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martes, 7 de octubre de 2014

Love, love, love

Estaba yo decidiendo si cortarme las venas o dejármelas largas cuando milagrosamente me he encontrado en la tele con Love Actually. Y menos mal, porque si hoy la vida me llega a apretar las tuercas un poco más no sé como habría acabado la cosa. El caso es que me he tragado esa maravilla de peli por septuagésima vez para comprobar que me sigue encantando como el primer día. Porque es bonita, porque es original, porque para ser una mezcla de mil personajes e historias está muy bien hilada y mejor contada. Y porque, contra la costumbre de las películas románticas (en especial las inglesas) es graciosa. Tiene un montón de momentazos y muchos diálogos para partirse la caja. Y ahora voy a recordar aquí algunos para... en fin, más que nada como terapia, porque necesito risas como el comer. Y si ya de paso os saco una sonrisa a vosotros, para qué queremos más. Así que vamos a ello.

Lo que más me gusta de Love Actually es que desde el minuto uno ya sabes lo que te vas a encontrar. Y es que aproximadamente en la tercera escena ya aparece esa conversación que muchos de nosotros querríamos haber tenido alguna vez con nuestro jefe, en lugar de hojas de balances y resultados:

-¿Cuánto tiempo llevas trabajando aquí?
-2 años, 7 meses, tres días y dos horas
-¿Y cuánto llevas enamorada de nuestro enigmático primer diseñador?
-2 años, 7 meses, tres días y una hora y 30 minutos.
-¿Y cuándo piensas hacer algo al respecto? ¡Es Navidad, por el amor de Dios!

Y la conversación que nunca nos gustaría tener cuando nos han roto el corazón por millonésima vez:

-Este año también vengo solo.
-¿Y estoy triste o alegre?
-Lo que no me parece es sorprendida

Y la no-conversación sin palabras de cuando te esfuerzas en disimular que alguien te gusta, pero no hay forma de disimular nada porque aquello es imposible de contener.

-Pero si no te caigo bien, nunca me hablas, solo hablas con Peter...
-Es un rollo de supervivencia, ¿sabes?

Y al final terminas confesándolo a lo bruto, sin esperanza ninguna, sabiendo que tienes cero posibilidades, sólo porque o lo sueltas o revientas.


Y si para decirlo tienes que colarte en un festival de Navidad donde langostas y pulpos asisten al nacimiento de Jesús, pues te cuelas y compruebas eso de que...

-Ocho son muchas patas, David



Y notas como el amor te hace fuerte y te empuja a hacer y decir cosas a las que no te hubieras atrevido sin ese motor mágico.

"Me encanta la palabra "relación". Abarca todo tipo de pecados. Me temo que esta se ha convertido en una mala relación. Una relación basada en que el presidente se lleve todo lo que él quiere y desoiga tranquilamente todo lo que realmente importa a la... Gran Bretaña. Puede que seamos un país pequeño... pero somos un gran país. El país de Shakespeare, Churchill, los Beatles, Sean Connery, Harry Potter... el pie derecho de Beckham, y ya puestos también el izquierdo. Y un amigo que abusa de nosotros ya no es un amigo. Y puesto que los abusones solo reaccionan ante la fuerza, a partir de ahora estaré dispuesto a ser mucho más fuerte. Y el presidente deberá estar preparado"

Así que decides que "las películas no se acaban hasta que sale la palabra fin" y "que el amor nos cosa a leches".

jueves, 22 de septiembre de 2011

Un caso único

Bueno, bueno, bueno, que paren las rotativas, que ahí está la noticia. Debo de ser un caso único en la blogoesfera y aledaños, así que igual me toca donar mi blog a la ciencia para que estudien los hechos. Después de años de ver cómo se multiplican exponencialmente las listas de seguidores de blogs ajenos yo he logrado lo que nadie:

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡HE PERDIDO UN SEGUIDOR!!!!!!!

¡Toma ya, ahí queda eso! Porque todos os concentráis en crecer y crecer y ganar adeptos, pero ¿a que no se os había ocurrido a ninguno perderlos? Si es que no sois nada originales, tengo que venir yo aquí a daros ideas. Y que no es tarea fácil, no os creáis. Que hay que hacerlo rematadamente mal para que un lector decida, no sólo no volver a pasarse por tus dominios, sino borrarse de la lista para que no le relacionen con tus tontadas. Hay que ver, si es que soy una crack...

Y más teniendo en cuenta cómo se han desarrollado los acontecimientos. Un buen día me encontré con un seguidor menos. No me había recuperado aún de la sorpresa, cuando volví a mi número habitual y poco más tarde unos más. "Puffff, blogguer, que ya está haciendo cosas raras", pensé. Pero ya no lo tengo tan claro, porque hoy, de nuevo, ha desaparecido un seguidor. Espero que sea el mismo lector, que es el típico indeciso que no termina de ver claro si quiere quedarse o irse. Más que nada porque si es otro distinto, significa que el seguidor viajero ha puesto de moda esto de darse a la fuga... y me veo dentro de nada más sola que la una.

A los que aún no os hayan entrado ganas de huir y hayáis llegado al final del post... ¡FELIZ JUEVES!

(... y gracias ;P)

martes, 28 de junio de 2011

Blancanieves... unos años después del final del cuento

"Ya estoy harta de tanta fábula edificante, de tanto cuento de brujas, de tanta huerfanita pobre y triste... ¿Alguna vez le preguntaron a la Bella si quería que la bestia se convirtiese en un George Clooney? ¿Pues no se había enamorado ya la chiquilla de un monstruo? ¿No dicen ustedes que la belleza está en el interior? ¡Ja!

O la princesa durmiente. Tan a gusto que estaba ella, ahí, dormida en uno de esos colchones de látex que venden en la tele... ¡Y tuvo que venir el príncipe a joderla! A despertarla de un sueño y traerla a un mundo que la mitad de las veces es una pura pesadilla... La única que salió ganando fue Cenicienta, eso es cierto. Que de estar de asistenta interna en una casa bien acabó de dueña y señora; pero anda que no lo pasó mal la pobre... Porque a quién se le ocurre mandarla al baile en una calabaza... ¡Menudo pestazo luego! Si es que no la eligió el príncipe, es que con semejante tufarrada espantó al resto de "pretendientas" con sólo aproximarse... Y anda que lo del zapatito de cristal, ¡vaya bromita! No podían haber sido unos Manolos, no; o un taconazo de vértigo de esos de Prada; o unos Letizios, o incluso unos simples zuecos asturianos, de los de meterse en la granja con las vacas a pisar mierda... ¡Pues no! ¡De cristal! Que así se rompen, se pierden, y le hacen mixtos el pie a la muchacha. (En tono de confidencia) ¡Que menudos juanetes lleva Cenicienta desde entonces!

Y aún falto yo, no se crean. Que vaya birria de vida. Primero se me muere la madre. ¡Toma escena lacrimógena y traumatizante para público infantil! Y por si había poco con la pobre huerfanita que les daba los buenos días cantando a los ruiseñores... ¡Vaya cursilería! Pues va y resulta que mi padre que, por cierto, ni tiene nombre ni sale en el cuento, acaba por volver a casarse con mi madrastra, que encima es una bruja malísima que no puede ni verme. ¡Ahí es nada!

Total, que intenta matarme una vez y otra y otra y otra, pero no lo consigue porque, la pobre, mala es un rato, pero torpe también. En fin, que envenena la manzana, se disfraza de ancianita desvalida y servidora acaba más muerta que la muerte misma. Y punto y final; ahí podía haber acabado el cuento. ¡Con lo bien que resultan los finales trágicos! ¡Pero no! Tenía que aparecer él; el príncipe azul, el salvador, el paladín, el héroe del corcel blanco, ¡el gilipollas que tenía que darme un beso, para que yo escupiese el trozo ese de manzana asesina y devolverme a la vida! ¡Pero esto cuándo pasa en la vida real! ¿Pero en qué cabeza cabe? ¡Que la vida no es así de fácil, que no es todo tan angelical! ¡Que si te mueres, te mueres, y sanseacabó!

Y ésta es otra; porque cuando uno es joven, testosterónico, con pinta de efebo y un ego tan alto como la Giralda, todo va bien. Pero aquí me ven, que ya estoy cincuentona y el príncipe... ¡mas! Que ya era mayor cuando me dio el beso. Así que a Noé con lluvias... Que de príncipe no le queda ya ni el título, porque resulta que en el país de los cuentos se proclamó ya hace tiempo la república...

Resumiendo, que aquí mi príncipe, ¡sin corona! De músculos... ¡Nada! Uno; si cuenta la barriga cervecera... ¿Y el ego? El ego y otras cosas sólo le suben si gana el Barça la liga. Y claro yo, a estas alturas, y sólo por fastidiarle, me he hecho socia del Real Madrid. ¡Vamos, que el que era un príncipe azul, se ha transformado en un "manoleitor" hispánico de los de manual! Y yo que nací princesa, pues ya me ven... Muy digna pero, en el fondo, una maruja insatisfecha, aburrida, reprimida, abúlica y amargada. En fin, que yo lo que quiero es ser como las heroínas de Shakespeare, ésas que acaban siempre fatal, pero que se mueren en el culmen de la vida. Ser una Ofelia, una Desdémona que la matan por celos, una Julieta que se arranca la vida por amor... ¡Y las tres se mueren antes de saber que sus maridos habrían sido unos capullos si hubieran seguido vivas y con ellos!"


Ojalá pudiera decir que me he inventado yo esta Blancanieves. Pero no. Es uno de los sorprendentes personajes de esta obra teatral, que os recomiendo muchísimo. Para ser de ficción, esta Blancanieves dice verdades como puños, ¿eh?

martes, 14 de diciembre de 2010

Melchor, Gaspar... va a saltar y se cayó

El otro día oí que un niño estaba contando esta típica gracia a su madre y el chaval se partía de risa, pero de verdad. Y me puse a pensar... ¿Cuándo perdemos el superpoder de reírnos de los chistes malos? ¿De que todo nos haga gracia? La mayoría de los niños lo tienen. Luego se nos va.

A mí me encantan las personas que conservan esta habilidad extraordinaria de reírse de cualquier cosa, de tomarse todo con humor, de combatir cualquier situación con una carcajada. Porque además reparten los efectos positivos entre los que pilla alrededor: para empezar te contagian la risa (a mí por lo menos, que soy una víctima fácil) y aportan nuevos enfoques. Todo se ve distinto después de una buena carcajada. Más claro no sé, pero diferente seguro.

Así que nada, estoy esperando a que algún gran genio consiga atrapar este poder en pastillas como las aspirinas. Se llamarían Risinol 600 o Carcajil 800 o alguno de esos maravillosos nombres que tienen los medicamentos. Así, si un día te levantas con el pie izquierdo o te asomas a la ventana y ves que hace niebla, te metes dos carcajiles p’al cuerpo y arreglado: ya estás preparado para lo que te echen.

En fin, mientras espero este milagro hecho pastilla, me busco mis truquillos. Ahora estoy en pleno entrenamiento irrisorio. Me empeño en reírme aunque no tenga ganas, para así aprender a controlarlo y poder reírme cuando más lo necesite. En esta ardua tarea mis deberes son los chistes malos. Cuanto peores, mejor. Si puedes reírte de un chiste realmente malo, tus carcajadas no tendrán límite. Por ahora mi tabla de entrenamientos la forman perlas como éstas:

-¿Qué es una bola verde en un rincón de la cocina?
Un guisante castigado.

-¿Por qué los elefantes no montan en bicicleta?
Porque no tienen dedo gordo para tocar el timbre.

-Un marido le dice todo chulito a su mujer: “Dime una noticia que sea buena y mala a la vez”.
Ella se queda pensando y suelta: “De todos tus amigos, eres el que la tiene más grande”

Se me acaba el repertorio, ¿me ayudáis a completar mi tabla de entrenamientos dejando vuestros chistes malos preferidos en los comentarios? Pero que sean malos malos, ¿eh?

jueves, 12 de agosto de 2010

Spanglish-eslovaco

Estábamos este fin de semana un inglés, un eslovaco y un español... Ya lo sé, parece el comienzo de un chiste malo, pero es la pura realidad. Hace unos días mi casa familiar de la playa parecía una cumbre de la ONU, dada la variedad de nacionalidades que se habían dado cita allí. Eso sí, una cumbre celebrada durante una huelga de traductores, porque aquello parecía la Torre de Babel, no había quien se entendiera, excepto por gestos, claro.

Por un lado una eslovaca profesora de inglés que sabía cuatro palabras de español. Por otro dos españoles que tenían en los pies lo poco que aprendieron en el instituto de la lengua de Shakespeare. Por otro una eslovaca afincada en España que combinaba los dos idiomas como buenamente podía y mientras tanto los demás, contemplando el espectáculo, que era digno de ver. Ya os podéis imaginar que las comidas eran todo un poema:

-Who wants flautas?

-What is flautas?

-Queso with polla.

-¿Que hay de comer el qué? ¿Quién ha cocinado hoy?

-Pollo, pollo, quiere decir pollo.

-bdjjdebdwkedbwgdkwejhdj (o como se escriba en eslovaco, ando un poco mal en ortografía de lenguas que no he estudiado nunca)

-nnjdndwnwkn wkjxnkwfdjdwb. (Pausa reflexiva. Mirándome a mí, que asisto impasible al espectáculo y que tengo la misma idea de eslovaco que en la línea de arriba, es decir, cero) ¿Cómo se dice chorizo en eslovaco?

-Pues es una buena pregunta.

Y si las comidas eran un poema, el resto de los momentos del día tampoco se quedaban atrás.

-El tren sale a las nueve, si espero un poco más voy a ser retrasada. ¿Se dice así?

-Hombre, puedes decirlo así, pero afectará a tu imagen personal..,

-¿Mejor digo tengo un retraso?

-Si quieres matar a tu novio de un susto, puede servir.

Pero sin duda, lo mejor eran las frases max-mix del tipo....

-If we are very tired mi are not going to have ganas to go to the chiringuitos

O las creativas...

-We played a game in which we had to wear in umhhh, er.... disfraceitons to find out who was er... arquitecting.

Para que usar un idioma que ya existe pudiendo inventarte uno.

miércoles, 28 de julio de 2010

¡Esto es la guerra!

Cada verano lo mismo. Llega el calor, los termómetros se disparan y empieza la guerra. Una lucha encarnizada y cruel, despiadada, sin prisioneros, a vida o muerte. Fuera el asfalto se derrite. Dentro se congelan hasta las ideas. Los termostatos humanos se descontrolan: mientras unos mueren asfixiados, otros sucumben a los síntomas de hipotermia, y el enfrentamiento es inevitable. Ha llegado la batalla por el control del aire acondicionado.

La temperatura a la que debe estar un habitáculo en el que conviven varias personas es siempre fuente de agrias polémicas, pero en los centros de trabajo el conflicto se agudiza. Será que son ambientes de mucho estrés, será que son labores que requieren de concentración o será que la gente está de mala leche por tener que currar en lugar de torrarse en la piscina como hacen los afortunados que SÍ están de vacaciones. Pero el caso es que el aire acondicionado es la mayor causa de discusión en los ambientes laborales durante la época estival.

El enfrentamiento tiene sus fases, claro. Como suele pasar con todo, empieza suavecito.
-¿Os importa si quito el aire?
-Pero si hace mucho calor. Veeeeeenga, lo que quieras...

Pero pasan los días y la gente se va quemando. Los calurosos pasan calor, los frioleros se hartan de pasar frío y empiezan a aparecer las indirectas al más puro estilo Gila, que quería hacer confesar a un criminal a base de insinuaciones ("alguien ha matado a alguien, alguien es un asesino..."). Eso sí, estas indirectas son más directas, se enfatizan con muchísima intención y mirando directamente al rival:
-¿Y esa bufanda?
-Es que me duele la garganta del aire acondicionado. Pero bueno, me preocupa más que esta mañana se me cayeran dos dedos de una mano a causa de los síntomas de congelación.

Llega un momento que las indirectas no son suficientes y hay que pasar a la acción física. No digo que se llegue a las manos (casi nunca), pero se aparca definitivamente el más mínimo asomo de educación.
-¡Que quitéis el aire, coño, que no se puede trabajar tiritando!, dice uno dirigiéndose iracundo hacia el termostato.
-Pues si tienes frío te traes una chaqueta, que fuera hace 40 grados y yo no tengo por qué sudar como un cerdo, dice otro levantándose inmediatamente después para volver a cambiar la temperatura del aparato.

A partir de ahí ya empieza una pelea de gallos, un duelo de miradas torvas y de amenazas expresadas a través del lenguaje corporal que gana el que más consistencia física tenga, el que cuente con más apoyos entre los compañeros o el que se esté tirando al jefe/a, directamente.

A mí, que no me gustan los problemas, me llevo la camiseta de tirantes más escotada que tengo debajo del plumas más calentito de mi armario y vivo feliz. No quiero líos, que tengo una identidad secreta que proteger.

sábado, 3 de julio de 2010

JAJAJAJAJA

Me encantan las risas. Sobre todo las escandalosas y cuanto más contagiosas, mejor. Creo que hay algo mágico en el momento en que alguien empieza a reirse y tú no puedes evitar soltar una carcajada, incluso aunque no sepas qué es lo que le hace tanta gracia. Para mi es, además, una de las maneras más rápidas de conectar con una persona y generar complicidad. Cuando yo me he reido con alguien (reido de verdad, de esas veces en las que no puedes parar y hasta te duele la tripa) no se me olvida. Son momentos que se me quedan grabados y que me siguen haciendo sonreir mucho tiempo después.

Por eso admiro tanto a las personas que saben reirse y hacer reir. Y no me refiero a los graciosos, a los que tienen cara de chiste o una manera de expresarse que causa hilaridad. Esos nacen con ese don, es como quien nace guapo, es genial, pero no tiene ningún mérito, se lo dan hecho. Me refiero a las personas que SABEN reirse, es decir, que son capaces de hacer bromas, de tomarse con humor cualquier situación, especialmente los momentos difíciles. Las personas que no se toman tan en serio la vida, porque saben que a veces la vida parece una broma pesada y por eso hay que adelantarse: la mejor defensa es un buen ataque.

Para mi la risa es la mejor medicina. Una buena carcajada me relaja, me desestresa y hasta me inspira. El problema es que no siempre sé fabricarla. Menos mal que soy una afortunada y tengo unos cuantos amigos catedráticos en risa para ayudarme. Y cuando no están a mano, siempre me quedará el remedio de urgencia: este chiquitín.






Espero que os alegre el día al menos la mitad que a mi.