viernes, 22 de noviembre de 2024

¿Qué hemos hecho para merecer esto?

Los japoneses que son muy apañados para muchas cosas (aunque para otras no tanto) han buscado una palabra para referirse a una realidad palmaria: que hay un segundo estómago para los dulces en el que siempre SIEMPRE hay sitio para más. Da igual la cantidad que se haya ingerido antes.

 

 
Como testigo de primera mano de esta verdad incontestable y como buena adicta al chocolate, os podéis imaginar con el dramatismo y la preocupación que estoy viviendo esta hambruna chocolatera. Para los afortunados que no se ven afectados por esta tragedia, resumo: hace meses que por diversos motivos el precio del cacao está por las nubes. hasta ahora nos habíamos enterado poco porque como todos los alimentos subían a lo bestia, uno más ya no nos sorprendía y porque tirábamos de las reservas que había en los almacenes al coste antiguo. Pero ayyyyy, amiguis, las reservas se acaban y las navidades se acercan. Y esto significa que en una de las épocas con más porcentaje glucémico en vena, "las tabletas de chocolate por debajo de los dos euros van a esfumarse de los estantes de las tiendas", dicen los expertos.
 
Y yo me pregunto: no tenemos suficiente con la pachamama en modo terminator intentando inundarnos, quemarnos o matarnos de sed a todas horas, con Putin y sus compinches tirando bombas a diestro y siniestro y con la vida de cada uno haciendo de las suyas para que nos manden también esta plaga bíblica? ¿Cómo se supone que vamos a resistir tanta desgracia sin un poco de ayuda chocolatera? Sin dramatismos: ¿qué hemos hecho nosotros para merecer esto?

viernes, 15 de noviembre de 2024

¿Quién sabe donde?


 

¿Pero dónde leches está? La maldita puerta, la del texto de arriba, la que --estoy de acuerdo con A J-- debería aparecer en algún momento. ¿Dónde c*jones han metido la mía? 

Estoy harta de laberintos, de pasadizos, de callejones sin salida. Muy bien, muy divertido, el viaje a Itaca precioso, PRE-CIO-SO. Pero ya está, suficiente, como broma ya ha valido. Ya he aprendido, ya me he transformado, ya he hecho renuncias, ya he aceptado que lo que no puede ser no puede ser. Ahora le toca mover a otro, darme algo, lo que sea. Algo con el suficiente tamaño para que no necesite mi lupa de 16 aumentos para verlo.

No puedo más, de verdad. Estoy rendida, agotada, exhausta. Necesito llegar a puerto y que alguien me abra una puerta por la que entrar a tomarme un descanso. ¿A quién se la tengo que pedir, a la fábrica de Sulley y Mike? ¡Dadme la dirección!



lunes, 11 de noviembre de 2024

Onions

 

Como decían en Twitter con la viñeta de arriba, a lo mejor mi problema es que tengo demasiada cebolla en mi vida. 

¡Buenas semana!

lunes, 4 de noviembre de 2024

Zombies modernos

Llevo toda la semana obsesionada con lo de Valencia. No puedo pensar en otra cosa, no paro de mirar noticias, redes. Me recuerda un poco al CoronaSuplicio, pero distinto. Porque no hay tanto miedo inmediato, tanta incertidumbre. O mejor dicho, sí hay incertidumbre, de la peor clase, además.

Y es que no me puedo explicar como a estas alturas de la vida, con lo medios y la tecnología que tenemos, no seamos capaces no ya de prevenir sino de reducir los daños de fenómenos extraordinarios como este. Pero más que eso me preocupa comprobar que vivimos en un sistema que no funciona, basado en un laberinto competencial que usan los políticos para escurrir el bulto y echarse la culpa unos a otros. Y lo que es peor, que muchísima peña está tan polarizada, tan cegada por la ideología, que es incapaz de ver lo que han hecho mal "los suyos", que justifica lo injustificable, que ni se plantea dar su brazo a torcer ocurra o que ocurra, hagan lo que hagan unos y otros.

La naturaleza cuando se pone a las malas da miedo. Los ultras zombificados con cerebros vacíos que se limitan a creer y repetir las consignas de los de arriba sin pararse a pensar si les mienten, si se han equivocado o si lo que un tiempo estuvo bien pero ya no sirve en unas circunstancias nuevas, da mucho más.

martes, 29 de octubre de 2024

Ojalá pudiera

 

Ojalá pudiera. De verdad. Si alguien tiene la fórmula mágica para cumplir el consejo de la foto de arriba soy toda oídos. Porque yo lo intento cada minuto de cada día y no hay manera.

Ahí tenéis los comentarios para iluminarme con vuestra sabiduría.

martes, 15 de octubre de 2024

Pezqueñines no, gracias

A estas alturas de mi vida he tenido taaaantos malentendidos por conflictos en los que para mi era más que evidente lo que había pasado y después resultaba que la otra parte implicada lo había vivido de manera completamente opuesta, que ahora siempre procuro hablar las cosas antes de partir peras. Incluso aunque tenga el 90% de seguridad de que no hay nada que salvar porque está todo el pescado vendido, trato de tener una última conversación. Para quedarme tranquila. Para asegurarme de que está todo claro. Por si acaso.

Pero es que en verdad en verdad en verdad os digo que llegados a determinados puntos me pedís demasiado. Es que con el corazón en la mano os aseguro que no puedo más, en serio. Es que me agotáis. La peña acaba con mi resistencia.

Yo no puedo recordar a todas horas que la conversación es cosa de dos, que tienes que poner de tu parte. Si no cuentas absolutamente nada de ti ni de tu vida, y sólo contestas mis preguntas no es una charla, es un interrogatorio. Si respondes con el mínimo de palabras y la máxima ambigüedad, si pareces estar concursando para el premio internacional de utilizar el mayor número de palabras para no trasmitir NINGÚN contenido. Si la mayoría de tus interacciones consisten en hacer una variación de la última frase que he dicho yo. Si jamás te interesas por mi, por lo que pienso, por lo que me gusta. Si podría contarle cosas a una pared y tendría mil veces más feedback, tirando por lo bajo. Si tus únicas aportaciones son cien versiones distintas del mismo lema vacío de positividad tóxica. A la vez número un millón que me repites lo contento que estás y lo que disfrutas de las pequeñas cosas y lo bien que te va todo me dejas totalmente claro la amargura que intentas ocultar. Dime de que presumes y te diré de qué careces. Ser positivo está genial, pero no mostrar ABSOLUTAMENTE nada más que esa faceta de la forma más superficial te quita todo rasgo humano, te convierte en un calcetín con ojos. Los diálogos de Espinete lo dejan como un filósofo a tu lado, ya te lo digo.

En serio, tío, es IM-PO-SI-BLE que no te estés dando cuenta de lo que haces, que se te de tan rematadamente mal conversar, que estés tan vacío por dentro. Tienes que estar haciéndolo a propósito para dejar claro tu desinterés. Y me parece guay, ¿eh? Tampoco es que me de miedo perderme gran cosa, visto lo visto. Pero entonces, tronco, ¡¡DÉJAME EN PAZ!! No me escribas, no me pidas quedar, vete a tomar aire fresco y tanta paz lleves como descanso dejas. Libérame de este suplicio eterno, de las notificaciones infinitas, de un interminable diálogo de besugos. Bueno, ojalá eso, porque creo que los peces tienen una comunicación mil veces más efectiva que la nuestra.

En serio, no pretenderás que sea yo la que tenga que dejar por escrito que no estás a lo que estás, te importa un mierdo o no das para más porque donde no hay mata no hay patata. Si no quieres/ no puedes/ no estás en el momento de aprovechar lo que has pescado, devuélveme al mar y déjame seguir nadando a mi bola.

Pezqueñines no, gracias.


viernes, 11 de octubre de 2024

Lo que ellas digan

En lo profesional mi vida es un asco. En lo psicológico, no puedo decir que esté sana. En lo musical debería contratar una tuba para que me siguiera a todas partes. Sin embargo, en eso de que me inviten a comer, atravieso una racha inmejorable.

(La teoría del amor)


De todos modos, así es mi vida. Un cúmulo ardiente de dolorosa e inoportuna torpeza

(La química del amor)


Por otro lado, ¿no era ésa la definición misma de la vida? ¿Una adaptación constante determinada por una serie interminable de errores?

(Lecciones de química)


Hay veces que una chica no necesita decir nada, que sólo le hace falta escoger los pasajes que ciertos libros que parece que la estén mirando por un agujerito. 

Y con esto y un bizcocho me retiro de finde, que falta me hace. Por la sombra, bombones.