro. Primero me dio el Jamacuco Supremo (JS) que me dejó blandita y sin poder buscar alternativas durante bastante tiempo. Luego estuve colapsada con mis movidas varias y no tenía el coño para farolillos (nunca mejor dicho) y después ha llegado el puto bicho del demonio que ha paralizado todo y más que nada esta área donde la distancia de seguridad ya tal. Conclusión: Tiburcio inquilino cardíaco AÚN. Y sin pagar ni un duro, el tío. Qué morro.
Bueno, en realidad sí aporta, claro, si no ya habría encontrado la manera de desahuciarlo, supongo. Sin él saberlo, durante el JS fue mi lugar feliz y me ayudó a dormir en noches muy duras y llenas de miedo. Sin él saberlo, suplió la parte de fuerza de voluntad que me faltaba para hacer cosas que ahora me alegro de haber hecho. Y sin él saberlo ha contribuido a soportar este confinamiento, poniéndole cara a las esperanzas de una vida mejor cuando esta pesadilla acabe de una vez por todas. A veeeerrr, tranquilidad en el frente, que le ha puesto cara en plan light, ¿eh? No estoy loca ni soy una stalker. Si no hubiera estado él le habría puesto cara mi Zac o el protagonista super-majérrimo del último libro que me estoy leyendo. Vamos, que era una cosa más bien simbólica, ya me entendéis. Pero bueno, ahí ha estado, contribuyendo a la causa de no cortarme las venas. Sin saberlo, claro.
Tiburcio es un okupa duradero porque no da mal. No pone la música alta, ni causa problemas con los vecinos, ni estropea las paredes. Ayuda a aligerar la bruma en días grises pero no tiene entidad suficiente para provocar sentimientos negativos, así que es inofensivo. Por eso no le echo, me imagino.
Aún así, ¡qué ganas de que llegue su relevo! ¡Qué ganas!
miércoles, 4 de marzo de 2020
Felicity ¿stalker? Matizaciones
El otro día hice una entrada sobre Felicity preguntando si era o no una stalker. En los comentarios me dijeron, con buen criterio, que hacer cosas así demuestra inmadurez y mala gestión de las emociones y bueno... estoy de acuerdo, pero sólo un poco. A ver si consigo explicarme.
No hablo de casos tan exagerados como el de la prota de esa serie, claro. Cambiarse de ciudad por un chico con el que apenas has hablado es bastante locura y sí, poco sano y pelín stalker. Pero si lo pensáis, a pequeña escala, con gestos menos grandilocuentes, todos hacemos lo mismo. La diferencia es si nos atrevemos a mostrarlo o lo ocultamos por miedo a parecer unos locos.
Quiero decir... en el 90% de las relaciones que empiezan los implicados casi no se conocen. La chispa salta por algún detalle (el físico, una manera de mirar, una risa... lo que sea) y cuando ambos empiezan a quedar es cuando hablan, descubren si encajan realmente o no y la cosa funciona o se va a pique. Hasta aquí todos de acuerdo, espero...
El de arriba es el escenario ideal pero la vida no es una serie ni una peli y hay muchísimos casos en que el tema lleva otro orden y otro ritmo. A veces no es evidente desde el principio que la chispa sea mutua, o para uno de los implicados no es el momento o hay el inconveniente que sea. La pareja no se forma pero los sentimientos no desaparecen mágicamente. En mi opinión no es una cuestión de madurez o de gestión emocional. Hay personas que tienen más facilidad para que les guste gente y por tanto para olvidar historias previas y a otros les cuesta más. No creo que sea algo que se pueda decidir ni cambiar, cada uno es como es.
Y entonces nos queda este escenario, cero de ideal pero mucho más real. A B le gusta A. No está enamorado, claro, porque no la conoce realmente, pero le interesa. Se fija más en sus reacciones, en sus gustos, en los detalles y sin querer (y esto lo hacemos todos, reconocedlo) se "inventa" como es B. Y por supuestísimo, no se inventa un monstruo precisamente, sino alguien ideal y perfecto que, justamente por eso, le sigue gustando. A es consciente de que la B que se ha inventado no tiene ninguna base real y que puede que no exista, así que, con gran acierto, no organizará su vida entorno a ella. No se cambiará de ciudad, ni correrá por el aeropuerto para evitar que el avión despegue, ni le pedirá matrimonio con un anillo que ha ganado en una máquina de bolas de las ferias. No lo hará porque sabe que todo es inventado y porque no quiere que le tomen por loco, por stalker, pero muy muy muy en el fondo, querría hacerlo. Todos querríamos.
Querríamos tener la oportunidad de cambiar las cosas, de situarnos en el escenario ideal del párrafo de arriba en el que la pareja arranca, empieza a conocerse y tiene ocasión de averiguar si encaja y si la cosa funciona o no... Querríamos tener la oportunidad de intentarlo, de saber si lo que nos hemos inventado tiene algo de real. Querríamos quedarnos tranquilos estando seguros de que hemos puesto todo de nuestra parte para comprobar si lo que intuíamos genial lo es realmente.
Que Felicity decida en qué universidad estudiar y en qué ciudad vivir sólo porque cree estar enamorada de Ben, al que apenas conoce, es bastante stalker y nada sano. Que Felicity se mude lejos de sus padres porque necesita darle un giro a su vida y valerse por sí misma y que en esta nueva etapa se atreva a echarle un par y decirle a un chico que no conoce mucho que le encanta... pues bueno, ya es otro cantar.
No sé si me estoy explicando...
(*Aclaración: no creo que haga falta ni decirlo, pero por si caso- Todo lo que cuento en esta entrada se aplica en el supuesto de que el tema no esté claro aún por lo que sea. Si ya te han dado calabazas definitivas lo que hay que hacer es asumirlo y tirar pa'lante. No es no, amiguis)
viernes, 28 de febrero de 2020
Felicity: ¿stalker o romántica?
Bueno, da igual que no la hayáis visto porque esta entrada no va de series sino de haceros una pregunta de la que me he acordado porque era el desencadenante de la trama. Resumo: Felicity es una chica guapa, inteligente y simpática (aunque pelín sosa, he de añadir) que decide estudiar lejos de casa de sus padres para darle un giro a su vida (dice ella) pero también persiguiendo en plan un poco stalker (esto lo digo yo) a Ben, el chico del que ha estado toda la vida enamorada en secreto y que es el guay del insti. Luego ya llega allí, el chaval le da mini calabazas previas (que después no serán calabazas, ya os podéis imaginar, si no, no tendríamos serie), conoce gente, se topa con Noel (mi precioso Scott con cara de más buena persona que nunca) y se va despistando de lo del stalkeo. Vamos, una serie bastante típica de esa época.
Total, que aunque era bastante pazguata, a mi Felicity me caía bien. Lo de que no se diera cuenta al instante de que Noel era el tío más increíble sobre la faz de la tierra me parecía inexplicable, pero dejando aparte ese misterio insondable para mi, el personaje tenía muchas cosas molonas. Se "escribía" cartas con su tía para contarle su vida y en lugar de usar papel y boli empleaba una grabadora y le mandaba las cintas (el no va más de la tecnología en aquella época). Era observadora y sensible. Y para ser tan pava le echaba bastantes huevos a casi todo. Porque a Ben no tarda mucho en soltarle que se ha plantado allí por él y para decir algo así tienes que tener unos conjonacos como los del caballo de Espartero. Eso hay que reconocérselo. Me imagino que además yo me sentía bastante identificada con ella porque Felicity, en realidad, no conocía al chico, estaba (como me suele pasar a mi) enganchada a un amor inventado. Cuando de verdad descubre como es estando allí la cosa cambia y bueno, no os cuento más, ya veréis la serie si queréis.
El caso es que a eso quería llegar yo, a preguntaros como reaccionaríais si os ocurriera lo que a Ben. Alguien que conocéis poco más que de vista os dice que le gustáis tanto que se ha cambiado de ciudad por vosotros. Y quién dice cambiarse de ciudad, dice estar muy interesado, haberse fijado muchos más en vosotros que vosotros en él...Ya me entendéis. ¿Qué se os pasa por la cabeza?
-Entráis en pánico. "Ese/a está girado/a", pensáis."Algo malo tiene que tener para que yo le parezca tan estupendo", añadís. Vosotros, siempre tan benevolentes y amables con vosotros mismos.
-Os sentís halagados. De hecho, saber que le interesáis facilita que os intereséis por el/ella.
-Una mezcla de las dos opciones.
¿Y bien?
lunes, 7 de octubre de 2019
No tiene pinta, no...
A ver, que yo mi parte de culpa la asumo. No me gusta nada el ligoteo por internet y por eso tampoco se me da demasiado bien. No me adapto. Parto del convencimiento inicial de que hay mucho perturbado al otro lado de la pantalla que me hará la vida imposible si la cosa sale mal, por lo que me cuesta un mundo empezar a dar información real sobre mi. Me parece muy forzado contarle mi vida a alguien que no conozco de nada y que (insisto) aún no ha demostrado no ser un girado de la vida. Y además...
Me aburre y me agobia a partes iguales tener 18 conversaciones abiertas a la vez con 18 personas distintas y me niego a estar hablando con alguien y tener que esperar dos horas cada respuesta porque has pillado al otro por la calle, o en el bus o currando y no está como para escribir seguido. ¿Que opciones nos deja esto? Una que a mi me parece muy útil para los inicios: correos cortos. Un parrafillo preguntando algo, sacando algún punto en común, haciendo alguna gracia... un método bastante eficaz, además, para distinguir si podrías mantener una conversación en la vida en 3D o si no tienes nada que ver con el susodicho y mejor dejar el tema aquí.
Bueno, pues se ve que lo de los correos cortos es el mal absoluto, el horror, la peste, la hez. Increíble, oye. No sé lo que os han hecho los correos cortos, pero cuanto rencor acumulado tenéis hacia ellos. En mi nueva y más desafortunada que nunca aventura ligoteril internetera lo he comprobado una y otra vez. Me he encontrado de todo:
---El iluminado que después de 2 mensajes de tres líneas me dice que mis correos son muy densos, que no está acostumbrado a leer tanto y que se le da mejor hablar.
Pues chico, eran 50 palabras en las que te preguntaba qué tal el viaje a Tenerife que habías hecho en verano. ¿Eso te cuesta? Pues con esa capacidad de concentración tendrás problemas hasta para andar y respirar a la vez ¿no?
---El flipado que pone una foto de escalada y no ha escalado en su vida.
Si hago una broma sobre los pies de gato y no la sigues, no has tocado roca ni en sueños, compañero, eso lo sabes tú, lo sé yo y lo saben los niñitos de África. Ya empiezas mintiendo en la foto, pero es que además tu técnica para que no se note es... en fin, me faltan las palabras.
-¿De qué barrio eres?
Se me ocurren miles de razones, a cual peor, para que emplees ese horrible iniciador de conversación:
-¿Por qué? ¿Llevas una tobillera de arresto domiciliario y no puedes alejarte más de 20 metros de tu casa sin que pite?
-¿Por qué? ¿Tienes una dejadez tan inconmensurablemente grande que si necesitas coger un bus y perder 10 minutos en desplazarte a otra parte de la ciudad ya no te interesa?
-¿Por qué? ¿Estás casado y no quieres que me encuentre contigo y tu mujer por casualidad cuando salgáis a pasear con vuestros 4 churumbeles el domingo por la mañana?
Y la peor de todas
-¿Por qué? ¿No se te ocurre nada mejor para encontrar cosas en común? Porque esa es una pregunta muy al estilo de mis SpeedySobris más peques. ¿Vas al mismo cole que yo? ¿Haces la colección de cromos de la liga? ¿Cuáles tienes repes?
---El alumnos aventajado de Grissom, de CSI
Después de hablar un par de veces me pide mi Instagram y que le mande más fotos porque quiere conocerme mejor. Muy pero que MUY mi pesar (porque odio que mi careto esté por Internet y menos en cosas de estas) yo tengo 4 imágenes en mi perfil. ¡¡¡4!!! Una de primer plano y tres de cuerpo entero, alguna de ellas vestida con neopreno, un material que no deja mucho margen para ocultar kilitos de más, si es lo que te preocupa tanto.¿En serio necesitas más de 4 fotos para conocerme más? ¿Qué tengo que ponerte? ¿Un diagrama de mi nivel de hierro en sangre? ¿Mi huella dactilar?
¿Que si a la tercera va a ir la vencida? No tiene pinta, no....
lunes, 30 de septiembre de 2019
Enganchada a un amor inventado
No a uno en concreto, sino más bien a uno detrás de otro. Me refiero a un estado general (que de tan prolongado empieza a parecerme infinito) en el que como ninguna de mis historias termina de arrancar en condiciones, no me queda otra que usar la imaginación. Y eso quiere decir que hay mucho lirili, poco lerele y nada de verdad empírica y comprobable. Todo son teorías, hipótesis y suposiciones.
Quiero decir.. que el esquema del experimento es siempre el mismo:
-Fase 1.
Encuentro con Maromazo Estupendérrimo de Turno. Emoción, ilusión y fuegos artificiales. Generación de serotonina, dopamina y oxitocina. Razonamiento lógico tendente a cero.
-Fase 2.
Sí pero no. Jajajiji risas mil. Planteamiento de interrogantes del tipo "¿le gusto?", "¿será esta su forma de comportarse con todo el mundo?" "¿tiene una mujer y dos hijos mellizos que viven en California? A falta de respuestas, se dispara un proceso creativo reflejo que sustituye los datos reales de Maromazo Estupendérrimo de los que no se disponen por datos inventados:"seguro que le encanta escribir", "fijo que es solidario", tiene pinta de que me apoyará en mis proyectos"...
-Fase 3
Maromazo Estupendérrimo no coopera: porque no puede, porque no quiere, porque no se cosca, porque no es el momento, porque se te han adelantado... por lo que sea. Aquí tendría que terminar el experimento, pero debido al Proceso Creativo puesto en marcha en la fase 2, la cosa no acaba aquí y te quedas enganchada en la interminable, absurda y horrorosa...
-Fase 4.
Ilógico encabezonamiento en sentir algo por alguien que no existe. O por lo menos del que no se tienen evidencias de su existencia porque no ha habido ocasión de recabar datos ni de hacer pruebas. Has partido de un supuesto previo, un conocimiento superficial y sesgado del sujeto, a partir del cual has formulado una hipótesis de como es Maromazo Estupendérrimo. Esa teoría sólo se podría comprobar observando su comportamiento en diversas situaciones parejiles pero sin la cooperación voluntaria de Maromazo estos tests no se pueden realizar, así que sólo hay una conclusión científica posible: no hay pruebas que demuestren que Maromazo Estupendérrimo es el Hombre Perfecto que tú te has inventado.
Y si Maromazo Estupendérrimo no es el Hombre Perfecto que tú te has inventado, quiere decir que ese Hombre Perfecto está sólo en tu imaginación, no existe en la vida real. Y si no existe, no puedes estar enamorada de él. No lo digo yo, lo dice la ciencia.
A ver si te enteras, Speedy...