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5 sept 2010

Opiniones y hechos.

La imagen superior muestra como se encuentra la zona de la isla de las Cañas donde el pasado año por estas fechas se declaró un incendio de turba que amenazaba con destruir el Parque Nacional.
               
La inaccion humana había permitido que ante la pertinaz sequía en el subsuelo de Las Tablas ocurriese lo que la experiencia y la ciencia habían demostrado muchas veces: la turba ante la falta de agua y debido al oxígeno que le llega a través del aire que penetra por los agrietamientos del terreno termina autocombustionando.
En el paseo que di hace unos días por esa zona que hace un año ardía encontré unas Tablas exuberantes, inaccesibles; infinidad de tarayes y la vegetación palustre, principalmente enea y carrizo que alcanza una altura en algunos puntos de casi dos metros, hacen muy difícil la orientación y por supuesto el disfrute de una panorámica en la que el elemento líquido sea el protagonista; por eso me resultó emocionante encontrar un pequeño espacio en el que pude disfrutar del agua clara, limpia y fresca.
               
Sólo cuando accedí a un pequeño alterón del terreno pude disfrutar y comprobar la riqueza vegetal y animal que se está desarrollando en el Parque Nacional Las Tablas de Daimiel. Un espacio precioso que suscita polémicas. Y entiendo que es bueno este debate que no permitirá que caiga en el olvido y pueda dar cabida a todas las voces interesadas.
Por ese motivo quiero dejar en este espacio la carta que la asociación Ecologistas Manchegos de Daimiel han difundido en los diferentes medios de comunicación en los que les han atendido.

Las Tablas, un Parque sometido
         En primer lugar queremos  decir que este artículo en ningún momento  pretende ir en contra de nadie en particular. Opinamos en defensa del ecosistema de Las Tablas, que hasta hace pocos años era singular y auténtico y estamos convencidos que con menos intervencionismo, nuestro Parque estaría mejor.
        Sabemos que a lo largo de su historia siempre ha sido intervenido por el hombre (en simbiosis) pero nunca a esta escala actual (el 33% de la superficie).
         Por nuestra parte lo tenemos claro: en nuestra corta vida como personas que pasamos sobre la Tierra, si la comparamos  geológicamente con el ecosistema de las Tablas, vendría a ser como un segundo de nuestro tiempo, en el que  ni los científicos ni nadie ha llegado a descifrar las relaciones, ni el idioma entre los seres vivos que actúan en la biocenosis de las Tablas. Y es por lo que no estamos de acuerdo  con  las actuaciones que  cambian y someten al ecosistema, y así lo hemos hecho saber en el Patronato.
       Las dos presas: la de Puente Navarro y la de Morenillo colmatan el vaso de las Tablas por sedimentación, cambiando por completo el ecosistema y su funcionamiento e imposibilitando que en este año de lluvia se lavasen de forma natural como ha sucedido en miles y miles de años atrás. Con estas y otra actuaciones se ha modificado lo que en su día se quería proteger.
      Está claro que agua es igual a turismo, mucha agua = mucho turismo. Por su puesto personas no entendidas, atraídas por la publicidad, acuden en masa a ver nuestro Parque. ¿Es que la única solución para mantener Las Tablas es cambiar de “singular” a “temático”? Nosotros no queremos un Parque manejado y sometido a los caprichos de una dirección errónea, cambiando todo lo que se ha mantenido desde tiempos inmemoriales, ejemplo: plantando especies foráneas al ecosistema (adelfas en el centro de visitantes, romero en la ribera donde nunca había existido), en el centro de visitantes han puesto asfalto, como si fuese una autovía  ¡qué es un parque nacional! 
      Un atentado para la singularidad de las Tablas ha sido cambiar las barcas tradicionales de madera por las de fibra. Y  hablando de barcas se utiliza una a motor con cuchillas que cortan todas las plantas que quieren colonizar la parte de las Tablas que les corresponden,  como debería ser un ecosistema dinámico y vivo.
       En lo referente a cultura se actúa a troche y a moche, sin vacilación, ni permisos y sin dar marcha atrás. En la zona conocida como Calaminar de Zacatena, que es un yacimiento arqueológico incluido en la carta arqueológica de Daimiel, han entrado las máquinas para plantar encinas, rompiendo a su paso frescos, mosaicos, columnas, etc. De época romana, machacando un recurso cultural y económico en potencia para nuestros descendientes; al parecer las leyes están hechas para que la administración las incumpla  y la gente de a pie las obedezca sin rechistar.
       El paso histórico al molino de Molemocho ha sido cortado con una valla que produce un gran impacto visual y en lo referente a la restauración de las casillas de labranza que ha comprado el Parque jamás en la vida habían tenido ventanas; una casilla se componía de las paredes, el tejado, el tragaluz al este la chimenea al oeste y la puerta al sur, todo es así para darle a la estancia habitabilidad y regular la temperatura con los medios que se disponían. En la “restauración” le han puesto ventanas donde no existían. Miguel Fisac, nuestro afamado arquitecto daimieleño, pensaba que la arquitectura popular era la del sentido común.
    Poco a poco en la modificación de esas pequeñas cosas, se esta trasformando un parque singular, en otro distinto, y es la obligación de la administración  protegerlo con todos los elementos culturales;  la riqueza que da la autenticidad de los valores reales y verdaderos, de la impronta dejada por nuestros antepasados y los  seres vivos a lo largo del tiempo, que bajo la imposición de los elementos abióticos moldea el entorno y se hace imprescindible para la vida.

Daimiel 12 de agosto de 2010


18 jul 2010

Privilegiados.

El viernes pasado madrugué con la intención de filmar un amanecer en Las Tablas. Me desplacé al punto más  occidental del Parque, pero las cosas han cambiado mucho desde la última vez que estuve allí y el lugar que había elegido para situar la cámara estaba ocupado por una cerrada vegetación. 
Llevaba la idea de filmar los reflejos  del sol saliente y me encaminé hacia una zona en la que meses atrás me sentaba y podía sentir el devenir del agua empujada por el viento llegar hasta mis manos. Hoy la situación ha cambiado: aunque en algunas zonas se aprecia el retroceso de las aguas en otras apenas ha cedido. Llegar hasta el borde del agua es ya de por sí una aventura desagradable, la maleza formada por todo tipo de hierbas secas y pinchos hacen el paseo ingrato. Una vez alcanzada el agua el carrizo, la enea y algunas especies de juncos, además de otras hierbas altas hacen que el peligro se acreciente ya que no se puede saber con seguridad que grado de firmeza tiene el suelo que se pisa y se impone la prudencia antes de aventurarse a terminar empozado con el agua hasta la cintura.
Como mi intento no tuvo éxito me dirigí hacia las zonas más accesibles del Parque. En el embarcadero del itinerario de Prado Ancho un grupo de operarios limpiaban las barcas que se utilizarían en una visita oficial programada para las diez del mismo día. Ellos me hablaron de la gran cantidad de aves que se podían ver tablas adentro, de las diferentes especies que habían formado colonias, y del espectáculo maravilloso de poder comprobar la gran cantidad de crías que había. 
Les hice saber de su privilegio  y de mi envidia y frustración al no poder dar un paseo por el interior y comprobar y documentar con mi cámara lo que ellos me contaban con alegría y pasión. Me vine sin poder realizar una pobre fotografía de las diferentes especies de garzas que me sobrevolaron a primera hora de la mañana. Otra vez será.

2 jul 2010

Medicina para el alma.

Hacía semanas que no visitaba Las Tablas. Los motivos han sido que estoy entusiasmado con la laguna de Navaseca. Discúlpenme quienes se sientan molestos con mi desatención hacia el Parque Nacional. Éste necesita un tiempo para su recuperación y aunque no se puedan comparar los espacios, hoy por hoy la laguna de Navaseca ofrece un espectáculo a la vista y los sentidos inigualables pues cientos de aves acuáticas  están desarrollando sus ciclos con normalidad y el hecho de poder ver a unos pocos metros de distancia como las aves acercan la comida a los tiernos y frágiles picos de sus polluelos me tienen absorto horas y horas.
Estos días pasados hemos tenido la visita de unos familiares y la visita al Parque ha sido ineludible. Han comentado la impresión que causa una tierra tan llana en la que las carreteras se hacen monótonas rectas interminables flanqueadas hasta perderse en el horizonte por vides y campos ya segados de cereales que se estrellan sin remisión en un cielo azul intensísimo. 
Sin palabras se queda el visitante cuando, después del breve preludio que supone el Guadiana en Molemocho, se topa río con el oasis del Parque Nacional Las Tablas de Daimiel. Hay que parar el coche, hay que bajar, hay que pellizcarse, ¡Esto es real?
Por el itinerario amarillo nuestros acompañantes han podido disfrutar de un paseo en el que se contempla la casi totalidad del este espacio. La suave temperatura de la mañana, el interminable canto de las aves, la atenta observación de cualquier elemento que nos llame la atención tratando de identificarlo. La contemplación pausada de un espacio tan sorprendente han hecho que las tensiones se olviden, los problemas parezcan menores y que la emoción ante el esplendor que aquí en Las Tablas muestra la maravillosa naturaleza resulte tan relajante que nuestros familiares han convenido conmigo de que el paseo ha resultado la mejor medicina para el alma.
Hay que andar raudo para cazar al vuelo al inquieto fumarel cariblanco. Su peculiar vuelo con la cabeza agachada, sus picados hasta posarse en el agua y capturar su sustento son característicos de estas aves que aunque llegan a volar bastante cerca de los  transeuntes por su constante movilidad resultan difíciles de seguir.
El vuelo de la garceta común es más previsible: en linea recta hacia sus destinos. Si la altura a la que vuela no es muy grande se la puede seguir a  través del visor y conseguir alguna imagen aceptable.
El elemento sorpresa puede aparecer en cualquier momento. Este maravilloso ejemplar de avetorillo se mantuvo unos segundos en el tronco seco. Justo para hacer un par de fotos. Si no salen bien es posible que no haya otra ocasión.
A Las Tablas siguen llegando visitantes por cientos. El espectáculo que supone  ver este controvertido espacio con agua es un reclamo ineludible. El año que viene habrá pasado la fiebre, el turismo de rutas organizadas, el que visita el Parque como quien va a un museo o a un zoo tenderá a disminuir; darán por hecho que ya está salvado. Serán los visitantes más amantes de la naturaleza quienes vengan buscando la vida que debe surgir en un humedal, y, tendrán suerte porque el Parque Nacional Las Tablas de Daimiel estará desbordado de vida.