martes, 26 de agosto de 2008

noche afuera

alguien pregunta si tengo amantes mujeres, no he podido, vos sabés que mi sexualidad ha experimentado por muchas áreas, pero hasta yo tengo mis límites.
ni grupos, ni parafilias, y ni siquiera mujeres.
estuve tan enamorada de ella. tenía un cuerpo perfecto para mí: caderas anchas, piernas bien torneadas y un busto grande pero proporcionado. además, de las pocas mujeres que se sienten cómodas en su cuerpo y no temen mostrarlo.
cuando nos tocaba vestirnos juntas, le gustaba provocarme, tomaba mi mano y la colocaba sobre su tanga y decía "mirá vos, que tela tan chilera la de esto" y luego, hacía lo mismo con el brasier que siempre combinaba, "no te parece que estan chilerísimos"
yo sabía que sentía mi excitación y turbación, me encantaba, además ella si hacía tríos y grupos. recuerdo una mañana que llegué muy temprano a verla a la casa donde vivía mientras hacíamos un trabajo de campo de dos meses, la dueña de la casa me dejó entrar al dormitorio y cuando abrí estaba en camisón con otra amiga en la cama, se echó el pretexto "vos, anoche hubo fiesta" y me contó que habían llegado muy de madrugada. yo comencé a contarle la noticia que le traía y entonces, del baño, salió un muchacho asustado en calzoncillos "nos regresamos ahorita mismo a la capital" le decía y ellas lo callaban, porque habían pasado la noche juntos los tres.
un día me contó que se casaba, además, me contó que desde que él le pidió matrimonio no habían podido coger "tuvo que ir al psicologo vos, no se le para desde que me pidió que me case con él" algún bloqueo del chavo.
él también trabajaba con nosotras, no había más que un baño en la oficina, que usabamos todos, una vez me quedé hasta tarde y cuando iba saliendo del baño ya para irme, el venía entrando y nos juntamos en un estrecho callejón que daba al baño y a los vestidores, una muralla de lockers impedía la vista (además no había nadie más) bromeamos un rato y me pasó la mano por el pelo y la barbilla. sin pensarlo mucho me agaché y me arodillé frente a él, le bajé el zipper y comencé a provocarlo. me fascinó sentír su erección y su complacencia. le hice una felación perfecta, midiendo bien mis movimientos, complaciendolo y sintiendo su necesidad de gritar y su urgencia. yo la imaginaba a ella, cogiendoselo a él y poniendo su boca donde yo acababa de poner la mía. además me sentía feliz de arrebatarle esa erección que él no podía darle hasta no estar casados...
y así me violé al prometido de la única mujer con la que he deseado tanto coger que se vuelve un recuerdo rico en las noches.

1 comentario:

Allan Martínez dijo...

Excelente. Buena historia con una confidencia. Ya me imagino esa sonrisa cómplice cuando los dos se ven.